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La transformación de Laura (3)

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Todos los días, al llegar el descanso entre clases de las 11 de la mañana, Laura, comenzaba con su ritual, se dirigía a los aseos de la universidad y se metía en el mismo baño en el que leyó el primer mensaje de Corn. Dejaba su mochila en el suelo y tras quitarse los pantalones, deslizaba sus braguitas lentamente por sus piernas, las olía y las guardaba en la mochila. Se sentaba en la taza, notando en su coñito la frialdad de esta y como poco a poco se iba mojando con los flujos que iban saliendo de su coño. Desbloqueaba el móvil y accedía a su correo. Allí estaba, como cada día, recibía un mensaje de Corn, deseándole los buenos días y dándole las instrucciones para ese día.

Poco a poco había ido cambiando, esperaba nerviosa y excitada la llegada de las 11 de la mañana. No siempre eran iguales, aún no sabía cómo lo hacía, Corn, siempre conseguía tenerla excitada. A veces, debía masturbarse en cada cambio de clase utilizando un bolígrafo a modo de consolador, el mismo bolígrafo que utilizaría para tomar apuntes, el mismo bolígrafo que pasaría más tiempo en su boca, chupándolo, que tomando apuntes. Sabía a ella y eso le encantaba, imaginaba que era su polla la que saboreaba y eso la excitaba aún más.

Otras veces, debía estar sin masturbarse toda la mañana, rozando sus pezones por encima de la ropa cada vez que algún profesor pronunciase determinada palabra.

Por la noche era diferente, cuando se metía en su cuarto, debía desnudarse y arrodillarse al lado de la cama, con la cabeza gacha mirando sus rodillas, los brazos a la espalda agarrándose las muñecas. Permanecía inmóvil varios minutos recordando todas las sensaciones que habían recorrido su cuerpo. Después, si Corn se lo había permitido, se masturbaba pensando en él. Recorría cada centímetro de su cuerpo con las yemas de los dedos, se recreaba en su cuello, acariciaba sus pechos y pellizcaba sus pezones, los tenía tan sensibles... cada roce, cada pellizco, le producía un escalofrío que recorría todo su cuerpo desde la cabeza a la punta de los pies. Deslizaba el dorso de la mano hasta su coño, donde sus dedos buscaban el clítoris, no hacía falta mojarlos, siempre estaba empapada. Después de introducirse dos dedos poco a poco en su coñito y sentir la llegada del orgasmo, los retiraba. Gracias a Corn, descubrió que negándose el orgasmo varias veces conseguía que una vez diese rienda suelta al placer, este sería indescriptible, un torbellino de sensaciones recorrería su cuerpo haciéndola vibrar, sintiéndose plena.

Poco a poco, había ganado confianza en ella misma, acercó sus dedos a su culo y tras rodearlo varias veces, lubricándolo con los flujos de su coño, fue introduciendo primero una falange, lentamente, despacio, notando como los músculos de su ano se relajaban y daban cabida a todo el dedo. Poco a poco, consiguió meterse un segundo dedo y luego un tercero. Se detuvo un segundo saboreando la sensación de sentirse llena y empezó a mover los dedos cada vez más rápido dentro de su culo. Sin darse cuenta, su otra mano se había adueñado de su coño y se lo estaba follando también. Notó como se acercaba el orgasmo y tras susurrar el nombre de Corn, dejo que el orgasmo se apoderase de ella. Como le había dicho, mientras se corría, sacó un dedo de su vagina y presionó su clítoris, manteniendo la presión sobre él consiguió un orgasmo interminable. Dejó caer su cuerpo al suelo, encogió sus piernas adoptando una posición fetal y retiró el dedo que presionaba su clítoris. Los espasmos recorrieron su cuerpo durante un minuto más y finalmente se detuvieron. Dio las gracias a Corn, por el maravilloso orgasmo que le había regalado y se acostó.

Esa mañana se despertó feliz y tras ducharse, estuvo contemplando su reflejo en el espejo. Definitivamente, llevar el coño depilado, la favorecía... y mucho, estaba irresistible, nada desentonaba en ella, unas piernas fuertes, un culo bien duro y unos pechos que aunque no eran grandes, tenían el tamaño idóneo para que el conjunto fuese perfecto. Tras lanzar un beso al espejo, se vistió con la ropa que le había sugerido Corn en el email anterior. Se puso un tanga negro, una talla más pequeña de la que debería usar, que apenas cubría nada, una minifalda negra y por último, una blusa blanca.

Lo que veía en el espejo cada día le sorprendía más. "Uff, si fuese un tío, no te escaparías y haría cualquier cosa por follarte" dijo y recogió todo para ir a la universidad.

A las once de la mañana, puntual como siempre, se dirigió al baño. Se quitó el tanga y mientras desbloqueaba el móvil, se sorprendió diciendo:

"Buenos días, Corn.

Cuáles son tus instrucciones hoy, mi cuerpo está presto para cumplirlas... AMO"

Amo? Le había llamado amo? En ese momento se dio cuenta de lo que era realmente, en lo que se había convertido... en una SUMISA, dispuesta a satisfacer los deseos de su amo, no de cualquier amo, sino de SU AMO, CORN.

Abrió el mensaje de… SU AMO... deseosa de cumplir sus deseos. Se sorprendió al ver que el mensaje apenas ocupaba tres líneas. Decía lo siguiente:

"Buenos días Laura.

A tu derecha, detrás de la taza del váter, hay una bolsa con un paquete. Guárdalo en tu mochila y no lo abras hasta estar sola en casa.

Corn."

Automáticamente giró su cabeza y lo vio, un trozo de bolsa asomaba tras la taza. Lo recogió nerviosa y miró en su interior. Había un paquete envuelto con papel de regalo con su nombre manuscrito.

Había estado allí!! Segundos antes de que ella fuese, él había estado allí mismo!! Quizás se habían cruzado en el camino y ella no se había dado cuenta.

Tras guardarlo en la mochila, salió apresuradamente del baño, mirando a ambos lados del pasillo tratando de verle. No fue así, los pasillos estaban desiertos.

Durante la siguiente clase fue incapaz de concentrarse, pensando en que su Amo había estado allí, cavilando que habría en el paquete. Finalmente, decidió que se iría a casa. Sus padres estaban trabajando y no llegarían hasta las 6 de la tarde y tendría la casa para ella sola durante 5 horas.

De camino a casa, en el autobús, notó como las miradas de la gente se posaban en ella. Sin darse cuenta, había separado un poco las piernas y la gente estaba recreándose con el espectáculo. Tal fueron sus ganar de llegar a casa, que no se había dado cuenta de que el tanga seguía en su bolso. Que miren, pensó, lo veréis, pero no lo cantaréis, este coño tiene dueño, y su Amo se llama Corn.

Nada más cerrar la puerta de casa tras de sí, se desnudó a toda prisa, sin importarle donde caía la ropa, tenía tiempo de sobra para recogerla luego. Abrió el paquete, rasgando el envoltorio, pero teniendo sumo cuidado con la parte donde su Amo había escrito su nombre. Había algo envuelto en un trapo de seda negro y una nota escrita a mano:

"Laura, espero que aceptes ambos regalos.

Que los disfrutes, tienes libertad de acción."

Apretó la nota contra sus pechos desnudos y tras hacer tres respiraciones profundas, retiró la seda. Se encontró con un collar negro, fino, con una placa de plata donde se podía leer su nombre, Laura, y detrás, el de su Amo, Corn.

No tardó ni un segundo en ponérselo y al anudarlo, un escalofrío recorrió cada centímetro cuadrado de su cuerpo. Lo aceptaba, aceptaba a Corn como su AMO y se entregaba a él como su SUMISA. Había dado el último paso hacia su nueva vida, una vida como sumisa.

Miró de nuevo dentro de la caja y nada más posarse su mirada en su segundo regalo, supo que haría. Su cuerpo reaccionó al instante y fue a su cuarto.

El segundo regalo era un consolador con forma de pene, no era ni grande ni pequeño, tenía el tamaño justo para su boca, su coño y... dentro de poco, para su culo. Como cojones había acertado con el tamaño, no podía haber sido casualidad, pensó, me conoce mejor que yo misma. Tenía una ventosa en la base para poder sujetarse por sí solo y así tener libertad de movimientos.

Se arrodillo delante del espejo de su cuarto y tras pegar el consolador en él, cruzó las manos a su espalda y comenzó a chuparlo, lo recorría con la lengua, desde la base hasta la punta del glande, notaba las venas que tenía, y deseaba que fuese la polla de su Amo. Se lo metió poco a poco en la boca hasta que no fue capaz de que entrase más, aguanto todo lo posible con el dentro y cuando notó que empezaban a caerle las lágrimas, se retiró dando una bocanada para llenar sus pulmones. Comenzó a follarse ella misma la boca, sentía sus manos sujetándole la cabeza, usándola para su placer, impulsándola a tragársela cada vez un poco más.

Cuando no pudo más, se dio la vuelta, y arrodillada como estaba, dirigió la punta del consolador a la entrada de su coño. De un solo golpe se lo clavó entero. Su cuerpo se movía apresuradamente sintiéndose llena de el, notaba como el consolador la llenaba por completo y se abandonó al mayor orgasmo que había sentido nunca.

Cuando consiguió incorporarse, lamió despacio el consolador limpiándolo de sus flujos. Notó como chorreaba su coño, como sus flujos resbalaban por sus piernas y terminaban en el suelo.

Se levantó como pudo, cogió el móvil, se dejó caer en la cama y le escribió un mensaje a su Amo, contándole con todo lujo de detalles lo que había hecho, todo lo que había sentido, lo agradecida que estaba.

Cuando envió el mensaje, miró de nuevo el consolador pegado en el espejo, y tras cogerlo, se tumbó en la cama, se abrió de piernas y se folló otra vez ella misma, imaginado que su Amo, quería usarla de nuevo.

Ups, tendría que enviarle otro mensaje...

Continuará...

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