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Qué suerte que les robaron (primera parte)

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Estaba tomando un café matinal en un bar de la estación de tren Victoria en el corazón de Londres, en la mesa vecina dos jovencitas hablaban en forma preocupante en medio de llantos y no pude evitar escuchar la charla pues además hablaban en español.

Resulta que mientras dormían en el tren les habían robado las billeteras con el dinero y las tarjetas de crédito y estaban ahora varadas en Londres esperando encontrar una solución. No sabían que hacer primero: si ir al banco para anular las tarjetas; llamar a casa para que les manden un giro; Denunciar en la policía; Como se arreglarían con 10 libras en el bolsillo?

Me acerque y las salude en español lo cual les produjo la primera sonrisa del día. Me disculpe por haber escuchado la conversación pero no lo pude evitar, me ofrecí a ayudarlas a pasar el mal momento y tratar de solucionar el contratiempo. Las invite con otro café y un sándwich pues no habían comido nada desde ayer.

Nos presentamos “yo soy Rubén”, les dije, ellas se presentaron eran Paula y María, dos chilenitas que paseaban por Europa y Londres era la última ciudad antes de volver a Chile la próxima semana.

—Chicas, tranquilas, yo las voy a ayudar —les dije. Primero vamos a ir a mi hotel a dejar las mochilas, luego iremos a la policía a denunciar el robo y con el papel de la denuncia al banco a anular la tarjeta y pedir un poco de dinero para que se arreglen hasta que les manden dinero de casa. Pueden estar contentas que no les robaron los pasaportes, el dinero no es nada

Así fue, hicimos todo el recorrido de acuerdo al plan, el único problema era que el giro tardaría 2-3 días lo mismo que las nuevas tarjetas y como el crédito de las niñas era muy pequeño el banco solo les adelantó 100 libras a cada una. Las dos chicas se habían tranquilizado y eran muy simpáticas y no sabían como agradecerme la ayuda que les brinde, pero no todo se había solucionado pues con 100 libras para 3 días en Londres no llegas muy lejos que digamos.

Ya era mediodía y fuimos a almorzar, les ofrecí que podrían quedarse en mi hotel por estos días hasta que les llegue el giro y las nuevas tarjetas, en mi cuarto había una cama doble y un diván, con lo cual se podrían arreglar, asimismo les ofrecí que yo correría con los gastos de comidas y paseos hasta que llegara el giro y me devolverían el dinero. Aceptaron de inmediato y viendo que los problemas más o menos se habían solucionado, les cambio el humor y aparecieron dos hermosas jovencitas, alegres y dicharacheras que querían pasear y divertirse cuanto más mejor y olvidar el percance que habían tenido.

Voy a hacer un paréntesis para describir a Paula y María. Paula tenía 23 años y era una morocha de pelo largo y lacio, ojos oscuros piel aceitunada, delgada con tetas redonditas y paradas, culo chiquito y lo más llamativo eran sus labios, rojos y carnosos con una dentadura blanca como marfil. Su sonrisa podía derretir a cualquiera. María era prima de Paula y tenía solo 18 años, era más baja de cabello castaño, llena de rulos que le caían sobre los hombros, ojos color miel y labios finitos. Era más rellenita que su prima pero no menos linda, sus tetas eran mucho más grandes y su culo carnoso pero firme.

Esa tarde paseamos por las calles de Londres y nos comportamos como turistas típicos visitando y caminando sin parar, pese al calor y a la humedad de agosto. Ya eran las 19 hs y sugerí que volvamos al hotel para cambiarnos, bañarnos y salir a cenar. Pedí en la recepción que transformen mi habitación en una triple y nos traigan toallas y sabanas para los tres. Tuve que pagar un pequeño suplemento pero no de importancia. Paula y María estaban muy cansadas y sugirieron que pidamos algo de comer en la habitación pues les dolían tanto los pies que no podían dar un paso más después del día que pasaron. No me importaba, solo quería primero bañarme y luego bajaría a comprar una pizza.

Me estaba bañando y para mi sorpresa Paula y María entraron al baño y se metieron en la bañera junto conmigo. Se reían mientras me enjabonaban todo el cuerpo, pasados los primeros segundos de sorpresa no solo no me opuse, sino que acepte el juego de mil ganas Los tres nos enjabonamos uno al otro culos, conchas, huevos y cada rincón de nuestros cuerpos. Mientras nos besábamos y reíamos nos enjuagamos y luego nos secamos mutuamente. Salimos del baño y nos tiramos en la cama. Paula y María dijeron que era un adelanto por el pago de la deuda que tenían conmigo.

No les conté antes, pero tengo 57 años y entre las dos chicas juntas no llegaban a mi edad, el solo pensar en esos cuerpos jóvenes desnudos y ardientes me produjo una erección como hacía mucho no tenía. Mi verga estaba dura como piedra y parada de tal forma que hasta me dolía un poco. Mientras Paula me besaba ardientemente María me besaba los huevos y pasaba la lengua subiendo y bajando por mi verga parada. Las tetas de Paula se habían endurecido notablemente y sus pezones terminaban en dos puntas duras y paradas que chupe y bese largos minutos mientras mis dedos masajeaban su concha húmeda y caliente María había pasado de lamidas a chupármela fenomenalmente metiéndose mi verga hasta la garganta. En un momento Paula se subió sobre mí y puso su concha rasurada y sin un pelo en mi boca, la cual chupe y bese al compás de gemidos de placer. Chupar y besar una concha rasurada y sin un solo pelito es súper dulce y excitante. Chupe durante unos minutos su concha y culo hasta que Paula tuvo un hermoso orgasmo llenándome la cara y la boca con sus jugos dulces y aromáticos. No pude contenerme más y acabe un chorro de leche hirviente en la boca de María que seguía chupando sin parar. Paula se acostó boca abajo a mi lado, me subí sobre ella tratando de metérsela en el culo pero se negaba, al darse cuenta, María vino en mi ayuda y mientras la abría las nalgas con sus manos le metí la punta de mi verga, que se había vuelto a parar con todas sus fuerzas, en la entrada de su culito dulce y chiquito.

Paula protesto pero no le sirvió de mucho pues empuje con fuerza y le metí toda la verga hasta el fondo del culo estrecho y caliente. Gemía y suspiraba hondo mientras mi verga se abría paso con dificultad en su interior, hasta que al final cuando la tuvo toda dentro de ella era quien se movía rítmicamente disfrutando de la culeada que estaba recibiendo. No tarde mucho en acabar nuevamente y le llene a Paula el culo con mi leche que rebalso y chorreaba por su concha y sus piernas, María la chupo limpiando hasta la última gota del culo de su prima que aun gemía agitada.

Yo no daba más pero María se quejó que ella no había recibido nada hasta ahora y tenía razón!!!

Pero por más que quería no se me paro otra vez, así que comencé a masturbarla, primero con un par de dedos y lentamente tenía toda mi mano dentro de su concha que hervía como un volcán. Le metía dedos en la concha, culo y clítoris mientras Paula le chupaba y mordía las tetas. María tuvo una serie de orgasmos que le alcanzaron por esa noche. Estaba realmente muerto pues hacía muchos años que no tenía conmigo chicas tan jóvenes y con tanta energía y mucho más tiempo que no lo hacía con dos juntas. Fue una joda espectacular, lastima no tener 20 años menos para poder seguirla.

Cuando recupere la respiración baje a comprar la pizza que comimos junto con cervezas heladas, recuperando un poco de fuerzas luego de un largo y trajinado día.

No usamos el diván y nos acostamos los tres en la cama, apretados pero sin protestar, nos dormimos desnudos y abrazados.

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