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La primera vez que vi a María desnuda

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Vino María en mi busca a media tarde para irnos al Puerto de Santa María con el fin de pasar la noche en su casa y salir muy temprano para Sevilla, tomaríamos el primer tren Ave con destino a Madrid, así que nos teníamos que levantar muy de madrugada.

La cita con el médico la teníamos ese mismo día a media mañana en un hotel cercano al nuestro ya que la revisión que me tenía que hacer era muy simple y no necesitaba medios especiales, lo principal era ver mi evolución y si el resultado era el previsto.

Dejamos nuestras cosas en el hotel, que por cierto era muy bonito y grande, la habitación muy luminosa a pesar del día gris, con amenaza de lluvia o nieve y muy frio.

Bajamos y nos dimos un buen desayuno, al salir a la calle y para hacer tiempo nos fuimos dando un paseo en dirección al hotel donde estábamos citadas.

Era la primera vez que estaba en Madrid y me pareció una ciudad de locos con coches por todas partes y a toda velocidad, la gente caminando a toda prisa y con caras de pocos amigos, le decía a María que no cambiaba la vida de mi pueblo por la de Madrid por nada del mundo.

Cuando llegamos al hotel, el doctor nos estaba esperando en un gran salón que había a le entrada, me saludo con grandes muestras de afecto y con el cariño que siempre me demostraron mientras estuve en el hospital de Paris.

Nos sentamos y estuvimos hablando un rato, sobre todo ellos dos, de la evolución de mi operación y mi desarrollo que aun que no había terminado del todo pero ya estaba bastante avanzado.

Cuando terminaron de hablar subimos a su habitación para examinarme, me desnude totalmente y me examino de pies a cabeza, durante un buen rato estuvo comprobando cada pliegue y cada rincón de mi sexo, me introdujo con sumo cuidado un tubito con una pequeña luz con el que podía ver el interior de mi vagina, note que bromearon por tener intacto mi himen y me uní a sus bromas con el poquito francés que aprendí durante el mes largo en Paris, él se esforzaba por hablar en un español que resultaba muy divertido, después de hacerme unas pruebas de sensibilidad, dio por terminada la revisión.

Volvimos al salón del hotel y a través de la traducción de María mi doctora, me dijo que todo estaba perfecto y ya podía llevar la actividad sexual que yo creyera oportuna, me miraba atentamente y dijo que en los meses que habían transcurrido desde la última vez que me vio me había convertido en una mujercita preciosa, eso provoco que notara un cierto calor en mi cara.

Nos fuimos a comer a un restaurante muy bonito, donde me dio una foto dedicada de todo el equipo médico tras la comida nos despedimos, él regresaba a Paris esa misma tarde, le pedí diera recuerdos a todos y les dijera que pronto les escribiría con la ayuda de María que haría la traducción.

De camino al hotel María me fue contando, con más detalles, todo lo que el doctor le había comentado, la evolución había sido perfecta y que estaba sorprendido de lo rápido que había ido todo y de lo bien que me ha encontrado.

De vuelta al hotel estábamos un poco cansadas por lo temprano que nos habíamos levantado así que decidimos quedarnos tranquilas en nuestra habitación.

Nos echamos en la cama y me acurruque cerquita de ella, con la calidez de su cuerpo me quede dormida.

Nos despertamos y decidimos salir a divertirnos María conoce muy bien Madrid por los años que estuvo estudiando medicina, así que nos pusimos guapas y salimos a divertirnos.

Fuimos a muchos sitios y al final terminamos en el pub de nuestro hotel que era muy bonito y acogedor, además el frio que hacía no invitaba a estar en la calle.

Al entrar me pidieron el documento de identidad para comprobar que tenía dieciocho años, cosa que me molestó un poco pero bueno como no represento la edad que tengo es normal que me lo pidan y me tengo que aguantar.

Al ser miércoles no había demasiada gente, así que pudimos sentamos en una mesa donde no paramos de hablar y divertirnos con los intentos que algunos chicos hacían por ligar con nosotras pero preferíamos estar solas, a mí me gusta mucho hablar con María, es una mujer muy culta, me siento muy bien con ella porque además aprendo muchas cosas y me siento especialmente bien con ella.

María es una mujer muy guapa con ojos grandes color miel claros, larga melena de cabellos sedosos, mirada muy dulce, con una esbelta y bonita figura, por lo que no era de extrañar que fuera el centro de todas las miradas de las personas que había, era normal yo no represento la edad que tengo y la verdad que me daba rabia, excepto una chica, que estaba sola, no me quitaba ojo de encima y cuando nuestras miradas coincidían hacia un leve gesto con la boca como si me enviara un beso.

Tanto insistieron que al final permitimos a dos chicos, bastante guapos, se sentaran con nosotras, al principio lo pasamos muy bien porque eran muy alegres divertidos.

Ernesto, que así se llamaba el que estaba conmigo, me doblaba la edad, es un alto cargo de una conocida marca de ropa de chicas y me propuso que posara con la colección de primavera verano como modelo pues andaban buscando una chica como yo para completar el álbum, si las pruebas salían bien me harían un contrato para trabajar con ellos, por supuesto no acepte, trato de deslumbrarme con una cifra muy jugosa pero no me imagino dejar mi pueblo para venir a Madrid y no poder ver el mar todos los días, además seguro que a cambio le tendría que dar algo más, según me dijo María después.

Como decía antes, al principio fue divertido hasta que empezaron a ponerse pesados, querían que fuéramos a no sé qué sitio a bailar, el caso es que ya no nos gustaba tanta insistencia, así que nos despedimos de ellos con el pretexto de estar cansadas.

Ya en la habitación continuamos hablando de nuestra conquista sin parar de reírnos de las pretensiones de cama que tenían los dos y de la chica que no paraba de mirarme y hacer gestos pretenciosos.

El cuarto de baños era muy grande, con dos lavabos, el vide y la taza separados en un cuartito, de repente veo a María haciendo muecas con la cara como si la duchita que tenía en el centro el vide le estuviera dando gustito en el potorro mientras se lavaba, nos partimos de risa y exageraba sus gestos, cuando llego mi turno abrí tanto el mando que el agua casi me llega a la garganta, la situación era de lo más divertida y María es una mujer tan divertida y alegre que a cualquier cosa le busca motivos para hacer bromas y reírnos, estoy muy contenta que hayamos congeniado y seamos tan buenas amigas, nos tenemos mucho cariño y amistad.

Esa noche en el baño vi a María por primera vez totalmente desnuda, su preciosa figura, con la piel ligeramente bronceada hace destacar la zona más clara y depilada que cubre la braguita lo que la hacía más atractiva, por mi mente se arremolinaron los pensamientos al contemplarla, su piel tersa y fina con un envidiable busto, culito redondo y muy firme, piernas largas y muy bien proporcionadas. Acostumbrada como estaba a verla con su blanca bata de doctora no podía imaginar realmente como es, a pesar que cuando la veía vestida con sus vaqueros y una camisa, las veces que venía al pueblo a verme, se adivinaba su espléndida figura.

Nos metimos en la cama, que estaba un poco fría por habernos dejado una ventana sin cerrar del todo, pedí a María si me dejaba dormir con ella le pareció muy bien y me metí en su cama, pegue mi espalda a su pecho, lo mismo que siempre hago cuando duermo con mi madre. En seguida note el calor de su cuerpo.

Paso su brazo sobre mí con su mano a la altura de mi cintura, vino a mi mete su hermoso cuerpo desnudo y la forma de mirarnos cuando estábamos con los chicos, entonces tome su mano y la pase bajo mi camiseta, la coloque entre mis pechos para sentir su contacto, se quedó inmóvil pero al poquito comenzó a acariciarlos, notaba con agrado como su suave mano me acariciaba, me apreté contra ella, con la yema de los dedos rozaba mis pezones que comenzaron a ponerse duros y erectos, me excitaba mucho y note como los suyos se endurecían al contacto con mi espalda.

La intensidad de las caricias fue aumentando, sentía su cálida respiración en mi nuca y sus labios en mi cuello, me di la vuelta y quedamos las dos cara a cara mirándonos a la tenue luz que entraba por la gran ventana, sus bonitos ojos llenos de ternura estaban clavados en los míos.

Sin pensarlo dos veces acerque mis labios a los suyos y nos sumergimos en un profundo, largo y tierno beso, no sé el tiempo que nuestras bocas estuvieron unidas, entre miles de sensaciones la pasión comenzó a flotar entre las dos, acaricie, bese y mordí sus duros pezones, sus manos recorrían mi cuerpo y nuevamente nuestros labios se buscaban para unirse en interminables y delicados besos.

Buscó con su boca mis pequeños pezones que por primera vez los besaban unos labios, succionaba con delicadeza provocándome infinidad de sensaciones nuevas. Su mano bajaba por mi vientre hasta llegar a mi sexo ya inundado. Sus dulces caricias me aturdían provocándome una gran excitación.

Me incorpore para acariciar su sexo inundado, con nuestros mojados dedos nos humedecíamos los labios para besarnos y mezclar nuestros sabores y aromas.

Recorrí su cuerpo besando y lamiendo su perfumada piel al llegar a su sexo me sumergí entre aromas de su esencia de mujer, recorrí con mi lengua cada pliegue, lamí y chupe su erecto clítoris, saboreé la seda de cada gota de su excitación.

Despacito se fue sumergiendo en un profundo y fuerte orgasmo que entre gemidos la estremecía, sin poder parar acariciaba con mi lengua todo su sexo entre espasmos de placer, en ese loco frenesí hubiera estado horas, envuelta entre los aromas y sabores de su rosada fuente de mi deseo.

María acariciaba mi pelo y lo enredaba entre sus dedos hasta que tomo con sus manos mi cara y nuestras bocas se unieron, para lamer mis labios impregnados de su dulce esencia.

Mi excitación era muy grande, despacio busco mis pezones para besarlos y morderlos nuevamente, beso mi vientre hasta llegar a mi sexo y recorrerlo con su lengua, beso y chupo mi clítoris y con la punta de su lengua hacia presión en la entrada de mi vagina y mi clítoris con rápidos movimientos, note desde lo más profundo las más dulces sensaciones que pudiera imaginar.

Una brutal descarga recorrió mi espalda hasta mi nuca, el placer invadía todo mi cuerpo, los orgasmos se encadenaban uno tras otro con enloquecedora intensidad, mis sentidos me abandonaban y hacían que perdiera la noción de mi ser, en ese estado de locura quería que el tiempo se detuviera para estar más tiempo en ese torbellino de placer.

Tome su linda cara entre mis manos para besar los labios que tantas cosas me habían hecho sentir, las dos estábamos embriagadas por los sabores y aromas de nuestro amor.

Abrazadas y sin parar de besarnos nos fue rindiendo el cansancio, nos quedamos dormidas notando en cada poro de nuestra piel el placer sentido.

En ese punto del sueño en el comienzas a darte cuenta que te estás despertando, note como unos cálidos labios besaban los míos, con la dulzura del momento fui abriendo los ojos y me encontré con los suyos que me miraban con una ternura indescriptible, con un buenos días mi linda niña volvió a besar mis labios y nos unimos en uno de nuestros cálidos y largos besos.

Todavía no había amanecido y a la tenue luz que entraba por la gran ventana podíamos ver nuestros ojos fijos la una en la otra, ellos transmitían todo lo que queríamos decirnos, no hacían falta las palabras.

Decidimos desayunar en la habitación y cuando nos lo trajeron lo comimos sin pronunciar una palabra, estábamos muertas de hambre.

Con nuestros estómagos calentitos y lo temprano que era decidimos quedamos en la cama cloqueando, como dicen en nuestra tierra, entre risas y juegos, María me daba bocados en el culete o hacia pedorretas en mi barriga yo le hacía cosquillas y la dejaba flojita o fingía ser un bebe que mamaba la teta de su mama, las dos como dos niñas chicas que no paran de jugar y reír, sobre todo con nuestra apuesta a ver cuál de las dos tenía más gordito y grande el chocho, con eso nos partimos de risa al mirarlo con un espejo de mano y comparar su tamaño.

Dejo de reír y mirándome dulce y fijamente me dijo:

- Alguna vez he pensado como sería el amor con otra mujer, nunca lo he intentado porque nunca me apeteció, jamás pensé que fuera tan tierno y hermoso pero sobre todo lo que más me ha gustado es que esa primera vez fuera con un ser tan especial como tú, contigo he sentido el verdadero significado de la palabra AMOR.

La escuchaba atentamente y comprendí que algo nuevo empezaba abrirse en mi vida, a pesar que en los últimos meses han ocurrido muchísimos cambios, entonces le respondí

- Sabes una cosa María quiero que mi virginidad sea tuya y tú seas quien la rompa pero sobre todo quiero, a partir de ahora, formar parte de tu vida y que tú la formes de la mía.

-Gracias mi amor por regalarme tu sagrada pureza, pero quiero que sea en una noche especial en el mar abordo de La Bonita.

Nos abrazamos durante un buen rato, notábamos los latidos de nuestros corazones para a continuación entregarnos en un largo y profundo beso que sello nuestra unión.

Decidimos cortar porque de continuar así nos quedaríamos en la habitación todo el día, el deseo de amarnos era muy intenso y grande.

Después de ducharnos y ponernos ropa cómoda y calentita, ya que el día sería muy frio, salimos de la habitación a caminar por Madrid y que me enseñara todo lo que nos diera tiempo en ese día.

Yo le pedí que me llevara a algún museo, nunca había visto cuadros en la realidad, solo en fotos así que tenía interés en verlos.

No dirigimos al Reina Sofía que en esos días había una exposición del impresionismo francés y las dos teníamos interés en ver en directo los cuadros de esa época, que como decía solo los habíamos podido ver en fotos.

La circulación a esa hora era frenética, el olor a combustible quemado hacia irrespirable el aire, acostumbrada a respirar el aire de mi pueblo con olor a mar no entendía que las gentes puedan vivir en ese ambiente de humos, ante mis protestas me tomo por la cintura para apretarme contra ella para decirme casi al oído: hasta protestando eres pura corazón mío, no voy a poder resistirme a comerte esos dos ojos azules y esa boquita rosa y jugosa, las dos comenzamos a reírnos y los que venían de frente nos miraban extrañados, parecía que la hora no era propia para reírse pero nosotras íbamos tan felices y contentas.

Me quede alucinada ante la belleza de todos esos cuadros y sobre todo los matices, colores y detalles que parecía se podían tocar, es increíble lo que se puede hacer con unos pinceles, me quede perpleja ante tanta obra de arte y belleza plasmada en un lienzo.

Transcurrió la mañana en el museo ya que vimos con detenimiento cada una de las salas. María me daba todo tipo de explicaciones a las preguntas y comentarios que le hacía, es una mujer muy culta, aclaró un poco mis pobres conocimientos de arte.

Cuando salimos teníamos hambre así que decidimos que había que comer algo antes de seguir andando por Madrid.

Ir con ella es de lo más divertido siempre esta alegre, nos reíamos mucho de las miradas que nos dedicaban y hacíamos comentarios muy picantes sobre sus posibles pensamientos, eso provocaba que estuviéramos continuamente bromeando y riendo.

Entramos en un lugar muy bonito y cálido, según me comento, es donde la gente importante viene a tomar el aperitivo, por cómo iban vestidas me di cuenta enseguida de qué lugar se trataba, nosotras a pesar de ir vestidas muy de sport no desentonábamos en lo más mínimo, así que con aires de suficiencia buscamos una mesita alta con dos taburetes donde nos dispusimos a devorar todo lo que pidiéramos.

La mayoría de las personas eran metiditas en años y unos que había a nuestro lado al oír nuestro acento andaluz aprovecharon para entablar conversación, la verdad que eran muy ambles y simpáticos lo que hizo que pasáramos un rato agradable y entretenido, cuando fuimos a pagar para irnos no nos permitieron hacerlo y tras darles las gracias nos despedimos no sin antes agradecer su cordialidad y el buen rato que pasamos con ellos.

El frio era muy grande y por la hora que era decidimos entrar en una cafetería a esperar que abrieran las tiendas para darnos una vuelta y ver si había algo que se nos antojara.

La cafeterita era pequeña y muy acogedora, sentadas en una mesa y después de traernos un aromático café, con disimulo toque su rodilla y de inmediato su mano busco la mía, su calidez recorrió mi brazo y sentí como me llegaba al corazón, sus lindos ojos claros me miraban con toda la dulzura que hay dentro de su ser, en silencio las dos, eran nuestros ojos quien gritaban lo que sentían nuestros corazones.

Con suave voz me dijo:

-Anoche cuando pusiste mi mano sobre tu pecho no pude reprimir acariciarlos y al notar su suavidad busque con la yema de mis dedos tus pequeños pezones y me encanto notar como reaccionaron a mis caricias, en ese momento no pude reprimir hundir mi cara en tu pelo y besarlo.

-Cuando puse tu mano sobre mi pecho temí que la quitaras de inmediato pero cuando comenzaste a acariciarlos me entro una sensación de felicidad muy grande, tu aliento en mi nuca, el contacto de tus labios en mi pelo, la dureza de tus pezones en mi espalda, sentí un deseo irrefrenable de girarme para ver tu hermoso rostro tan cerquita del mío, a pesar de la poca luz vi tus luminosos ojos y la expresión de tu cara que parecía decirme: bésame.

Recordando esos momentos, nos quedamos en silencio, note que mis ojos se humedecían y ella respondió:

-El primer instante en que note tus labios sobre los míos, fue de sorpresa pero enseguida note como se abría una puerta en mi corazón y entraste como un huracán dentro de él, jamás olvidare tu primer beso ni lo que sentí, nadie me ha hecho sentir tanto con un beso.

Mientras me hablaba sus ojos se llenaron de lágrimas, una resbalo por su mejilla, la tome y la puse en mis labios, después humedecí los suyos.

Sin darnos cuenta de lo que ocurría a nuestro alrededor, en una mesa cercana tres chicas estaban pendiente de nosotras, María las miro y dirigiéndose a ellas les dijo:

-Es que es un ángel que ha bajado del cielo, todas comenzamos a reír, una de ellas dirigiéndose a mi dijo que nunca había visto unos ojos tan azules y transparentes, que era preciosa, sentí el rubor en mi rostro.

Decidimos sentarnos juntas, eran tres chicas muy lidas y muy bien vestidas, nos comentaron que estaban haciendo tiempo antes de entrar a trabajar en una joyería cercana, hablamos y reímos con nuestras cosas, llamando la atención de la gente que había.

Nos pidieron que la acompañáramos y así enseñarnos donde trabajaban.

La joyería era preciosa y con unas cosas de exquisito gusto, una de ellas saco un camafeo pequeñito con una cinta de terciopelo negro lo puso en mi cuello, María de inmediato dijo que me lo regalaba, yo no sabía que decir ante tantos halagos por parte de las chicas y el dueño, me sentía muy abrumada, sentí en la mirada de María toda la ternura y el amor que salía de su corazón que entraba en mí y hacía sentirme la mujer más dichosa del universo.

Nos comentaron que en algunas ocasiones bajaban al sur en busca de sol y playa por lo que les dimos nuestros teléfonos para que nos llamaran, eran realmente encantadoras y hermosas.

Salimos de la joyería con la intención de ver los escaparates de las tiendas, caminaba a su lado muy agarradita de su brazo para sentirla muy cerca de mí.

Entramos en algunas boutique y al final no compramos nada, solo compre un detalle para mi madre, lo desapacible de la tarde quitaba las ganas de mirar escaparates en busca de algo que nos interesara.

Decidimos regresar al hotel y con idea de entrar en calor decidimos andar los veinte minutos que nos separaban a paso ligerito.

Llegamos muertas de frio, subimos a la habitación, que estaba muy calentita y entre juegos y risas nos desnudamos para darnos una ducha bien caliente que nos entrara en calor, nos metimos las dos a la vez y aguantamos la temperatura del agua hasta que nos quemaba, fue delicioso como nos sentíamos después de secarnos y como era de esperar hicimos el payazo, esta vez con los gorros de ducha, a las dos nos dio un ataque de risa, esta vez ocurrió lo que en raras ocasiones me pasa cuando me rio sin parar, me pongo flojita y me hago pis, gracias que estaba cerca y me senté corriendo y a cada golpe de risa el pis salía a presión.

María se sujetaba el estómago sin poder parar y yo sentada como una tonta soltando chorritos de pis.

Cuando ya nos calmamos un poco María me tomo como si fuera su bebe mientras me decía:

-Esta niña chiquita se ha hecho pis y hay que lavarle, secarle y echarle polvitos de rosas en su chochito para que este fresquito y perfumado, no sea que se le irrite esta cosita tan rosita, linda y gordita.

Yo imitaba los pucheros de un bebe y las risitas por sentir los cuidados de su mama.

Pasamos un rato de lo más alegre y divertido con las ocurrencias de las dos.

Como la habitación estaba muy cálida solo estábamos vestidas con una camiseta de algodón larga y las braguitas.

La amplia habitación tenía un sofá grande y cómodo con una mesa baja en el centro, encendimos una lámpara de sobre mesa cuya pantalla estaba formada por cristales de colores emplomados, su luz creó un ambiente muy acogedor al mezclarse con el gris que entraba por la gran ventana, del mini bar sacamos unas coca cola y con mucho hielo nos sentamos a beberla tranquilamente, enseguida nuestras manos se buscaron para entrelazarse y sentirnos unidas.

Durante mucho rato estuvimos en silencio, recreándonos de sentirnos una al lado de la otra, de vez en cuando nuestras manos se cerraban fuerte como si quisiéramos comprobar que era real todo aquello.

Suavemente me atrajo hacia ella para acurrucarme entre sus brazos con mi cara apoyada sobre su pecho, con el suave perfume de su piel y la calidez del abrazo, entorne los ojos para sentirme envuelta en el amor que salía de su corazón.

Una mano acariciaba mi pelo y bajito me susurraba:

-Bendigo el día que apareciste por mi consulta con tu carita asustada y ahora te tengo en mis brazos, me haces sentir lo que nunca imagine que existiera, eres tan linda, tan niña, más que una mujercita eres el ángel del amor al que hay que adorar y mimar.

Sus palabras aturdían mi mente y me sentía envuelta en una nube de felicidad que me impedía encontrar las palabras que expresaran lo que yo sentía.

El deseo imparable de besar sus labios me saco de ese estado de letargo, me senté frente a ella sobre sus piernas, nos sumergimos en un interminable beso notando como nuestras almas se fundían en una.

Las lágrimas resbalaban por nuestras mejillas y algunas entraban por la comisura de nuestros labios unidos, parecía que querían unirse al festín de amor con su salino sabor.

Perdimos la noción del tiempo, entre frases que estremecían el corazón e infinitos besos, la cálida luz de la lámpara hacían brillar nuestros ojos encendidos por el más puro amor que dos seres se pueden dar.

Me tendí sobre el sofá y apoye mi cabeza en su regazo y en seguida se inundaron mis sentidos con los aromas de su esencia de mujer, con una de sus manos acariciaba mi cara y pelo y con la otra recorría mis piernas, mientras yo me recreaba de sus aromas

Como no habíamos comido apenas nada por la charla con las personas que nos invitaron, un suave y ronco sonido salió del interior de mi tripa sacándonos del letargo en el que estábamos sumidas, las dos comenzamos a reír por el aviso que daba mi estómago para que le hiciera caso.

Eso fue el detonante para que las dos nuevamente riéramos sin parar entre juegos.

Pedimos nos subieran una suculenta cena a base de ensaladas, carne asada, postre y una botellita de vino.

Con un brindis por nuestra amistad y el amor que había surgido entre las dos, bebimos un buen sorbo, que rápidamente hizo su efecto porque a pesar del hambre que teníamos parecíamos dos cotorras hablando y riendo mientras nos comíamos la cena.

Llamamos para que retiraran las cosas y nos quedamos con nuestras copas para apurar el resto de vino que nos quedaba, sentadas de nuevo en el sofá, le dábamos sorbitos pequeños no sin haber brindado antes por lo que se nos ocurría, pero sobre todo por la oportunidad de habernos conocido.

María me tomo en sus brazos y me acuno en su pecho, la calidez de su cuerpo unido a los vapores del vino me hacía flotar en una nube.

Busque bajo su camiseta sus turgentes pechos, las seda de su piel y su entrecortada respiración me provocaban un estado de dulce embriaguez.

Subí la blanca camiseta para contemplar sus firmes y duros pechos, sus rosados pezones respondían a mis caricias poniéndose duros y encendidos.

Era imposible resistirme a tenerlo entre mis labios y después de besarlos una y otra vez, como si fuera un bebe comencé a mamar uno de sus rosados pezones.

Su respiración era cada vez más agitada, me abrazaba y suavemente me apretaba contra su pecho como si fuera su bebe al que está amamantando, su agitación era cada vez mayor, de repente un gemido salió de su boca y al instante note algo líquido y tibio en mi boca, aterrorizada pensé que en mi ceguera succionaba demasiado fuerte y le podía haber hecho daño.

Al despegar mi boca y esperando ver lo peor, una inmensa emoción me recorrió de pies a cabeza cuando vi una diminuta gotita de blanca leche prendida de su pezón, la tome entre mis labios y suavemente comencé a mamar su delicado pecho.

Tres chorritos de tibia leche entraron en mi boca, su delicada dulzura y calidez saturo mi paladar, María se estremecía y apretaba su cuerpo contra el mío.

Con mi boca inundada de su exquisito néctar uní mis labios a los suyos para con un tierno beso saborear juntas el sedoso sabor de su leche.

El tiempo pareció detenerse ante nosotras y un inmenso amor nos envolvió mientras entre sollozos tratábamos de comprender todo lo que estaban sintiendo nuestros corazones, no sé qué extraño efecto causaron en mí esas gotas de leche pero sentía que mi pecho iba a explotar de tanto amor como sentía por ella.

Cuando las emociones se fueron calmando, decidimos entrar en el baño a refrescarnos un poco, María tocaba su pecho y al presionarlo un poco una tímida gotita apareció en su lindo pezón, la tome con la puntita de mi lengua y la puse en sus labios.

Me explico que en algunas ocasiones y en estado de excitación, si se succiona el pecho en repetidas ocasiones las glándulas reaccionan produciendo una pequeña cantidad de leche.

- Entonces a mí me pasaría igual?

- De momento no, un poquito más adelante, entonces puede ser que sí, no a todas les pasa.

-Me hacía ilusión pensar que yo podría también darle la mía.

Las dos desnudas y sentadas sobre la cama me abrazo de espaldas contra su pecho, con su ternura infinita me acariciaba los hombros y me daba besos que me hacían estremecer

Tomo entre sus manos mi cara y nuestros labios se unieron en interminables besos, parecía que el aire que respiraba llegaba a lugares nuevos dentro de mí y trataba de pensar alguna palabra con la que le pudiera expresar lo que sentía, imposible de expresar todo aquello

Bese una y otra vez su lindo rostro, enrede su pelo con mi mano, ahogábamos las dulces palabras con interminables besos que nos hacía estremecer de amor.

Embriagada por el deseo baje hasta sus pechos para acariciarlos, besarlos y con mis labios busque sus delicados y rosados pezones en espera me regalaran alguna gota de su exquisito manjar.

Duros como el hierro los notaba entre mis labios y dientes, María suspiraba de placer y su mano iba de mi sexo a mis pechos con los dedos empapados de mi deseo.

Con su sedosa humedad mojaba mis pezones entre pequeños pellizcos que me provocaban un dulce dolor que me hacía gemir de placer

De su boca salió un gemido y varias gotas de su leche invadieron mi paladar, María busco mi boca para juntas sentir su sabor.

Entre sollozos separe mis labios y mirando su linda carita la dije:

- Gracias por regalarme tu amor con pequeñas gotitas blancas.

Las lágrimas resbalaban por nuestros rostros y nos fundimos en un apretado abrazo hasta notar el latido de nuestros corazones.

En ese estado de emociones indescriptibles María muy bajito dijo:

- Que extraño misterio hay en la sal que solo está en las lágrimas y en el agua del mar.

Me separe de ella y mirando sus inundados ojos sentí desfallecer y solo le pude decir entre sollozos:

- Bésame que quiero morir de amor en tus brazos.

- No mi niña nuestro amor solo acaba de nacer y tiene mucha vida que vivir para las dos.

Los besos y caricias eran in terminables, recorrimos nuestros cuerpos besando y acariciando cada centímetro, nuestra entrega en ese universo de sensaciones era tan grade que un simple beso nos provocaba gemidos de placer.

Atraídas por nuestros aromas y el deseo, buscamos nuestros inflamados sexos para ensalzarnos como dos fieras en un combate por la búsqueda del placer más carnal que existiera.

En ese estado de lujuria y ciegas de deseo, nuestras lenguas acariciaban cada pliegue y cada rincón de nuestros sexos inundándolas de su perfumado y sedoso sabor. Yo introducía mis dedos en su vagina para acariciarla mientras mi lengua buscaba su clítoris para succionarlo y sentirlo entre mis labios.

María se estremecía de placer y notaba como sus orgasmos la hacían enloquecer entre ahogados gemidos.

Ella chupaba, lamia y mordía mi sexo ciega de deseo, notaba como su lengua rozaba mi virginidad y le pedía lo rompiera para que ella fuera quien traspasara por primera vez el umbral de mi pureza, quería sentir sus dedos entrando dentro de mí.

Los orgasmos eran innumerables, mi cuerpo se estremecían de placer y una corriente eléctrica parecía recorrernos de pies a cabeza con descargas continuas que salían de lo más profundo.

Ciegas por la pasión no podíamos parar de lamer, chupar e incluso morder nuestros sexos, éramos insaciables, estábamos fuera de sí y solo buscábamos el placer continuo, en sagrada unión con los aromas y sabores de nuestro deseo, parecía que queríamos sentir dolor de amor.

Rendidas y exhausta fuimos recobrando la calma mientras nuestros sentidos seguían saturados de tantas sensaciones.

Con los labios rozando nuestros enrojecidos e inflamados sexos, permanecimos un rato mientras recobrábamos la cordura, de la orgia de placer donde nos habíamos sumergido.

Durante la noche era consciente de encontrarme envuelta en un estado de embriaguez infinito e incluso note como los labios de María besaron en alguna ocasión los míos con delicadeza.

Al despertar, nuevamente, encontré los claros ojos de María mirándome fijamente, tras unos segundos nuestros doloridos labios se unieron para a continuación decirme:

- Buenos días amor mío.

Lo inmediato fue acurrucarme en sus brazos para sentir la calidez de su piel y besar su carita, todavía podíamos percibir los aromas de la pasión vivida.

Nos levantamos para darnos una ducha que restaurara nuestros maltrechos cuerpos, las dos teníamos muy inflamados y rojo nuestros sexos.

Desayunamos en la habitación y tras guardar nuestras cosas bajamos para tomar un taxi que nos llevara a la estación.

Ya en el AVE de vuelta comenzamos con nuestras bromas, esta vez yo le decía a María que parecía que mi chochito había aumentado de tamaño y no me cavia entre las piernas y muertas de risa me respondía que le pasaba igual.

Así estuvimos durante el trayecto de vuelta, alegres y contentas al recordar todo lo sucedido.

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