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Por amor a la familia (Introducción y día 1)

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Mi historia es algo triste, pero la vida en ocasiones así es.

Cuando era pequeña, mi madre murió, y solo quedamos mi papa y yo, fue algo difícil, ya que él trabajaba todo el día, y a mí me criaron mis tíos, que tenían un par de hijas.

Mi padre es grande, corpulento, pero muy amable, un gran hombre, yo salí más a mi madre, delgado, de una estatura muy inferior al promedio, incluso mis facciones eran prácticamente las de mi madre, todos siempre me decían que era una versión de ella pero en hombre, a veces mi papa me decía que cuando me veía le recordaba tanto a ella, que ironía, era yo quien le causaba nostalgia en vez de alegría. O al menos eso llegue a pensar.

Lo que consideraba mejor de mi eran mis piernas, ya que desde muy chico me gusto siempre correr y esto había hecho que no fueran nada delgadas, incluso eran torneadas desde muy pequeño. También mi trasero era algo que causaba burlas por parte de la familia y en ocasiones de mis compañeros, ya que me atrevo a decir que era un muy buen trasero para ser un hombre, era, como suele decirse, nalgoncito.

Cuando niño fue algo difícil lidiar con la vida, la tristeza de mi papa, el vivir casi siempre sin él y en casa de una familia, que aunque eran maravillosos, yo me sentía agregado. En la primaria fui víctima de burlas a causa de mi estatura inferior mi figura delgada y mi trasero abultado, los compañeros abusivos de la escuela siempre se referían a mí como “niña”. La secundaria fue algo más cruel, al ver que todos comenzaban a desarrollarse, su cuerpo, su voz, sus facciones, y yo seguía con una voz de niño, sin vello en el cuerpo cuando en esta edad los chicos presumen sus escasos y recientes pelos. Los ridículos músculos adolescentes eran símbolo de status, y como es de suponerse, yo carecía totalmente de ellos. Sin embargo hice buenas amistades que llegaron incluso a defenderme. Conforme fui creciendo, las burlas seguían, pero ya me eran indiferentes, empecé a aceptar lo que era, o… quizá me resigne a lo que era: un adolescente sin músculos, que jamás tendría bigote y que su voz era ridícula. Es curioso como al perder las esperanzas, logramos avanzar.

Esa familia era muy curiosa, mi tía era una mujer grande, no exagerada, pero si sobresalía de lo normal, en ocasiones exuberante, parecía haberse quedado en su época de glamour, a veces usaba pelucas, a veces vestía exóticamente a su moda (de hace años) de cuerpo promedio pero muy alto, un hombre que a pesar de su altura, pasaba desapercibido, que podían olvidar su imagen aun después de verlo, era muy serio y casi rayaba en lo antisocial. Vestía como en las películas de los años 40´s, siempre pantalón de vestir tipo “pachuco” y saco, en ocasiones sombrero fino, yo diría, que muy fuera de su época, sin embargo, le quedaba el estilo. Ellos se casaron ya grandes, cuando tuvieron a mi primera prima, todo mundo se sorprendió, y ni que decir cuando volvió a embarazarse de la segunda. Mis primas eran hermosas, solo se llevaban un año una de la otra, sin embargo, sus cuerpos notaban bastante diferencia una de la otra. Tiernas cuando niñas, sensuales cuando grandes. Crecieron tal como sus padres, la pequeña, inocente como su padre, la grande sumamente femenina, con hermosas curvas, tal como su madre.

A pesar de todo, siempre trataron de criarme con mucho amor y aceptación, como a un niño normal, pero creo que la influencia y la costumbre de estar siempre rodeado de niñas, tuvo sus efectos. La adolescencia llego para todos, y no recuerdo en que momento empezó ni cuando termino, para mi fueron imperceptibles los cambios, pero yo veía a mis primas cambiar poco a poco, como sus pequeños senos crecían, como sus caderas ensanchaban y como sus actitudes cambiaban.

Cuando ya éramos más grandes, ellas continuaban con su vida, salían con chicos, pero yo siempre tuve demasiada timidez, quizá a causa de las humillaciones que viví de niño. Y eso aunado con la tristeza de mi papa que siempre tenía, hacía que yo no quisiera realmente llevar una vida social. Con el tiempo, yo era parte de la familia de mis tíos más que de la de mi padre, el cual, a pesar de verlo casi todos los días a la hora de la comida, eran pocas las veces que estaba con él en casa, y cuando eso pasaba, no dejaba de hablar de mi mama. Estos sentimientos eran extraños, porque ya sentía yo demasiado dolor por verlo así, yo quería hacer algo para que el ya no sufriera más.

Mi círculo de amistades era muy limitado, yo era demasiado tímido e inseguro, no solía salir de la casa más que para lo necesario. No puedo recordar con certeza que comenzara a sentir atracción por las chicas, pero puedo asegurar que no sentía tampoco atracción por los hombres.

Día uno

Recuerdo una ocasión donde toda la familia salió de vacaciones, y yo no quise ir, eso les cayó muy bien, ya que yo me quedaría y cuidaría la casa, ya era suficientemente grande para hacerlo. La casa es una casa muy grande, con arquitectura algo anticuada, pero bonita, yo la asimilo con las casas que llegue a ver en películas mexicanas de Mauricio Garces, una sala amplia de doble altura, una escalera semicurva muy ancha, un barecito, terraza, jardín arbolado y muchas recamaras, muchas más de las necesarias, aunque la mayoría se usaban para otras cosas, pero todas con cosas muy extrañas. El día paso normal, hice mis actividades cotidianas, me reuní con mis amigos un rato y regresé a la casa. Pero por la noche fue diferente, el “poder” de tener una casa sola nada más para mí, sentía la sensación de poder hacer lo que quisiera, aunque el respeto inculcado siempre me mantuvo lejos de la habitación de mis tíos. Finalmente, el morbo me tentó y no pude resistirme, tenía que entrar a la habitación de ellos. Visite la recamara y me acosté en la cama, me di cuenta que no era tan divertido como imagine, así que salí de ahí y curiosee en el resto de la casa. La habitación de mis primas no me causaba tanta emoción, mucha parte de mi infancia la pase ahí, sin embargo, recapitule en mi cabeza y me di cuenta que hace un par de años, cuando la adolescencia aparecía en nosotros, deje de estar ahí, no recuerdo si por causa de ellas o por causa mía. A pesar de haberlo visto siempre tan normal, algo extraño me atrajo a esta habitación, esta vez sentía mariposas en el estómago, lo sentía diferente. Entre y vi toda la recamara, y como si hubiera una voz fantasmal que me llamara, fui directamente al cajón de su ropa interior. Al abrirlo fue como abrir un cofre del tesoro, brassieres, pantaletas, tangas, camisetas, corpiños, todo acomodado y en todos los colores, y su aroma era tan particular, tan femenino.

Los vi todos y cada uno, cuidando de no desacomodarlos, entonces el morbo creció, una idea loca llego a mi cabeza, cerré el cajón y me dirigí a su baño, el aroma era tan diferente a todos los demás lugares de la casa, abrí el mueblecito, tantas cosas de mujer, rastrillos rosas, cremas, shampoos, jabones, toallas femeninas, tampones, y algunos maquillajes olvidados. Abrí la llave de la tina y deje que se llenara mientras me quitaba mi ropa, cuando estuvo llena, vacié un jabón de burbujas y me sumergí en ella, la sensación era indescriptible, extraña, me estaba sintiendo… no lo sé… Era extraño… Acaso me estaba sintiendo… mujer?

Estuve ahí mucho rato, miles de pensamientos pasaban por mi cabeza, de vez en cuando me tocaba un poco, cerraba mis ojos y trataba de imaginarme que yo era alguna de mis primas, imaginaba lo que hacían ahí en la circunstancia que yo estaba, mi mente se trasladaba a un cuerpo femenino. De repente mi mente brinco otra vez, y si… Ellas tuvieran un juguetito por ahí? Voltee alrededor, me estire un poco y abrí el mueble bajo el lavabo, nada extraño, pero… Que estupidez la mía!!! Como iba a haber algo así ahí?

Me salí de la tina y tome una bata rosa afelpada, siempre con aroma a mujer, envolví mi cabeza en una toalla, como turbante, tal como ellas lo hacen y salí de la recamara la cual estaba totalmente alfombrada, y decoradas las ventanas con cortinas blancas y rosas, también había detalles de la niñez de mis primas, algunos muñecos, imágenes de niñas, cosas que ahí seguían porque no había nadie que las hubiera retirado, juguetes nostálgicos que habían perdido ya su esencia.

Me quite la bata y seque mi cuerpo, cuando hice esto, me quede frente al gran espejo de pared que había, vi mi cuerpo y me di cuenta que no había cambiado casi, no era un cuerpo de hombre, era más bien andrógino, siempre fui delgado, a veces esto era causa de que me molestaran en la escuela (creo que ya lo había mencionado), no había vello, casi ni en el área púbica, a pesar de mi edad, parecía todavía un cuerpo de adolescente.

Me acerque al cajón del tesoro y saque con timidez un brassiere negro de encaje, precioso, mis manos temblaban, lo coloque alrededor de mi cuerpo y trate de abrocharlo, fue toda una faena, después de 3 minutos y un par de calambres, logre abrocharlo, ahora acomodaba mis pequeños senos (tengo un detalle genético llamado ginecomastia, es el crecimiento de los senos en el hombre, cosa que también me trajo muchas vergüenzas en la escuela) modele ante el espejo, realmente me quedaba muy bien, resaltaba muy bien con mi piel pálida, de repente volteo hacia abajo y veo ese apéndice tan practico pero que en esa escena salía sobrando, me acerque al cajón nuevamente y saque unas panties, me las coloque y acomode mi miembro de tal manera que no se veía, me pare nuevamente frente al espejo, pero evitando ver mi rostro, lo que veía ahí era una mujer.

Me pasee por la recamara durante mucho rato, perdí la noción del tiempo, me sentaba, me paraba, me recostaba en la cama, sentía la suavidad de la colcha en mi cuerpo semidesnudo, y en cada momento volvía a verme al espejo, estaba en éxtasis, entonces vi el banquito del tocador, un banquito rectangular forrado en terciopelo rosa, no muy ancho, lo coloque frente al espejo y me monte en él, de espaldas a mi imagen, mi pene quedaba entre mis piernas, hacia atrás, de vez en cuando podía sentir el líquido mojando mi ano, me miraba hacia atrás y lo que veía era una sensual chica montada en ese banco, me movía hacia adelante y hacia atrás mientras miles de pensamientos pasaban por mi mente, me excitaba cada vez más con el rose mientras veía esas panties en ese trasero redondo, como se abrían y cerraban esas nalgas con cada movimiento, hasta que finalmente paso, un montón de sensaciones explotaron, y comencé a sentir el más impresionante orgasmo, al mismo tiempo que veía en el espejo como una mancha de humedad se comenzaba a ver en las panties y sentía todo mi trasero mojado.

Me levante asustada, acababa de manchar la ropa interior de mi prima, sentía muchas cosas, culpa, excitación, emoción, miedo, me quite rápidamente las panties y me dirigí al baño a limpiarme, pero esa sensación del semen entre mis nalgas era deliciosa, el sentir como resbalaban una contra la otra con esa substancia entre ellas me hacía imaginar que así se sienten ellas cuando están excitadas.

Me lave rápidamente, tome mi ropa que seguía en el suelo y Salí del baño, y ahora que había pasado la tempestad, vi la zona de desastre, la cama distendida, el banco fuera de lugar, el cajón de la ropa interior abierto y revuelto, y entre todo ese desorden, el reloj despertador digital que decía que eran las 2:00 Am, había perdido totalmente la noción del tiempo y al día siguiente (o en unas horas) tenía que ir a la escuela, así que decidí dejar todo así, ya habría tiempo para limpiar, después de todo, apenas era lunes de una larga semana de vacaciones de mi familia.

Salí corriendo a mi recamara, arroje la ropa al piso y me metí en la cama, cuando me percato de algo raro, no me había quitado el sostén por las prisas y los nervios, me voltee a ver y me sentí bella nuevamente, sintiendo como me apretaba esa prenda, entonces me vino nuevamente a la cabeza la culpa, así que me lo quite, y con cuidado lo coloque sobre el buro, apague la luz y me acosté en la cama, pero no podía dejar de pensar en lo que acababa de suceder, por qué había pasado eso? Que pasaba conmigo? Que era yo?

Esa noche me costó mucho trabajo dormir, era algo muy impresionante y muy rápido.

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