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Un maduro en una fiesta de adolescentes

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—Daniela, ¿te puedes levantar ya? Se nos está haciendo tarde. —Exclamo mi mejor amiga Laura con un tono enojado, me caía mal cuando me ordenaba, sobre todo cuando me obligaba hacer algo que no quería.

—¿Para qué? Te dije que no quería ir a esa fiesta estúpida llena de hormonas locas. —Dije con mi tono fastidiado, pues era verdad, a pesar de sus 19 años, a mi mejor amiga le encantaba ir a fiestas donde había chicos de nuestra edad y siempre me llevaba a la fuerza para que al final terminara regresándome a casa sola mientras ella se divertía con esos jóvenes.

—Ándale, te dije desde el lunes que iríamos, no acepto un no como respuesta, ya levántate por favor, te aseguro que te divertirás.

—Jajaja, llevo aproximadamente 1 año escuchándote decir eso, sabes que, ya cállate y déjame cambiarme.

—Te amo amiga, eres la mejor.

—Si, si lo que tú digas.

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Llevaba ya 2 horas sentada, con el mismo vaso de cerveza y evitando coqueteos de chicos calenturientos, estaba harta de todo, quería irme, pero bien me advirtió Laura: “Si te vas dejo de ser tu amiga y te quedaras sola y amargada el resto de tu vida”, que se joda esa pendeja.

Me levanté y decidí ir a la pequeña pista de baile, la música era horrible, pero con algo tenía que distraerme y sinceramente esos chicos calenturientos no era la mejor opción.

Movía un poco mis caderas casi al ritmo de la música, afortunadamente no era la única mujer que estaba en esta fiesta, había varias, pero creo que yo llamaba más la atención y eso me chocaba, estaba alerta a todo, no quería que nadie llegara a tocarme ni siquiera a rozarme un pelo. De repente voltee y me fije en un hombre mayor a todos estos jóvenes que estaban a mi alrededor, se veía como de 30 o 35, estaba mirándome y no era la cara, se estaba fijando en mi cuerpo, pero se había dado cuenta que deje de moverme así que su mirada se dirigió a la mía, nos quedamos un rato así. Su mirada era muy dura, a kilómetros se veía lo dominante que era, estaba excitándome no solo su apariencia física si no la mirada que en segundos cambio, empecé a moverme de nuevo, pase mis manos por mis pechos grandes, acariciándolos un poco sobre la tela de mi vestido, no me importaba si la música era la adecuada o no, tampoco si habían niños viéndome, lo único que me importaba era él y su gran mirada, le di la espalda y moví un poco mi culo, pasando solo una mano en el, moví mis caderas en círculos hasta quedar otra vez en la misma posición anterior, su mirada era más obscura, así que pensé que el momento había llegado; metí el dedo a mi boca, lo chupe un poco, guiñe mi ojo y sonreí coqueta, el me devolvió una sonrisa encantadora, creo que le gusto mi gesto, el sin dudarlo me hizo una seña con su cabeza, indicándome que lo siguiera y así fue.

Salí a la parte trasera de la casa y ahí estaba el, recargado en la pared apoyándose en un solo pie, se veía realmente sexy, como un jodido modelo, mis bragas se humedecieron mucho más, se veía también intimidante así que con pasos lentos me acerque a él, me miro, mordió su labio y sin aun dirigirme la palabra camino, estaba confundida pero lo seguí, se detuvo delante de un carro, desactivo la alarma y abrió la puerta trasera indicándome que me metiera, tenía miedo pues era alguien desconocido, pero estaba tan excitada que no dude ni un minuto.

Él se metió por el otro lado, cuando finalmente estuvo sentado puso su mano en mi pierna derecha, la movió lentamente hasta arriba, por instinto abrí más mis piernas, siguió con su recorrido hasta que se encontró con mis bragas de encaje, estaban húmedas y eso le gustó mucho pues comenzó a mover sus dedos rápidamente sobre mi clítoris, yo comencé a jadear, mordía mi labio para no gemir, mi respiración era tan rápida pues unos movimientos más y tenía un orgasmo, agarro mi mentón y me hizo mirarlo, estaba a punto de correrme, mi boca estaba abierta, pero de pronto deje de sentir sus dedos, estaba a punto de llorar de la desesperación, estaba en shock.

Me agarro de las caderas y con la fuerza tan grande que tenía me hizo sentarme en su regazo, quedamos cara a cara, su mano acaricio mi cara, paso su pulgar por mis labios delineándolos, saque mi lengua para lamerlo, lo metió a mi boca y gustosa lo comencé a chupar, nunca dejamos de mirarnos, su otra mano pasaba por mis nalgas, subiendo mi vestido hasta la cadera ahí fue cuando comenzó con las nalgadas fuertes, la cara de dolor que hacía le gustaba pues él sonreía de satisfacción, quito su dedo de mi boca, con sus dos manos rompió mis bragas, desabrocho su pantalón y saco su verga dura, yo acerque mi vagina a su verga y comencé a moverme sobre el llenándolo de mis jugos, el saco el primer gemido, yo me movía cada vez más, los dos jadeábamos en nuestros oídos, era increíble todo.

Paró mis movimientos, los dos estábamos a nada de corrernos, el agarro su verga y la acomodo para meterla, yo solo fui bajando un poco más, era tan grande, pensé que no entraría toda pero si entro, mi boca se abrió totalmente, pues sentía un poco de dolor y mucho placer, juntamos nuestros labios mientras comenzábamos con movimientos lentos, su lengua jugaba con la mía, besaba tan bien, su boca bajo a mi cuello y finalmente al escote, hizo a un lado mi vestido y como no tenía sujetador chupo directamente mis pezones duros, su lengua movía de un lado a otro mis pezones, chupaba y succionaba, era tan rica su boca, de lo bien que comía mis pechos, me excitaba más y mi orgasmo estaba muy cerca, ahora saltaba sobre su verga, el agarraba mis nalgas y las pellizcaba, me daba fuertes nalgadas, él se acomodó un poco más y empezó a meterme con fuerza su verga, yo gritaba, le pedía que no parara, que quería su verga adentro de mi rompiéndome toda, quería que su leche estuviera adentro, eso fue lo que lo motivo aún más para no parar con lo que hacía, sus huevos chocaban con mi piel haciendo un sonido tan placentero, sus gemidos eran tan brutales, por última vez mordió tan fuerte mis pezones y tanto el como yo llegamos al esperado orgasmo, los dos sudábamos, nuestras respiraciones eran agitadas.

Después de varios minutos me susurro: ¿Cuál es tu nombre, preciosa? Y con eso sabía que esta no sería la última vez que nos íbamos a ver.

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