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Sigue la fiesta en Brasil

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Después de despedirnos del grupo de amigos, Otavio y yo nos fuimos a su casa. Al principio pensé en llevarlo a mi hotel, pero me pareció mejor, para este primer encuentro, usar su casa.

Ya en su auto, apoye mi cabeza sobre su hombro, no tanto como para hacerme la "enamorada" sino, mas bien, para poder acariciarle su verga con mayor comodidad; no quería que perdiese la excitación en ningún momento.

Desde que subimos al ascensor, Otavio me abrazo y me beso; me apretó contra la pared del ascensor (como si yo tuviera ganas de escaparme!) para recorrer mi cuerpo con sus manos, se había convertido en una especie de pulpo, que no dejaba parte sin tocar, acariciar, palpar o manosear. Me saco la bikini y, el muy tonto, la tiro por la puerta del ascensor. A mi bikini la busque después pero no la encontré, alguien se la llevo, vaya a saber para que!.

Enseguida me llevo al dormitorio, donde una hermosa y gran cama nos esperaba. Aun vestidos nos dejamos caer sobre ella, abrazados, acariciados, besados… con suavidad y pasión Otavio me lleno de besos, cada uno de ellos fueron correspondidos… si en algún momento, durante el viaje, había caído la excitación, ambos nos pusimos a tono rápidamente.

Otavio me desvistió, la poca ropa que me quedaba, sin dejar de besarme, cada movimiento para desvestirme era una sensual caricia hecha con sus manos suaves y de largos y finos dedos. Yo lo desvestí a el, mas rápido que el a mí; su morcilla erecta pugnaba por escaparse del calzoncillo y la tenia frente a mi rostro: una hermosa y negra verga, con una vena gruesa por la parte superior… de cabeza rosada…al descubrirla, la piel se juntaba pareciendo aun más oscura; los dos huevos tenían unos pocos pendejos enrulados, ásperos. Me la lleve a la boca, solo la cabeza, para juguetear con mi lengua; él me la metió hasta la mitad con un movimiento de su cadera… ¡qué sensación! … mi boca se abría hasta lo máximo para recibirla; Otavio empujaba para que me la tragara toda, pero ¡era muy grande para mí! … y me daba como arcadas.

Me acostó sobre las sabanas ya revueltas; se coloco entre mis piernas y su boca se prendió a uno de mis pezones, lo mordía sin producirme dolor, como un niño pequeño que busca la leche de su madre, yo le acariciaba la cabeza y jugaba con sus cabellos; sentia la punta de la morcilla tocando mis labios vaginales. Siguió besándome la panza y el ombligo… y el pubis… abrió mis labios vaginales y su lengua se sumergió en mi concha, muy húmeda para entonces… ondas de placer nacían en mi sexo y se expandían por todo mi cuerpo. Otavio izo mis piernas y así sentí como su lengua pasaba de mi concha a mi culo y volvía a la concha; yo ya me habia entregado a su lengua que, como una serpiente indecisa, iba de un agujero a otro.

No aguante mas, "¡quiero tu verga!" le dije… no sé si comprendió lo que le dije, pero si lo entendió; lo empuje para recostarlo de espaldas sobre la cama; tome un preservativo que había dejado en la mesita de luz y se lo coloque… eso es algo que me gusta, ponerle a un hombre el preservativo, me parece muy erótico y excitante, colocarle el "sombrerito" y deslizar el látex por el tronco de la verga creo que es lindo para ambos.

Me senté encima de su pecho y fui retrocediendo hasta sentir la verga en la puerta de mi concha… seguí hasta que me entro la cabeza… moví mis caderas de un lado a otro y luego seguí con la penetración, despacio, moviendo mis caderas, mas adentro… pronto mis labios vaginales besaron sus huevos… me detuve a gozar de la sensación de estar plena, llena de su carne… ahora que lo pienso, en ese momento fui egoísta, me había olvidado de Otavio y de su placer para concentrarme solo en mi placer.

Me moví para disminuir la penetración… los músculos íntimos se acomodaban a esa morcilla que entraba y salía… se estiraban y contraían como un corazón de fuego. La verga tocaba puntos que disparaban descargas eléctricas que contarían mi concha, apretándolo, para que nunca saliese de mi… con mis ojos cerrados, me había aislado por completo y solo existía yo y esa morcilla enorme que me abría íntimamente.

Otavio acabo al rato, por suerte mantuvo la erección porque yo no había terminado aun. Me deje llevar por mis movimientos rítmicos e involuntarios, hasta que me llega el orgasmo en forma total y absoluta.

Me quede sentada sobre Otavio, dejando que mi vagina pulsante abrazara su verga, que perdía la erección por momentos; finalmente no fue mas que algo que no estiraba mi concha… me recoste sobre el pecho de Otavio y su verga salio de mi. Lo bese para agradecerle el préstamo de su verga para mi placer.

Nos quedamos dormidos abrazados, él por detrás de mí. Antes de cerrar los ojos, pensé en que era una pena que debiera usar preservativos, pues me hubiera encantado que me llenara con su leche.

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