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El stripper

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Habíamos salido a divertirnos en aquella ocasión con algunas de las compañeras del trabajo de mi esposa, al llegar cerca de las 8:30 de la noche, le dije a ella que si quería me retiraba de aquel bar y la dejaba sola con sus compañeras para que continuara con la velada; ella asintió y fue ahí cuando me dispuse a despedirme de aquellas damas; no sabía y por ningún momento me pasó por la cabeza que esa noche se presentaría un show de strippers en la ciudad y mi esposa al quedarse sola no dudó ni un segundo en aceptar la invitación de sus compañeras, ellas se dirigieron a aquel centro nocturno para reservar su mesa y poder estar a gusto durante el show.

Se llegó el momento de que diera inicio el show y al calor de las copas el ambiente se fue tornando más intenso, los dueños del espectáculo hicieron la rifa para un privado de 20 minutos con el stripper del gusto de la ganadora; todas las mujeres compraron su boleto para participar, mi esposa no fue la excepción, ella solamente lo hizo por el morbo de participar, jamás pensó que ella sería la ganadora.

Al momento en que escuchó su número en la voz del animador, no supo que cara poner; los nervios, la emoción, la incertidumbre y demás sentimientos comenzaron a desbordarse internamente, no sabía si aceptar, si reclamar el premio o regalarle el boleto a una de sus amigas.

Tardó unos cuantos minutos en asimilar su suerte, sus amigas le decían que aceptara el show, que esas oportunidades no se volvían a repetir, total, solamente era un baile sensual en un lugar privado; los strippers hicieron su pasarela nuevamente en el escenario para que ella pudiera escoger a uno de ellos; decidió elegir al stripper mejor dotado, era un hombre de aproximadamente 1.84 cm. de estatura, de cuerpo robusto, se notaba que se ejercitaba de manera conservadora porque no exageraba en masa muscular pero tampoco tenía un cuerpo flácido y carente de musculo, estaba tal y cual le gustaban a ella; su piel morena, cabello quebrado y corto le daban la presencia excelente para provocar cierto morbo de cómo sería ese baile erótico; procedió a pasar al cuarto donde sería recompensada, al momento de llegar a la puerta le brindaron unos googles para que se los colocara antes de que el stripper saliera a realizar su espectáculo particular.

En ese cuarto había una cama individual, la luz era de color rojo, había un columpio fijado al techo de la habitación, un tubo para poder hacer alguna acrobacia o baile sensual, las paredes decoradas con espejos, inciensos y pétalos de rosa en el suelo cubriendo la alfombra; era un lugar excitante pero ella no sabía qué le esperaba debido a tener ese antifaz que impedía su visibilidad, lo único que podía percatar era el aroma del incienso y que el piso tenia alfombra.

Mi esposa cuenta que al momento de entrar a ese cuarto sus manos le sudaban bastante y en ocasiones titiritaba de nervios porque no sabía que iba a pasar; llegó el momento en que hiciera su aparición el stripper en ese cuarto y con una voz sensual le pidió que se pusiera cómoda, que en la parte trasera de la habitación había un baño y que podía usarlo si ella quería.

El stripper iba vestido con una camisa azul entallada al cuerpo, un pantalón de vestir color gris y zapatos casuales, cargaba con él una maleta parecida a la de un doctor donde traía una máscara, una toalla, un antifaz, diferentes tipos de tangas, dildos y un paquete con 3 preservativos.

El ambiente se fue poniendo cada vez más intenso, la respiración de ella comenzaba a aumentar, no sabía que pasaría en ese cuarto, no se imaginaba cómo sería el baile o si perdería el control al sentir la piel de ese bailarín.

El stripper pidió pasar un momento al baño a preparar su primer vestimenta de la noche, momento que aprovecho mi esposa para revisar sigilosamente la habitación al desprenderse por un momento de ese antifaz que le impedía ver con claridad, vio que había una maleta sobre la cama y corrió hacia ella para indagar qué cosas traía.

Todo iba muy bien hasta que encontró dentro de la maleta una caja de preservativos, ella se preguntó para que llevar condones a un show privado, si en las condiciones decía que nada de relaciones sexuales con los strippers; no le hizo mucho caso a esto y fue ahí cuando se le ocurrió hacerme una llamada para presumirme que había ganado el show con un stripper de manera privada, le entró lo pícaro y también quiso grabar el privado con sus celular para poder presumirlo a sus amigas.

Salió el stripper del baño y le pregunto si ya estaba lista, ella asintió y procedieron a dar inicio al show; no entro en lujo de detalles pero solo me queda decir que en ese primer baile que hizo el stripper solo quedó en tanga y con sus zapatos, dice mi esposa que estaba muy bien dotado, que cuando tuvo la oportunidad de agarrarle su miembro no lo dudó ni un segundo y lo frotó con ambas manos, ella terminó sin su blusa y con el pantalón desabotonado.

Comenzó la segunda canción para proseguir con el show; en ese momento el stripper le pidió a mi esposa que lo acariciara, que sintiera sus bíceps, sus muslos, su tórax, el abdomen, si quería darle besos a su cuerpo lo podía hacer; mi esposa estaba muy excitada y no sabía que hacer primero, en ese instante se le olvido que era casada, se concentró únicamente en disfrutar su premio; el stripper también hizo de las suyas con ella, le quito su brasier y el pantalón, dejándola únicamente con la única prenda de ropa interior que le quedaba.

Se terminó la segunda canción y el ambiente ya se tornaba más a culminarlo con un acto sexual, el stripper hizo la pregunta de rigor a mi esposa, le preguntó si quería continuar con la tercera canción o quería retirarse, que él no la iba a obligar a nada que ella no quisiera, ya estando entrados en calor, decidió quedarse; para esto, el stripper le pidió a mi esposa que se pusiera el antifaz que traía en la maleta, porque en esa tercera canción él iba a hacerle un tipo masaje por todo su cuerpo pero con diferentes cosas que ella no tenía que ver.

Se colocó el antifaz y se recostó boca abajo en la cama, el stripper procedió a sacar una varita de incienso y una pluma de algún ave, coloco su varita de incienso en el tocador para que la fragancia se impregnara en el ambiente erótico que estaban desatando ambos.

Con la pluma comenzó a recorrer con movimientos zigzagueantes la espalda de ella, le hacía de arriba abajo y en manera circular, suavemente; como si la espalda de mi mujer fuera hecha de un material delicado y con un simple rasguño podía romperse; su respiración de ambos comenzaba a agitarse y el calor comenzaba a invadir la habitación, siguió frotando la pluma en las piernas de mi esposa y por instantes llegaba a la entre pierna, bajaba a sus pantorrillas y volvía a subir a sus muslos, aprovechó para propinarle una dotación de besos en la parte trasera del cuello y el lóbulo de su oído.

Después la colocó boca arriba y comenzó a hacer lo mismo pero ahora en sus pechos, la zona que más logró prender a mi esposa fue cuando rosaba delicadamente la pluma en la aureola de sus pezones; mi esposa ya estaba completamente mojada y caliente, su respiración ya prácticamente se desbordaba de pasión y excitación; ya comenzaba a perder el control sobre ella misma, ya no sabía discernir entre lo bueno y lo malo, solamente se preocupaba en tener sexo; en un momento de seducción intuyo la presencia del stripper y fue ahí donde lo sujeto de su pene haciéndole a un lado su tanga, lo comenzó a masturbar de manera delicada, le besaba sus muslos, lo acariciaba con su otra mano, con su lengua le regalo un delicioso oral a su miembro; el stripper también ya comenzaba a ponerse cada vez más excitado.

Fue tanta la excitación que había entre ellos dos que no aguantaron y llegaron a la penetración, el stripper había recibido un oral maravilloso por parte de mi esposa y de su pene comenzaba a escurrir demasiado líquido preseminal, mi esposa también estaba muy mojada por tener semejante miembro para ella sola, nunca imaginó coger con alguien así, el stripper le daba unas embestidas a mi esposa como nunca antes las había tenido, mientras la embestía, él frotaba con sus dedos el clítoris de ella, lo frotaba por lapsos lento y por otros más rápido.

De la música ya no sabían nada, pues sus mentes estaban más concentradas en coger que en escuchar; llegó el momento que de tanto placer que sentían, terminaron al mismo tiempo; la continuó penetrando, ese hombre parecía que no tenía limites; estando acostada y el arriba de ella y con sus piernas en sus hombros, logro volver a tomar más fuerza e intensidad viril haciendo que su pene entrara hasta dentro de ella; ambos estaban sudados, mi esposa ya estaba con los pómulos muy rojos de tanta excitación, se colocó arriba de él y se daba unos movimientos pélvicos como nunca antes lo había hecho, su espalda ya era un mar de sudor, estaba muy excitada y no quería irse sin darle una rica cogida a ese hombre.

El stripper la colocó de perrito y también ahí le pudo propinar todo el tamaño de su pene, la volvió a colocar boca arriba y le levanto sus piernas para subirlas a sus hombros, esa posición le había encantado a el porque de esa forma podía ver los pechos de mi esposa que no es por presumir pero los tiene hermosos y muy antojables para besar.

Le besó sus pechos, se los acarició, le agarró los pezones hasta que nuevamente mi esposa logro tener un orgasmo logrando correrse, acto que ya había logrado esa noche; el stripper se excitó al ver esta escena y eyaculó en los pechos de mi mujer; una vez que habían terminado ambos, mi esposa se retiró de la cara el antifaz, se fue a darse un regaderazo al baño contiguo, al salir del baño, él stripper ya no se encontraba en aquel cuarto, mi esposa tomo sus pertenencias y salió de aquel cuarto con una grata sonrisa; sonrisa de placer, de excitación y de morbo.

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