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Castígame

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Las cosas que tenía que hacer para satisfacer sus propios caprichos.

Estaba escondida en un armario de limpieza dentro de la sala de maestros a espera de que su objetivo apareciera, al menos la espera era más entretenida viendo como varios maestros se masturbaban mientras hablaban de sus alumnas favoritas.

Cuando la sala quedó vacía fue cuestión de segundos para que alguien más entrará: la directora. No recordaba haber sentido fijación alguna por una mujer antes, pero ella hacía que se perdiera viendo los escotes que traía y las falsas entubadas que siempre presumía.

Se quitó la chaqueta dejando ver su blusa de tirantes y entro a su oficina para luego encerrarse. Gimió decepcionada y salió de ahí dispuesta a irse a clase; se hizo una nota mental de ir con el consejero a la hora del almuerzo para hacerle la mamada prometida por dejarla entrar.

Salió de aquella oficina y se lamió los restos de semen en sus labios. Camino hasta el baño y tomo agua para arreglarse el cabello, en eso la puerta se abrió y el sonido del seguro se hizo presente. Suspiró mentalmente y ni siquiera se molestó en protestar al sentir como alguien la abrazaba por atrás.

—Hola, Lauri.

—Señorita Cindy, creí haberte dicho que no tendré sexo con usted otra vez.

—¿¡Por qué!? ¡Mis pechos son grandes y lindos! ¡Doy el mejor sexo oral! ¡Y ambas sabemos que fue el mejor polvo que hemos tenido en mucho tiempo!— se acercó tanto llegando a rozar sus labios con la punta de su lengua —. Vamos, hagámoslo cariño.

—Le he dicho hasta el cansancio que aún no busco una relación seria. Pero descuide, cuando este borracha y busque con quien follar tú serás a la primera que buscare.

No era difícil saber que Cindy, su maestra de arte, estaba enamorada de ella. Sus sonrisas, sonrojos y leves toques durante clases la habían dejado a la descubierta, aún recordaba cuando le pidió que posara desnuda para poder pintarla: la primera y única vez que se acostaron.

Sus nervios estaban a flor de piel y eso le impedía reaccionar. Su situación era crítica y no sabía cómo manejarla: estaba frente a la mujer de sus orgasmos y con las bragas totalmente húmedas.

—Dime Laura ¿por qué robaste las llaves del auto de la maestra de arte?

Eso era mentira, parece que Cindy planeaba extorsionarla para tener lo que quería. Era una lástima que ni así logrará volver a tenerla a su merced; aunque tanto de eso empezaba a gustarle, quién sabe tal vez la maestra si podría repetir.

—No lo hice.

—Entonces ¿dices que mintió? —se quedó callada sin saber qué responder. La directora suspiro y de acomodo unos mechones pelirrojos antes de levantarse y ponerse al lado de la menor— Sé que has acudido mucho con el consejero y eso me dice que tienes problemas, pero quiero que sepas que esta no es la forma correcta de superarlo. Mira, te daré 10 segundos para que me digas algo que quieres y te diré si se puede, con tal de que luego me expliques toda tu situación —asintió hipnotizada por los ojos pardos de la mayor —. Bien, habla.

—Quiero acostarme con usted y que ambas gritemos el nombre de la otra mientras lo hacemos, directora.

Silencio.

La mayor miro perpleja a su estudiante antes de desviar la mirada a la ventana con una sonrisa. Se levantó y le dio la espalda mientras veía hacia la calle.

—Ahora entiendo: eres ese tipo de chica, la que es adicta al sexo. Yo fui igual que tú a tu edad y un poco más adelante también. Deje de hacerlo cuando me convertí en docente hace unos 6 años— hizo una pausa y se recargó en el marco de la ventana —. Recuerdo como lo disfrutaba y lo divertido que era. Tal vez tu pedido puede cumplirse, siempre me atrajo el tema "alumno-maestro".

Cerró la persiana y se volteó para verla con una sonrisa ladina, camino hasta su lugar y junto sus labios pidiendo un pronto acceso a su cavidad bucal. Cuando el beso termino, ambas empezaron a quitarse la parte superior de sus ropas quedando en brasier.

Hana -la directora- se sentó en su sillón y llamó a la castaña para que se acostara sobre ella, una vez ahí empezó a besarle el cuello y a acariciar su vagina por debajo de la falda. Levantó su propio bra y obligó a Laura a que chupara sus pechos con fuerza, le retiró la braga completamente mojada y la tiro hacia su escritorio.

—Mmm, sí que sabes hacerlo bien. ¿Has estado con otra mujer antes?

—Sí, con la maestra Cindy.

Su sonrisa se borró por unos instantes y acostó a la joven a lo largo del sofá y se posicionó sobre ella, lamió y chupo da pezones sacándole varios suspiros y gemidos; luego bajó hasta su vulva y metió la lengua provocando que Laura casi gritara. Así siguieron hasta acabar en el piso haciendo un 69 en donde ambas se vinieron en la cara de la otra.

Se comenzaron a vestir aun estando en el piso y Hana gateo hasta abrazarla por la espalda y darle un beso en el cuello.

—¿Y quién lo hace mejor? ¿Cindy o yo?

—Creo que tendré que intentarlo unas veces más para estar segura.

—Jaja, yo también lo creo.

Se besaron nuevamente y siguieron tocándose hasta que alguien tocó la puerta, regresaron a sus lugares y permitió que aquella persona entrará: era Cindy.

—¿Laura ya recibió su castigo? —pregunto fría.

—Sí, y creo que será suficiente por ahora Cindy. Llévala a su salón y dile que hará para compensar lo que hizo.

Dicho y hecho, ambas salieron de la oficina hacia los solitarios pasillos. Una vez ahí, la más alta tomo la mano de la joven y se acercó hasta que sus caderas casi chocaron.

—¿Qué es lo que me harás hacerte?

—Nada, solo que seas la niñera de mi vecinito. Tengo que cuidarlo pero tengo que organizar el parcial que viene. Pero si quieres, podemos entretenernos allí juntas —comentó de manera coqueta mientras depositaba un beso en sus labios— ¿Te gustaría, mi amor?

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