Nuevos relatos publicados: 15

Mi debut en el mundo de los tríos

  • 10
  • 20.438
  • 9,69 (39 Val.)
  • 1

Hola a todos,

Para aquellos que no me conocen o no leyeron mis anteriores relatos le comento que mi nombre es Eleonora, tengo 26 años y estoy casada.

Soy una mujer muy orgullosa de su cuerpo y me esfuerzo a diario para cuidarlo realizando deportes y yendo al gimnasio. Mi cabello naturalmente es castaño, pero me realizo tratamientos que me hacen variar entre el rubio y el morocho.

Mido 1,68 mts, tengo unas grandes tetas, una afinada cintura y la parte más elogiada por los hombres es mi cola.

Luego de mi violación, mis relaciones sexuales cambiaron completamente. Ahora diariamente teníamos sexo vaginal, anal, oral y disfrutaba de tomarme toda su leche. Me compraba ropa interior sexy y provocativa, disfraces y diversos juguetes eróticos. Nuestra relación crecía día a día y una noche mientras manteníamos relaciones sexuales, mi marido me cuenta que tenía la fantasía de realizar un trío. Con la calentura del momento jugamos con la idea hasta que mi marido eyaculó sobre mi cara y mi boca una enorme cantidad de semen.

Al día siguiente creí que todo había quedado en un juego o una fantasía, pero cuando regresó del trabajo y comenzó a desvestirme, continuó con la idea, esta vez de manera más segura y firme. Mi primera respuesta es fue que estaría muy nerviosa y no sé si me animaría a hacerlo. Pero me convenció a probar y a armar un perfil en una página de encuentros sexuales a ver si me animaba y me daban ganas.

Lo armamos juntos; pusimos algunas fotos con el cuidado que no se vean nuestras caras, agregamos nuestros datos y una breve descripción de lo que buscábamos. Básicamente la descripción decía lo siguiente: “pareja joven y sin experiencia en el tema, desea iniciarse en un trío”.

Al día siguiente y ante mi gran sorpresa, había recibido muchos mensajes con diferentes propuestas. Esperé a que llegara mi marido del trabajo para comentárselo y responder juntos los mensajes que nos parecían más interesantes o llamativos. El intercambio de mensajes iba levantando cada vez más la temperatura hasta que mi marido se definió por uno sin decirme cuál, para que sea sorpresa.

En las horas previas a que llegara nuestro invitado estaba nerviosa, ansiosa y deseosa; mi marido se encontraba totalmente relajado. Había decidido vestirme de una manera simple, un jean y remera blanca ajustada como para poder lucir mi cuerpo, pero nada especialmente llamativo. Una de las cosas que me daban dudas era que ahora era la puta de mi marido, pero no quería que pensara que quería ser la puta de todos aunque internamente lo deseara.

Cuando sonó el timbre mis latidos se aceleraron. Mi marido fue a abrir la puerta y enseguida se presentó ante mí. Era un hombre de unos 30 años, rubio y de buena contextura física. Me saludó con un beso en la mejilla, se sentó en un sillón frente a mi e intercambiamos entre los tres unas pocas palabras. Cuando le pregunté si deseaba tomar algo mi marido se puso de pie y fue rumbo a la cocina. En ese momento que quedamos solos me preguntó si era nuestra primera y si estaba nerviosa entre otras cosas a las cuales respondí afirmativamente y con una sonrisa. Mi cara comenzó a ruborizarse, estaba tomando conciencia que ese hombre desconocido hasta ese momento y que estaba sentado frente a mi venía solo a cogerme, a tenerme desnuda y disfrutar de mi cuerpo delante de mi marido sin saber cómo él iría a reaccionar, sentir o pensar de mí.

Mi marido regresa de la cocina con un champagne bien helado, tres copas, nos sirve a todos y propone un brindis porque todos la pasemos bien y sea la primera de muchas noches iguales.

Brindamos y a medida que la ronda de bebida avanzaba, comenzaba a hacer su efecto, la charla se iba poniendo más caliente y nuestro invitado ya clavaba su mirada sin disimulo en mis tetas.

Mi marido notando esa situación se corrió más al costado del sillón, me pidió a mí que me acercara y le propuso a nuestro invitado que venga a sentarse a mi lado. Se sentó y me acarició la pierna por encima de mi pantalón mientras me preguntaba si seguía nerviosa. Le mentí y le dije que solo un poco, cuando en realidad estaba tremendamente excitada y sentía que mi tanga se empapaba.

Mi marido pasó su brazo sobre mi hombro, me llevó hacia él y comenzó a besarme y a acariciarme las tetas, el invitado aprovechaba para separarme las piernas y tocarme la concha y desprender mi cinto, el botón del pantalón y bajar el cierre. Su mano ya se filtraba entre mi pantalón y mi tanguita y con sus dedos apenas llegaba a tocar el comienzo de mi raja; yo mientras tanto intentaba levantar mi cola para facilitar que me saque el pantalón. Fue en ese instante cuando mi marido ayudó y poniendo cada uno su mano en mi cintura finalmente me lo bajaron. El invitado se puso entre mis piernas y se ocupó de sacarme por completo los zapatos y el pantalón, mientras mi marido tocaba mi concha. Al sentirme tan mojada se acercó a mi oído y me dijo: “Como te gusta putita, estas re caliente” y era verdad…

El invitado no solo se quedó en quitarme los pantalones, sino que siguió con mi tanga a la vez que mi marido se ocupaba de mi remera y mi sostén; casi sin darme cuenta estaba completamente desnuda frente a los dos hombres que me tocaban y me calentaban y la lengua del invitado recorría toda mi raja, a la vez que se sacaba su propia remera y pantalones, y jugaba con mi clítoris erguido y se introducía en mi concha de manera magistral. Poco tardé en regalarle mi primer orgasmo directamente en su lengua. El invitado estaba solo en slip cuando mi marido le dijo que volviera a sentarse a mi lado para mostrarme porque lo había elegido sin dejar de besarme para que no pudiera verlo. Llevó mi mano hacia su pierna desnuda; se la notaba firme, musculosa, lo acaricié y me fue llevando hacia su pija. Lo primero que sentí fue el borde de su slip, pero inmediatamente no podía creer lo que estaba tocando. Instantáneamente dejé de besar a mi marido y giré la cabeza para ver lo que creía increíble. Se quitó el slip y una tremenda pija enorme se liberó de su prisión. Casi es imposible poder describirla. Larga… muy larga, gruesa… muy gruesa, dura y con sus venas muy marcadas. Su cabeza era enorme, llena de sangre que le daba un tono casi morado, mis manos no llegaban a poder a agarrarla por completo y aún con ambas manos no llegaba a cubrir todo su largo dejando su cabeza fuera de mi alcance. Miré a mi marido sin poder creerlo y mientras él recién comenzaba a sacarse la ropa me pidió, casi como una orden, que se la chupase. Me arrodillé entre sus piernas separadas y comencé por sus huevos enormes y compactos mientras pensaba como poder chupar ese palo gigante que estaba frente a mí. Apenas comencé a recorrer su tronco mi marido, ya desnudo, se puso por detrás de mí y me penetró vaginalmente. Así de ensartada empezó mi intento por comerme esa enorme pija. Abrí lo más que pude mi boca y de a poco y con esfuerzo me fue entrando. Podría decir que me sentí frustrada al no poder meter en mi boca mucho más que su cabeza por más que me esforzara y por más que ayudara empujando mi cabeza. Por ese motivo es que me dedicaba un poco a su tronco y un poco a su cabeza mientras mi marido seguía perforando mi concha. En un momento, alguien que realmente no recuerdo quién fue, dice de ir a la cama. Mi marido le dice al invitado que se acueste boca arriba y a mí que me lo coja. Realmente agradecí esa determinación, porque me permitía regular la penetración de ese enorme miembro. Me coloqué sobre él y de a poco me fue entrando. A pesar de la gran lubricación que tenía, me hacía doler, sentía como se expandían las paredes de mi concha y creía que nunca iba a poder comérmela entera. Su paciencia, mi calentura y cuando mi marido me metió la pija en la boca, ayudaron a que finalmente lograra mi cometido. Me sentía completa con esa pija me llenaba y un nuevo orgasmo hizo que la penetración se facilitara. Mi marido me saca la pija de la boca y por un momento creí que se iba a dedicar a observar. Sinceramente perdí noción del tiempo, pero en determinado momento sentí el certero escupitajo de mi marido en mi ano y que se acercaba por detrás de mí. Se acomodó y su miembro se fue enterrando poco a poco en mi culo. Nunca sentí tanto placer, mi concha y mi culo estaban llenos de pija. Ambos metían y sacaban sus pijas de mis agujeros, mi placer era total y estaba totalmente fuera de control. Mi marido se retira, se acuesta y me dice: “Vení a chuparnos un poco putita” Me salí y me puse a chupar ambas pijas. Podía no solo sentir el sabroso líquido pre seminal que de ellas salía, sino también el gusto de mi concha y de mi culo impregnado en ellas. Mi marido se toma por debajo de los brazos y me lleva hacia él. Me monté sobre él y comencé a cabalgarlo. Me acariciaba por completo; la espalda hasta que me reclinó y mis tetas se pegaron a su pecho, me acariciaba mis piernas y mis nalgas. Las apretaba y filtraba sus dedos en mi ano dilatado; cada vez más agarraba y separaba mis nalgas, hasta que adiviné sus intenciones y se lo pregunté directamente: “Le estas ofreciendo mi culo?” “Si me mete todo eso me parte el orto” agregué.

Su escueta respuesta fue un “Si” y antes de poder agregar algo más, sentí como la pija del invitado estaba apoyada a la entrada de mi culo y empujando para entrar. Cuando mi culo se comió su enorme cabeza, no pude evitar dar un grito, se detuvo unos segundos pero luego continuó con su propósito. Ese enorme invasor estaba perforando mi culo y dilatándolo hasta su límite. Me la hizo comer entera. Sentía los huevos de ambos contra mi cuerpo. Debo reconocer que nunca creí que semejante pija iba a entrar en mi culo y que el dolor que me causaba era enorme, pero también debo reconocer que me entró mejor de lo que creí y que ese dolor poco a poco se iba transformando en un infinito placer.

Una vez que mi cuerpo se acostumbró a esas dos pijas que me taladraban mis orgasmos se sucedieron y al notarlo mi marido acabó dentro de mi concha. El invitado siguió serruchando mi culo hasta que por fin me tomó de los hombros y enterrándome la pija hasta su límite también acabó inundando mi culo de leche espesa y caliente.

Salieron de mis agujeros y los tres transpirados y exhaustos nos acostamos en la cama. Ahí empecé a darme cuenta de lo que había pasado en mi culo. Lo sentía dolorido, ardiendo y abierto. Posé mi mano sobre mi pubis y la fui deslizando. Primero pasé por mi concha inundada de leche y seguí hasta llegar a mi ano que estaba tremendamente dilatado y chorreante de la leche del invitado.

El agotamiento se fue apoderando de nosotros. Pero ese no fue mi único trío. Hubo muchos, pero uno que jamás imaginé que pasaría.

Si les gustó y quieren saber más de mis experiencias me pueden escribir a [email protected]

Besotes a todos.

(9,69)