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Desvirgada a los 19

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Hace pocas décadas, cuando tenía 20 años, empecé a salir con Verónica. Era una chica muy bonita, esbelta y alta. De caderas estrechas, pequeños pechos y un culito que, aunque pequeño, era firme y duro.

Las primeras noches de novios, al acompañarla a casa, solo nos dábamos morreos acompañados de abrazos. Yo deslizaba la mano para agarrarle el culo y manoseárselo, cosa que me dejaba hacer. Intentaba acariciarle el coño y las tetitas pero no me dejaba, me decía que aún era pronto y tenía que esperar, a lo que yo, como un caballero, obedecía.

Poco a poco fui consiguiendo más y los morreos fueron acompañados de todo tipo de manoseos. Mientras yo tenía mi mano en su coño, sobre los leggins apretados, ella hacia lo mismo en mi paquete, poniéndomela realmente dura, sintiendo como palpitaba en mis pantalones. Y me volvía a repetir que tenía que esperar. Yo esperaba, y al llegar a mi casa me desahogaba con una paja.

Soy un caballero pero mi paciencia tenía un límite. Una noche, en una casa vieja de mis padres, sobre la cama, entre morreos y caricias, fui a por todas. Me saque la polla, dura como una piedra y con la punta del capullo húmeda. Acariciando su barriga, metí la mano entre el elástico de sus leggins y bajé hasta su coño, pero ella rápidamente me dijo:

-Aun no estoy lista.

-Pero cariño, llevo mucho tiempo esperándote, ¿hasta cuándo vas a tenerme así?

-No sé... tienes que respetarme.

-Claro que te respeto, pero quererte hacer el amor no es perderte el respeto. Tranquila, respira suave y déjate llevar...

Asintió con la mirada y decidí ir rápido para evitar que cambiara de decisión. Así que me incorporé y le quité de un tirón los leggins y las braguitas, me tiré de cabeza a su coño peludo y empecé a comerle y chuparle su clítoris. Su espalda se arqueó y soltó un gemido, empezó a contonearse y a gritar. Era su primera vez, nunca antes le habían comido el coño y estaba disfrutando como una loca.

Después de un par de minutos tenia todos los pelos chorreando saliva y flujo; estaba preparada.

Levanté mi cabeza de su coño y comencé a hacerle una paja con mi polla a lo que ella respondió con más gritos y gemidos. Estuve varios minutos pajeándola con mi polla y comiéndole el coño hasta que un grito ensordecedor acompañó a un chorro de flujo que me mojó del ombligo hasta los huevos.

En ese momento me tumbe sobre ella, besaba su cuello mientras le hacía sentir mi torso desnudo. Tenía pequeños espasmos, retazos de placer, aproveche para meterle mi capullo en su coño mojado. Un pequeño grito interrumpió sus gemidos que fueron cortados por un grito silencioso cuando se la metí entera. Sus ojos se volvieron blancos, se agarraba las tetitas fuertemente mientras yo me la follaba. Por primera vez estaba sintiendo una polla dentro de ella, y eso le estaba gustando y a mí me estaba enloqueciendo. Tener mi polla en ese coño tan cerrado y estrecho me estaba llevando al cielo.

Yo mandaba, llevaba la iniciativa puesto que ella no sabía. Así que la puse "a cuatro patas" para ver ese culito en su máxima plenitud. Aunque pequeño, de esa postura, le quedaba un buen culo redondo y firme. Se la volví a meter sabiendo que me quedaba poco para correrme, así que empecé despacio, pero no podía aguantar más. Me apetecía darle fuerte, que sintiera mi pelvis chocar violentamente contra su culo. Y tras pocas sacudidas, la saqué. Le abrí el culo y puse la punta de mi capullo sobre su ojete, y mientras que con una mano sujetaba un cachete, con la otra me la sacudía hasta correrme.

Me tumbé a su lado, la rodeé con mi brazo y le abracé fuertemente contra mi. Después de unos minutos empezó a besarme por el pecho bajando hasta mi barriga, entonces levantó su cabeza y mirándome a los ojos me dijo:

- Quiero chuparte la polla.

- ...mmmmm... claro que si...

- Pero es la primera vez que me meto una polla en la boca, no se hacerlo, indícame como lo hago.

- Hazlo como quieras, seguro que lo haces bien.

La tenía morcillona, pero después de esa conversación se me puso muy dura.

Directamente se la metió en la boca y con su mano empezó a hacerme una paja. Se notaba que era la primera vez así que le dije:

- Más suave, empieza con lametones por la base, por los huevos, por el capullo... házmelo lento y cuando sientas que se pone realmente dura, le das caña hasta que me corra.

- ¿En mi cara?

- Donde quieras.

Y así lo hizo. Fue la mejor mamada de mi vida. Constantemente levantaba su mirada y buscaba mi aprobación, queriendo saber si lo hacía bien y eso me ponía muy cachondo. Me comió los huevos mientras mi polla descansaba sobre su cara. Paseó su lengua por todo mi capullo y me hizo una gran mamada hasta que le avisé:

-Oh si!!! Si si siii!!! Me corro me corro!!!

No dejó de meneármela y se la puso apuntando a sus tetas. Me corrí y un gran chorro se semen mojó su canalillo y de seguido me limpió las últimas gotas de semen de la punta de mi capullo sobre sus pezones.

-Guauu!!! Me ha encantado, la próxima vez dejaré que te corras en mi cara.

- Sigues cachonda?

- ...mmmmm si...

- Pues dame tu coño, tengo ganas de comérmelo otra vez.

Y esta es la historia de cómo desvirgué a Verónica. Por último he de decir que Verónica se volvió a correr y yo si le dejé que se corriera sobre mi cara.

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