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El primer orgasmo de Jazmín

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A mis 50 años, he estado y conocido a una buena variedad de bellas mujeres. Algunas más abiertas que otras, unas sumamente tímidas, aunque con la curiosidad y morbosidad de la gran mayoría. Regresando a ese dulce pasado, me llega a la mente una bonita experiencia con la singular y exótica Jazmín. Una chica de bellísimo rostro, de cabeza redonda y ojos achinados, labios sugestivos y nariz minúscula que hacían una estupenda simetría denotando un rostro divino con una timidez que era parte de muchas sorpresas. Su cuerpo era “petit”, más inclinado a ser más llenita, aunque no le podíamos describir de gorda, y más que todo, su peso corporal de algunas 125lbs, en una altura de un metro y 55 centímetros recaía en sus bonitos glúteos y dos redondos y espectaculares bustos.

Fue mi amiga Jill quien me la presentó, una chica de esas que describo de muy abiertas, especialmente cuando ya encuentran confianza. Jill y Jazmín trabajan en el departamento de contabilidad y las sorprendí en una de esas pláticas donde la palabra infidelidad y disfunción sexual eran las que se pronunciaban en el momento. Jazmín, creo que se apenó al verse sorprendida hablando del tema, pero Jill continuó sin inmutarse, y era ella la que me hizo parte de la plática con la pregunta siguiente:

- Tony, ¿qué piensa de la disfunción sexual?

- ¡Grave problema! –le contesté y le hice la broma. -¿No me digas que tu o tu esposo Tim tienen tal problema?

Conociendo a Jill ya por muchos años, sabía que no se trataba de ellos, pues Jill aunque algunas a veces se quejó de la falta de sexo entre semana, su esposo la compensaba los fines de semana, especialmente los domingos, que incluso ella se refería a su esposo, como el dominguero. Ella sonrió y me dijo que se trataba de una amiga que conocía, y hablé con ellas acerca del tema y todas sus problemáticas por algunos minutos. Luego Jill, en otra ocasión me hacía saber que se trataba de su amiga Jazmín, que aunque llevaba ya un par de años de casada y cuatro de estar activa sexualmente, no lograba llegar al orgasmo y que aquello la llenaba de mucha ansiedad y a veces de depresión. Según Jill, Jazmín tenía cierto placer en el sexo, pero no lo podía describir con esa fuerza que muchas de sus amigas lo hacían en referencia al orgasmo, así que ella no estaba segura si había obtenido alguno en su vida. Por lo menos tenía cierto placer sexual, pero no era tan mágico como otras amigas le hacían saber de sus experiencias.

Miraba a Jill y a Jazmín siempre juntas en horas del almuerzo y dejé de verlas cuando me promovieron a gerente regional de ventas y tuve que cambiar de oficina en otra ciudad. La volví a encontrar meses después en un seminario y al cual yo tenía que dar una lección con respecto a un tema de contabilidad y la relación con nuestros clientes. Regularmente la mayoría de aquel grupo eran mujeres y entre ellas resaltaba por su belleza exótica la chica de 25 años de nombre Jazmín. Como la conocía y había hablado con ella anteriormente, se me hizo fácil ponerla de conejilla de indias para algunos cuantos ejemplos que tuve que dar. Pude observar que era en mucho tímida y se sentía insegura al hablar en público. Cuando entramos en receso para tomar algunos bocadillos y bebidas me la encontré fumándose un cigarrillo en un corredor abierto a solas y me entró curiosidad de conocer más de ella. Yo no fumo, pero aquello me abrió la oportunidad de conversar con ella a solas.

- Jazmín, ¿me regalas un cigarrillo?

- ¿Usted fuma?

- De vez en cuando…

- ¡Nunca lo he visto fumar!

- Es buena terapia en momentos de mucho estrés.

- Me pasa lo mismo, no fumo todo el tiempo, solo cuando tengo mucho estrés.

- ¿Y cómo vas manejando tu problema?

- ¿Cuál problema?

- Del que hablaban con Jill en otra ocasión.

- ¡Qué Jill! ¿Le contó?

- Bueno, tú conoces a Jill y ella es muy abierta para estos temas, como debería ser todo el mundo, pero no te sientas mal, lo que yo conozco se quedará conmigo y nada más.

- En realidad, para hacerle honesta, me incomoda hablar de esto con un hombre, especialmente si no lo conozco muy bien. ¡Creo que me fumare otro cigarro! – y ríe tímidamente.

- ¡Disculpa! No quiero incomodarte… no es mi intención…

- ¡No se preocupe! Quizá es lo que necesito… hablarlo con un hombre.

- Si tienes confianza en mí, pues estoy dispuesto a brindarte mi tiempo.

Ella queda pensativa y me mira con cierta curiosidad. Enciende otro cigarrillo con el que acaba de terminar y me dice:

- ¿Cómo comienzo? Mire, me casé con Marc hace un poco más de dos años, pero sexualmente estamos activos desde hace cuatro. Todo es emocionante con Marc, pero como dice Jill, quizá el no prepara mucho el preámbulo y últimamente todo es más breve con él. Al principio él se tomaba más tiempo y aunque considero por lo que dice Jill, Marc es un eyaculador precoz, pero antes tenía más resistencia y hoy parece que nada le importa, el tiempo se ha reducido a un par de minutos y es quizá lo que me frustra… yo espero un poquito más.

- Me habló Jill que no conocías lo que es un orgasmo… ¿es verdad eso?

- No sé cómo contestar: según me habla Jill, por lo que he hablado con ella y su experiencia, ella creo que no.

- ¿Cuántas veces hacen el amor a la semana?

- Dos o tres veces… regularmente el fin de semana.

- ¿Cuántos minutos estimas dura el preámbulo para llegar al sexo?

- No mucho tiempo… según Jill no es mucho tiempo y el problema que Marc, ya en dos minutos ha eyaculado.

- ¿Practican sexo oral? –ella sonríe con cierto nerviosismo y contesta.

- No… no me siento cómoda con la idea del sexo oral.

- ¿Lo han intentado?

- Un par de veces cuando todavía no estábamos casados… más que todo yo era la que le daba placer sexual a Marc, pero igual, llega la eyaculación rápidamente.

- ¿Marc te ha hecho sexo oral?

- Lo ha intentado, pero yo no me siento cómoda y Marc tiene unas inclinaciones higiénicas muy estrictas y no creo que el sexo oral sea algo fuerte o al menos que le apetezca con gran revuelo.

De esta manera conllevamos varias pláticas: algunas personalmente, pero sentía que se abría un poquito más cuando lo hacíamos por teléfono. De esta manera me hago su confidente intentado que ella encuentre placer sexual con su esposo. Debo decir que estas pláticas me encendían y creo que a ella también, y no le fui más directo al principio, pues siempre he tendió a más de una chica disponible para desahogar mis deseos. Pero un día miré la oportunidad de insinuarle que le fuese infiel a su marido y saber si era ella la del problema o su marido realmente era pésimo en la cama. Lo hice, pues también Jill en cierta ocasión me había dicho que yo le gustaba a Jazmín y que ella había declarado en son de broma, que le seria infiel a su marido solo con un hombre como yo.

Un día en el proceso de una ardiente plática se lo propuse, pero no directamente conmigo: solo quería explorar las aguas y ver a qué rumbo me llevaban.

- ¿Has fantaseado tener sexo con otro hombre?

- Sí, creo que todas lo hacemos.

- ¿Te atreverías?

- ¡No sé! Siempre dicen que es mejor no decir: De esta agua no beberé. ¿Por qué lo pregunta?

- Creo que para que te conozcas a ti mejor y saber que tú no eres la impotente, inténtalo con alguien más.

- ¡Me da miedo de solo pensarlo! Sabe, Marc quizá sea un mal amante, pero es un buen hombre. Ya le dije y he sido honesta con usted para que me aconseje, pero ya le he contado que aun con auto estimulación, no he logrado lo que Jill y otras chicas hablan de un orgasmo. Además, no quiero encontrarme en problemas con un amante, que luego se vuelva todo problemático y conflictivo.

- Entiendo… ¿y qué tal si esa persona fuera yo? Yo no busco compromisos, ni problemas con nadie. Lo intentaríamos y solo será un experimento, o como tú lo quieras ver. Nadie lo sabrá y solo volvería a pasar si es que tú lo quieres. Conmigo nunca habrá un compromiso. – y me quedó viendo con unos ojos tímidos pero inquietos.

- Déjeme pensarlo. – y aquel día colgó despidiéndose con un beso.

Pensé que no volveríamos a tener esas pláticas, pues directamente le había propuesto que cogiera conmigo, pero un buen día viernes por la tarde me llama al celular diciéndome:

- Lo he pensado bien y quiero tener esa experiencia con usted.

- ¿Dónde nos podemos ver y cuándo?

- Mañana sábado tengo toda la mañana libre. Marc trabaja de 8 a.m. hasta las 5 p.m.

- Qué te parece si jugamos tenis por la mañana por una hora y luego tomamos desayuno y veremos que sucede después de ahí.

- ¡Me parece bien!

- ¿Dónde lo veo?

Le di las coordenadas del club de la subdivisión por donde yo vivo y que también es un club de golf y tiene un bonito restaurante con buena vista a un lago.

El siguiente día la veo llegar con su atuendo deportivo donde en su suculento trasero, denotaba esas líneas del relieve marcado de su pequeño bikini. Sudadera blanca con un pantalón rojo y zapatos deportivos blancos. Era exquisito verla vestida de esa manera, pues anteriormente en nuestros encuentros personales, siempre eran faldas apropiadas para el trabajo que desempeñaba y se miraba muy atractiva, pero en sus pantalones deportivos esos dos glúteos se miraban extraordinarios, con un balance y simetría de sus dos ricos y redondos melones.

Jugamos un par de sets y luego de tomar una fría ducha en el lugar, nos fuimos al restaurante del lugar y Jazmín vestía otro atuendo deportivo, pero ahora de color blanco y negro, y ahora no podía ver ninguna marca en su precioso trasero. Quizá aquel relieve se perdía en la rajadura de sus ricas y agraciadas nalgas. Pedimos un café, algo de fruta, un homelete para cargar energías e hicimos una pequeña plática que nos llevó a la razón de este encuentro. Creía entender que la problemática de ella, eran un esposo con el típico problema del eyaculador precoz, con tabús sexuales y muchas restricciones religiosas, acompañadas de algunas inseguridades. Fui directo y de esta manera entrar en ese ambiente para ir cultivando el calor sexual.

- ¿Estas segura que quieres experimentarlo?

- Si Tony, estoy decidida.

- ¿Tienes confianza en mí?

- Usted me conoce mejor que cualquier otra persona… si confió en usted.

- Ok Jazmín, déjate llevar y no intentes llegar al orgasmo… solo deja que las cosas fluyan. Habrán unas que te gustaran más que otras y quizá algunas que te incomodaran. Si ese es el caso, házmelo saber y cambiamos ruta. Por el momento solo imagina que estas con un buen amigo y que algo bueno puede suceder. ¿De acuerdo?

- De acuerdo.- dijo.

Salimos del restaurante y me fui para un hotel afuera de la ciudad, que solo está a unos quince minutos de donde vivimos. Jazmín se ha quedado en el coche, en espera que yo conlleve el trámite de renta del hotel. Voy en busca de ella y por primera vez la tomo del brazo como si de mi novia se tratara. No hay palabras, estamos en silencio absoluto y caminamos por unos pasillos, tomamos el elevador que nos lleva al cuarto, lo abro y ahí está la habitación que será testigo de esta aventura entre esta chica que dice nunca haber experimentado un orgasmo en su vida. Entra, y sé que lleva en su piel el nerviosismo que hasta su piel se eriza y sus manos se ponen frías. Pongo algo de música y creo que no quiere hacer contacto visual, esquivo su mirada y sé que está nerviosa. Yo hago tiempo y la tomo por sobre su espalda y solo le digo: Tranquila. Mientras mis labios le rozan el cuello.

Jazmín tiembla y su sonrisa es nerviosa, y no le beso sus labios, voy a su cuello y siento su temblor. No se lo hago saber… sé que le pasara con el correr de los minutos. Ahí me mantengo, por sobre su espalda y besándole el cuello apasionadamente. Solo me pide que tenga cuidado de no dejarle marcas. Le digo que no se preocupe, que es lo menos que pienso hacer; dejar huella de lo que vamos a vivir. Mientras sigo besando su cuello, por sobre su sostén comienzo a masajear sus ricos melones. Ella me dice que se desabrocha por enfrente. Así lo hago. Sus ricas tetas quedan libres sostenidas entre mis dos manos y me doy gusto con masajearlas a placer. Su piel se eriza y gime de placer y sus pezones se sienten erectos y bien pronunciados. Debo decir, que los melones de Jazmín, han sido los más redondos y sólidos que he disfrutado, con una hermosa y carrasposa areola rosada que hacía contraste con su tez clara.

Me mantengo con el masaje total de sus pechos, mientras le mordisqueo la oreja y le lamo alrededor de su orificio auditivo. Jazmín solo gime y su piel se vuelve carrasposa de lo eriza que se pone. No ha dejado de temblar y en minutos le despojo de su blusa blanca deportiva y veo esos exquisitos melones tan perfectos y que intuyo son exquisitamente naturales. Me siento frente a ella en la cama, y ese precioso busto me lo paso por toda la cara y ahora haciendo aquello le tomo de sus ricos glúteos y los masajeo mientras mi boca succiona los erectos pezones de Jazmín. Ella gime de placer y su respiración se acelera. He comenzado a bajar su pantalón deportivo y ella sigue parada mientras yo mamo sus ricas tetas y como lo imagine, su tanga era absorbida por las majestuosas y perfectas nalgas de Jazmín. Las masajee con todas mis ganas mientras devoraba sus ricas tetas a placer.

Voy paso por paso, pero me invade esa tentación de quitarle su tanga blanca y me contengo. Le doy vuelta de espaldas y ahora Jazmín me queda de espaldas y yo sentando en la cama, sus exuberantes nalgas me quedan a nivel para lamerlas. Ella al principio intenta esquivarse, pero accede, quizá para no encontrar el primer bache de este rico y apasionado encuentro. Le hundo mi lengua en sus nalgas y solo me bloquea ese hilo dental de su tanga para hacer contacto directo con su ano. Lamo una y otras vez su rajadura entre sus dos nalgas mientras mis manos han encontrado la humedad de su rica conchita. No solamente estaba calientita, se derretía en una miel espesa que había traspasado la barrera de la tela de su blanca tanga.

La invito a que se siente en la cama, mientras yo me quito la camisa y el pantalón. He llevado ropa interior estilo bikini, y dejo que Jazmín me mire como está contenida en las fibras de algodón que mis líquidos seminales ya comenzaron a dejar evidencias del fuego que me provoca Jazmín. Le pido que me baje el calzoncillo y Jazmín lo hace de una manera tímida y me mira el rostro, pero quiere ver también mi erecta verga que queda suspendida como si se tratara de una lanza. No dice nada, no hace nada… yo no le pido nada. Ella está aquí para descubrir algo y solo espero para que ella mire mi verga, que aprecie las venas inflamadas y como responde a la contracción que le envío que hace que mi glande se ensanche y se eleve un poquito más.

La pongo en la típica posición del misionero, donde ella se encorva para que yo pueda quitarle su tanga blanca sumamente empapada de sus jugos vaginales. Le abro las piernas y por primera vez le saboreo el clítoris. Suavemente le hago círculos y dejo que mi lengua se resbale hasta el área del perineo. Su conchita es expuesta, de labios gruesos y clítoris pequeño. Gime y respira cuando siente mi lengua venir de un lado al otro. La tengo frente a mí y Jazmín solo cierra sus ojos, como evitando verme y llenándose de placer. He masajeado su clítoris por minutos y ahora mis labios han vuelto a retomar sus pezones, y cambio del uno al otro. Algunas veces lento y otras más agresivos y solo dejo que mi glande le de masaje a su clítoris, cuando yo lo tomo y se lo froto por toda la rajadura. Jazmín frunce el seño, cierra los ojos y abre la boca como si quisiera recibir un beso. Me mantengo en esa faena, pero por la altura mía de un metro y 86 centímetros, he dejado de masajear su clítoris con mi verga, pero sigo mamando sus pezones a placer, mientras en esa posición del misionero con mis dedos le restriego su clítoris y Jazmín comienza a hacer ese movimiento de pelvis como pidiendo mi verga, pero me mantengo y acelero con más violencia el golpeteo a su vulva y ella acelera el movimiento de su pelvis en un vaivén desenfrenado y vuelve a gemir profusamente. Apunto mi glande hasta el fondo de su vulva y Jazmín da un grito de placer y su movimiento de su pelvis con el mío encuentra ese ritmo de danza sexual que a los segundos culmina con un alarido de placer y solo oigo que me dice: Tony que rico, que delicioso. –Y de esa manera continua por largos segundos hasta que vi aparecer lágrimas en sus ojos y una enorme humedad se hizo presente en las sabanas de la cama, pues al imaginar que la había hecho lograr en conseguir su primer orgasmo, me encendió su gemido y le llené su rico orificio de una rica corrida.

Debo decir que toda aquella humedad no solo era producto de mi esperma, sino que Jazmín, es de ese tipo de mujeres que experimentan lo que muchos conocen como “Squirt”. Despiden cierta cantidad de orines cuando se están yendo. Quizá esa era la sensación que Jazmín quería evitar, esa sensación como la de querer orinar cuando sentía se venía. Ella se disculpó con algo de pena, pero yo quería que se sintiera segura y que esa experiencia que ella me haya mojado todo, que me parecía una experiencia exquisita y única que quería volver a sentir.

Nos bañamos y con la secadora de pelo, secamos la cobija humedecida de nuestro primer coito. Ya con más confianza, Jazmín me hizo un oral, que me levantó de nuevo las ganas y quedaba admirada con mi capacidad de continuar en esa faena sexual después de mamármela por unos diez minutos. Aquella experiencia con Jazmín, me hizo darle la excusa para que me diera su rico culo. El sexo anal verdaderamente era un tabú para ella, pero hice que se liberara y después de una breve platica, accedió a intentarlo. Le di una lamida en el culo que solo gemía de placer y podía ver que se volvía loca que instintivamente ella misma comenzó a apretarse los pezones. Sabía que aquella sensación de sentir mi lengua en su culo la había encendido y dispuesta a experimentar mi verga en su trasero. Obviamente fui cuidadoso y pude sentir, como mi verga poco a poco se hundió en el culo de Jazmín. No decía palabra, solo se limitaba a gemir y respirar profusamente. La tenia de lado en la cama, con una de sus piernas sobre mi rodilla doblada y me dejaba expuesta su concha para que se la masturbara, mientras con mi mano derecha le hacía masajes a su pezón. Tomo unos 5 u 8 minutos para que ella volviera a corresponder con un ritmo sensual ese terremoto que estábamos luchando, pero una vez establecido, aquel vaivén no ceso, hasta que los gemidos y gritos de placer volvían a aparecer. Yo le frotaba el clítoris con mi mano derecha y con la izquierda le masajeaba su pezón izquierdo, mientras mi verga entraba y salía de su rico culo hasta que volvió a explotar y sentí como ese torrente de meados chocaban en mi mano: Tony, que rico, que delicioso esta esto. Se gemido se extendió por segundos y le taladre su rico culo hasta venirme yo también.

En aquella ocasión tuvimos dos relaciones anales, una oral y dos vaginales. En las cinco se corrió con tremendo “squirt”. Ella se sintió mal cuando se fue haciéndole el oral, pero le dije que esa era la sensación que muchos buscan en una mujer: Hacerlas acabar en toda su plenitud.

Por aquellos días, nos mantuvimos activos en maratones sexuales con Jazmín. Le tomó cierto tiempo entender y asimilar lo insólito de la forma de llegar al orgasmo. De mi parte, lo había leído pero nunca lo había experimentado, hasta ese día que me ocurrió con Jazmín.

Fue una experiencia nueva para mí también, pero valía la pena y tenía ese morbo especial, hacer acabar a esta chica, siempre fue una experiencia de impacto al ver aquellos chorros que salían con enorme presión de su rica y afeitada vulva.

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