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María y Marta (Parte 2)

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María y Marta son los nombres reales de las dos chicas de este relato.

Parte 1: María y Marta (Parte 1)

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Parte 2

María cogió la mano de Marta llena de los fluidos del coño de María y se la llevó a la boca para chuparle los dedos y saborear su propio coño. María seguía de pie, delante de Marta e inclinada hacia adelante, la puerta de la calle seguía abierta y yo estaba detrás con la polla metida en el coño de María. Marta miraba a María con cara de impaciencia y excitación, esperando a que María la consolase. María mientras tanto seguía cachonda perdida.

Antes de sacarse mi polla de su coño y dedicarse a Marta, María pegó un par de empujones hacia atrás con su cadera para terminar de resarcirse, fueron muy fuertes y consiguieron volver a meterle mi polla bien adentro. Con cada empujón pego un fuerte grito de placer, gritos de medio orgasmo que se oyeron en toda la escalera, María tenía una voz muy delicada pero follando era jodidamente gritona. María se puso de pie y yo saqué mi polla, pero antes de dedicarse a consolar a Marta se giró, se puso de cuclillas delante de mío, agarró mi polla y en lugar de chupármela se la empezó a restregar por toda la cara. Mi polla estaba mojada de haberla follado así que esparció todos sus fluidos del coño por toda su cara, a la vez que miraba girando su cabeza a Marta que no podía estar ya más cachonda ante la situación.

María terminó de sacudirse mi polla contra su cara. Se dio unas cuantas bofetadas en la cara con mi polla mientras ponía cara de cachonda mordiéndose los labios. Me dio un beso en la punta de la polla y se levantó para ponerse delante de Marta. María la fue a besarla en la boca pero en lugar de eso, Marta comenzó a lamerle la cara a María para limpiarle los fluidos de su coño habían pasado por mi polla. María se puso aún más cachonda y comenzó rápidamente a desnudar a Marta. La desnudó completamente y la cogió los zapatos de baile que Marta había traído para ir a clase y se los obligó a poner, ya que sabía que a mí eso me gustaría, porque a Marta, también le hacían un cuerpazo.

María, con Marta ya desnuda comenzó a besarla por todo el cuerpo, las dos estaban de pie, y Marta contra la pared. Yo estaba al lado, y al ver a Marta con ese cuerpazo y esos zapatos ser besada por María, comencé a hacerme una paja delante de ellas. Yo miraba fijamente a Marta, al igual que lo hacía antes cuando me estaba follando a María. Marta me miraba también, y de vez en cuando su miraba se perdía en mi polla y en cómo me estaba pajeando viéndolas a las dos.

Mientas María seguía recorriendo el cuerpo de Marta con su lengua, Marta me miraba y susurraba para no distraer a María diciéndome:

- “fóllame… fóllame…”.

María lo oyó, y volvió a la boca de Marta y al odio la dijo:

- “luego le digo que te folle, todavía me toca a mí…”

María cogió a Marta y la sentó en la mesa de cristal que tenía en el salón. Marta se echó un poco para atrás y abrió las piernas hasta apoyar los zapatos encima de la mesa. Le puso a María su coño en bandeja para que comenzase a lamérselo. Entonces, María se puso delante de ella, se inclinó hacia adelante y puso la cabeza entre las piernas de Marta. Comenzó a comerle el coño a Marta pegándola una gran lametada con la lengua de manera lenta, comenzando desde abajo casi en la entrada de su culo hasta terminar arriba. Volvió a hacer lo mismo igual de despacio otra vez pero María cada vez dejaba menos espacio en cada lametazo.

María estaba de pie, inclinada hacia adelante lamiéndole el coño a Marta, pero lo que estaba haciendo era ofrecerme de nuevo su coño para que la follase. Tenía el coño bastante mojado de la anterior follada que la pegué y estaba muy apetecible así que sin decirla absolutamente nada decidí meterle mi gorda polla de nuevo hasta dentro. María era tan complaciente que ni se inmutó cuando se la metí y no paro de entretenerse con el coño de Marta, lo único que hizo fue dejar de lamer el coño de Marta un instante para mirarme y decirme:

- No tenías que haber esperado a volver a metérmela, puedes follarme cuanto quieras!!

Casi me corro del gusto al oír esa frase de María. Ella volvió al coño de Marta mientras yo comenzaba mis envestidas. Cada vez que se la metía entera a María, la pegaba un empujón que ella aprovechaba para pegar otro lametazo en el coño a Marta. Yo al ver eso, comencé a pegarle más envestidas a María, siempre con la polla hasta bien a dentro en cada una y mientras, María ya no separaba la lengua del clítoris de Marta, que recorría de arriba abajo su coño a ritmo de envestida. María comenzaba a gemir, con la boca abierta y la lengua fuera en el coño de Marta. Marta ya estaba mojada entera y estaba respirando fuerte por la boca pegando gemidos y cachonda perdida.

Marta comenzó a mirarme a mí, porque yo con cada envestida marcaba el ritmo con el que María la comía el coño. La zorra de María lo había pensado, sabía que era la mejor forma de complacernos a nosotros dos, a mí me encantaba tener mi polla dentro del cuerpo de María, de ese cuerpo perfecto y pequeñito, y Marta estaba gozando subida en esa mesa abierta totalmente de piernas dejándose hacer. Pero Marta con una tremenda cara de cachonda y mordiéndose los labios de placer no paraba de mirarme, no aguanto más y como había hecho antes mientras me veía hacerme una paja volvió a decirme:

- Fóllame… fóllame…

Entonces María se levantó, sin sacarse mi polla, y le dijo a Marta:

- Espera un poco aún Marta, quiero que Jaime me folle otro poco más, pero que me folle por la boca.

María se dio media vuelta, mi polla salió de su coño empapada. María me miró y me dijo con cierta súplica:

- Métemela hasta la garganta por favor…

Y a continuación abrió la boca, saco la lengua y se metió el dedo índice en la boca hasta dentro como señalándome hasta donde tenía que metérsela.

María se dirigió al sofá, se tumbó boca arriba en la parte del cheslón y dejó su cabeza por fuera del asiento, con las piernas en el respaldo. Echó su cabeza hacía atrás y abrió su boca. En cuanto vi eso me acerqué, me puse de rodillas y puse mi polla sobre su cara. Puse mis huevos encime de su frente mientras me frotaba la polla por su nariz y su boca. María movía la cabeza buscando la punta de mi polla con su boca para comérsela. Me levanté un poco, me incliné hacia adelante y metí la punta de mi polla dentro de la boca de María.

Noté que María estaba cómoda y que la posición era perfecta para metérsela aún más por lo que fui metiendo mi polla despacio dentro de su boca. De pronto, María se agarró a mis nalgas y me empujó su polla hasta casi entera dentro de su boca. Noté como mi polla pasaba por su garganta asi que ya sabía hasta donde podía metérsela. Saqué la polla de su boca y se la volvía a meter de nuevo casi entera. Lo volví a repetir y así unas cuantas veces, ya eran seguidas y María ahí seguía aguantando. La zorra de ella estaba respirando por la nariz, pero mi polla siempre ocupaba su boca y garganta por lo que no podía tragar saliva, y se le iba cayendo toda la baba por su propia cara ya que estaba con la cabeza al revés y le llegaba hasta el pelo. Como yo cada vez estaba más cachondo, agarré su cabeza con las dos manos y la empujé aún más contra mí, por lo que ya entonces conseguí meterla por la boca lo poco de polla que aún me quedaba por meterla. Mis huevos se aplastaban contra su nariz, yo notaba mi polla a través de su cuello, la estaba apretando la cara contra mi entrepierna con las dos manos, estaba tan a gusto con mi polla dentro de su garganta que decidí quedarme apretando mi polla dentro de ella sin moverme hasta que reaccionase. De repente María le dio una arcada y escupió un motón de saliva que le volvió a caer por toda su cara, yo la solté un poco la cara y volví a apretármela. A María le volvían las arcadas asi que decidí seguir con ese juego, y yo movía su cabeza con las dos manos a un ritmo frenético. Estaba haciendo lo que ella me pidió, follármela por la boca. María ya ni cerraba la boca, la dejaba abierta y la baba que le caía ya era un pequeño charco en el suelo, sonaba mi polla a entrar en su garganta al ritmo de follármela y de vez en cuando se interrumpía por una arcada seguida de un gran escupitajo de baba. La cara de María era un poema, estaba pringada de su propio escupitajo y el pelo lo tenía lleno de chorros de baba de su boca.

A todo esto Marta estaba al margen, observando con cara de asombro el aguante de María a las envestidas por la boca. Marta se puso a mi lado, de pie, mientras yo follaba a María por la boca. Me cogió la mano y la puso en su coño. Lo tenía empapado, había estado masturbándose mientras tanto y lo tenía chorreando. Me cogió dos de mis dedos y los metió en su coño con otros dos dedos suyos. En total se metió cuatro dedos. Entonces los empezó a agitar dentro de su coño, sin sacarlos. Marta se comenzaba a derretir, y a mí me encantaba ya que nunca había tenido contacto sexual con Marta. Enseguida cogió esa confianza, estaba deseando que la follase así que mientras ella se agitaba por los dedos que tenía dentro de su coño volvió a susurrarme por tercera vez:

- Fóllame… fóllame…

Esta vez María no estaba para hablar e impedirlo así me detuve de follar a María por la boca. Dejé mi polla dentro de su boca, entera, mientras yo le decía a Marta.

- Ponte encima de María…

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