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Sexo con una mamá soltera y muy caliente

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Comenzaré diciéndoles que esta chava de 28 años, es mamá de dos niñas y recién mamá soltera, a quien por respeto, le cambiaré el nombre y la llamaré Janeth.

Todo comenzó cuando empecé a trabajar en una constructora. Frente a las oficinas, había un local de tacos y tortas, quien lo atendía era una señora de unos 40 años y a los pocos días, comenzó a llegar la hermana de la dueña del local, me refiero a Janeth, una chava de muy buen ver, con un buen par de nalgas, unos pechos medianos muy ricos y tez blanca. Un día, me animé a comprar unos tacos ahí, ya que se me había hecho tarde y no pude desayunar en mi casa ahí fue cuando ella me regaló una sonrisa coqueta y su hermana me hizo una broma de que le gustaba a Janeth.

Así transcurrieron como dos semanas y cada vez que llegaba a la oficina, ahí estaba ella, en el local y durante esos días, me regalaba algunas sonrisas coquetas hasta que un día coincidimos en una salida, yo, a entregar unos oficios a otra constructora y ella, a traer a una de sus hijas al kínder. Durante el camino hacia la constructora, platicamos muy poco pero ella me hizo varias bromas, como para romper el hielo y también le seguí hasta que en un momento de seriedad, me dijo que tenía por lo menos tres meses que se acababa de separar de su marido porque la engañó con otra chava y me lanzo una pregunta que la neta, me sacó de onda pero también, me dio a entender muchas cosas.

Esta pregunta fue “¿tú cómo me ves físicamente?”, al principio, me porté como un caballero y le dije que la neta, era una chava muy guapa y que ese güey era un pendejo, por haberla dejado, etc., etc. de ahí, tomamos caminos separados, ella para el kínder y yo para la constructora.

Al día siguiente, recibí una llamada a la oficina, era ella y sólo me dijo que hablaba para saludarme y que como yo no me había animado, lo hizo hablándome para pedirme mi número de teléfono celular. Así, nos comenzamos a mandar mensajes y cada vez nos cotorreábamos más, incluso los mensajes eran más subidos de tono hasta que luego de un mes de mensajes cachondos, de llamadas y sonrisas coquetas, en un mensaje que me envío, me volvió a hacer la misma pregunta sobre cómo la veía físicamente. Ya por la confianza que nos teníamos, claro, por mensajes, me animé a decirle la neta, respondiéndole que tenía un par de nalgas muy ricas, unos pechos muy bonitos, etc., que de verdad estaba muy encamable.

Para mi sorpresa, en su siguiente mensaje me preguntaba “¿quieres venir a mi casa?”, recuerdo perversamente que era un miércoles, como a 11:30 p. m. y me armé de valor, le marqué y le dije que estaría en su casa en menos de 15 minutos, que me diera su dirección ya que lo hizo, me alisté en chinga y me lancé. Cuando llegué, toqué la puerta y me recibió en el clásico pantalón de pijama y una blusa de tirantes, ¡ooohhh, sorpresa!, no traía brasier, además su casa estaba toda a oscuras, ya que sus hijas dormían.

Al momento, pasamos a su sala y me ofreció un café, se lo acepté y, cuando fue a su cocina, caminó de manera coqueta, moviendo ese hermoso par de nalgas que tiene. Luego me llamó para que fuera a la cocina a ponerle azúcar a mi café y ¡oh, nueva sorpresa!, ya no tenía la pijama, ni la blusa, tenía nada más la cuchara en la mano. Lo primero que se me vino a la mente, lo pensé en voz alta, diciéndole “¡qué buena estás!”, ella solamente me sonrió y se sonrojó, enseguida me le acerqué, la tomé de la cintura y la besé. Luego, me empezó a desabrochar la camisa y me dijo al oído “ya me moría de ganas de quitarte tu ropa y más porque siempre andas bien planchadito”.

Cuando me dijo eso, ya estaba que reventaba de calentura, luego me preguntó “¿qué te pareció la sorpresa que te di acá en la cocina?”, mi respuesta fue tragar saliva porque ya tenía su mano dentro de mi pantalón, tocándome mi pene y me masturbaba delicioso, volviéndome a decir al oído algo que me dejó atónito “a mí me gusta mi café con lechita caliente”, ¡paaa… su mecha, Marimar!. De inmediato, me bajó el cierre y comenzó a darme una rica mamada que me llevó al cielo, dándomela durante unos 10 minutos, diciéndome que ya quería su lechita, sus palabras rayaban en mi mente porque jamás me imaginé que en la primera cita, por así llamarla, se pondría así de cachonda.

De esa manera, ella me la empezó a mamar más y más rápido hasta que le hice saber que estaba a punto de venirme, enseguida me lanzó una mirada que hizo que en ese momento, le diera toda mi leche en su boca, haciendo que la imagen fuera perfecta y no dejó caer ni una sola gota de mi semen. Después, me llevó a la sala y nos recostamos en el sillón grande, ella encima de mí, ahí nos besamos y me dijo que ya tenía mucho tiempo sin sexo y mucho menos, lo de mamar. Acto seguido, se resbaló de encima de mí y comenzó a besarme el pene de nuevo, por lo que ni tardo ni perezoso, me comencé a excitar pero como no había tenido la oportunidad de verle su concha, le pedí que encendiera una lámpara de su sala porque quería admirarla, diciéndome que lo haría pero rápido porque le daría vergüenza, ya que como tiene dos hijas, es natural que tenga un poquito de panza.

Enseguida, la encendió y pude verle esa concha hermosa y media velludita pero se veía muy bien, luego apagó la luz y le pedí que se sentara en su sillón, con las piernas abiertas y como diríamos acá, me bajé al pozo, comenzando suave, sin emperrarse, claro. Por ratos, ella apretaba las piernas contra mi cabeza y de pronto, ya me jalaba mis cabellos y apretaba más sus piernas contra mí hasta que comencé a sentir cómo se calentaba su concha y cómo soltaba esos jugos que me sabían a gloria. De pronto, sus muslos empezaron a temblar, entonces dejé de mamarle su concha y me dediqué a besarla completa, desde sus pies, bonitos, por cierto hasta su boca.

Sin embargo, ella me señaló “déjate de pendejadas y mámame la concha que te regalaré mis jugos a montones”, enseguida me tomó de la cabeza y a mamar concha se dijo, seguí mamándosela y comencé a utilizar la llave que abre al mundo. De forma tal que a los cinco minutos, sentí como escurrían sus jugos en mi lengua y con la punta, jugué con su clítoris mientras temblaba completa y sus jugos no dejaban de salir, además que ahogaba sus gemidos con una almohada. Pasados unos minutos, ella hizo que me levantara, entonces me acostó en el sillón, se sentó encima de mí y por tan lubricada que estaba, mi pene le entró sin problema alguno mientras subía y bajaba con mucha intensidad.

Estuvimos así cerca de 10 minutos, luego le pedí que se pusiera de “a perrito” porque quería admirar ese hermoso par de nalgas que tiene y sin chistar, se bajó de mí, colocándose de nuevo en la misma posición en el sillón y la admiré por unos segundos. Posteriormente, ¡a darle que era mole de olla!, entrando y saliendo en esa vagina llena de jugos que hasta le escurrían por sus muslos, eso me prendía más, la neta y ya estaba tan excitadísimo que le comenté que no tardaría mucho.

Luego, le pedí si podía abrir ese par de nalgas, pues quería darle mi leche en ese culo hermoso que apenas lograba ver y sin más, se las abrió con sus dos manos y me corrí en su culito, me sentí en el cielo en esa venida. A continuación, me preguntó dónde estaba el baño y me pidió si podía ir por papel para que se limpiara, eso hice, ambos nos limpiamos y nos acostamos en el sillón hasta que nos quedamos dormidos. Cuando ambos reaccionamos, vi la hora, ya eran las 5:30 a. m., enseguida nos levantamos, me vestí y al salir de su casa, nos despedimos con un beso en la boca, pidiéndome una total discreción, preguntándome si estaba dispuesto a ser su amante obvio asentí con la cabeza y le dije que contara con mi discreción.

Así llevamos cerca de un año, siendo amantes y nos vemos cada vez que llego a mi casa, ya que mi trabajo es fuera de la ciudad, si se pudiera, nos veríamos tres veces por semana, ya que ella también trabaja y dedica mucho tiempo a sus hijas.

Espero que les haya gustado el relato es el primero que publicó ya luego relataré más relatos de lo que ha pasado en mi vida

(9,10)