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Perversa vacación

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Me llamo Gabriel y esto pasó hace dos años. Desde que mi mamá me llevó de vacaciones por primera vez, cambió su vida y la mía.

El matrimonio de mis papás terminó hace 2 años casi. Yo preferí quedarme viviendo con mamá y papá se radicó en el exterior. El divorcio fue en buenos términos, y aunque cuando estaban casados vivían discutiendo, ellos siempre tuvieron cuidado de que yo no los escuchara. Por suerte, mamá está en muy buena posición porque papá se aseguró que ella no tuviera problemas para criarme.

Pero seguramente a ustedes les interesa como es mi mamá, ella se llama Arleth, tiene 39 años, un cuerpo hermoso, su cabello es negro con tinte rubio, largo y alisado, sobre su frente cae un mechón que ella se la pasa acomodando, sus ojos son color miel y su nariz pequeña, sus labios son muy sensuales y bastante carnosos, sus pechos son grandes, firmes, bien parados, su cintura algo ancha por su edad juega con sus anchas caderas, y posee un culo grande y bien formado, sus nalgas son bien paradas y redondas, como va al gym sus piernas muy firmes con muslos macizos. Su imponente estatura de casi 1,73 mts siempre provoca a más de un tipo en la calle.

Desde que ellos terminaron su relación, mamá cambió su vestimenta, luciendo más recatada, sin dejar ser provocadora, pasó a mostrar más sus grandes atributos, con faldas más ajustadas, lycras de satín a medio muslo o pantalones de vestir apretados que acentuaban su hermoso culo. Después que mamá se separó había tipos que querían ser sus pretendientes, ella por respeto a mi no les daba espacio mostrándose como una mujer decente y respetuosa.

Yo tenía por ese entonces 18 años y cursaba mi primer año en la Universidad. A mamá le apasionaba el mar, la arena y el sol, y por eso decidió viajar en el verano.

Eran mis vacaciones y preparamos rápido el equipaje para salir de viaje, mamá contrató 1 mes en un hermoso lugar de Centroamérica, de playa con arena blanca y el mar trasparente. Es un pueblo chico, muy tranquilo según pude ver por las fotos y videos que ella me mostró. La cabaña que alquiló era chica, con dos habitaciones, comedor con la cocina incorporada, un baño abajo y otro arriba donde están las habitaciones. “Es un lugar paradisíaco, la cabaña está frente al mar y la playa es poco concurrida” me dijo mami mientras yo ojeaba los folletos de la agencia de viajes.

Luego de un viaje complicado, dado que el avión salió con casi una hora de retraso, por fin llegamos, en el lugar nos esperaba un remis. Mientras nos llevaba, vi que había mucha gente morena y negra.

Pasamos por una especie de centro comercial del pueblo que tenía solo 2 cuadras, muy poca gente caminando y todos de aspecto humilde, tampoco había muchos turistas.

Llegamos a la cabaña y nos tomamos ese día para acomodar todo. El remisero ofreció llevarnos al centro para hacer las compras de comida y otras.

Cuando regresamos, teníamos comida para varios días, o sea que íbamos a disfrutar solamente de la playa sin preocuparnos en nada más… o al menos eso creía yo.

Después de dormir la siesta y sabiendo que ese día estaba perdido, salimos a caminar con mamá por una especie de bosque que rodeaba la cabaña para conocer el lugar y ver el crepúsculo. Era realmente hermoso el lugar.

Mamá estaba con una licra blanca de satín que dejaba traslucir una tanga negra con encaje que se le metía en la raya del culo, y una remerita corta roja que dejaba al aire su ombligo.

Caminamos por un angosto camino de tierra y nos alejamos bastante de la cabaña, llegamos a un lugar donde había una casucha de madera muy precaria que parecía abandonada, afuera, en una destartalada silla estaba sentado un chico fumando, este era trigueño, y algo menor que yo, pelo medio corto y desordenado, vestido con una remera blanca raída y bermudas floreadas percudidas.

Nos miró, mejor dicho miró a mamá y se levantó.

Era bajito, casi 1.62 mts y extremadamente flaco, huesudo. Tenía el rostro semi pálido, nariz ganchuda con ojos hundidos, por su voz le echaba 16 años.

Vino caminando hasta ponerse casi frente a nosotros, observé que miraba a mamá, y también me percaté que un bulto comenzaba a sobresalir entre sus piernas.

Cuando le preguntó a mamá si estábamos perdidos, me di cuenta que le faltaban tres dientes y los que le quedaban eran de un color marrón amarillento.

Mamá le respondió que no, que estábamos conociendo el lugar. El chico le dijo con una sonrisa desdentada y mirada penetrante que se imaginaba dónde estábamos parando. Ellos se saludaron amablemente mientras yo guardaba distancia de él, y pegamos la vuelta.

Ya en mi cuarto pensaba en lo rápido que a se chamaco se le había formado ese bulto y en el tamaño, que era grande para su corta edad. La piel se me erizaba de imaginar lo que hubieran hablado o pasado si mamá hubiera estado con ese canijo a solas.

Más adelante entendí por qué ese canijo era un negrete de mierda que se cogía a las turistas extranjeras que venían a vacacionar a esa playa. Pues sí, tenía una pijota, muuuy grande, me asombraba y estoy seguro que a mamá tampoco se le había pasado por alto. Solamente un ciego no se daría cuenta.

Al otro día fuimos a la playa. Casi parecía una playa privada, solo un par de parejas de gente grande lejos de donde mamá puso la sombrilla a metros de la cabaña.

Ella se sacó el pareo y quedó con una bikini muy diminuta blanca con bordes negros, la raya de su cola se comía la tanga dejando bien al descubierto sus preciosas nalgas. Mami se acomodó boca abajo en la reposera para comenzar a broncearse la espalda mientras yo leía una revista en la arena. Pasó el tiempo y ella me llevó al mar. Si bien estaba muy calmo, me cuidaba para que no me metiera muy profundo, disfrutamos casi una hora del agua.

Al salir del mar nos quedamos un rato largo parados para que la ligera brisa nos seque, luego ella se untó por todo su cuerpo el bronceador, al terminar, nos sentamos en la reposera y cuando apenas empezaba a pasarme el protector solar, vimos al chico que se acercaba. Estaba con un slip blanco que resaltaba en su piel trigueña.

Con una sonrisa desdentada, le preguntó a mamá si estábamos disfrutando. Mientras mamá le decía que mucho, vi que el bulto comenzó a formarse hasta casi reventar el pequeño slip, pero él no se preocupó en lo más mínimo. Desde la reposera, mamá fijó sus dulces ojos en esa montaña enorme, cercana a su cara, apenas centímetros separaban la nariz de ella de la entrepierna de él. Para evitar que yo presenciara como esa bestia estaba a punto de huir del ajustado bañador, mami lo invitó a sentarse a su lado, quedando ella en el medio de nosotros. Pero acomodándome hacia los pies de la reposera y asomando mi cabeza hacia adelante, yo igual seguía viendo todo.

Mi concentración estaba puesta en ver como el elástico del slip se separaba más de su cuerpo dejando una pequeña abertura para que escapase de un momento a otro el contenido voluminoso de ese pequeño slip, por eso oía a medias lo que hablaban. Escuché que el chico se llamaba Jeison, que tenía 18 años, y que hacía reparaciones en general.

No me gustó para nada que socialicen y menos que estuvieran tan juntos, el chico no dejaba de mirar fijo las tetas o el culo de mamá, según como ella se acomodase.

Por fin nos fuimos a almorzar a la cabaña y el negro se fue. A la tarde volvimos pero el negro no apareció, pero esa noche, antes de comenzar a cenar, sentimos que golpeaban la puerta, era el negro que traía una bandeja de panes caseros con queso típicos del lugar. Mamá lo invitó a cenar y el chico enseguida aceptó.

Ella estaba solo con una remera blanca larga que le tapaba apenas el culo y se le notaba su calzón cachetero abajo de la remera. El negro también lo notó porque mientras estábamos sentados esperando que ella sirviera la comida, nuevamente el bulto comenzó crecer más que antes, una pija enorme se marcaba debajo del pantalón de bambula floreado que el negro tenía puesto.

En la cena hablaron casi ignorándome, la única vez que mamá se fijó en mí fue para decirme que no bebiera tanta coca cola que luego me hacía pis en la cama.

Después que tomaran el café, el canijo se fue prometiendo encontrarnos en la playa al otro día. Ya comencé a presentir que algo horrible para mí se estaba formando, tenía una sensación rara en el estómago.

Al otro día, estaba nublado, como si una tormenta tropical pronto nos cubriría, pero fuimos igual a la playa, a pesar de mis quejas y ganas de quedarme en la cabaña.

Mamá esta vez, fue con un traje de baño enterizo, su ajustado bañador era negro y de tela brillante que realzaba sus senos con unos delgados tirantes que dejaban ver su hermosa espalda. A diferencia de su tanga, el traje era un poco más recatado, tenía las piernas cavadas y por detrás la tela le cubría la mitad de sus cachetes en forma de (V).

No llegamos a acomodar las cosas hasta que apareció el chico, me saludó con su sonrisa desdentada al pasar y le dio un beso a mamá en la mejilla, y sin que nadie lo invite agarró una reposera y se sentó al lado de ella.

Las dos reposeras estaban bien juntas, el desgraciado las dejó pegadas. Yo estaba remojando mis pies en la orilla, no escuchaba bien lo que hablaban, los veía reír de a ratos. Estaban tan inmersos en la charla que mamá se olvidó de decirme que me ponga protector, cosa que hacía siempre.

Habrá pasado como una hora o más y de golpe hubo silencio.

Jeison, con una cara muy seria, le clavó los ojos a mamá y se inclinó en la reposera quedando frente a ella, desde donde nadaba cerca a la orilla vi que el bulto le estallaba y pude ver que comenzó a sacar su pija moviendo el slip y asomando su gran cabeza apuntando hacia el cielo.

Arrodillándose frente a ella, los labios de él se situaron a un costado de la cara de ella y comenzaron a susurrarle al oído, mamá giró su cabeza para mirarme, pero yo me hice el distraído.

Con cuidado espiaba de reojo y vi que el negro le sujeto una mano por arriba y entrecruzando sus dedos con los de ella, muy despacio la condujo a la porción de esa morcilla grande que asomaba de su slip.

Mamá se negaba, apenas a la fuerza su suave mano rozó la piel de la exorbitante cabeza morada en forma de hongo.

La conversación siguió, pero ya con su mano de mamá envolviendo con sus finos dedos la parte de verga que asomaba. Para evitar que la cosa siga a más, salí de la orilla hacia ellos, ambos se dieron cuenta y el mocoso éste se acomodó rápido el slip, cuando llegué escuché a Jeison decirle: “Señora, vamos a caminar un rato por esas rocas hay un sitio hermoso para mirar las olas.”

Mamá se levantó y me dijo que me quedara allí, que en un rato volvería, Jeison mientras se acomodaba la pija en el slip, me miró y me guiñó un ojo sonriendo.

Después de prometerle que no me metería al mar solo, vi que se marchaban. A lo lejos veía un pequeño camino acantilado de rocas por donde ellos se sentaban de a ratos a mirar las olas, lo veía a los dos sentarse por ratos, no sé qué le diría Jeison al oído de mamá pero ella a veces se reía.

Esperé un rato, cuando los vi entrar a una pequeña caverna que había cerca de allí y decidí ir tras ellos a ver que hacían.

No tuve que caminar mucho, los escuché y colocándome atrás de unas plantas los observé.

Por curiosidad me asome por un boquete que daba de un pasadizo que llevaba a esa caverna, "OH SORPRESA" ahí estaba mi mamá apoyada con sus manos sobre las rocas pero también estaba agachada con las piernas casi juntas siendo cogida al mismo tiempo por detrás por ese miserable canijo menor que yo, él la tenía bien sujeta de sus anchas caderas mientras la penetraba salvajemente, por un momento creí que estaba siendo forzada y estuve por gritar y bajar para ayudarla! pero al oír sus gemidos de placer y luego que decía:

-¡¡¡Ahhhh Ahhhh más despacio no te apures quiero que dures massss... Ahhhhh!!!

Comprendí que ese miserable canijo la había estado calentado todo este tiempo que nos vio; y como toda mujer, mamá necesitaba descargar su sexualidad ya que no tenía marido buen tiempo, pero me sorprendió que fuera así y sobretodo con alguien mucho menor que ella ya que siempre aparento ser recatada y decente en la familia.

Me excito ver sus nalgas grandes y carnosas como saltaban cada vez que le metían y sacaban la pinga, me cuide bien de no ser descubierto y seguí observando cómo se cachaban (cogían) a mi mamá. Sentía un delicioso hincón en el estómago viendo a mamá que aún tenía puesto su traje enterizo de baño, el pendejete ese le había metido la tela posterior que cubría sus nalgas en medio de sus cachetes haciéndole un tanga, y por un costado del tanga le metía y sacaba su pinga con frenesí. Como yo los había seguido después que se metieron a la caverna, no sabían de mi presencia, así que confiados daban rienda suelta a sus pasiones.

-¡¡¡Así que ricoooo papitooo Ahhhh, masssss… Ahhhhh... sigueee no paressss...!!!

-¡Aaaah, que ricooo gringa mamacitaa! plaf plaf plaf plaf plaf plafff sonaba cuando Jeison chocaba con las carnosas nalgas de mamá

-mmmgghh mmmg mmmmg los gemidos de mamá eran gritos ahogados por sus dientes mordiendo sus labios... mmmgghh!

-ploff plofff plaff plafff plafff plafff!!! aaahh aahh que culo señoraa!! Sus embestidas eran cada vez más fuertes y rapidas, el canijo se la culeaba bien aferrado a su cintura.

-¡Aaah, qué ricoo, toma gringa puta toma! plaf plaf plaf plafff... el sonido de las carnes era enloquecedor

-Ahhhh mmmgghh mmfff oh que rico coges niño!!

Jeison la embestía con furia mirando a mi mamá que tenía el traje de baño metido en su culo, ella una señora blanca esbelta más alta que él siendo doblegada por ese delgado cuerpo adolescente, ver su pelvis golpeando contra esas nalgazas era la locura, el vato taladraba con ganas ese ojete bombeándole el culo una y otra vez, yo me estremecía al ver esos glúteos tragarse toda la pinga de ese canijo pervertido.

- toma toma toma señoraa nalgoonaaa…

- aahh mocoosoo pervertidoo… síii mmmgghh

- te voy llenar el tubo con leche… aaahh mamacitaa!

- Ahhhh aayyy siii mi niño malo toda la leche... llenaaamee oooohhhh!!!

- uuh toma tomaaa putaa nalgonaaa!!

Aahhhhh fue el gemido de mamá al tener un orgasmo porque se quedó quieta unos segundos y él también descargo toda su leche dentro de ella, cuando le vi la cara Jeison tenía su rostro pálido mordiéndose el labio inferior mientras eyaculaba dentro del culo de mamá, y yo tuve que terminar masturbándome.

El negrete de mierda este luego de vaciar todo su semen dentro de mamá, se acomodó sus ropas y se fue como si nada, ella se quedó con la cabeza gacha que al oír al canijo marcharse comenzó a acomodarse el traje de baño en sus nalgas. Después de ver a mi mamá coger con ese canijo pervertido la vi de otro modo, ya en el camino de regreso a nuestra cabaña, me llamo la atención que mi madre tenía una mancha blancuzca que salía desde la raja de la cola. Me callé para no asustarla, le veía ese culo carnoso y venía a mí las imágenes como saltaban sus nalgas cuando era cachada y tenía una erección enorme que muy difícilmente podía disimular así que al llegar me retiré a mi cuarto y me masturbé.

Me estaba volviendo loco tenía que hacer algo, a pesar de odiar a ese miserable canijo menor que yo me empecé a sentir excitado por saber cuál sería su próximo encuentro y planee algo para dejar que Jeison se la vuelva a coger.

Continuará…

Dedicado a M. Lord

(9,31)