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Una tormenta atroz y dos vecinos. La combinación perfecta V

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Han pasado varios meses del último encuentro de los vecinos, no se han vuelto a ver, ni a coincidir en la calle, ella se siente un poco nostálgica pues parece ser que ya se han terminado sus encuentros pasionales. Ni modo esto así es, ella estaba consciente de que eso podría pasar. Siguieron pasando los días y ella ya estaba un poco más tranquila, la juventud y vitalidad en su espíritu no le impide sonreírle a la vida y seguir adelante, esperando lo que la vida tenga para ofrecerle.

Una tarde salió a caminar a unas manzanas de su casa, es una zona bastante segura así que no hay problema con transitar a ella le gusta hacerlo constantemente. Ya se estaba empezando a oscurecer cuando decidió regresar a casa. De regreso le cogió la noche, estando a unas dos cuadras largas de distancia de su casa se sintió un poco intranquila porque estaba un poco oscura la calle. Siguió caminando acelerando un poco el paso. Ya cuando se encontraba a una cuadra de su casa se sintió más relajada pues esa calle es un poco más alumbrada que la anterior.

Al llegar a media cuadra, pasando por el pequeño callejón que había allí, alguien sale repentinamente de allí, la rodea con un brazo por la cintura, con la otra mano le tapan la boca y la jalan hacia el interior del callejón. Ella forcejeó con el tipo pero el tipo no se detuvo hasta topar con pared. Una vez allí se dirigió a ella:

-“No te asustes, soy yo.” Esa voz. Por unos instantes creyó que estaba delirando…

-“Te extrañé tanto, princesa”- pero al escuchar eso, corroboró que era él. Cuando la chica se tranquilizó, él le quito la mano de la boca.

-“Me muero por hacerte el amor” dijo eso mientras le frotaba el abdomen con ambas manos, La pegó más hacía él y la abrazó con fuerza. Ella no pudo pronunciar palabra, se sentía bastante perpleja por la forma que la interceptó. Hundió su cara en el cabello y la nuca de ella, su aroma lo erotizó bastante, exhaló profundamente. Su aliento estaba impregnado de deseo, de anhelo, de añoranza. Ella se estremeció severamente.

El prosiguió a besar su mejilla, su cuello, su hombro, eran besos tiernos, calmados pero llenos de deseo. Manoseó sus pechos, con delicadeza y pasión, bajo sus manos siguiendo el trazo de sus curvas, ese cuerpo lo enloquecía, lo deseaba tanto, llegó a sus caderas magullándolas con fuerza pegándola hacia su entrepierna. La chica estaba bastante nerviosa y callada, porque el callejón por muy oscuro y privado que parecía, no era muy grande. La distancia que separa su improvisado recinto de amor del alumbrado público no es mucha. Esa era una avenida principal que a esa hora no había mucho movimiento pero, si podría pasar uno que otro vehículo o persona y eso le causaba mucha inquietud.

Sin embargo, a él le parecía muy interesante la situación, el lugar junto con el nerviosismo evidente de la muchacha le causaron unos picos emocionantes en su excitación. Definitivamente se prendió mucho más.

Ella seguía tratando de entender todo el contexto del momento, él emocionado, feliz y excitado por tenerla nuevamente entre sus brazos, poder impregnarse de su aroma, acariciarla todo lo que quiera… se sentía hechizado por la muchacha.

La chica también estaba contenta por volver a verle, ella también añoraba sus caricias y la intensidad que siempre demuestra por poseerla. La carga sexual entre ambos es exquisita. Él estaba muy excitado, su miembro tenía rato erguido, rozando el suculento trasero de la vecina, subió sus manos para sobarle los pechos, esta vez con más intensidad, besaba su cuello, mordía su hombro. La respiración de la chica se aceleró severamente, sus caricias la estaban excitando demasiado. Estando así le sacó las tetas, las acariciaba con lujuria, las apretaba con intensidad. Bajó su mano a su coñito y metió sus dedos adentro de la pantaleta, empezando a masturbarla, le acariciaba su clítoris húmedo, los gemidos de la vecina se incrementaron bastante, aumentaba el ritmo de las caricias. Introdujo dos dedos en su vagina, ella se estremeció y soltó un gemido ahogado.

Le quitó la prenda le subió la falda hasta la cintura y la penetró soltando un gemido largo. Comenzó a follarla, aumentando el ritmo del vaivén, los dos gemían bastante. Estaban retozando de lo lindo cuando una patrulla se coloca justo enfrente del otro lado del camellón. Los policías no se percataban de lo que estaba pasando pero si se les ocurría voltear estarían en verdaderos problemas. Ella se puso muy nerviosa e intentó detenerlo pero, él no se cohibió por los policías, al contrario, eso le provocó aumentar el ritmo de las embestidas, siguió penetrándola más y más, ella hacía un esfuerzo enorme por no soltar gemidos fuertes, pero esa mezcla de miedo y pasión estaban llevando esa experiencia a otras dimensiones. La seguía follando cada vez más intenso, ella soltó un gemido de placer pero los policías no escucharon, le volvió a tapar la boca con su mano y aceleró a todo su potencial, la estaba taladrando descomunalmente, sentía que se desmayaba la muchacha de tanto placer y de tanta intensidad que recibía en su entrepierna. Él le apretó los pechos con fuerza mientras ella se mordía los labios para ahogar el grito de su orgasmo, era muy intenso el orgasmo que estaba teniendo. El seguía manoseando sus tetas y siguió follandola hasta que se corrió dentro de ella, inundándola internamente. Soltaba gemidos ahogados hasta que terminó de expulsar todo el semen. Estaban muy acelerados. Ella trataba de recuperar la respiración y la cordura.

Sacó su miembro, y se quedó así recuperando su aliento, ella se acomodó la ropa. Se giró y al verle así, agitado y con el pene afuera, se acercó a él y lo besó con pasión. Extrañaba mucho esos labios varoniles.

Él ya se había recuperado pero, siguió besándola un rato.

Su situación ya se está volviendo enfermiza pero bastante excitante. Estaba allí besándose y acariciándose, en ese callejón oscuro, con las luces de la patrulla del otro lado de ellos.

Espero les haya gustado, agradezco su atención. ¡Gracias por sus comentarios!

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