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Mi inicio como travesti (1 y 2)

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ACTO I

Mi historia empezó hace ya varios años. Recuerdo como me encantaba tocar las faldas de mi madre, sus vestidos y aprovechaba cada vez que estaba solo para ponerme alguno de ellos. Todo empezó estando en la casa de mi padrino. Él era el jefe de mi madre, pero nos dejaba quedar a dormir en su casa ya que nos quería como su familia. Una noche, mi madre decidió irse a su casa a descansar, mientras yo decidí quedarme en casa de mi padrino. Ella no vio problema y me dejo, recuerdo que permanecí unas dos horas solo. Mi madre había dejado uno de sus vestidos sobre la cama, recién salido de la lavandería. Era un vestido de noche, color negro largo con apertura en ambas piernas y las mangas con encaje. Lo levante para que no se arrugara, pero al contacto de la tela con mi piel, me recorrió un escalofrió, fue una sensación muy extraña para mí en ese entonces, pero me gusto. Me despoje de mi ropa, y quedando totalmente desnudo me lo probé. Corrí al espejo para ver cómo me veía. Por supuesto me quedaba largo y grande, pero me veía muy bien, esto combinado con el delicioso material del vestido me excito a tal punto que mientras estuve solo me lo deje puesto.

Los años pasaron y yo seguía con mi fetiche a escondidas. Nadie sabía de mi gusto, hasta que un día, un primo con el cual llevaba una relación de amistad muy estrecha, se quedó a dormir en mi casa. Nos desvelamos y terminamos hablando de chicas. Los dos vivíamos cerca y teníamos unas vecinas muy lindas, empezamos a fantasear con ellas lo que nos llevó a masturbarnos. Recuerdo que él me pregunto que se sentiría que le hicieran sexo oral, a lo que yo lo dude dos veces y baje hasta su pantalón de la pijama, se lo baje completo con sus interiores y metí su pene en mi boca. Sentí como se le ponía más duro con cada chupada que le daba. De repente escuchamos un ruido y nos alertamos, así que deje de chupárselo, se subió el pantalón y yo el mío y nos acostamos hasta quedarnos dormidos. Jamás hablamos del tema y tampoco se volvió a repetir. Después de esa noche me preguntaba porque lo había hecho. Me sentí mal y me dije que no volvería a hacerlo. Y así fue, el tiempo paso y me olvide del tema.

Paso más o menos un año después de esto, mi padre no vivía con nosotros, él vivía con una tía; era hermosa y ni hablar de su forma de vestir. A diferencia de mi madre, mi tía usaba tacones altos, sandalias, vestidos y faldas cortas. Yo solía quedarme en la casa de ella con el hijo de ella, mi otro primo. Pero ese día no estaba. Cada vez que yo iba admiraba su cuerpo su belleza y su hermosa forma de vestir y muchas veces me encontraba pensando en cómo me vería con aquella ropa puesta, pero de inmediato apartaba dichos pensamientos de mi cabeza. Un sábado que fui a la casa de mi padre, me quede allí en vez de salir a acompañarlo al trabajo como solía hacerlo. Como dije, ese día mi primo no estaba. Me fui para el cuarto de mi tía y me senté a ver tv. Por desgracia, o fortuna, no sé cómo llamarlo, el tv quedaba justo al lado del armario, que estaba abierto. Mis ojos se desviaban al montón de faldas y vestidos que allí había. No aguante la tentación y de un brinco salte al ropero de ella. Entre toda la ropa que había, recuerdo que entre todo lo que vi, cogí una falda negra, otra de un color verde pastel, un pantalón color blanco, una chaqueta formal que era el conjunto del pantalón, y un buzo blanco muy lindo que se ceñía muy bien al cuerpo. Pero esta vez no quería solo esto, quería aún más. Mi atrevimiento llego hasta el punto que abrí el cajón donde ella tenía su ropa interior, allí fue la primera vez que supe que era una tango y un hilo. Cogí una tanga hermosa, que se convertiría en mi favorita, con un moño en la parte de adelante y totalmente en encaje. Saque también unas medias veladas de nylon, un brasier de ella, que por cierto era talla 36C, enorme, y un hermoso cinturón de color negro también.

En el cuarto había un espejo de cuerpo entero, así que me despoje de mi ropa y empecé a vestirme. Me puse el brasier, después empecé su subir la tanga entre mis piernas, sentí como rosaba mi cola y tuve una erección. Encontré unas medias las cuales enrolle y puse como relleno del brasier. Me puse el pantalón de primero, por supuesto me quedaba enorme ya que mi tía tiene unas caderas muy grandes, no me sentía nada sexy así que de inmediato me lo quite. Me probé la falda negra, me quedaba igualmente ancha, así que lo combine con el cinturón negro que era elástico y ancho y me sostuvo la falda perfecta, se me veía muy bien, pero la falda me quedaba muy larga, así que la subí dejándola hasta la mitad de mis piernas. Se me veían fantásticas, cada segundo que me miraba al espejo, más y más se subía la adrenalina y mi excitación, cogí las medias de nylon y me las puse, al sentir como se ceñían a la piel de mis piernas me empecé a mojar, no quería parar, me puse la chaqueta blanca, aunque me quedaba grande, esa sensación de la tela con mi piel y sin ninguna blusa de por medio más me prendió. No podía creer lo bien que me sentía. Abrí el cajón de los zapatos y saque unas botas negras de caña alta que quedaban perfectas con el largo de mis piernas, y no dude dos veces en dar una vuelta así vestida por toda la casa. No aguante las ganas y me devolví, me quite la falda y la chaqueta y me probé la otra falda, la verde pastel. Esta falda seria mi favorita por muchos meses, cuando subió por mis piernas, sentí una tela diferente, mucho más suave y delicada. Era más ajustada y estaba al rincón del closet así que intuí que hace tiempo no la usaba ya que le quedaba pequeña. Me quite las botas y me probé el buso que había sacado, tenía una tela muy fresca y delgada, se pegaba muy bien a mis caderas. De nuevo fui al cajón de los zapatos y esta vez cogí unas sandalias color blanco de tacón alto, creo que unos 7 cm. Al verme de nuevo, fue tanta mi excitación que no aguante más, saque mi pene y empecé a tocarme mientras en mi mente se reproducían las imágenes de la vez que le hice sexo oral a mi primo. Sentía que el calor se acumulaba en mi cuerpo, me estremecí y sentí como algo salía por mi pene, algo caliente y en gran cantidad, fue la primera vez que vi mi semen. Fue tan grande mi orgasmo que sentí que toda mi energía había sido drenada de mi cuerpo, me senté un momento para recuperar el aliento. Mire al piso reguero de semen que había, corrí al baño y traje papel para limpiar. Después me acosté en la cama sin quitarme nada me puse de medio lado como toda una princesa y se me vino una idea a la cabeza: “¿Y si convenzo a mi primo para que se quede esta noche y lo seduzco?”. Era la idea más descabellada que había tenido pero estaba decidida a hacerlo. Me quite la ropa, menos la tanga, me puse la mía y la falda verde con los tacones y el buso los empaque en mi maleta, junto con las medias, y el resto lo puse en su lugar, el resto de la tarde la pase viendo tv sin quitarme la idea de la cabeza de lo que podría pasar esa noche.

ACTO II

Llegue a casa esa noche lista para lo que tenía en mente. Me metí al baño ya que la tanga me estaba rozando demasiado y ya estaba cansada con ella. Me duché, al salir tome el teléfono y antes de marcar su número me asegure de que mi madre me diera permiso para que se quedara. Para mi sorpresa, ella saldría esa noche con lo cual, la idea de que me quedara con mi primo no le disgustaba para nada, así que accedió fácilmente.

Con toda la prisa del mundo, con las ideas que me había hecho de como seria la noche rondando mi cabeza cada rato, tome el teléfono y lo llame, le dije que mi madre saldría y que tendríamos la casa para divertirnos y le asegure que se iba a divertir demasiado. El no dudo dos veces y dijo que si, que alistaría su maleta y estaría en mi casa después de cenar. Pasaron como dos horas que fueron eternas para mí. Mi ansia porque llegara pronto se hacía más y más fuerte con cada segundo que pasaba. Pasadas las 9 de la noche, sonó el timbre, sin darme cuenta me pare como un rayo de la cama y corrí para abrir la puerta. Al ver mi madre que ya había llegado, ella se apresuró para terminar de alistarse y salir con sus amigas.

Mi primo me acompaño hasta mi cuarto, dejo su maleta sobre la cama y encendimos la Play One que yo tenía y espere a que mi madre saliera para preparar la sorpresa que le tenía a mi primo. Mi madre salió a las 9:30 pm, con lo que nosotros alistamos unas papas y una gaseosa para seguir nuestro juego. Después de una hora de juego, le dije que no me demoraba que iría al baño, el asintió y yo salí apresurada para el baño con mi maleta, pero antes pase por el cuarto de mi madre y cogí un labial de color morado y un brillo que hace tiempo quería probar. Cerré la puerta y me quite toda mi ropa, me puse la tanga de nuevo, las media veladas, la falda verde color pastel, pero esta vez la deje hasta el borde de mis nalgas, me puse el brasier junto con el relleno, encima el buso y por último los tacones. Me apliqué el labial, mis labios siendo carnosos se veían más provocativos, y me aplique el brillo. Lo esparcí bien por mis labios hasta que quedaron para mi vista súper sexis. Me revise por última vez en frente del espejo, que la altura de la falda fuera la más provocativa y salí. El sonido de mis tacones resonaba por la casa, mi corazón se aceleró y empecé a respirar más y más rápido. Antes de entrar al cuarto sentía que me iba a desmallar, me detuve, respire hondo, y me pare en frente de la puerta, puse mis manos en un lado del marco de esta, me incliné levemente hasta que mi cola toco el otro lado de la puerta. Al momento que el volvió para mirarme, se me paralizo el corazón. Él me recorrió con su mirada de arriba abajo, hasta que se detuvo en mi culo. Soltó el control y yo avance hacia él, me detuve justo en frente y me senté despacio para que me pudiera detallar bien. Cogí mi control y yo seguí jugando. Yo lo miraba de reojo y veía como no quitaba un ojo de mis caderas. Decidí provocarlo aún más. Me levanté y puse mis rodillas en el piso y mis brazos en la cama, quedando casi en cuatro, sintiendo como la falda se me alcanzo a levantar un poco. De repente, sentí como su mano alcanzo una de mis nalgas, con lo que me estremecí mientras él me la agarraba con más fuerza. Deje el control a un lado y me levante, la luz de la calle entraba por las cortinas, así que apague la luz del cuarto y se me ocurrió un juego.

Me paré en una de las esquinas del cuarto, él se levantó entendiendo mi juego. Sus pupilas se dilataron al punto de que sus ojos se veían de un color negro profundo.-Cuanto cuesta el servicio- me dijo mientras miraba mi boca y cogía mi mano con tal suavidad como si estuviera tocando a una princesa. –Depende que servicio desee- le respondí, a lo que él me respondió con toda prisa –quiero el servicio completo-. Un calor recorría mi cuerpo, me temblaban las piernas y el corazón se me iba a salir del pecho.-Cuesta 500 dólares-. Yo tenía un juego de mesa llamado Monopolio, tenía unos billetes de juguete, él se apresuró a buscarlos, contó el dinero y me lo dio. –será un placer atenderte, pasaras una noche inolvidable-. Cogí su mano y me la lleve a mis caderas, y empecé a caminar hasta la cama. De repente, sentí una fuerte nalgada, me ardió la cola, pero me hizo prender de inmediato, me volví hacia él, me arrodille, baje sus pantalones y empecé a comerme el miembro que hace una año atrás me había comido. Ya era mucho más grande que la primera vez. Sentía como crecía en mi boca, apresure el ritmo y lo miraba a los ojos, y de una embestida me lo metió todo en la boca llegando casi hasta mi garganta. Lo saque, respire y me levante. El me tomo gentil mente y me dio la vuelta, me pidió que me inclinara un poco con lo que asentí y lo hice, voltee a ver y se estaba masturbando. Me dijo que me levantara y así lo hice, me pidió que me acostara de lado dándole la espalda, obedecí y él se acostó detrás de mío, me levanto la falda despacio y de nuevo me cogió las nalgas. Se pegó a mí y sentí su erección, saco mi pene que ya estaba muy grueso y me empezó a tocar. Sentía su excitación cada vez más latente hasta que no aguanto más, me rasgo las media por toda la mitad, saco el hilo de la tanga de entre mis nalgas, con la otra mano abrió bien mi culo y soltó la tanga, el golpe de la tanga contra mi ano hizo que brincara, me dolió pero a la misma vez me excito, con lo que también salió un gemido.-que ricos gemidos, quiero escuchar más- me dijo mientras comenzó a nalguearme. Yo no paraba de gemir hasta que sentí como sus dedos empezaron a rozar mi ano, estaba lista para que me hiciera suya.

Si te gusto por favor déjame tus comentarios y si deseas leer la 3 y 4 parte... besos!!!

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