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La madre de mi amigo (1)

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Desde hace varios años soy amigo de José, estudiamos juntos desde la primaria y además somos vecinos, por lo tanto usualmente trabajamos como equipo en las actividades que nos asignaban en la escuela.

Desde pequeño, siempre era yo quien iba a su casa pues, buscaba siempre excusas para no estar encerrado entre esas cuatro paredes sólo, ya que mis padres trabajaban todo el día.

Ahora ya estábamos a pocos meses de graduarnos, y estábamos ansiosos por abandonar la escuela y comenzar la universidad, "allí sí que tendremos libertad", nos decíamos constantemente.

La tarde de un jueves, decidimos reunirnos en su casa para investigar acerca del tema que debíamos presentar para el profesor de arte.

Sinceramente no tenía muchas ganas de estudiar, pero tenía que hacerlo, y en verdad salió algo bueno de esta situación.

Eran las 3 de la tarde cuando llegué a la casa de José, toque la puerta y en unos segundos, su madre me recibió.

Para mí sorpresa, la mujer venía cubriéndose en una pequeña toalla, que apenas la tapaba un poco más arriba de sus pechos y un poco más abajo de la mitad de sus gruesos muslos.

Helga era una mujer de 47 años de edad, era bastante bajita, su piel era muy morena, su cara era redonda, sus labios eran finos, sus caderas pronunciadas, sus pechos y su trasero se hacían notar y no eran opacados por su ligero sobrepeso.

Sin duda no era del tipo de cualquiera de mis compañeros, pero a mí me ponía la verga muy dura en segundos.

No es que haya estado pensando en ella como algo más que la madre de mi amigo, pero en esta oportunidad, la pude observar como una posible pareja sexual, o al menos con algo así soñaba.

A decir verdad, creía tener mis posibilidades con cualquier chica en general, mido 1,70m, soy delgado, pero mi cuerpo está tonificado, especialmente mis pectorales y abdomen.

Mi rostro sin embargo es un poco raro, mi nariz y orejas son un poco grandes, mis labios no son ni tan finos ni tan gruesos, y al menos mi constante sonrisa me ayudaba a ser más simpático.

- Hola Javier, ¿Que te trae por aquí?

- Buenas tardes señora Helga, buscaba a José, es que ésta tarde habíamos quedado en reunirnos.

- Ya veo, pero es que José no está aquí, creo que dijo que iba a salir a jugar basquetbol un rato.

José solía salir a jugar a diario, pero nunca lo hacía cuando debíamos vernos, para hacer algo relacionado con la escuela.

- Creo que regresaré más ta...

-No no, para nada, mejor pasa que hace un calor enorme.

La verdad es que José debe estar por llegar, espéralo aquí en la sala.

- Muchas gracias, disculpe la molestia.

- Tranquilo, no eres una molestia, sin embargo me has cogido en mal momento, así que deberé dejarte solo, para ir a terminar de ducharme.

Sin más que decir me senté en el gran sofá de color beige.

Me entretuve unos minutos mirando un pequeño retrato, que se encontraba sobre una mesita frente a mí, en esa foto estaba la señora Helga, José en el medio y su padrastro, Francisco.

Sin nada más que observar en aquella sala, me aburrí en un parpadeo y unos minutos más tarde decidí que tenía sed. Entonces caminé a través de la sala, pasando por el cuarto de baño, su puerta estaba cerrada, así que supuse que estaba la señora Helga dentro todavía y llegando a la cocina, tomé un vaso de vidrio y lo llené de agua fría.

Mientras iba de vuelta a la sala escuché un pequeño llanto, examiné mis alrededores, pero no se escuchó nada, cuando me dispuse a seguir mi camino, escuché un suspiro, fui a la cocina, bebí el agua y dejé el vaso en su lugar, justo cuando pasaba silenciosamente por la puerta del baño escuché lo que estaba buscando.

- Aaaah, mmm, mmm.

Mis sentidos se despertaron en un segundo, y pude determinar de inmediato que aquellos "quejidos" provenían del baño.

Me acerqué con mucha calma, pero aterrado y pegué mi oído a la puerta.

- Mmmm, mmmmm oh sí.

Sin duda era la señora Helga, vaya parece que lo estaba pasando bien, mi pene se despertó en seguida, y quiso unirse a esa fiesta, comencé a acariciarlo por encima de mis shorts.

La curiosidad y la lujuria se apoderaban de mí, yo necesitaba ver ese espectáculo, así que hice el intento a través de la perilla de la puerta, pero no podía observar nada, mi verga estaba bien dura, y ya luchaba para escapar de mis boxers, pero la mantuve allí mientras buscaba una manera de obtener una mejor vista.

Después de varios minutos de buscar "agujeritos" en esa gruesa puerta de madera, me resigné y sencillamente me saqué la verga de mis boxers y comencé a jalarle, de arriba hacia abajo, me escupí un poco la mano, para darle mejor fluidez a mis movimientos, en mi cabeza era el interior del chocho de Helga el que me apretaba mi polla, con sus ricas paredes vaginales.

Cerré mis ojos y me perdí en ese sueño, hasta podía escuchar a Helga.

- Si, mmmm, aaaaah.

Y de repente la perilla de la puerta se movió, dejando que la puerta se moviera, yo casi me desmayo y entre mi gran susto, solo alcancé a meter mi polla en mi short.

Aunque no quisiera Helga me había pillado y la tenía de frente, sus ojos expresaban sorpresa y tal vez decepción.

- Javier, pero ¿Qué haces?

- Eh, eeh, yo lo siento señora

- Muchachito, andabas bien empalmado, quien lo diría, con lo calladito que eres.

- Perdón, es que la escuché sin querer y...

- Bueno bueno ya cálmate si -dijo riendo-. Se te fue el color de la cara.

Yo sólo tomé una bocanada de aire, y traté de relajarme.

Ella me llevó al sofá del cual, nunca debí levantarme y se sentó a mi lado.

- De verdad, perdóneme

- Ay muchachito, la verdad es que me haces gracia, si lo que te preocupa es que diga lo que has hecho a tu madre, no lo haré.

- Muchas gracias, enserio -dije aliviado.

- Eso sí, deberás ayudarme.

- ¿Ayudarla?

- Pues sí, como te diste cuenta, estaba bien cachonda allá dentro, y cómo se nota que te gusta lo que ves, creo que deberíamos hacernos ese favor -dijo guiñándome el ojo.

- ¿pero, pero que hay de su marido?

- ¿Que hay con él? La verdad es que nada, sólo sabe acabar en 5 minutos y dejarme toda cachonda.

- Yo entiendo, creo que si usted lo quiere...

- Y tú también lo quieres, no te hagas el inocente.

Una sonrisa se dibujó en mis labios.

Ella se acercó más a mí y colocó su mano en mi pierna derecha, mientras con sus labios besaba mi cuello, sus finos labios acompañados de su lengua me volvían loco y en medio ya tenía la verga bien parada.

Ella no dudó en agarrarla a través de la tela.

- Parece grande, ¿Cuánto mide? -me preguntó mirándome frente a frente.

- No lo sé, unos 26 cm, creo.

- Me muero por probarlos, es enorme.

Sin contenerme más, me fui directo a sus labios, los cuales comí con ganas, los chupe y mordí con delicadeza y pasión.

Hice caer su toalla y al ver esas enormes tetas, puse mis manos en ellas para sentirlas y apretarlas, sus pezones estaban duros, así que les di mi atención jalando y apretando.

Mi lengua se fue a su oreja la cual lamí hasta el cansancio.

Sus tetas me traían loco, así que fueron mi siguiente objetivo, intenté meterme una de ellas lo que más pude en la boca, luego le di atención especial a su pezón, el cual era duro y carnoso, mientras me iba al otro pezón le hacía caricias en su estómago y en sus rollitos, los cuales fui besando lentamente para disfrutarlos, esa piel morena me tenía al cien.

Cuando por fin llegué a la entre pierna de Helga, me sentí un poco nervioso pero más excitado aún.

Lo primero que sentí fue su espeso pelo púbico, en el cual sumergí mi nariz y respire revitalizándome a mí y a mi verga.

Ella abrió más sus piernas y las subió al mueble dejándome a la vista su chocho y su culito.

Yo comencé a llenarla de besos y de caricias en su zona, luego abrí un poco sus labios y le di una larga lamida, de arriba hacia abajo, de abajo hacia arriba, lento, rápido y más lento.

-Mmm, que rico, mmm, que bien lo haces niño.

Después de unos segundos, llevé mis dedos, índice y medio a su boca para que los chupara bien, y por último meterlos en su profundo y gordo chocho.

Los metía y sacaba lento mientras le hacía caricias en su clítoris, un poco después me dediqué a chuparle ese botoncito de amor, que estaba bien sabroso.

Ella se estremecía levemente, mordía, lamía sus labios y pedía más.

- Ay si, mmm dale así, mmmm siiiiii.

Con mi mano disponible, le acaricie uno de sus pechos que reposaba en su vientre, mientras aumentaba el ritmo de mis dedos, también lo hacían mis lamidas y mis jaladas de su pezón.

Ella solo hundía más mi cabeza en su chocho con sus manos y gemía con fuerza.

- Aaaaah Aaaaah, me vasss a hacer correr, Aaaaah sii Muchachito asiiiii.

En unos minutos se vino en un gran orgasmo y sus jugos llenaron mis dedos y parte de mi mano, ella gemía tratando de recuperar el aliento.

- Que rico, ay Javier, qué bueno.

- Hice lo mejor que pude.

- Fue excelente, dijo acariciando mi cabeza. Ahora ven y déjame devolverte el favor.

Yo me levanté aún emocionado y de golpe me bajé el short con bóxer y todo, dejando mi verga dura al aire, ya el precum salía de mi verga y había una mancha en el bóxer y el short, ella sonrió y agarró mi polla entre sus pequeñas manos y comenzó a pajearme.

Yo me quite la camisa y quede desnudo en plena sala, ella acarició mi torso desnudo, sus manos eran suaves y se sentían de maravilla, especialmente en mi polla que dejaba afuera cada vez más precum, ella sacó su lengua y lamió todo el líquido y limpió el glande de mi polla.

Uff qué lengua, el estómago lo sentí llenó de mariposas y la sensación era perfecta.

- Ufff uff, ooh vaya.

Ella comenzó a introducir mi polla, en su hambrienta boca, estaba cálida y mojada, mi verga se estremeció dentro de ella, sus manos se posaron en mi culo el cual comenzó a apretar, para engullir más de mi polla, ya la tenía casi hasta la base y cada vez que subía y bajaba su nariz casi rozaba mis bellos.

- Me vengo, me vengo, aaah, oh sí, que bien la chupas, iuuf le das mil vueltas a las jovencitas, Aaaaah.

Ella no hizo intento de sacarse mi verga de su boca y me corrí bestialmente en ella, la tragó toda, no quedaron ni rastros y cuando libero mi polla dijo:

- Que delicia de leche

- Wooo que mamada, eres una diosa.

- Que lindo ven acá.

Nos juntamos y besamos dulcemente, me apoderé de su boca y me sentía en el cielo.

- Eres maravillosa - le susurré al oído.

Continuará.

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