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Visitas a mi vecino (D. Pedro)

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A pesar de sentirse en la gloria en manos de esos dos cabrones, Diego pensaba aprovechar, el mas mínimo descuido, para atacar a su primo; que, en esa posición, resultaba una verdadera provocación. Se sentía muy excitado, y deseaba enchufársela por el culo, para darle, a saco, y sin contemplaciones.

- ¡Que culazo tienes, cabrón!, exclamó...

Pero los planes de D. Pedro eran otros; y se levantó pausadamente, para que Ariel no se diera por aludido y creyera que no le estaba gustando su trabajo. Le cogió de los hombros, y con cierta delicadeza, se lo llevó con él, para unirlo al grupo.

Ariel, se dedicó a comerle el culo a Alex, que arrodillado, estaba metiéndole la lengua hasta la campanilla e inspeccionaba, saboreaba y se deleitaba con la boca de Diego. También le gustaba atrapar su lengua y chupársela como si fuera un rico caramelo... y de vez en cuando, bajando a los pezones, los mordisqueaba y disfrutaba de su sabor, durante un ratito…

Hasta que, de pronto, sintió cosquilleo y calorcillo en el ojete; y giró la cabeza.

- ¡Ay, que rico!, Ariel… ¡que bien lo haces!

Por su parte, Pedro se tiró de cabeza para devorar salvajemente la polla de Diego; que, sin poder evitarlo, se la cogió, y apretándola contra su vientre, dijo:

- ¡Come!, ¡come!, ¡cabrón!… ¡cómeme la polla!

Aunque, no hacía falta que le animara. El padre de Loren, se la chupaba con muchísimas ganas…

- ¡Te voy a comer, enterito!, ¡niñato!…

Y seguía enganchado a esa polla, que tanto había deseado, en más de una ocasión.

Edu, flipaba viendo a Pedro tan entusiasmado…

Nunca pensó que alguien pudiera ponerlo en ese estado. Sin embargo, no perdía la concentración, y parecía incansable; con ese mete y saca que llevaba dándole a Diego, desde hacía un buen rato.

¡A ver, Edu!, ¡dejame, por fa...!, dijo Pedro, suplicante.

Y Edu, condescendiente, desenchufó y mirando a Diego le dijo:

- ¡Como me gusta follarte!, chaval... tienes un culo sobresaliente…

… ¡ya sabes!… ¡cuando quieras!, estoy a tu disposición.

Sorprendido por estas palabras, Dieguito miró a Edu, como diciendo, ”¡ya!... y yo me chupo el dedo, cabrón”. Luego, hizo un gran esfuerzo para levantarse, mirando a Alejandro con carita de “anda porfi...”, para que le ayudara... aunque, enseguida, se lo apropió D. Pedro.

Le miró muy serio, y con ganas de protestar… pero, no tuvo mas remedio que rendirse; ese tío le ponía a tope...

Le había estado observando desde que llegó y, aunque nunca le había visto desnudo, porque era el padre de Loren (solo se lo había cruzado unas cuantas veces, y alguna vez que había estado en su casa), ahora lo tenía a mano... y estaba dispuesto a disfrutar de ese pedazo de cuerpo, con toda su alma. Estaba muy bueno. Casi le gustaba más que su hijo. Se le notaba el gimnasio.

Decidió dejarse llevar, con cierta curiosidad; y con más deseo del que le hubiera gustado, se encontró en sus brazos, casi sin poder resistirse…

¡Que manera de comérselo!, ¡coño!…

Con sus manos, nerviosas (quizás por la excitación del momento), buscaba su ojete y magreaba sus nalgas con un ansia inusitada. Le dio la vuelta, lo separó un poco, para mirarlo unos segundos, y luego se lo acercó; engrasándole el culo con ese aceite especial, hasta dejárselo chorreando. Y se la enchufó con verdadera alevosía... hasta la boca del estómago.

- ¡Que ganas te tenía, Dieguito!… ¡como me gustas!. A ver si vas por casa, mas a menudo, que ya me encargaré yo de que no te falte de nada.

Estaban de pie, junto a la mesa grande; follando como descosidos... y a Pedro se le ocurrió subirlo sobre la mesa, y ponerlo en cuclillas; así podría follárselo con rebote, y comerle la polla cómodamente, mientras le acariciaba el ojete y metía los dedos en ese soberbio culazo.

Dieguito estaba a rebosar, de gusto, y follaba con D. Pedro, encantado de la vida. Ese cimbel, que le entraba y le salia tan gallardo y resuelto, le daba un placer increible…

¡Que buen rabo tienes!, cabrón … me vas a partir en dos. Le decía, ya, al padre de Loren, con cierta confianza…

Al cabo del rato, D. Pedro se lo cargó encima, sin sacarle el rabo del culo, y se sentó en el sitio preferido de Alejandro; para continuar con la faena... pero, Diego se le escapó, y subiéndose a los brazo del sillón en el que estaban, le puso la polla en la boca.

- ¡Cómemela, cabrón!... que sé que te gusta… ¡guarro!

Y a Pedro se le iluminó la cara, con una sonrisa, como pocas veces le había visto Edu.

Empezó a comerse esa polla, con verdadero placer, y sin reparar en que el masajista le estaba mirando con ojos de un profundo deseo.

Cuando Edu lo vio con los bajos desocupados, dejó el mete y saca que le estaba propiciando a Ariel, y se acercó al sillón en el que estaba con Dieguito. Le cogió de las piernas y tiró de ellas, hasta dejarle con el culo en el borde, las levantó... y separándolas, dejó ese culo expuesto y preparado para poder hincarle el diente a sus anchas. Mientras, Pedro hurgaba en el culo de Diego y le magreaba a tope, sin dejar de comerle la polla.

Edu, le dio lengua a fondo durante varios minutos... y después le pidió a Diego, que le ayudara para mantenerlas en alto, bien arriba. Diego, aceptó encantado; su curiosidad podía más que él... y quería ver como follaban esos cabrones. Se dio la vuelta y dejó su culo al capricho de D. Pedro, que enseguida supo que hacer con él, y cuando el padre de Loren quiso darse de lo que pasaba, estaba recibiendo el rabo de Edu en sus entrañas sin contemplaciones de ningún tipo.

- Seguro que se lo han follado mas de una vez, pensó Diego...

Mientras Edu le pegaba fuertes zambombazos…

Se quedó absolutamente embelesado, mirándolos; y no podía dejar de oír la voz interior...

- Es que tiene un culo, para hacerle un monumento, ¡verdad!… ¡que cabrón!

Sujetaba las piernas de Pedro y las subía todo lo que podía, para que el cabrón de Edu se la enchufara, sin problemas…

Y D. Pedro empezó a jadear si control, subiendo el tono y llamando a atención de Alejandro, que levantó la cabeza para avisar de la hora y pedir moderación. Pero, cuando vio el espectáculo, y vio que era Pedro el de los gemidos incontrolados, dejó a Ariel sobre el sofá, y se acercó a ellos.

- ¡Toma!, sujétale tu, Alex; que necesito ir al cuarto de baño. Que ya no puedo más ¡joder!

Y Ariel se quedó mirándolos, tumbado en el sofá, mientras se la meneaba…

¡Que resistencia tenía ese muchacho!,¡Oye!. No se había corrido ni una sola vez, en toda la noche.

Cuando Diego regreso al salón, después de vaciar la vejiga, se sentó junto a su primo y esperó a que se corriera. No quería interrumpir esas maniobras.

Pero Ariel, le espetó:

- ¡Por que no me la chupas, cabrón!… ¡anda, anímate primito!

- ¡No!. Mejor nos vamos de aquí, y follamos en mi casa ¿vale?. Así, por lo menos, tranquilizaras al abuelo, que está preocupado por saber donde te metes, y que coño, haces. Además, seguro que te lo pasas mejor conmigo, que estando todo el día solo.

- ¿Si!, ¿tu crees?… ¿crees que al abuelo le gustaría verme en su casa todo el fin de semana?

- ¡Por supuesto!… no sabes como te quiere, ese viejo. Y, además, tu madre se quedara tranquila si el abuelo le dice que todo está bien y que estás con nosotros

en casa…

... ¡venga!, ¡vístete y vámonos!… ¿vale?

- ¡Vale!, ¡venga!… ¡vamonos!...

Los dejaron follándose al padre de Loren, que tiene lo suyo…

- ¿Quieres que pasemos por tu casa a coger algo de ropa?

- ¿Si!, claro. Mira como voy. Además, no tardamos nada. ¿Que hora es?

- Las 07:45...

- ¡Joodeeer!

- ¡Vaya horitas! ¡eh!

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