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La transformación de Laura (5)

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...6, 7, 8...apenas dos pisos y llegaría a la décima planta donde tenia reservada la habitación. Se encontraba nervioso, preguntándose que se encontraría al entrar en la habitación. Cuando finalmente el ascensor llegó a la décima planta, caminó con rumbo decidido hasta plantarse delante de la puerta. Sacó la segunda llave del bolsillo del pantalón y poniéndola en el lector, abrió la puerta deseoso de conocer cual había sido la elección de Laura.

Una sonrisa se dibujó en su cara al entrar y ver a Laura de pié, inmóvil, en medio de la habitación.

Se acercó a ella lentamente, disfrutando de como se reducía la distancia que le separaba de ella, para finalmente situarse a su espalda.

— No te arrentiras, Zorrita. — le susurro al oído mientras posaba sus mano en los hombros y le retiraba el tirante haciendo que el vestido se deslizase por su cuerpo.

— Debes saber que tendrás siempre la última palabra —continuó susurrando mientras recorría sus brazos acariciándolos con las palmas de las manos. —En el momento que quieras que me detenga, solo deberás decir la palabra PARA, y me detendré al momento. Has entendido, Zorrita?

—Si

Laura sintió un azote en el culo, no había sentido casi dolor, pero el sonido de este la sobresaltó.

— Que has dicho? No te oído.

— Que sí, te he oído. — Recibió otro azote más, esta vez más fuerte.

— Sigo sin oírte.

— Si, le he oído, Amo.

— Mejor, mucho mejor. — dijo Corn poniéndose frente a ella. Sujetó su barbilla con una mano y elevándola la besó en los labios. Su primer beso. Sus labios se juntaron y sus lenguas se encontraron, comenzando una danza sensual, explorándose mutuamente.

Cuando al final sus labios se separaron, Corn le ordenó permanecer inmóvil, mirando al suelo. Se sentó en el sofá, enfrente de ella y la contempló durante unos minutos.

— Me imagino que habrás visto lo que hay sobre la mesa. —dijo Corn, rompiendo el silencio que se había hecho dueño de la habitación.

— Si, Amo. Los he visto.

— Bien, quería que vieses lo que estabas aceptando. Ahora, quiero que te acerques a la mesa y me digas que hay.

Laura, caminó hacia la mesa y le mostraba cada cosa mientras la nombraba.

— Un consolador con forma de pene, un consolador anal, unas pinzas, unas cuerdas, unos pañuelos de seda, un consolador pequeño con forma de huevo, una fusta, un antifaz y unas esposas.

— Tranquila Zorrita, no usaremos todo hoy, solo quería que lo vieses. Acompañame. — dijo Corn, tomando rumbo al baño.

— Quiero que me desnudes y me des una ducha. Usarás tu cuerpo a modo de esponja.

Laura, comenzó a desvestirle nerviosa. Le quitó la chaqueta y desabrochó su camisa dejando su torso desnudo. Con manos temblorosas, le quitó los zapatos junto con los calcetines para luego, quitarle el pantalón. Cuando le quito los boxers, apareció su polla erecta frente a sus ojos, no podía apartar la mirada de ella y humedeciendose los labios, abrió la boca para comérsela.

— No! Aún no — exclamó Corn, — Todo a su tiempo. —concluyó mientras entraba en la ducha.

Laura entró tras el y vertiendo el gel sobre sus pechos procedió a enjabonar su espalda. Aprovechó el momento para acariciarlo, deslizaba sus manos enjabonando todo su cuerpo sin dejar un solo centímetro cuadrado de su amo sin recorrer. Cuando se dió la vuelta, deslizó sus manos sobre su pecho y tomo rumbo a su polla. Mirandole a los ojos, tomó su polla entre sus manos notando su dureza, cada vena que la recorría, pensando que dentro de poco estaría dentro de ella llenandola, usándola, arrancándola innumerables orgasmos.

Concluido el baño, Corn le pidió que le acompañase y se dirigió de nuevo al salón. La colocó frente a la mesa y tras colocarse nuevamente a su espalda, pegada a ella para que notase su miembro erecto, le susurro al oído.

— Elegiras dos cosas de la mesa y yo elegiré una tercera. No tengas prisa en decidir.

Laura, miró detenidamente todo lo que habia en la mesa y finalmente escogió el antifaz y el pañuelo de seda.

— Buena elección Zorrita. Ahora, vuelve al medio del salón y arrodillate con las manos a la espalda.

Una vez arrodillada, Corn se acerco a ella y le puso el antifaz mientras besaba su nuca. Un sinfín de escalofríos recorrieron el cuerpo de Laura estremeciendola. Deslizó el pañuelo entre sus muñecas anudándolas y colocó los estremos del pañuelo entre sus manos.

— No temas, te he inmovilizado las muñecas pero debes saber que el momento que abras la manos y sueltes los estremos del pañuelo estarás libre.

Se incorporó y dejó transcurrir unos segundos admirando a Laura.

— Abre la boca, es el momento.

Laura, abrió la boca esperando sentir la polla de su amo, pero esta no llegaba. En su lugar, Corn, introdujo dos dedos dentro de ella y le ordenó que los chupase para lubricarlos. Laura los devoró con ansía tratando de mostrarle que estaba preparada para darle placer. Corn retiró los dedos y comenzó a acariciar el clítoris y el coñito con lentos movimientos. La respiración de Laura se agitó al sentir como uno de sus pezones era pellizcado mientras los dedos se introducían en su interior.

— Lo primero que haremos, —comenzó a decir Corn. — será que disfrutes de tu primer orgasmo tras dos días de abstinencia.

Comenzó a mover los dedos dentro de ella, presionando la pared vaginal con la yema de los dedos mientras la palma de la mano estimulaba su clítoris. Continuó follandola con los dedos hasta que los gemidos que salían de su boca le indicaron la proximidad del orgasmo. En el momento que se empezó a correr, le introdujo el consolador el coño y ejerció una presión gradual sobre su clítoris con las yemas de los dedos para prolongarlo.

Aún no había dejado de sentir las convulsiones del orgasmo cuando notó como la polla de Corn se introdujo en su boca y comenzó a follarsela. Sentir la boca llena de la polla de su amo y tener el consolador en su coño hizo que un segundo orgasmo recorriese su cuerpo llevándola al éxtasis.

Se dejó usar, acariciando el glande con la lengua cuando se retiraba un poco sin llegar a sacar la polla de su boca. Las manos de el sujetando su cabeza, marcando el ritmo de la felación, el consolador en su coño, sentirse entregada a el, hacia que estuviese en un continuo estado de éxtasis. Noto como la polla se hinchaba y aumentaba el ritmo con que usaba su boca y se preparó para recibir la corrida de su amo. No tardó en llegar, su esencia le llenó la boca y se esmeró por no derramar ni una sola gota. No sabía si debía tragarla, así que opto por mantenerla dentro de su boca a la espera de que le dijera algo.

Al notar la indecisión de Laura, Corn, se arrodilló junto a ella y le susurró al oído:

— Tragatelo, recuerda que antes no has tomado el postre.

Laura trago toda la corrida y abrió la boca para demostrar que no quedaba nada. Fue sorprendida con un beso mientras Corn la ayudaba a levantarse y la acompañaba a la cama.

Con delicadeza, extrajo el consolador de su coño y lo dejó sobre la cama mientras le pedía que se tumbase y mantuviera las piernas separadas.

— Zorrita, ahora es mi turno de saborear tu coño.

Tras decir esto, Corn acercó su boca y comenzó a comerla el coño. Alternaba la lengua entre su clítoris y sus coñito, acariciándolos suavemente para luego penetrarla un poco con la lengua y saborear sus flujos. Volvió a centrarse en el clítoris, rodeándolo lentamente para luego ejercer un poco de presión y lamerlo mas rápido. Mientras hacia esto Laura sintió como los dedos de Corn se introdujeron en su coño y empezaban a moverse nuevamente para luego acariciar su ano lubricandolo con sus flujos. Cuando empezó a correrse uno de los dedos exploró su culo follandola lentamente con el. La combinación de la lengua en su clítoris y el dedo en su culo la hizo gritar de gusto, su cuerpo temblaba con el nuevo orgasmo y los gemidos llenaron la habitación.

Tras una pequeña pausa, los brazos de Corn la rodearon y la hicieron voltearse, colocándola de rodillas. La mano de este, ejerció presión sobre su espalda haciéndola apoyar la cara en la cama, con el culo bien expuesto para que fuese usado por su amo.

Estar en esa posición la puso aún mas cachonda si cabe, no podía ver nada por el antifaz, totalmente expuesta a el, con los brazos inmovilizados...se sorprendió deseando que Corn le follase el culo. Sería la primera polla que lo haría y la única, pues a partir de ese momento, sería suyo, sería su regalo para el.

Corn lamió el ano de Laura para lubricarlo y comenzó a introducir nuevamente uno de sus dedo para posteriormente introducir un segundo y un tercero.

Cuando el ano de Laura se acostumbró a sus dedos, comenzó a moverlos cada vez mas rápido mientras estimulaba su clítoris con la otra mano.

Finalmente, saco los dedos de dentro de ella y tras ponerse un condón la penetró. Fue introduciendo el miembro poco a poco, dejando que se amoldase a su polla. Cuando estuvo totalmente dentro de ella, comenzó a moverse. Lentamente al principio para subir la velocidad de las embestidas. Laura lo disfrutaba, sentía la polla de su amo dentro de ella, llenando sus entrañas y notó como se avecinaba otro orgasmo, otro más.

Sintió como los movimientos de Corn se aceleraban y cuando este se corrió, su orgasmo estalló.

Permaneció dentro de ella y la desató la manos. Se tumbaron en la cama y permanecieron abrazados durante unos minutos. En silencio, sin moverse, disfrutando del momento, de todas las sensaciones que habían recorrido sus cuerpos y sus mentes.

—Ha sido...—comenzó a decir Laura, pero fué interrumpida por Corn —Shisst! Ahora no, me lo cuentas en el próximo email. —dijo mientras le guiñaba un ojo y una amplia sonrisa iluminaban sus rostros.

No salieron de la cama en una hora, hablaron, rieron, aprovecharon el jacuzzi para darse un baño relajante y esta vez fue Corn quien se encargo de bañar a Laura, disfrutando del contacto de su cuerpo.

Cuando estaban preparándose para abandonar la habitación, Corn le dijo que debería empezar a tomar la píldora y que ambos se harían unas pruebas para descartar cualquier enfermedad de transmisión sexual porque la próxima vez que quedasen quería correrse dentro de ella, sentirla en su totalidad sin nada que se interpusiese entre ellos.

Cuando Laura se dispuso a abandonar la habitación, Corn, la llamó y le dijo que escogiese dos de los juguetes de la mesa y se los quedase. Se acercó a la mesa y tras dudar unos segundos, guardo en la bolsa que le ofrecía Corn, el plug anal y el consolador pequeño con forma de huevo.

Se besaron con ansía, sus labios se negaban a separarse y cuando por fin se separaron, se despidieron hasta el día siguiente, a las once de la mañana como cada día.

— Recuerda, —dijo Corn, cuando Laura abría la puerta de la habitación. — Cuando llegues a casa, quiero que me escribas un email contándome todo lo que has sentido en el día de hoy. No des nada por supuesto, imagina que no sé nada de lo que ha ocurrido.

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