Nuevos relatos publicados: 13

La idea

  • 3
  • 10.336
  • 7,57 (7 Val.)
  • 0

"Esta noche voy a ir a una cena que organizaron en mi honor los del banco. Es con pareja."

Nada. Ni un que pena, ni un te voy a echar de menos, mucho menos suponer que ella iba a ir.

"¿Quieres ir?" me preguntó.

Si hubiera dicho sí, solo se hubiera alegrado por mi. Era incapaz de hacerme una pregunta con trampa.

"Preferiría aprovechar la noche usándote, pero ni modo, sería un desprecio muy grande no ir."

"Sí, sería grave. Tu sabes que cuando quieras usarme voy a ser feliz por eso, me basta con saber que soy tuya."

Habíamos tenido un almuerzo rápido y fuimos a dar una vuelta por El Prado. La ciudad caminaba rápido, ocupada, alrededor nuestro como un río.

"Claro que lo sé. No hace falta que me lo recuerdes. ¿Acaso piensas que hace falta porque voy a salir?"

Silencio y tristeza.

"Disculpa por favor. Soy una pobre tonta, digo estás operías porque soy una tonta. Perdóname, no sé si merezco ser tuya."

Estaba sinceramente acongojada. Sólo sabía ser sincera.

"No, no lo mereces." La tomé del hombro, abrazándola mientras caminábamos. Si no hubiera sido por no dejarme mal estaría llorando. "Pero igual eres mía. Sólo que a veces necesitas que te ponga en tu lugar."

"Gracias. Gracias por tener tanta paciencia conmigo y seguir teniéndome."

A veces le decía de nada, este no era el momento.

Por la otra vereda pasó una mujer y se miraron por un segundo. Andrea bajó la cabeza y evitó su mirada. Ella me miró a mí. Estaba enojada.

"¿Quién es?"

"Una compañera de trabajo."

"¿Es la primera vez que te ven conmigo?"

"No."

"¿Y qué dicen?"

"A la mayoría les parece bien porque me ven contenta, pero ella es de las que dicen que te estás haciendo la burla."

"¿Y tú dices algo?"

"No, nada. Me preguntan y yo contesto. Mis amigas me ven siempre contenta y por eso les parece bien. Le avisan al resto y a algunos les parece mal."

"Si alguien llega a criticarte de frente, ¿qué le contestarías?"

"Que qué les importa, que yo ya soy mayor y sabré lo que hago, y que yo no me meto en sus cosas privadas."

"Exactamente. Todos tienen tejado de vidrio. Estoy seguro que vas a saber comportarte como corresponde."

"Sí." Estaba poseída de su nuevo rol de mujer agresiva.

"Así me gusta que seas. Mientras más éxito tengas en tu vida pública, más te vas a merecer ser usada por mí."

"Gracias, gracias por darme la oportunidad de hacer mérito. No te voy a decepcionar."

"Sé que no."

Nos despedimos hasta la noche, cuando fuera a llegar tarde a su cama. Claro que no borracho, me gusta disfrutar de un buen trago, y eso excluye emborracharme. Además que borracho no la podría disfrutar tan bien. Nos despedimos con un beso de amantes. Recatado pero inequívoco.

La fiesta fue un asunto agradable. Guillermo era un excelente huésped. En la comida, aunque todo estaba exquisito, de primera, comprendían mis limitaciones alimenticias. Tenía un whisky notable para compartir en mi honor como huésped.

El ambiente era de los más decentes, para la coca usaban una piecita trasera discreta en vez de tenerla en el comedor alardeando, como en otras fiestas similares en Chile. También de eso era excusado. Luego iba a volver a salir a almorzar con ellos, no tan seguido como antes, pero estaría fuera de lugar aislarme tanto

La verdad es que hubiera querido tenerla aquí, no sólo presentarla en sociedad, si no que fuera aceptada. Empezaba a caer en la espiral del adúltero. No quería condenarla a una vida de privaciones, sin pareja para consumo público, sin familia propia, añejándose en la espera inútil. ¿Y tener familia con ella? Peor, ahí sería no sólo ella, si no que toda una familia relegada a un segundo plano. No es lo mismo humillar a tu pertenencia por gusto mutuo que hacerlo con tus hijos. Una hija tan necesitada de figura paterna que es susceptible a caer con el peor pastel que se le cruce. Mantener una familia a punta de migajas de atención, miguitas de ternura.

¿Qué iba a ser? Viendo a ese círculo privilegiado tuve una idea.

(7,57)