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Sor... presa

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Defín, un joven de 1,82 de estatura, con cuerpo de culturista y su tía Sara, 1.75 de estatura, morena de 24 años y muy guapa, estaban en la sala, en el mismo sofá, mirando la televisión.

Sara.- ¿A qué hora llegaban a Londres tu madre y tu padre?

Delfín.-A las ocho y media.

Sara.-Ya son las diez y aún no llamaron.

Delfín.-Se olvidarían. ¿Sabé una cosa, tía?

Sara.-No, dime.

Delfín.-Me muero por saber que hay debajo de tu ropa.

Sara.-¡Delfín! ¡Un respeto!

Delfín.-¿Sabías que hace tiempo que me pajeo pensando en ti?

Sara.-Lo que sé es que me voy a retirar a mi habitación.

Sara se levantó del sillón. Se oyó el trueno de una tormenta de verano y se vio el fogonazo del rayo. Se fue la luz, y a renglón seguido escucharon el ruido de la lluvia en la ventana.

Delfín.-Voy a coger dos velas a la cocina.

Usando la linterna del móvil, fue a la cocina. Un rato más tarde, iluminados por la luz de dos velas aromáticas, Delfín fue a por todas.

Delfín.-Te voy a enseñar cómo me gano la vida, y de paso voy a intentar seducirte.

Delfín puso en el móvil la canción "You can leave you hat on" y le hizo un streaptess a su tía. Sara parecía estar hipnotizada viendo aquel cuerpo diez, con perfectos bíceps, tríceps, con su tableta...

Era obvio que ya había luz. Sólo había que darle al interruptor, pero ya ni tía ni sobrino querían más luz que la de las velas.

Cuando Delfín se acercó a su tía, Sara, le echó la mano a la polla empalmada. La sacó del calzoncillo. Delfín se la metió en la boca. Sara se la chupó.

Delfín.-¿Habías mamado otra polla antes?

Sara negó con la cabeza. No hacía falta que lo jurara. No sabía mamarla...

Quien sabía mamar chochos era Delfín. Poco después le levantó a su tía lo que le tenía que levantar. Le bajó las bragas y se encontró las piernas sin depilar, y el chochito pequeño y peludo con los pelos negros empapados de flujo.

Se lo estaba comiendo...

Sara.-¿Eres el diablo?

Delfín.-Eso dicen, que soy un diablo en la cama.

Sara.-¡Me voy a correr, Delfín!

Delfín.-Lo sé.

Sara, entre gemidos y convulsiones, llenó la boca de su sobrino con el flujo de su corrida.

Cuando Sara se acabó de correr, Delfín le quitó la ropa. Vio sus grandes tetas con areolas negras y pezones de punta, sus axilas cubiertas de pelo negro y su chochito empapado y aún se excitó más de lo que estaba. Besó sus carnosos labios, le comió la lengua, le comió tetas y pezones. Después la puso a cuatro patas sobre el piso de la sala y quiso entrar a matar. No pudo, No le entraba, Tuvo que ir muy despacito. Le metió el glande. Sara se quejaba con el dolor. La metió hasta la mitad y al sacarla vio sangre en su polla. Había desvirgado a su tía. No era el primer virgo que quitaba. La folló suavemente hasta que el dolor dio paso al placer y...

Sara.-Me voy a correr otra vez, Delfín. No te corras dentro de mí, por favor.

Delfín dejó que se corriera su tía. La quitó. Se la puso en la entrada del ano y metiéndole la puntita, se corrió dentro. A Sara le gustara.

Sara.-Sigue metiéndola.

Delfín le folló el culo, y unos diez minutos más tarde, cuando Delfín se volvió a correr dentro de su tía...

Sara.-¡¡Se me va la vida, se me va la vida!! ¡¡¡¡Oooooo!!!

Sara tuvo un orgasmo anal con el que sintió un placer tan fuerte que se desmayó.

Al volver en sí, Sara, se levantó y se volvió a poner el hábito y la toca, porque, Sor... presa. Sara, era sor Sara.

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