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Un trío totalmente inesperado

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Hola a todos,

Para aquellos que no me conocen o no leyeron mis anteriores relatos le comento que mi nombre es Eleonora, tengo 26 años y estoy casada.

Soy una mujer muy orgullosa de su cuerpo y me esfuerzo a diario para cuidarlo realizando deportes y yendo al gimnasio. Mi cabello naturalmente es castaño, pero me realizo tratamientos que me hacen variar entre el rubio y el morocho.

Mido 1,68 mts, tengo unas grandes tetas, una afinada cintura y la parte más elogiada por los hombres es mi cola.

Las experiencias sexuales con mi marido iban en aumento. Por supuesto que delante de mi estricta familia seguíamos siendo la pareja tradicional de siempre. Cuando nos reuníamos a comer con mis padres en familia, todas las hermanas nos cuidábamos de no usar ropa ajustada, de colores tranquilos y que no dejasen ver de manera excesiva parte de nuestros cuerpos. Uno de los juegos que teníamos con mi marido era ir a la casa de ellos a comer vestida de manera elegante y formal, pero debajo tener un body comprado en algún pornoshopp.

La única que salía del molde era mi hermana Cecilia. Con sus 23 años tenía una personalidad arrolladora, decidida a vivir una vida nueva, sin tapujos ni restricciones.

Con un cuerpo estupendo, ella siempre uso bikinis, jeans ajustados, remeras entalladas y lo que le dé en ganas. Por supuesto que al vivir con mis padres, muchas veces sale con más cuidado para que no se enfaden con ella. Tampoco les contaba sobre sus novios, ni cuando iba a los boliches a bailar o a tomar algo. Al ser las más cercanas en las edades y más compinches entre sí, es que aprovechaba a venir a casa a prepararse y cambiarse para salir, incluso a veces les mentía a mis padres diciéndoles que se quedaba a dormir en casa, cuando se quedaba en lo de una amiga o algún novio.

Incluso eso a veces nos limitaba con respeto a las salidas o a la gente que invitáramos a casa porque se podía aparecer en cualquier momento de la noche o el día.

Con mi marido también se lleva muy bien, ella suele llamarlo “cuña”, y siempre la aconsejamos que ponerse, que le queda bien o a donde ir. Obviamente que por su personalidad hace lo que quiere, pero siempre con muy buen humor y una hermosa sonrisa.

Un sábado como tantos me pidió que la pasara a buscar por la casa de mis padres. Escondió un bolso en el baúl para que mis padres no vieran que llevaba ropa para cambiarse y los saludó diciendo que iba a estudiar con amigas y después venía a dormir en casa. Por supuesto que todo era falso, se iba a bailar y luego iba a pasar la noche en la casa de su novio.

Se bañó, fue al dormitorio a cambiarse y me llamó para que opine sobre su ropa interior. La misma era diminuta y sexy a la vez, con medias y portaligas. Le resaltaba las curvas de su cuerpo y demostraban las ansías que tenía de pasar una noche a puro sexo. Una vez que le dije que le quedaba muy bien, volví al living junto a mi marido y comenzó con su acostumbrado desfile de ropa. Estamos acostumbrados a eso, siempre tarda en decidir que ponerse y se notaba que esa noche quería vestir de manera especial. Se probó unas calzas, una pollera, un jean… Cada prenda que se probaba venía y nos mostraba para escuchar nuestra opinión, pero no se convencía y se volvía a cambiar. Hasta que finalmente se decidió por un vestido negro, escotado, con una espalda que llegaba justo al borde de su cola, un poco largo pero con un tajo que le llegaba hasta el límite de su tanga (si esto lo lee una mujer, lo sabrá interpretar y espero los comentarios de ellas). Estaba realmente hermosa, sexy y elegante. Se maquilló, se perfumó, eligió una cartera sobre con motivos dorados y unos zapatos haciendo juego con tacos altos. Se mostró ante nosotros que elogiamos su elección y bajó al encuentro de su novio que hacía varios minutos que la estaba esperando.

Nos quedamos solos mi marido y yo, pedimos comida y nos dispusimos a mirar una película ya que era tarde para cualquier otro plan.

Terminamos de cenar y de mirar la película y nos fuimos a acostar, ya era tarde, pero así y todo nos ganó la pasión y comenzamos a tener sexo.

En un momento escuchamos un ruido en el living, como si fuera un portazo. Nos asustamos, no esperábamos a nadie y supusimos ladrones. Mi marido salió de adentro mío, se puso el bóxer y rápidamente fue a ver qué pasaba. Yo me quedé sentada en la cama, asustada, tapada solo con las sábanas como si eso me fuese a cubrir. Pasaron unos minutos de mucha tensión hasta que mi marido se asoma por la puerta y luego de sobresaltarme, me dice: “es tu hermana”.

Más asustada aún por lo que podría haberle pasado, me puse un remerón largo que tenía a mano y acudí velozmente al living a ver que sucedía.

En un principio noté cuatro cosas muy claras. La primera era que mi hermana estaba llorando, la segunda que evidenciaba que no había pasado la noche que esperaba, la tercera es que estaba bajo efectos de alcohol y la cuarta era que mi marido seguía con una enorme erección producto de las relaciones que estábamos teniendo.

Le pregunté si estaba bien y que le había pasado y me respondió que sí, pero que se había peleado con su novio. La situación era extraña, ella estaba triste y angustiada y nosotros semi desnudos y excitados.

La consolamos, le explicamos que esos momentos pasan, que el amor siempre triunfa y todas las cosas que se pueden decir en esos momentos.

Ella parecía tranquilizarse de a poco y nos quedamos conversando mientras mi marido traía tres tazas de café. Cuando logramos que el llanto se transformara en risas, le ofrecimos quedarse a dormir, que se relajara y que el otro día iba a ser mejor. Aceptó con la condición de dormir con nosotros porque nos necesitaba. Le dijimos que sí, le di un pijama y nos acostamos. Mi marido sobre un lado, ella sobre el otro y yo en el medio. A nosotros no habían cortado en la mejor parte por lo tanto en cuanto mi hermana se quedó dormida mi marido empezó a tocarme por debajo del remerón y ya tenía el miembro fuera de su bóxer. Me pajeaba y me ponía muy caliente pero le decía que se detuviera por la presencia de mi hermana. Estaba muy caliente y era difícil detenerlo, hasta que me puso de costado, me acomodó y filtró su miembro dentro de mi concha. Me puso la mano sobre la boca para que no se escucharan mis gemidos y ponía y sacaba su pija de mi concha. Mi respiración se agitaba y resoplaba contra su mano hasta que llegué al orgasmo. En un momento le digo a mi marido que se detenga ya que en la oscuridad de la habitación escuchaba algo. Cuando se detiene escucho muy leves gemidos y al prestar atención noto que mi hermana se está masturbando. Me quedé paralizada, sin saber qué hacer cuando mi hermana nos dice: “no estaba durmiendo chicos, que bien te coge mi cuñado hermanita, sigan que estoy re caliente” Lo único que atiné a responderle fue que durmiera, que había tomado mucho y estaba soñando. Quitó las sábanas que nos cubría y yo quedé con el remerón a la altura de mis pechos, mi marido estaba totalmente desnudo con su miembro erguido y ella se había quitado el pantalón del pijama y se estaba tocando por debajo de la tanga cuando me dice: “Te parece que esto es un sueño?” “Eso es un sueño” dijo señalando la pija de mi marido. Ella siempre fue muy resuelta y decidida; pasó su brazo por encima de mí, le agarró la pija empapada en mis jugos y lo masturbaba. Me mira a los ojos y me dice: “Se la puedo chupar?” sin entender lo que pasaba solo le respondí que si, se quitó la parte de arriba del pijama y se puso entre sus piernas. Le pasaba la lengua por los huevos, por el tronco y por la cabeza, se notaba que lo hacía muy bien y que mi marido lo estaba disfrutando y ella también. Se la comía toda y en un momento me dice: “Que rica pija que tiene, tiene el sabor de tu concha hermanita, se la chupas conmigo que es muy grande?” Me acomodé a su lado y juntas se la chupamos, nuestras lenguas se entrecruzaban en su tronco y su cabeza y nos turnábamos para comérsela y nuestras manos se juntaban en sus huevos. No aguanté más y me monté sobre su pija, de espaldas a él y de frente a mi hermana que se acercó y empezó a besarme el cuello y a acariciarme las tetas, su lengua fue bajando hasta encontrarse con mis duros pezones que lamía, chupaba y mordisqueaba suavemente, su mano acariciaba los huevos y la pija de mi marido, mi concha y mi clítoris mientras lo cabalgaba. Siguió bajando por mi abdomen hasta que finalmente su lengua hizo contacto con mi clítoris, estallé de placer cuando sentí la puntita de su lengua en mi concha, recorriéndola y pasando por los huevos y pija de mi marido que se enterraba en mi ser. Me salí, la puse a ella boca arriba con las piernas bien abiertas me puse en cuatro y hundí cara en su sexo. Estaba rosado, caliente y muy mojado y su cuerpo se estremecía, era dulce y no podía dejar de lamerlo, mi marido aprovechó mi posición y mi excitación y de una me la metió por el culo, grité y mi hermana se levantó para mirar. Me acariciaba las nalgas y observaba como mi marido me rompía la cola. Mi marido la tomó por la cintura, la puso en cuatro a mi lado y se puso detrás de ella. Le refregó un poco la pija por la concha y se la metió. El corazón me palpitaba a mil, mi marido se estaba cogiendo a mi hermana delante de mí y ella estaba gozando de manera increíble. La agarraba del cabello, de los hombros, de las tetas y de las caderas y la llevaba hacia él y se la enterraba hasta el fondo, la vi tener varios orgasmos. Mi marido sacó la pija empapada de los jugos de mi hermana y la apoyó en la entrada de su agujero trasero. Ella gritó y le pidió que por ahí no, que lo tenía virgen y que la tenía muy grande, pero le prometió que para la próxima lo iba a dejar y que él iba a hacer el primero. Por un instante creí que mi esposo no acataría ese pedido y finalmente terminaría penetrando el estrecho ano de mi hermana, pero ante mi sorpresa se compadeció de su virgen y cerrado culo y se la volvió a meter en la concha. Me puse por debajo de ellos formando un hermoso y rico 69 entre nosotras, ella me chupaba la cola y la concha y yo la concha y la pija que entraba y salía de su interior. Cada tanto sacaba la pija de su concha, la metía en mi boca y se la volvía a poner a ella, hasta que nos llamó a las dos y nos pusimos frente a su pija con las bocas abiertas esperando que nos riegue con su leche. Fuertes y gruesos chorros de leche impactaron en nuestras bocas y nuestras caras nos limpiamos con la lengua mutuamente y con un beso compartimos la leche que tragamos hasta el final.

Nos acostamos los tres desnudos, esta vez con mi marido en el medio, hasta que el cansancio nos venció y nos quedamos dormidos.

Al otro día luego de desayunar, la llevé nuevamente a la casa de mis padres, no hablamos de lo sucedido la noche anterior. Solo un comentario antes de bajarse del auto… “Nos vemos pronto, le debo una promesa a mi cuña”

Si quieren saber más de mis experiencias pueden escribirme a [email protected].

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