Nuevos relatos publicados: 13

Mañana de estudio y gemidos

  • 10
  • 14.820
  • 9,35 (20 Val.)
  • 0

Los personajes de este relato son reales pero los hechos son fantasía mía, espero que en algún momento se conviertan en realidad también.

Estudio literatura, tengo 20 años y para cada examen importante me junto a estudiar con mi compañero, Pedro, a quien le he tenido ganas por un buen tiempo.

Pedro es alto, piel aceitunada, pelo oscuro y ojos azules. No es el mayor bombón de mi universidad pero sin duda es su personalidad lo que deja impactada a cualquiera.

Antes de comenzar el relato tengo que explicar un asunto:

Todo empezó unos meses atrás cuando comenzamos a ser más amigos y me di cuenta de que le tenía ganas. Por lo que sabía, él también me tenía ganas a mí. Si fuera por mí ya me le hubiera tirado y lo hubiera metido en mi cama. No es por ser creída pero suelo gustarles a los chicos, mis piernas largas llaman la atención, tengo buen cuerpo y mis pechos son mi mejor atributo.

El único problema se dio cuando una noche Pedro luego de unas copas me explico que él nunca había hecho el primer movimiento en una chica, no porque no supiera cómo sino porque le divertía manipular a las chicas que se le acercaban para que ellas fueran quienes iniciaran con la acción. Me di cuenta que esto no era imaginación suya, Pedro volvía loca a quien se le antojara y antes de darte cuenta ya te le estabas lanzando para comerle la boca.

No sé si fue una cuestión de orgullo o qué pero desde entonces he iniciado mi propio juego para volverlo loco, y que él sea quien se me lance. Uso ropa más provocativa, aprovecho cualquier oportunidad para sentarme en su regazo y sentir como se pone duro, me acerco todo lo que puedo para hablarle y que tenga una vista generosa de mis pechos, entre otras cosas. Y estaba funcionando, podía ver la reacción que provocaba y esto me excitaba más.

Bueno ahora sí:

Un día terminamos muy tarde con el estudio y decidimos que me quedaría a dormir en su departamento. Solíamos hacer esto para al día siguiente comenzar con el estudio lo más temprano posible. Habían pasado meses desde que había iniciado con mi juego y para ser sincera no había tenido ningún avance, lo único que había logrado era estar más caliente y tener más ganas de follármelo. Tenía la esperanza de que esa noche visitara mi habitación (dormíamos en habitaciones separadas) pero no lo hizo, así que termine la noche tocándome pensando en mil situaciones diferentes en donde terminábamos follando.

A la mañana siguiente Pedro toco la puerta de mi habitación.

-Ana, voy a salir a correr, llego a las 10 para que comencemos con el estudio.

-está bien - respondí mas dormida que despierta.

Estaba muy acalorada, había tenido un sueño húmedo otra vez. Hace meses no tenía sexo y mi cuerpo ya empezaba a notarlo.

Me puse una remera blanca larga que no llegaba ni a cubrir la mitad de mi muslo, sin nada abajo más que la parte de abajo de mi ropa interior, de todas formas tenía el departamento para mi sola por una hora. Puse un poco de música y decidí tomar un poco de agua fría para bajar el calor que me invadía.

Estaba tomando agua de espaldas a la cocina cuando de golpe alguien me tomo por los hombros

-Buuu - gritó Pedro

Lo que me provocó un salto y a él una carcajada.

-Pero si serás gilipollas! - le grité a la vez que me daba vuelta para verlo de frente

En ese momento su risa se cortó de golpe y sus ojos verdes se volvieron más oscuros.

Con el susto había derramado todo el agua sobre mi remera, que ahora estaba transparente y pegada a mi cuerpo, se notaban mis senos con sus pezones rosados bien duros, no sabría decir si por el agua fría o por la excitación del momento.

Estaba a punto de taparme e irme muerta de vergüenza pero ver a Pedro tan excitado me había dejado medio atontada.

-Al diablo tu estúpido jueguito- susurró

Y me beso, de forma tan apasionada y desesperada que no me dio tiempo ni de pensar en lo que estaba sucediendo. Me tomó por el pelo para acomodarme a su gusto mientras nuestras lenguas se unían y con la otra mano me agarraba la cintura. Se apretó contra mi cuerpo y gracias a la ropa deportiva pude notar claramente cómo se ponía dura la polla con la que tanto tiempo había fantaseado.

No pude resistirme más y metí mis manos por debajo de su remera para tocar su cuerpo desnudo. Pedro gruñó ante mi tacto y de un movimiento rápido tomo mis manos y las puso por encima de mi cabeza.

-Querías que yo controlara esto? Pues ahora te quedas quieta, entendido?- dijo con una autoridad que solo logro que me mojara más. Como respuesta asentí ya que no tenía palabras, todo estaba pasando demasiado rápido.

Con una mano sostuvo mis brazos arriba mío y con la otra bajó tocando mi pecho derecho, acariciando y pellizcando mi pezón. No podía parar de gemir, quería que me tocara mi coño que ardía por atención, hice mis caderas hacia adelante para frotarme contra su polla.

-Haremos esto a mi tiempo, Ana- dijo firme con voz ronca que me volvía loca - voy demasiado lento?- preguntó y yo solo asentí mirándolo a los ojos, él río demostrando quien tenía el control- espere meses por esto mientras tú te divertías torturándome, ahora es mi turno, déjame calentarte y follarte como a mí se me antoje.

No sé de dónde venía tanta sumisión.

Si - susurré obedientemente, no recuerdo cuando fue la última vez que me sentí tan caliente.

Pedro besaba y mordía mi cuello mientras yo me retorcía de placer. Al quitarme la remera, soltó mis manos y cómo sabía que me apartaría si lo tocaba, me agarre de la mesa que estaba atrás mío, para controlar el impulso.

Tocó mi pecho y con sus dedos jugó con mi pezón, luego llevo su boca y con movimientos expertos, me hizo temblar de placer con su lengua. Él bajó su mano hasta mi coño y solo lo rozó pero sin masturbarme. Mi boca soltó un gemido que sonó más como un quejido, quería que me tocara con sus dedos y apagara el fuego que tenía ahí abajo. Ante mis quejas él sonrió.

-Ve a mi cama y desnúdate- ordenó

Yo, obediente, fui a su habitación y me quite mis braguitas, lo único que tenía puesto. Pero no me recosté en la cama.

Pedro llegó, se quitó la remera y el short deportivo, se quedó en bóxer blanco, dentro del cual se marcaba su bulto, duro y caliente.

Me dio la vuelta y apoyó su polla en mi trasero, corrió mi pelo para poder besarme el cuello. Se lamió un dedo de su mano y comenzó a masajearme el clítoris, claro que la primera acción era innecesaria porque yo estaba completamente empapada, pero verlo chuparse el dedo había logrado un gran placer en mí.

-esto es lo que querés? - me dijo al oído

Su mano comenzó a moverse más rápido y gemí como respuesta.

En ese momento apartó su mano de mi coñito, me empujó hacia adelante obligando me a inclinarme y colocó su mano en mi cadera, comenzó a bajar lentamente tocando mis piernas. Pasó un dedo por mi coño sin llegar a meterlo en mí

-quiero que me lo digas.- exigió

-que?

-Quiero que me digas que es lo que querés que te haga

Me dio vuelta, agarró mi cintura y me acostó en la cama, metiéndose entre mis piernas, empujando con fuerza su polla contra mi coño.

-dímelo- exigió

-Quiero que me toques- dije como pude entre jadeos.

Río y me beso, mordía mi labio y me volvía loca. Paso su dedo por mi rajita una vez y luego siguió masajeando mi clítoris. Luego metió un dedo, después dos y comenzó con un ritmo cada vez más fuerte.

De a poco bajo, besando todo mi cuerpo, y fue su lengua esta vez la que lamió mi clítoris a la vez que sus dedos seguían con su juego. Agarre su pelo y tiré suavemente de él. Luego sacó sus dedos y me penetro con su lengua, recorrió todos mis pliegues y me hizo temblar de placer.

Grite de placer con mi primer orgasmo en meses.

Él se posicionó encima de mí y siguieron los besos, esta vez con mayor intensidad. Hice que rodáramos en la cama hasta quedar yo arriba de Pedro ya que quería devolverle el favor. Besé su cuello y luego fui dejando un rastro con mi lengua por su pecho hasta llegar al comienzo del bóxer, tiré del pedazo de tela hasta sacarlo por completo. Al ver su miembro me llevé una grata sorpresa, su largo era normal pero fue el grosor lo que me llamó la atención.

Pedro se levantó y se arrastró hasta quedar sentado al borde de la cama, yo me arrodillé frente a él en el suelo.

Pasé mi lengua por toda la extensión de su polla antes de intentar metérmela completa en la boca. Me aseguré de no dejar de mirarlo a los ojos en ningún momento. Luego de intentar un par de veces logré que entre la mayoría en mi boca pero no pude meterla entera, así que masajee con mi mano aquella parte dónde mi boca no llegaba. Lo escuché gemir varias veces y eso me incentivó a aumentar la intensidad. Chupé, metí y saqué de mi boca su miembro tantas veces como pude antes de que Pedro me frenara.

-Detente Ana, aún no quiero acabar con esto.

Obedientemente saqué su polla de mi boca, no sin antes darle un poco más de atención a su glande.

Esta vez Pedro se levantó de la cama y se puso detrás de mí. Me empujó hacia adelante para obtener una mejor visión de mi coño. Ya que él es considerablemente más alto que yo, fue necesario que me arrodille en la cama para mayor comodidad. Lentamente introdujo su pene y no pude evitar gemir sonoramente. Comenzó lento pero el ritmo aumentó rápidamente y cada vez que se unían nuestras caderas el sonido era mayor, al igual que el placer. En el momento en que me tomó del cuello para lograr mejor control, sus embestidas lograron hacerme gritar.

Cambiamos de posición y Pedro se colocó sobre mi otra vez pero rápidamente lo giré y me puse a horcajadas sobre él.

Antes de dejar que entrara en mí me acerqué a su oído y susurré:

-esta vez el control lo tengo yo, quieto.

Luego me senté sobre su miembro lentamente y sentí cómo se abría paso dentro de mí, estaba tan mojada que simplemente no había dificultad. Seguí subiendo y bajando sin mucha rapidez a medida que besaba su cuello.

Pedro gruñía y tenía sus manos en mis muslos tratando de aumentar el ritmo. Pero esta vez me tocaba a mí marcar los movimientos.

Moví mis caderas circularmente sobre él y no pude evitar los gemidos.

Una fina capa de sudor nos cubría a ambos y sonreí al ver su abdomen marcado.

Abandoné su cuello y me erguí porque ahora yo también quería mayor intensidad, de esta forma podía montarlo mejor.

Cerré los ojos y me dejé llevar por el placer, lo que parece también funcionaba para Pedro ya que lo podía escuchar gemir y gruñir bajo de mí.

Bajé a besarlo y me acerqué nuevamente a su oído, quería decirle algo que sabía lo iba a calentar y realmente tenía ganas de hacerlo.

-No vayas a acabar dentro de mí, quiero que lo hagas en mi boca - murmuré

Él no dijo nada pero me tomo de las caderas y comenzó a subirme y bajarme sobre su polla con mayor brusquedad.

En este punto mis gemidos ya no tenían control y mordí mis labios en un intento por no gritar de placer pero fallé y mis gritos llenaron la habitación, mientras yo llegaba al segundo orgasmo en la mañana.

Pedro se salió de mí y rápidamente bajé para meterme su miembro en la boca, seguí chupándolo y masturbándolo hasta que finalmente con un gran gemido acabó en mi boca. Hice lo posible por tragarme toda su leche y finalmente intenté limpiar los restos con mi lengua.

Nos quedamos un rato tirados en la cama pero después fuimos a bañarnos. Tuvimos sexo ahí y también sobre la mesa al momento de querer estudiar.

Claramente nuestras juntadas de estudio jamás serían las mismas...

(9,35)