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Visitas a mi vecino (El partido)

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Diego procuró abrir la puerta con la máxima cautela; no quería despertar a su abuelo. Aunque, probablemente ya estuviera levantado, eran las 08:15.

Le pidió a Ariel que entrara con mucho sigilo... no obstante, como oyeron que el abuelo ya estaba trasteando en el cuarto de baño, aprovecharon ese momento para subir rápidamente a su habitación. Luego, Diego colocó su cartelito de “ABUELO, DEJAME DORMIR” en la puerta; y por primera vez sintió la necesidad de echar el seguro.

También le escribió una nota:

Abuelo, Ariel está aquí. Me lo he traído a pasar el finde con nosotros. Hemos tenido una noche muy movida. ¡Por favor!, dejanos dormir ¿vale?

¡Gracias!, “abu”. ¡Te queremos a tope!.

Diego y Ariel.

Y la echó por debajo de la puerta.

Se ducharon y se metieron en la cama de 1,10 mts., en la que dormía Diego. Y, a pesar del cansancio, y como el que no quiere la cosa, empezaron con un run-run y unas risitas... y ahora te toco aquí, y luego allí… y, ¡en fin!... que terminaron follando. Eso si, con cuidado de no hacer demasiado ruido…

Como era sábado, Diego no tenía que ir al Instituto; y a las 09:30, todavía despierto, escuchó los pasos de su abuelo junto a la puerta.

- Menos mal, que hoy no tengo clase…

Y se fue quedando dormido...

A las 15:10, Fermín, que estaba en la cocina, y viendo la hora que era, creyó que esos gandules ya debían levantarse. Y subió, y llamó a la puerta haciendo todo el ruido que pudo.

- ¡DIEGO!... ¡DIEGUITO, HIJO!... ¡VENGA, QUE YA SON LAS TRES!, ¡COÑO!… O, ¿VAIS A ESTAR TODO EL DÍA EN LA CAMA?

Las voces de Fermín despertaron a Ariel, que se dio la vuelta y vio que Diego seguía sopa. Lo miró un ratito; y se quedó escuchando su respiración. No pudo evitar sentir el deseo de besarlo... y saborear sus labios...

- ¡Mmmmmmmmm!, pero que rico estás ¡cabrón!…

Diego, que no quería despertarse, correspondió a ese beso.

- ¡Mmmmmmm!…

Luego, se apartó un poco y saltó fuera de la cama.

Se puso los pantalones cortos y…

- ¡Anda!, levántate ya… que son las tres, ¡coño!

Entonces, Diego abrió los ojos y lo miró fijamente.. de arriba a abajo...

- ¡Joder que prisas!... estoy matáo, tío... ¡de verdad!

- ¡Venga!, anímate y levántate... que el abuelo nos está esperando.

Y haciendo un esfuerzo... salió de la cama.

Se puso unos calzoncillos limpios y echándole el brazo por los hombros, se lo llevó escaleras abajo.

- ¡Hombre!, ¡Ariel!, ¡hijo!. No sabes como me alegro de verte por aquí.

Y le dio un par de besos.

- ¡Hola, abuelo!…

… ¡ya ves!, que me encontré anoche con Diego, y me ha secuestrado…

- ¡Eeeeh!… sin pasarse.

- ¿Y, tu?, ¿qué?…

... como siempre ¿no?…

... ¡medio desnudo!

- ¡No exageres”, “abu”…

… ¡ya sabes, que me gusta estar cómodo, cuando estoy en casa!.

- ¡Si!, pero es que ya no eres un niño, Diego…

Diego hizo alusión a los pantalones que llevaba Ariel; que eran bastante cortos, para no ser el único.

- ¡Bueno!, ¡bueno!… por mi, como si queréis andar en pelota picada...

... ¡queee he comprado unas porras, para desayunar!…

Pero, me imagino que a estas horas, casi mejor que nos comemos esta paellita ¿no?; y colocó una soberbia paella sobre la mesa, mirándoles con mucha picardía y con una sonrisa de oreja a oreja.

- ¿Que?… ¿no te gusta la paella?, dijo, mirando a Ariel

Ariel sonrió, sin saber que contestar…

Levantarse y meterse un plato de paella, para desayunar, era algo que no había hecho nunca.

Pero, Diego, le miró y le preguntó…

- ¿Paella?

- ¡Venga!, vale... ¡paella!...

- ¡Vaya!, por lo menos no habéis perdido el apetito, dijo Fermín… y se echaron a reir...

Después de comerse una paella para cuatro, entre los tres.

- ¡Vaya!, pues si que parece que había hambre, ¡eh!

- ¡Claro!, “abu”, a estás horas, y sin desayunar… imagínate.

Sacó el postre y lo dejó sobre la mesa; un par de rodajas de piña para cada uno…

Y mientras rociaba esa piña con licor de kirsch, procuró sonsacarles todo lo que pudo con una charla amena y aparentemente inocente; quería saber como había sido el encuentro de los dos, la noche anterior.

Y al terminar de comer...

- ¡Bueno!, que sepáis que después de la siesta, me voy a ver el partido con mis amigos ¡eh!. Estaré en casa de D. Carlos, Diego; por si me necesitáis para algo ¿vale?

- ¡Vale! “abu”. Nosotros no creo que salgamos ¿no?, y miró a su primo

- ¡No!, mejor nos quedamos aquí y vemos el partido ¿te parece?.

- ¡Ok!

- ¡Pues eso!, lo dicho... que me voy a echar un rato ¿vale?

- ¡Vale!, “abu”…

- ¡Hasta luego!, abuelo…

- ¡Hasta, luego!, hijo...

De repente, se acordó de Rafa… y subió a por el móvil, para ponerle un wassap:

- ¿Que vas a hacer esta tarde, Rafa?

Rafa, en ese momento, tenía muchas cosas en la cabeza, y cuando vio el wassap, escribió...

- Luego te llamo, ¿vale?. Ya sabes que me gustaría verte esta tarde, pero no sé si podre.

- ¡Ok!... luego hablamos.

Se colocó el móvil en la cinturilla de los calzoncillos, y...

- ¡A lo mejor!, luego te presento a alguien…

- ¿Si?… pues yo, contigo tengo bastante. No me hace falta nadie más, le contestó Ariel…

- ¡Chssh!... ¡calla!…

… a ver si te va a oír el abuelo.

Ariel se acercó a él; y le dijo al oído...

- ¡Lo siento!... pero, es que contigo me siento muy a gusto Diego…

… y, como te has puesto tan guapo últimamente...

Diego, le miró sonriendo y con cierta picardía; y agarrándole de la cinturilla del pantalón, tiró de él para llevárselo arriba.

- Vamos a echarnos la siesta, ¿vale?…

… y, le dio un pellizco en el culo.

- ¡Ay!, cabrón

- ¡Jajaja!

Se habían quedado solos…

Y Ariel se quitó el pantaloncito, para quedarse completamente desnudo.

Se íban a follar; estaba claro....

Se tumbaron en la cama, y cuando Diego levantó las piernas para quitarse los calzoncillos...

- ¡A ver!, ¡a ver!

Y acercándose le sujetó las piernas y le metió la lengua entre las nalgas…

-!Ayy!…¡joder!…

- ¿Que?…

- ¡Nada!. Que me haces cosquillas, ¡coño!

Entonces, alargó la mano y le cogió el rabo…

- ¡Pero que buen rabo tienes!… ¡como me gusta!... y se lo llevó a la boca…

Se amorró, bien, a esa polla y empezó a chupársela como el que tiene todo el tiempo del mundo…

Y, claro, Dieguito, que estaba matáo, y recién comido, fue quedándose dormido...

No daba crédito

- ¡Este cabrón!... después de calentarme a tope, va... y se queda dormido…

Se dio la vuelta (y, casi, se cae)

- ¡Joder, que me mato!... ¡cago en la!…

A las 20.33

El móvil de Diego, empezó a sonar... y Diego pegó un bote y saltó de la cama…

- ¡Menos mal!, estaba esperando tu llamada… ¿me oyes, Rafa?… ¡es que, se oye mucho ruido!.

- ¡Si!, te oigo, pero regulín!... estoy en el autobús. ¡Oye!, ¿como va el partido?.

Diego, se dio un golpecito en la frente, y… ¡ostias!, el partido (se le había olvidado por completo).

- Pues, ¡espera que pongo la tele!, porque me acabo de despertar; y se acercó a poner su tele.

Todavía , no ha terminado el primer tiempo. Quedan 11 minutos... y vamos ganando por 2 goles de diferencia…

- ¡Bien!… muy bien.

- ¡Oye!... cuando llegues, súbete a casa, que estoy solo…

- ¿Y tu abuelo?

- Mi abuelo se ha ido a casa de D. Carlos, a ver el partido. ¡Te espero!, ¿vale?.

- ¡Vale!

Y colgó.

Pero, al darse la vuelta, se encontró con Ariel, que estaba despierto y mirándolo…

- ¿Con quién has quedado?

- Con un vecino… ¡ya verás que cosa!

- ¡ Joder!, con lo a gusto que estamos tu y yo…

- ¡Tranqui!, te aseguro que lo vamos a pasar muy bien… confía en mi. Voy a la cocina, ¿te apetece algo?

- No sé… un par de plátanos, quizás...

... o, ¡una cerveza!, por ejemplo...

- ¡Jajaja!… a ver, ¿un par de plátanos?, o ¿una cerveza?

- Las dos cosas…

... ¿puede ser?...

- ¡Por supuesto!…

Ariel bajo al salón, y colocó varios cojines en el suelo... se sentó, y esperó a que llegara Diego para poner la tele grande

Cuando Diego apareció con su pedido, lo dejo encima de la mesita y se sentó a su lado

- ¿Y tu?, ¿no vas a tomar nada?

- ¡Claro!, por supuesto. Me estoy haciendo café... quiero estar bien despierto cuando llegue Rafa.

- ¿Tu vecino?

- ¡Si!… mi pedazo de vecino…

... ¡ya verás cuando le veas!…

- ¿Que?, ¿está bueno?

- ¡Buuhh!… ¡tremendo!

- Anda, pon la tele…

... que, está a punto de empezar el segundo tiempo.

Pero, entonces se oyeron unos golpecitos en la puerta de la calle, y salió a abrir…

- ¿Ya estás aquí?... casi, llegas tarde, ¡eh!...

Y al entrar en el salón, le presentó a su primo... (Rafa se quedó estático).

Ariel, se levantó y le ofreció su mano

- ¡Hola!

- ¡Hola!

Era evidente que Ariel estaba como un camión. Y a Rafa le encantó. Con esos pantaloncitos estaba absolutamente irresistible.

- ¡Estamos solos!. Mi abuelo no vuelve hasta que acabe el partido, así que...

¿Que iba a hacer con esos dos bombones?.

Los tenía su disposición; eso, no se les escapaba…

… y, tampoco, se le escapaba, que estaban esperándole para follar con él.

Se quitó las deportivas, y las dejó debajo de una silla...

… luego, se bajó la bragueta, y se desabrochó los vaqueros. Los abrió, lo suficiente, como para que se viera bien esa pelambrera... y, se quitó la camisa de cuadros que tan bien le sentaba. Y luego, se quedó mirándolos…

- ¡Ven!, sientate aquí, le dijo Diego; indicándole un hueco que le habían hecho entre los dos…

Ariel, iba pillando onda...

… y alucinaba con el cuerpazo de Rafa. Además, sin saber porqué, le había caído de puta madre. Le gustaba su rostro... y, esos ojos, eran de buena persona.

Se sentó entre los dos, y enseguida sintió la mano de Diego, que empezó a meterle mano por la bragueta...

Le agarró el rabo y se inclinó para comérselo.

- ¡Uffff!, que pedazo…

Luego hizo intención de querer meterle la mano debajo de los huevos, para acariciarle el ojete... pero, dada la posición, resultaba un poco incómodo; así que, optó por subirla hacia arriba y meterla bajo la camiseta para acariciarle el pecho y pellizcarle las tetillas.

Rafa se retrepó un poco, para que pudieran quitarle los pantalones...

Pero, Ariel, todavía no se atrevía a tocarle…

Y, se dio cuenta.

Le sonrió amigablemente; y acercándose a él, le besó con mucha dulzura.

- ¡Mmmm!, que tío mas tierno, pensó Ariel… y ¡como besa!, el cabrón.

Le encantó esa pequeña introducción...

Diego, necesitaba ver ese culo e hincarle el diente, ya mismo… así que aprovechó la nueva posición, para tirar de los pantalones y quitárselos.

Cuando Rafa se quedó con el culo al aire

Ariel, exclamó:

- ¡Madre mía!, ¡que cosa!

Acababa de entender porque Diego había quedado con él. Los bajos de Rafa era dignos de admiración.

- ¡Que lujo!, pensó...

Le colocaron de lado, y Ariel a un lado, comiéndole la polla y Diego al otro, dándole lengua en el culo, comenzaron a trabajarse al Rafa, que abriendo las piernas y levantándolas, ofrecía una vista absolutamente irreverente.

Y así, le tuvieron un buen rato; hasta que Rafa sintió la necesidad de empezar a follárselos.

El segundo tiempo avanzaba y Rafa no podía evitar mirar ese reloj de pared. Así que, dándole la mano a Diego para que se levantara, le puso mirando Cuenca, cabalgando al trote.

Ariel, se quedó mirando los zambombazos que le pegaba, mientras se metía el dedo en el culo, con las piernas en alto, sentado en el sillón de al lado. Disfrutaba viendo ese culazo.

- ¡Pffff!...¡que bueno está el cabrón!

De repente, Rafa soltó a Diego y le ofreció la mano a él.

Miró ese cipote, inhiesto... y se arrodilló a comérselo con muchas ganas. Rafa, lo mantenía cogido por cabeza para que se la tragara hasta el fondo; y cuando vio que ya tenía abundante saliva en el rabo, se la sacó de la boca y empezó a metérsela con cuidado.

- ¿Te gusta?

- ¡Me encanta!, tío.

- Pues aprovecha, que te voy a poner bien.

Empezó con mucha suavidad; y mientras se la metía, le daba mordisquitos en el cuello…

pero sintió las manos de Diego en la raja del culo y se animó; aumentando el ritmo y la fuerza.

Ahora ya le pegaba buenos menéos...

Le encantaba ese lindo y sedoso culo. Pero, Diego estaba detrás de él, y no dejaba de sobarle; le cogía de los huevos mientras se lo follaba, e intentaba dedearle.

Terminó por conseguir que lo dejara y le prestara atención.

- ¡Quiero follarte!, ¡coño!

Rafa le miró muy tierno, y con todo su cariño se tiró al suelo. Rápidamnete, Ariel se encargó de sujetarle las piernas en alto y Dieguito empezó a trajinárselo loco de contento.

- ¡Es que este culo me vuelve loco!, tío… ¡de verdad!. ¿Has visto que culo, Ari?

¡ ¡Uuufff!… ¡ya lo creo, primo!. A mi me pasa lo mismo… ¡me encanta!...

Se lo Follaron a tope y le hicieron de todo, sin descanso; y, hasta que no sonó el pitido que daba por finalizado el encuentro, o sea, el final del partido, no se terminó la fiesta.

Luego, se quedaron mirando la tele durante un rato, a ver si tenían suerte y había prórroga. Pero no la hubo.

Cuando Rafa se marchó, se desinflaron. No podían mas…

Esperaron mas de media hora a que subiera el abuelo. Pero como ya eran las 22:24… y no subía.

- Voy a ver que pasa con el abuelo, ¿vienes conmigo?… solo es un piso.

- ¡Venga!

Bajaron a casa de D. Carlos y…

- ¡Coño, Eugenio!, ¿estabas aquí?.

- ¡Hola, Dieguito!… ¡si!. Me vine a la hora de comer, para estar con Carlos... hoy y mañana.

- ¡Estupendo!… no sabes como me alegro de verte.

- Yo, también ¡claro!. Pero, ¡pasad!...¡pasad!, no os quedéis ahí.

Al entrar en el salón D. Tomás se estaba despidiendo de D. Carlos... y al verlos; los dos se revolucionaron un poco.

- ¡Coño!… ¿pero quien es este?, Dieguito, dijo D. Tomás…

- Es mi primo Ariel, que está este finde en casa.

Y mirando hacia el sofá…

- Mira el abuelo… ¡está sopa!. ¿Lleva mucho tiempo así?, preguntó.

- No, se acaba de quedar dormido, dijo D. Carlos...

D. Tomás se acercó a Ariel y…

- ¡Es un placer!, y le ofreció la mano.

- ¡Mucho gusto!, señor

- Me llamo Tomás… y soy amigo de la familia.

D. Carlos, que no podía dejar de mirarlo, no dijo nada; y aunque no le gustaba tanto como Dieguito, se dio cuenta, enseguida, de las hechuras del muchacho.

- ¡Bueno!, yo me retiro, dijo D. Tomás…

Y terminó de despedirse de todos.

- ¡Supongo que no tardaremos mucho en vernos!, ¿no?… y salió de la casa.

Diego despertó a su abuelo.

- ¡Venga, “abu”!, que el partido ya ha terminado. ¡Vamos a casa!

Fermín se despertó un poco aturdido pero...

- ¡Vaya!, siempre me pasa lo mismo, dijo mirando a D. Carlos. ¡Bueno!, tu ya me conoces Carlos. Ya sé que no molesto. ¡Gracias, por la estupenda velada!.

Y los chicos acompañaron a su abuelo, a la salida…

Pero, antes de salir por la puerta, Eugenio les invitó a que bajaran a tomar café el Domingo.

Y naturalmente aceptaron…

¡Bueno!… Dieguito aceptó.

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