Nuevos relatos publicados: 7

Un bonito conejo de chocolate

  • 4
  • 16.198
  • 9,56 (32 Val.)
  • 7

El chocolate caliente cayó sobre su tembloroso vientre y lentamente se deslizó por el afeitado pubis cubriendo los labios vaginales y convirtiendo el excitado sexo en el más delicioso de los bombones.

-Ha quedado un bonito conejo de chocolate.- Le dijo guiñándole un ojo.

Dejó entonces la taza a un lado y tomándola por las corvas separó las piernas situándose entre ambas para comenzar a besar los muslos y deslizarse por la pendiente en dirección a la deliciosa concha de chocolate que le esperaba al fondo de aquel valle.

Cuando sintió el primer lengüetazo adentrándose entre sus labios para recoger el delicioso chocolate aromatizado por sus jugos no pudo evitar dejar escapar un profundo gemido que le hizo vaciar los pulmones rindiéndose al placer.

La experta lengua de Javier recorrió cada rincón de la húmeda vulva saboreando todos y cada uno de sus pliegues. Mientras, con sus fuertes manos, mantenía ambos muslos separados evitando que su dueña los cerrase de forma refleja ante el incontrolado placer que estaba experimentando.

Ella gemía y se retorcía intensamente de placer y cuando los labios de él rodearon el clítoris succionándolo y haciendo que este se hinchase más aún en su boca.

Anna sintió que el orgasmo llegaría de un momento a otro y llevando las manos hasta la cabeza de él lo apretó contra su sexo ansiosa de experimentar la descarga de placer suprema. Javier, que interpreto a la perfección el significado de aquel gesto, comenzó a mover su lengua a toda velocidad por la caliente rajita deseoso de recibir en su boca el orgasmo femenino.

No tardó mucho en llegar. Una corriente recorrió el vientre de ella y sintió como un cálido manto de humedad invadía su sexo justo antes de experimentar una intensa contracción que se encargó de recompensar a Javier con la expulsión de abundante flujo que él no dudo en saborear ansioso. Una serie de contracciones de menor intensidad sucedieron a la primera mientras Anna se mordía el labio inferior intentando ahogar sus gemidos, pero ello no impidió que su excitado coñito regase abundantemente la boca de su amante.

Javier no se retiró en ningún momento y la acompañó gustoso durante aquellos momentos de delirio hasta que, lentamente, ella retomó el control de su cuerpo y su respiración se hizo menos agitada.

Finalmente Javier retiró su cara de la empapada vagina con una sonrisa dibujada en ella. Sonrisa que ella correspondió igualmente con otra que expresaba total relajación y sumisión a lo que estuviese por venir.

Javier comenzó a subir por su abdomen, besando cada centímetro de vientre camino de las deliciosas y hermosas tetas que llamaban ahora toda su atención mientras subían y bajaban acompañando la respiración de ella.

Al llegar a ellas las besó y amasó suavemente con las manos antes de separarse y buscar nuevamente la taza de chocolate. Hundió los dedos índice y corazón en el líquido espeso y los llevó hasta la boca de Anna que los chupó lenta y sensualmente. Luego los volvió a hundir y esta vez dejó caer el chocolate en forma de hilo sobre los pezones de ella que reaccionaron de inmediato erizándose y tomando el aspecto de una deliciosa avellana recubierta de chocolate.

Javier disfrutó enormemente lamiendo el chocolate derramado sobre sus bonitas tetas. Los pezones habían tomado la consistencia de un verdadero fruto seco y los mordisqueó y succionó con ganas.

-Ummm, yo también quiero chocolate- Murmuró Anna suavemente- Dame chocolate por favor.

-¿Quieres chocolate preciosa?

-Sí por favor.-Ronroneó ella.

-Que golosa eres. ¿Pero lo quieres solo o lo quieres con churro?- Preguntó él abandonando las tetas que previamente se había en cargado dejar limpias y relucientes.

-Con churro.-Contestó Anna con voz melosa.

La sonrisa de Javier iba de oreja a oreja. Sin perder un segundo camino de rodillas por la cama hasta situarse a la altura de la cabeza de ella. Su excitada verga se mostraba totalmente erecta y una pequeña gota de líquido pre seminal se mostraba brillante en la punta.

-¿Por qué no te sirves tú misma cariño?- Le dijo ofreciéndole la taza de chocolate.

Ella tomó la taza y poniéndose de lado en la cama sujetó el masculino miembro por la base rodeándolo entre sus dedos pulgar e índice. Acto seguido y mientras se mordía el labio inferior guio el pene tanto como pudo hacia abajo, inclinó la taza y sumergió el descubierto glande en el tibio chocolate como si de una fondue se tratase.

La calidez del chocolate supuso todo un contraste cuando segundos después sintió la fresca boca de ella rodear su capullo y a continuación retirarse muy lentamente sustituyendo la dulce cobertura por su saliva.

Javier no pudo evitar cerrar los ojos por un segundo ante el placer recibido para luego volver a abrirlos y contemplar ensimismado como Anna, golosa, repetía la misma maniobra una y otra vez hasta terminar con todo el chocolate.

-¿Estaba rico?

-Mucho- Sonrió ella sosteniendo el miembro con la mano.

-¿Crees que podríamos seguir mojando el churro en otro sitio?

(9,56)