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Mi inicio como travesti (3 y 4)

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ACTO III

Sentía que mi corazón iba a estallar, mi excitación estaba en su máximo punto, estaba muy mojada y ansiosa porque me clavara, porque me hiciera suya por fin. Siguió acariciando mi ano, sentía como trataba de dilatarlo con uno de sus dedos. Pero cada vez que lo intentaba sentía un gran dolor. Me beso el cuello para que me calmara, eso hizo que me relajara y fuera menos doloroso. Siguió rosando mi ano con más fuerza, por instinto abrí mis nalgas más para que me aprovechara por completo. El tomo el hilo de mi tanga y lo halo hacia arriba causándome un gemido más largo y mucho más fuete. Se excito aún más a tal punto que soltó mi tanga e intento penetrarme con sus dedos, haciéndome gemir más. Cogí su mano y me lleve sus dedos a mi boca, estaba desesperada porque me penetrara pero no quería que me doliera, lubrique sus dedos con mi saliva e hice de cuenta que era su pene, esto le gusto tango que sentí como se pegó a mí, sus caderas empezaron a moverse de adelante para atrás, la punta de su pene se empezaba a colar entre mis nalgas, haciendo que mi boca se moviera a su ritmo, enroscando mi lengua entre sus dedos.

Quito la mano de mi boca, le pedí que chupara mis dedos, saque la mano de su boca y me la lleve a mi ano, asegurándome que estuviera bien lubricada y le pedí que por favor lo intentara de nuevo. Uno de sus pequeños dedos empezó a abrirse paso, mi ano se dilato y empujo la mitad de uno de ellos. Me doble de placer ante esa deliciosa sensación de como se deslizaba dentro de mí. Agarro mi garganta con una mano mientras con la otra penetraba mi ano, cada vez más rápido. Sentía que me ardía pero no quería que parara. Mi pene estaba más duro, estaba muy mojado, le pedí que sacara su dedo y metiera su pene. Saco su dedo bruscamente, y un gemido de dolor se escapó de mis labios. Se lamio la mano y se la llevo a su pene, me acurruque más sacando más cola, lo ayude abriendo mis nalgas para que pudiera penetrarme bien. Tomo su pene, y lo paso a la altura de mi ano sobre la tanga, con su mano la hizo a un lado e hizo lo mismo, pero ahora sobre mi ano. Me corrió un escalofrió por todo mi cuerpo, sentía mucho calor,-métemelo por favor, métemelo- le pedía, tomo la punta de su pene y empezó a empujar, mi ano se dilataba a medida que su pene entraba, pero, lo saco después, y de nuevo lo empezó a meter, salí por un segundo de mi excitación y caí en cuenta que el pene de él era pequeño para ese entonces, y yo demasiado nalgona, así que solo la parte de la cabeza de su pene lograba penetrarme. Era más grande que su dedo así que seguí como si nada, volví a mi estado de excitación, -no pares por favor, sigue- gemí, el apresuro más el ritmo, me lo metía más y más rápido, yo lo ayudaba lo más que podía abriendo mis nalgas para que me penetrara lo más profundo posible, de repente con su otra mano, empezó a masturbarme, me volvía loca la combinación de masturbación mientras me comía el culo. En un instante se me nublo la vista, mis gemidos se volvían más fuertes, se estremeció mi cuerpo y sentí como de nuevo ese líquido caliente salía por mi pene, soltó mi pene y agarro de nuevo mi cuello y sentí como ahora era el quien se estremecía, apretó mi cuello hasta quede sin respiración. Me soltó y de un solo jalón saco su pene de mi cola. Estaba jadeando, sudada pero feliz de la maravillo experiencia que pase aquella noche. Caí profunda con él a mi lado, hasta que escuche un ruido entre sueños. Era mi madre, me levante y me quite los tacones, la falda, el buso y el brasier, me deje puestas las medias con la tanga, me puse mi pijama y deje el resto debajo de la cama, mi primo se puso su ropa y de un salto nos metimos debajo de las cobijas. Mi madre abrió la puerta del cuarto, nos hicimos los dormidos así que volvió y cerró sin más. Escuchamos que entro al cuarto, así que me levante para quitarme el resto y asegurarme que todo quedara bien escondido y volví a la cama. A la mañana siguiente hicimos como si nada hubiera pasado, el volvió a su casa y cuando nos veíamos no hablábamos del tema.

A pesar de que la punta de su pene entro en mí, no lo considere como que hubiera perdido la virginidad, quería algo más grande más ancho, después de aquella noche, quería más. Esta historia no termina aquí. Es solo el comienzo.

ACTO IV

Después de aquella inolvidable noche, mi primo y yo continuamos teniendo nuestros encuentros en mi casa, cada vez que podíamos, me hacía suya. Jugando, durmiendo aun con personas en la casa, buscábamos la forma. Como un día, jugando en un cuarto donde había una arena que sobraba de una ampliación que se hizo en la casa, estaba con una pantaloneta y me incline para recoger un juguete, el aprovecho, me bajo los pantalones, me hizo sacar la cabeza por la venta del cuarto para vigilar el pasillo, para avisarle si venia alguien, mientras él se aprovechaba de mi culo.

Pero eso solo era la punta del iceberg. Mi deseo por sacar esa chica que esta presa en este cuerpo era cada día más fuerte. Seguía visitando la casa de mi papa que vivía con mi tía, y aprovechaba cada segundo sola para probarme más cosas, tomaba más prendas, faldas, botas, tacones, blusas, tangas, cacheteros e hilos. Pase de solo tener una muda de ropa, que fue con la que seduje a mi primo, a tener 2 mudas más en la casa de mi padrino. Tenía una que era una blusa blanca con flores azules (preciosa), una falda negra que me llegaba hasta la mitad de las piernas, unas medias veladas de nylon y unas sandalias de amarrar en el tobillo de color negras con adornos brillantes. Mi otro conjunto era una blusa tipo buso de color naranja, la combinaba con la misma falda negra y las media veladas, pero con unas botas hasta la rodilla de tacón de 7 cm, y además el cinturón negro que me probé en el acto I. Además de tener otras tres tangas más, todas de color blanco, un brasier de color azul que aún conservo y un body color blanco.

Me encantaba la ropa de mi tía, era muy sensual y atractiva, además que amaba su aroma. El tiempo fue pasando, me desarrollaba a tal punto que mis piernas se tornaron larga y gruesas, sin bello, pero estilizadas, mi madre decía que tenía piernas de niña, amaba que me dijera eso. Mi cola creció más junto con mis caderas, y procuraba tener un abdomen plano, pero no musculoso, así que mi cintura se asemejaba a la de una chica. Mis rasgos de por si son muy finos, así que cada vez que me miraba en un espejo me gustaba más lo que veía en él. Aprovechaba y dormía con las tangas puestas, una que otra vez me ponía faldas, me empecé a quedar en el apto de mi padrino casi todos los días. Mi primo y yo nos distanciamos una época. Pero no por eso me dejaba de consentir a mí misma.

Un día, mi madre me dijo que mi padrino saldría de viaje, que por ende ella también saldría, así que yo decidí quedarme. Mi padrino salió de viaje un viernes en la mañana, mi madre saldría cerca de las 3:30 pm. Le pedí que si me podía quedar con mi primo, a lo que ella dijo que si pero con la condición que no fuéramos a hacer ninguna fiesta, y que nos quedáramos los dos solos, que si íbamos a salir que no fuera hasta altas horas de la noche. Yo acepte encantada. Este fin de semana seria especial, iría mucho más allá de todo lo que de por sí ya había pasado. Yo era la mayor, así que tendría que ir por él. Lo llame y él dijo encantado que sí, el me insistió en que debíamos pasarla genial que me quería ver bien arreglada, le dije que se llevaría una sorpresa. Coordine todo para que estuviera listo cuando fuera por él, quedamos de encontrarnos a las 5 pm. Termine de ayudar a mi mama a alistar con lo que ella se fue antes de lo que tenía planeado. Esta noche seria especial. Por el camino hice varias paradas, especialmente en tiendas de maquillaje. Nada caro por supuesto, ya que para esta edad no tenía tanto dinero, pero el suficiente para comprar una pestañina o rímel, un delineador de color negro en lápiz y uno líquido, un rubor, una base, unos polvos, y en el apto tenía un labial de mi tía color rojo y otro color morado, y un brillo sabor menta. Los puse en mi maleta y llegue a las 5 pm al lugar planeado para verme con mi primo, lo recogí y salimos rumbo al apto.

Cuando llegamos al apto, descargamos los morrales y salimos a comprar golosinas para la noche. De vuelta al apto, le dije que quería ducharme, estaba muy cansada, que pusiera una película mientras me bañaba. Salí me seque y fui directo al cuarto de mi madre. Allí saque ya tenía lista toda mi ropa. Pero quería usar algo más, no los conjuntos con lo que ya jugaba conmigo misma a ser una chica de la calle. Para él quería lo mejor, quería que fuera especial. Busque entre el armario de mi madre y para mi sorpresa, encontré un vestido hermoso, se lo había regalado una de sus amigas, era un vestido de noche color dorado, la parte superior del vestido era tipo corset, adornado con escarcha y la parte de la falda era en una tela parecida a la ceda de color dorado. Me enamore de aquel vestido. Me puse mi tanga tipo brasilera, blanca con encaje, medias veladas de nylon y mi brasier, aplique un aceite en mis piernas y cola, puse el relleno y saque todo el maquillaje del bolso.

Me empecé a maquillar, aunque como es obvio, era primeriza y un poco torpe, pero me quedo bastante bien. Elegí una base y unos polvos neutros, mi madre dejo unas perlas bronceadoras que le dieron a mi piel blanca un tono precioso, rubor, y para mis ojos opte primero por una base del tono de mi piel, seguido de un tono negro para hacer ver mis ojos más grandes, combinado con un café, lo difumine y aplique un poco de un tono dorado, hice una línea más o menos gruesa con el delineador de lápiz tanto arriba como abajo y lo resalte con el delineador líquido. Por ultimo use un lápiz de color rojo para labios, los delinee y aplique el labial color rojo, por último el brillo sabor menta. Me puse mis gafas y me mire completa en el espejo de cuerpo entero. ¡Estaba preciosa!, de hecho muy bella pero elegante, era un perfecto atuendo para un recepción de noche, pero no para lo que tenía planeado, así que tome el cinturón negro de mi tía y fui subiendo el vestido hasta que este me quedo como una hermosa falda plisada que llegaba a la mitad de mis piernas, era perfecto. Estaba divina, decidí poderme las sandalias negras de correa en el tobillo, tacón de 7 cm, y para combinar, una chaqueta elegante color negro de mi madre. ¡Estaba perfecta!, además de todo esto, aliste otras cosas, quería que jugara conmigo, quería ser su juguete.

Lo llame, -baja, tengo una sorpresa para ti, por favor espérame en la sala -espere y el bajo como se lo pedí, -cierra la puerta de la sala, ya voy para allá-. Cerro la puerta, de nuevo me quede sin respiración, me temblaban las piernas por lo que estaba a punto de hacer, era la mayor locura, no sabía cómo reaccionaría ante todo lo que tenía en mente. Contuve la respiración y deje que mi corazón se calmara, y empecé a caminar. El sonido de mis tacones hacía eco en las paredes de la casa. Me recordó aquella vez que lo hicimos en la casa de mi madre. Abrí la puerta, estaba sentado en el sofá, cuando me vio, se quedó boquiabierto. Recuero su expresión llena de asombro, -buenas noches amo, estoy a su servicio-, me incline e hice una reverencia. Encima del comedor había varias cosas para el juego que tenía planeado, no eran nada convencionales, mi presupuesto no alcanzaba para juguetes sexuales, así que tuve que usar otro “tipo de juguetes”. El rojo de mi labial se veía muy provocativo y combinado con el brillo, hacía que mis labios se vieran carnosos. –Hoy quiero que me use, quiero ser su juguete. Si me permite quiero mostrarle lo que podrá usar conmigo-, le dije, lo lleve al comedor, en donde había un marcador Sharpie, un cepillo para cabello, más grueso que el marcador, una linterna negra, más gruesa que el cepillo y por último, poco días atrás, de compras, mi padrino adquirió una pala para la cocina de teflón, con la particularidad de que el mango de esta pala, era en goma bastante ancha, unos 4 cm más o menos de ancho y unos 16 cm de largo. Además de esto una caja de codones y un aceite lubricante.

-Esto es para que juegue conmigo, a su gusto. Soy suya, amo-…

Continuara.

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