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Desafío de galaxias (capitulo 63)

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Marisol regresó a Mandoria de madrugada, sin avisar, no quería ningún tipo de festejo. Con el sigilo de una culebra, entró en el dormitorio y sin quitarse el uniforme se deslizó bajo las sabanas, abrazando a su amada. Unos segundos después, Anahis la palpó el brazo.

—¿Por qué no te has quitado el uniforme? —preguntó dándose la vuelta con su maravillosa sonrisa.

—Porque tú llevas puesto este horrible pijama, —respondió besándola en los labios—. Y esos asquerosos calcetines.

—Si me hubieras avisado de tu llegada, te estaría esperando desnuda y con las piernas abiertas.

—Pues espera, que salgo fuera y llamo a la puerta.

—No es necesario, —dijo besuqueándola los labios mientras la desabrochaba la guerrera e introducía sus manos bajo ella.

—¡Joder mi amor! Como te echo de menos cuándo no estás; en ocasiones, me dan ganas hasta de llorar.

—Yo también te echo de menos.

—¡Si, ya! Por eso me cambias por este pijama, —dijo asiendo la cola de Anahis que se enrolló en su brazo.

—¡La hostia! La has tomado fuerte con el puto piyama, porque me he enterado que se llama piyama, no pijama.

—Se dice de las dos maneras, pero piyama es más sudamericano y pijama más español. ¡Y no me cambies de tema! Ya te dije que lo iba a quemar… junto con los calcetines.

—¡Joder tía! ¿Que te han hecho los calcetines?, ¿no te gustan? Son de patitos.

—Pues no, tapan esos maravillosos pies que tanto me gustan.

—¿A estás alturas te vas a hacer fetichista de los pies?

—No, ya soy fetichista de Anahis, enterita, de los pies a la cabeza y la punta de la cola.

Anahis se incorporó poniéndose de rodillas mientras se sacaba la parte superior del pijama, la abrazó, la besó y durante varias horas estuvieron amándose.

A la mañana siguiente, Marisol trabajaba en su despacho con Marión; había estado despachando por video enlace con Loewen, Cimuxtel y Bertil.

—La nave del presidente acaba de aterrizar en el puerto espacial, —dijo Anahis desde la puerta— mi padre ha ido a recibirlo.

—¿Tenía anunciada su visita? —Marisol se levantó con cara de extrañeza mirando a Sarita que negó con la cabeza.

—No, al parecer viene directamente desde Maradonia.

Cuándo llegaron al puerto espacial, y como Anahis había dicho, su padre ya se encontraba allí, y departía con el presidente y varios periodistas, entre las que estaba Iris, con su micrófono de Bulban TV.

—…que duda cabe de que la situación sigue siendo complicada, —respondía en ese momento a una pregunta— pero estoy convencido de que el nuevo canciller Cimuxtel, sabrá conducir el país en el nuevo proceso constituyente.

—Señor presidente, ¿qué opina del papel que ha jugado Marisol en la resolución del conflicto? —preguntó Iris.

—La general Martín tiene la capacidad de dejarme con la boca abierta, —respondió mirando a Marisol que se había detenido fuera del círculo de periodistas, y alargando la mano llamándola, añadió—: que duda cabe, que su intervención ha impedido que ahora estemos hablando de una tragedia terrible, —el círculo de periodistas se abrió y Marisol se fundió en un abrazo con él, después de saludarle militarmente.

—Mi señora, ¿cree usted que el canciller Cimuxtel se va a dedicar a la política definitivamente? —preguntó Iris acercándola el micrófono.

—Yo creo que el canciller Cimuxtel sabrá hacer lo mejor, y lo más conveniente para su patria. Haga lo que haga, cuenta con mi total apoyo.

Durante varios minutos estuvieron contestando a las preguntas hasta que, finalmente, se dio por concluida la rueda de prensa improvisada y se dirigieron al Palacio Real.

—He venido a verte porque hay un tema que quiero comentar contigo, —dijo el presidente, una vez que se hubieron acomodado en el despacho del canciller.

—¿Tiene que ver con los desertores o con la ocupación de Radahar?

—¿Ya has hablado con Cimuxtel?

—Así es, y coincido con él.

—En lo del ataque a Radahar no lo entiendo, pero no puedo hacer nada, es un asunto interno…

—Radahar, y las otras tres repúblicas, invadieron Maradonia apoyando un golpe de estado. Radahar es la única que no se ha rendido y además, la ocupación ha sido pacifica.

—Ya te he dicho que es un asunto interno.

—Pues los desertores también, en un asunto exclusivamente militar.

—Mira Marisol, aparte de que yo, personalmente, no tengo claro el tema, el Parlamento está presionando a favor de ellos, para…

—El Parlamento Federal no tiene competencia en este asunto, —le interrumpió— lo repito: es un asunto militar y le compete a nuestros tribunales de justicia.

—Lo sé, pero no es lógica la dureza con que estáis tratando a los desertores, mucho más, cuándo al resto de los implicados, salvo excepciones, se les está aplicando una política de reinmersión.

—Este caso es la excepción de que usted habla señor presidente, el delito es muy grave y debe ser juzgado con el rigor apropiado.

—Mira Marisol, sé razonable, no puedes mandar un montón de años a la cárcel, a un tío, por una deserción.

—He estado hablando con Loewen y los fiscales militares, y no se les va a acusar solo de deserción, la acusación principal será de alta traición.

—Les puede caer cadena perpetua.

—Así es señor presidente, así es.

—No lo entiendo Marisol, de verdad que no lo entiendo. Siempre has sido una mujer comedida y razonable…

—Eso no tiene nada que ver, no solo me han traicionado a mí, que lo han hecho, lo más importante es que han traicionado al ejército, a sus unidades y a sus camaradas.

—Señor presidente, todos van a tener un juicio justo, —intervino Marión.

—En tribunales militares.

—¿Cuestiona la imparcialidad de los tribunales militares que ha puesto en pie Loewen? —saltó Marisol.

—¡Claro que no! pero seguro que piensan como tú.

—Las sentencias pueden ser recurridas ante tribunales superiores, —dijo Marión— que son: civiles.

—Y en última instancia ante los tribunales federales, —afirmó Anahis, y mirando a su padre y su padrino, preguntó—: ¿no será que queréis tapar este asunto, para pasar página rápidamente?

—No hija, no, —intervino el canciller—, pero las heridas no se pueden tener abiertas indefinidamente porque se pueden gangrenar.

—Este tipo de heridas hay que cerrarlas y cauterizarlas, pero con las leyes en la mano; yo no quiero que en este ejército haya individuos de semejante calaña.

—Ya veo que todos pensáis igual, pero os aviso: en el parlamento federal sigue existiendo un sector, minoritario si, pero activo, que apoya la ideología del excanciller.

—Y el número de tus enemigos ha aumentado entre los representantes parlamentarios, —afirmó el padre de Anahis.

—¡Que les den! —exclamó Marisol.

—Pero, ¿por qué han aumentado sus enemigos? —preguntó Anahis.

—Porque algo que causa terror entre ellos, es la posibilidad de que

Marisol se dedique a la política, y con ella, sus seguidores.

—¿Pero que gilipollez es esa? —salto Marisol— ¿cuándo me he metido yo en política? Además, usted lo sabe…

—Lo sé, lo sé, Marisol, lo sé. Pero las cosas están así.

—Pues me da igual, los desertores serán juzgados y acusados de alta traición, y si sus señorías quieren guerra, la van a tener, le prometo que la van a tener.

—Tú sabrás, —dijo el presidente— en fin, tengo hambre, ¿y si nos vamos a comer?

—Muy bien señor presidente.

—¡Ah! Y coméntale a tu padre que se me ha acabado el orujo.

—No se preocupe: yo se lo digo.

—Por cierto, tú invitas ¿no?

—Sin problemas, vamos al comedor del cuartel.

—¡Joder!

—Tranquilo, yo invito, —dijo el canciller riendo.

—Está quiere llevarse todo su dinero a la tumba.

—Mira quien fue a hablar, el que siempre está intentando que le inviten. Otra cosa: ¿cuándo tiene previsto irse?

—Tengo que estar en Edyrme a final de semana…

—Entonce mañana, si le parece bien, quiero comentarle un par de cositas.

—¿No puedes adelantarme algo?

—No, no. J. J. llega de Maradonia está noche; Inteligencia ha estado trabajando en la documentación incautada al excanciller y no queremos utilizar los canales habituales.

—Entonces de acuerdo, mañana me lo cuentas.

—Te has aficionado al orujo español, —dijo Anahis cogiéndose del brazo de su padrino mientras salían de la sala.

—Me encanta, pero mucho más cuándo se lo ofrezco a las visitas y ponen cara rara.

—Mi padre lo puede hacer con sabores si usted quiere… de frutas por ejemplo, aunque él dice que son «mariconadas».

—No, no, no, así está bien, está genial.

Para dos días después, por la tarde, se había convocado al Estado Mayor, en la sala de reuniones del nuevo Cuartel General cuyas obras habían finalizado prácticamente. A la reunión asistían también los cancilleres de grupo «duro», entre ellos, el flamante canciller Cimuxtel. El día anterior, Marisol de había reunido en varias ocasiones con el presidente Fiakro, a solas, o en compañía de J. J.

Marisol se encaminó al encuentro de Cimuxtel, cuándo este, apareció por la puerta en compañía del resto de cancilleres.

—¿No te quitas el uniforme? —le dijo mientras le abrazaba— ¿es apropiado?

—Para mí sí, mi señora; soy militar y mi cargo actual es transitorio. No pienso vestirme con ropajes elegantones, —y mirando a sus compañeros cancilleres, añadió—: y no se molesten.

—¡Tú sabrás!

—Mi intención es regresar al ejército cuándo todo esto acabe, si a mi señora le parece bien.

—Tu siempre tendrás un lugar mi lado, y lo sabes.

El formidable general sonrió y no dijo nada más. Todos se sentaron y Marión, Anahis e Hirell fueron exponiendo sus informes de situación sobre distintas áreas. También hablaron Opx y Esteban, así como Loewen, que llego tarde a la reunión, junto con Bertil. Finalmente, Marisol tomó la palabra.

—Bueno chicos… tengo varias cosas que decir y no sé por donde empezar. En fin, en primer lugar, empezaré con una autocrítica. El tiempo ha demostrado, que mi decisión de dividir el ejército y la flota, tras la derrota de Trumzely Prime no fue acertada. Aunque en un principio el asunto funcionó bien, lo cierto es que perdimos la iniciativa ante la agresividad del enemigo y hemos estado a remolque. Tampoco supe ver la posibilidad de un ataque detrás de nuestras líneas, hasta que este ese produjo con los ataques corsarios a Mandoria y Edyrme. Ahora mismo, casi hemos logrado unificar el grueso de nuestras fuerzas de ataque en Petara, pero os recuerdo, que tenemos tres millones de soldados atrincherados en Nar, y otros cinco millones en Trumzely Prime, a más de cien años luz unos de otros. Vosotros siempre me adjudicáis el merito de las victorias, pues también lo debéis hacer con las equivocaciones,—todos miraban al suelo con signos evidentes de no estar de acuerdo, pero nadie dijo nada—, por supuesto que sí.

»Seguimos sin saber a ciencia cierta con cuantos efectivos cuenta el enemigo, aunque Inteligencia Militar ha mejorado desde que J. J. está al frente. Lo que si sabemos es que el enemigo está reclutando entre sus civiles, y que están teniendo problemas. Las emisiones de Bulban TV, que llegan a todos los rincones de Sector 26 son los responsables. Iris está mostrando a los suyos, que hay otra forma de vida que no es la dictadura fascista que sufren, y que la convivencia entre distintas especies es posible. Las cifras de civiles que intentan pasar a nuestra zona aumenta, así, como los soldados que se rinden, algo que hasta hace pocos meses, nunca había ocurrido.

»Desde que Bertil cerró el corredor bulban, teníamos un plazo de dos años para reconquistar el Sector 26, y ya han pasado catorce meses: no podemos esperar más. No estoy dispuesta a correr el más mínimo riesgo de que el enemigo lo abra otra vez. Como ya comente a algunos de vosotros en el anfiteatro de Petara, el enemigo espera que desde ahí, avancemos hacia Faralia, —se levantó y se aproximó al mapa holográfico que había activado Sarita, mientras todos la seguían con la mirada—. No vamos a ir a Faralia, por ahora no, vamos a ir directamente a Hirios 5 y al monasterio de Akhysar. ¿Cómo lo vamos a hacer? Dos ejes de avance, el principal: desde Petara, por Dayaxa y Wadanta. Jefes militares: Esteban y Opx. El segundo: desde Trumzely Prime, por Arthangay y Ômikrom. Jefes militares: Pulqueria y Torres, —levantó la mano para parar la protesta de Oriyan que creía que se quedaba fuera de los planes de guerra, mientras los implicados enlazaban sus tabletas con los archivos del mapa holográfico—. Nunca hemos intentado una operación de está magnitud, y vamos a hacer frente a dificultades enormes, gigantescas, dificultades que sé, perfectamente, que sabremos resolver. Por ejemplo: Wadanta es un planeta helado, donde la temperatura media durante el día es de -30º C y donde el enemigo tiene una red de túneles de mil kilómetros. Por otro lado, Arthangay es un enorme mar con un solo y pequeño continente donde el enemigo dispone de grandes infraestructuras logísticas y de abastecimiento. Será necesario realizar desembarcos en playas bien defendidas. Todos estos objetivos, no podemos ignorarlos dejándolos atrás, por lo tanto, hay que neutralizarlos.

»Se lo que estáis pensando: que se me ha ido la olla y dejó desguarnecida nuestra retaguardia, —todos hicieron gestos elocuentes negando con humor mientras Marisol se aproximaba a Oriyan y la acariciaba la espalda con afecto— pero ahí es donde entra mi «adorada» mosca cojonera. Voy a crear el Ejército de Liberación de Faralia, que se estacionara en Petara y estará al mando exclusivo de Oriyan. Su misión: prevenir cualquier ataque procedente de Faralia, que se producirá con toda seguridad. Estará integrado por las fuerzas que tenemos estacionadas en Kalinao, los reclutas kedar que acaban de formarse en el Sector 73 y los reclutas maradonianos movilizados por el excanciller. También dispondrás de naves de transporte y de ataque. Chicos, vamos a poner en juego, fuerzas muy superiores a las que empleó Matilda en el asalto a la capital imperial. Antes de que se cumpla el plazo de dos años, tenemos que estar en Hirios 5 desde donde controlaremos con facilidad el área de apertura del portal, y para eso, tenemos ocho meses.

»Bien. Queda el asunto corsario. En los últimos días, el canciller Cimuxtel y J. J. han obtenido pruebas concluyentes de la conexión del excanciller con los bulban. Su intención era dividir la galaxia en dos partes: una de control bulban y otra de control maradoniano. Una vez conseguido, acordaron firmar una tregua de cien años y establecer una línea de demarcación de diez años luz a lo largo de la frontera. Solo una mente enfermiza como la del excanciller podría pensar que una cosa así iba a tener éxito. Lo cierto es que sabemos dos cosas. Una: el pretor general, el líder supremo del imperio bulban, esta en nuestra galaxia, y está en Faralia, y por lo tanto está incomunicado del resto del sector. Y dos: sabemos el emplazamiento de la base principal corsaria: el sistema Kaaitam, de tres bases auxiliares, y el número de naves de que disponen, en estos momentos, setenta y tres. Ahora mismo, el FDI, está tomando posiciones para impedir que escapen. El ataque comenzara pasado mañana, una vez que lleguen a la zona las fragatas de refuerzo que ya han partido de Kalinao, y una vez que Bertil y yo, por supuesto, lleguemos también. Mi presencia allí, no debe inducir a error, Bertil está al mando, la operación es suya. El Fénix parte en dos horas, —y mirando a los políticos, añadió—: ¿Alguien quiere acompañarnos?

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