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Cómo destruí a mi novio

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Llevaba con mi novio ya casi un año de novia de un noviazgo espléndido. Por mucho el mejor novio que había tenido desde aquel que la misma noche me había desvirgado por ambos lados. Tierno, siempre atento de mí, comprensivo y tan atento que el mismo me llevaba al doctor cuando me sentía enferma. Un muy buen partido en todos los aspectos, incluso en el sexual, el único que me hacía venirme cada vez que me montaba.

Todo iba de excelente manera y ambos estábamos muy enamorados el uno del otro, hasta que un día, por una casualidad y un encuentro con un desconocido, las cosas se me salieron de control y terminé empiernada con un chico y una chica que no quiso renunciar a los placeres que se anunciaban con toda la furia de la tormenta que esa noche azotó mi ciudad. Esa noche yo también recibí mi 'tormenta', pero vayamos por partes y comencemos desde el principio.

Esa tarde se me complicó toda. Había quedado con mi novio de vernos después de la sesión de fotos. Había quedado con un fotógrafo para llevarlo por varias mansiones y casonas antiguas y abandonadas de la localidad para incluir las fotografías en el anuario de la demarcación política donde entonces trabajaba. A la cita llegó también la asistente del subdelegado en cuestión, una chica muy mona con la que muchas veces había intercambiado saludos y sonrisas amistosas pero nunca había tenido la oportunidad de conocer. Al vernos rápidamente nos alegramos de vernos y nos pusimos contentas de que ambas trabajaríamos juntas durante el día. Mariela era una chica un par de años mayor que yo (en ese entonces 20), de cabello rubio natural, una cara muy dulce de amplias y perfectamente bien delineador cejas y un cuerpo casi perfecto. En el trabajo se rumoreaba que había conseguido su empleo gracias a su cuerpo. Cosas parecidas se decían de mí, que mi cuerpo me había llevado a laborar allí, aunque en realidad yo había llegado allí no gracias a mi cuerpo sino al de mi novio, hijo de uno de los subdelegados de la delegación.

Esperamos al fotógrafo unos 20 minutos hablando de cosas sin importancia y cuando este llegó ambas nos quedamos literalmente boquiabiertas. Qué barbaridad, qué hombre aquel, qué masculinidad la del tipo y qué bien vestía y olía. Todo en él irradiaba masculinidad. No me voy a detener en platicarles toda la jornada de trabajo porque fue extensa y recorrimos unas 8 mansiones todas porfirianas. Lo único que puedo comentar es que Mariela y yo nos enfrascamos en una pelea sin tregua para intentar pasar la mayor cantidad de momentos a solas con Raúl. De un trato exquisito y caballerosidad alarmante, sin llegar a ser incómoda, Raúl nos deleitó con su forma de ver las cosas y tomarles fotografías. Además, su voz era de un atractivo inverosímil.

Al llegar la tarde yo me encontraba ideando la forma en irme con él. A dónde? No me importaba, a donde él quisiera. Para ese entonces yo ya le había hablado a mi novio para cancelar nuestra cita, habíamos quedado de que pasaría por mí a la salida de mis labores e ir a cenar. Le dije que íbamos muy atrasados con el proyecto y que las fotografías debían ser tomadas todas hoy mismo. No lo tomó de muy buen humor pero no me importó. La humedad en mis piernas desde la mañana exigía redención en la pija de este fotógrafo con cara de dios griego. El único problema era Mariela, igual que yo ya le decía a Raúl que estaba libre por el resto de la tarde sin que este le hubiera preguntado nada.

- Y no tenías que regresar a la oficina como me dijiste en la mañana? - le pregunté fastidiosamente.

- Para nada - respondió la cínica - ya cancele todo y no tengo que regresar hasta mañana.

Para el final de la tarde las dos estábamos puestas y dispuestas para ver si Raúl ya había procesado nuestras indirectas para irnos con él a donde él quisiera y aceptar lo que viniera.

- Quieren ir a mi casa? tengo unas cervezas en el refrigerador que deben estar en su punto - dijo con total naturalidad.

La suerte estaba echada. Le mandé un mensaje a mi novio diciéndole que el proyecto seguía muy atrasado y que seguramente saldría muy noche, que mejor nos viéramos al día siguiente y que mi teléfono estaba a punto de quedarse sin batería. Si iba a gozar quería hacerlo sin interrupciones telefónicas. Media hora más tarde apagué mi celular.

Llegamos a su guarida una hora más tarde y si, el ambiente era un poco tenso. Por primera vez me iba a liar en un trío e iba a tener mi primera relación homosexual. Bien nos hicieron las cervezas para distender el ambiente. Fue Raúl, con un caballito de tequila entre las manos, quien desvió la conversación hacia linderos sexuales. Nos preguntó si teníamos novio y ambas contestamos que sí.

- Qué interesante - contestó Raúl entusiasmado. - O sea que estoy en mi casa con dos chicas comprometidas en noviazgo. Qué maravilla - dijo con una lúgubre sonrisa en la cara. - Y díganme chicas, qué se les antojaría hacer entre los tres? Porque, digo no, aquí somos tres y lo que hagamos dos el tercero se nos unirá, cierto?

- Cierto - contestamos las dos.

- Podríamos jugar ajedrez - dijo pícaramente Raúl.

- O jugar Verdad o Prenda - dijo atrevidamente Mariela.

- Perfecto - dijo Raúl con lujuria en los ojos.

Raúl sirvió otra vuelta de tequilas y comenzamos a jugar.

Raúl a Mariela: A qué edad perdiste la virginidad.

Mariela: A los dieciséis.

Mariela a mí: Y tú?

Yo: A los quince.

Yo a Raúl: Te pajeas seguido?

Raúl: Muy seguido. Al menos tres veces por semana.

Raúl a Mariela: Con cuántos te has acostado.

Mariela: Cómo con diez.

Mariela a mí: Y tú?

Yo: Con catorce.

Los dos a mí: Órale, y tan seriecita que te ves.

Yo a Raúl: Cuanto te mide tu paquete?

Raúl: Veintitrés centímetros.

Las dos: Guauuu!

Raúl a Mariela: Has tenido sexo con alguna chica?

Mariela: No.

Mariela a mí: Te gustaría tener sexo con alguna chica?

Yo: Si.

Yo a Raúl: Te gustaría basarnos a las dos?

Raúl: Muchísimo.

Raúl a Mariela: Te gustaría que te follara?

Mariela: Si (con la cara roja de vergüenza).

Mariela a mí: Te gustaría que yo te follara?

Yo: Secretamente ya lo había fantaseado - contesté sintiéndome ya súper húmedo entre las piernas.

Yo Raúl: Piensas cogernos a las dos o seguiremos jugando hasta el amanecer? - pregunté en un dejo de valor.

- Por qué no me dejan ver cómo se besan chicas. Para ambas será su primer beso lésbico y para mi será muy interesante.

Mariela y yo nos acercamos en forma de gateo, juntamos nuestras caras, unimos nuestros labios y fundimos nuestras lenguas. Por primera vez en mi vida estaba besando a una mujer y me estaba encantando. El beso se prolongó por varios minutos y ocasionó que mi concha quedara totalmente encharcada.

Raúl a Mariela: Quiero que te saques las tetas y que le hables a tu novio para saludarlo mientras Chela te las chupa.

- Qué? - dijo Mariela con enorme sorpresa mientras yo solo callaba y esperaba su reacción con ansias. Esto estaba tomando visos muy locos y nadie parecía querer detenerlo.

De manera muy atrevida Mariela se desabrocho su camisa de vestir, se la quitó pausadamente y la dejó tirada en el suelo. Después se llevó sus manos a la espalda, lentamente, y se desabrocho el brasier. De él se mostraron dos enormes y jugosas tetas rebosantes de vida y pidiendo calor, mismo que yo estaba dispuesta a proporcionar de manera feliz. Lentamente tomó su celular y le marcó a su novio. Cuando la conversación comenzó yo gatee traviesamente a su lado, abrí la boca lo más que pude y muy suavemente me metí un trozo de su teta en la boca sintiendo un temblor en todo su cuerpo. Mientras me mamaba una jugaba con la otra con mi mano izquierda haciéndole parar su pezón para después pasar mi boca a el succionándole su pezón recién parado por mis dedos.

- Que qué estoy haciendo? - le decía Mariela a su novio por su celular. - Nada, sólo aquí pasando el rato todavía trabajando...

En ese momento Raúl, a quien había perdido de vista estando totalmente concentrada en los senos de mi nueva amiga, se incorporó y asió de las manos a Mariela para levantarla. Se veía hermosa allí de pie con las tetas al aire y su pantalón ejecutivo ajustado delineando su bien formado cuerpo. Yo me pegué a ella para seguirle mamando las tetas y vi de reojo que Raúl se desnudaba por completo saliendo de su calzón la verga más hermosa que jamás hubiera visto. Su falo, con sus 23 cms totalmente erectos, apuntaba al cielo de manera fastuosa. Tenía un tronco grueso lleno de venas que sobresalían que guiaba hacia un glande perfectamente bien formado y delineado. Me hizo señas de que me desnudara yo también y se posó sobre Mariela para desabrocharle el pantalón y bajárselo suavemente hasta los tobillos. Mariela hizo el resto y con un movimiento de pies dejó el pantalón tirado en el suelo.

Mariela a su novio en el celular: Si mi amor, estoy muy aburrida, ya me quiero ir pero no puedo - le decía en el momento en que Raúl le bajaba los calzones dejándola totalmente desnuda.

Desnudos los tres y con Mariela al teléfono hablando con su novio Raúl se paró frente a ella, pegó su cuerpo al de Mariela, y deslizó su falo por entre las piernas de ella mientras pasaba sus dos manos por todo mi cuerpo. Yo, en cambio, me pegué a Mariela desde atrás pegando mi vagina a sus nalgas y sintiendo sus nalgas con mis manos. A Mariela cada vez le costaba más guardar la compostura y su respiración agitada modificaba su forma de hablar.

- No tengo nada mi amor, porqué lo dices - la oí decir mientras sentía sus curvas por entre mis manos.

Abrí un poco las piernas al sentir el falo humedecido de Raúl por los jugos de Mariela acoplarse a mis muslos. La situación me estaba encantando y Mariela intentando apagar sus gemidos y calmar su respiración porque estaba con el novio en el celular.

En cierto momento Raúl rompió el sándwich, me tomó de las manos y me llevó al sofá que estaba frente a donde Mariela estaba parada. Me recostó y me dijo al oído:

- Contén tus gemidos porque no queremos que el novio de Mariela sepa lo que está pasando en esta habitación - y acto seguido deslizó su falo por entre mis carnes totalmente humedecidas al tiempo que yo mordía con todas mis fuerzas uno de los colchones intentando apagar mis gemidos del gran gozo que me ocasionó sentir como ese enorme palo violaba mi húmeda intimidad.

Mientras empecé a sentir los primeros movimientos copulatorios de mi amante ocasional voltee a ver a Mariela que estaba intentando terminar la comunicación con su novio pero se veía que no podía, y se veía hermosa allí parada con sus grandes y juveniles senos colgando, su mano izquierda en dentro de su coño, sus caderas contoneándose y su cara de sexo viendo cómo Raúl me penetraba.

- Buenos ya adiós mi amor, me tengo que ir - fue lo último que dijo antes de cortar la llamada y unírsenos en el sofá.

Como el sofá era pequeño los tres nos pusimos de pie y de manera automática y sincronizada Mariela y yo nos hincamos frente al tótem de Raúl. Compartimos su verga con nuestras lenguas y mientras una mamaba su verga la otra los huevos y viceversa en una acción mecánica que duró unos diez minutos. El sabor del líquido preseminal junto con nuestras salivas era hipnotizante y cuando Raúl tomó el falo entre sus manos supimos que el momento había llegado y seguimos besándonos entre nosotras dos esperando el caldo de la felicidad embarrarse en nuestras caras. Las poluciones fueron severas y abundantes. Mariela y yo lamimos el caldo de nuestras caras como auténticas perras en celo y viendo que una buena cantidad de semen se había escurrido de nuestras caras a los senos también empezamos a lamernos las tetas, esas tetas que tantas veces había deseado en secreto cada vez que Mariela se topaba en mi camino.

Con Raúl fuera de combate tirado en el sillón Mariela y yo, tiradas en el suelo, empezamos a recorrer nuestros cuerpos con nuestras bocas. Tirada en el suelo, totalmente desnuda y en posición de combate se veía más que hermosa, toda una hembra, y ahorita era solo mía y de mis vicios. Le chupe la concha. Era la primera que probaba en mi vida y me sabía a gloria. No tardó mucho para que pudiera arrancarle su primer orgasmo. Estaba tan ensimismada comiéndome los jugos de Mariela que no vi cuando Raúl se incorporó y puso su enorme verga junto a mi cara queriendo penetrar a Mariela. Como Raúl me había robado mi lugar mi amiga me dijo que pusiera mi concha en su boca, que me regresaría el favor, y allí, con la cabeza de mi nueva amiga entre mis piernas y de frente a Raúl fundiendo nos en el beso más lascivo de mi vía, sentí como me venía el orgasmo más intenso de mi vida. La descarga llegó de la espina dorsal y se expandió como bomba por todo mi cuerpo, empecé a ver todo nublado, los oídos se me taparon y lágrimas empezaron a salir de mis ojos. Estaba a punto de dejar desfallecer mi cuerpo pero los brazos de Raúl lo impidieron, de lo contrario habría rodado por el suelo. Entre sueños escuché que Mariela y Raúl estaban sorprendidos y me preguntaban si estaba bien. Raúl dirigió su tranca hacia mis adentros y volvió a penetrarme ahora con furia mientras Mariela me besaba apasionadamente y mallugaba mis tetas con su mano. Yo para entonces ya no podía más y sólo me dejaba hacer.

- Eres un amor chiquita, eres un amor, qué rico te viniste - oía entre sueños que Raúl me decía.

Un momento después volví a sentir placer y fui consciente de lo bien que se sentís tener la verga de Raúl dentro de mi moviéndose agitadamente y sentir la lengua de Mariela llegar hasta mi garganta. Fue entonces cuando recapitule y mi cuerpo volvió a dar signos de vida y a participar del gozo.

- Háganme venir otra vez por favor - les implore varias veces pero creo que

Me sentaron al borde del sillón y mientras Raúl me penetraba con furia Mariela empezó a jugar con mi clítoris de una manera magistral. Yo intentaba devolverle el favor a Mariela pero mi posición no me lo permitía apropiadamente.

Entre los dos me pusieron de pie con las piernas un poco abiertas y ambos se hincaron frente a mí, Mariela delante de mí y Raúl detrás. Sus lenguas empezaron a revolotear mis dos entradas. Por mi mente pasó que un día a mi novio le había prometido entregarle mi cola pero creo que ese día no llegaría. Sólo cerré mis ojos y me dediqué a sentir esa nueva sensación. Mariela estaba entregada a mi concha de manera sublime, ambos eran sublimes. Un rato después sentí algo diferente.

- Qué me estás haciendo Raúl - pregunté con morbo intentando voltear a ver qué me hacía. Debían ser sus dedos dentro de mí. Esto era hermoso.

Mis gemidos ya eran alarmantes, todo el edificio debía saber lo que me estaban haciendo. Sentí que Raúl se incorporaba y colocaba su enorme falo en la entrada aún virgen de mi cola, Mariela seguía allí abajo taladrándome el clítoris con la palma de sus dedos o con su boca. Algo muy grande se alojó en mi recto en tres pasos, cuando sentí el estómago de Raúl supe que me la había metido toda.

- Qué locura - pensé. Tener todo eso dentro de mí.

Empezó con movimientos delicados y lentos que se iban haciendo salvajes a cada segundo al mismo tiempo que Mariela, hincada ante mí, me devoraba el chocho en apasionado beso de lujuria. La tranca de mi amante empezaba a dejar de lastimarme y en su lugar iba apareciendo una ola de placer que subía y subía llevándome a las nubes.

- Jodanme mis amores, jodanme así cariños - les decía soezmente en un momento en que ya nada ni nadie me importaba. Lo único que quería era correrme y seguir corriéndome en medio de mis dos amantes, la una tomándose todos mis jugos lascivamente y el otro taladrándome el ano ante mis gritos de placer.

Una ola de orgasmos empezó a sacudir mi cuerpo volviéndose a nublan mi vista y a escurrir saliva de mi boca. Estaba por desmayarme cuando en mi recto sentí un balazo de placer espeso y caliente que me dobló las piernas y me desvaneció.

- Te desmayaste preciosa - fue lo que oí cuando vi a Mariela recostada junto a mi acariciándome el cabello. - Te viniste tan fuerte que te desmayaste y si no te detengo hubieras ido a parar al suelo. Duerme, descansa un poco.

En la madrugada me pareció escuchar gemidos y la cama moverse rítmicamente. Debían ser Mariela y Raúl que seguían cogiéndose. Yo ya no podía. Volví a cerrar los ojos y desperté a media mañana. A mi lado yacían los cuerpos hermosos y desnudos de Raúl y Mariela. Qué bárbaros, qué placer me habían dado. Me levanté de la cama, salí de la habitación y empecé a buscar mi ropa.

Me vestí lo más rápido que pude y encendí mi celular. Sólo entonces me percaté lo que había hecho y el problema en el que estaba metida. En cuestión de segundos entraron 15 mensajes de mi novio y 10 de mis padres.

- Dios! Qué he hecho. Porqué me quedé dormida toda la noche - me reproche a mí misma.

En ese momento veo a Mariela salir de la habitación también desnuda y con cara de haber estado cogiendo toda la noche, pálida como muerta. Ni siquiera quería verme en el espejo y verme a mí.

- Qué pasó Mariela? Por qué no nos fuimos anoche?

- No sé pero es demasiado tarde para preguntarnos eso.

Cada quien tomó un taxi diferente y ni siquiera nos despedimos. Ambas estábamos metidas en un lío.

No voy a explicar el lío en el que me metí porque sería demasiado extenso pero mis padres tardaron meses en olvidar ese incidente y yo rompí con mi novio una semana después. Sinceramente no había ninguna explicación que dar después de que mis padres y mi novio me vieron entrar a la casa y dirigirme hacia mi cuarto a toda prisa. Me increparon y cuando me detuve a escucharlos todos se quedaron callados y sorprendidos enfrente de mí. Traía al pecado escrito en la frente, un pecado que decía PUTA y por más que quise mentir, inventar algo, las palabras simplemente no salieron de mi boca.

Mi novio me lloró y me berreo por toda una semana preguntándome porqué porqué porqué. Y yo simplemente no pude abrir la boca porque, qué carajos le iba a decir? Me dieron la cogida de mi vida me dieron por el culo y me desmaye de placer y desperté hasta la mañana siguiente?

Han pasado diez años de esa aventura. Nunca en mi vida me volvieron a coger de esa manera y nunca volví a ver a Mariela y Raúl. A Mariela me la topaba en la oficina en ocasiones pero no pasaba que nos dijéramos 'Hola' y 'Adiós'. Ella dejó de laborar pocos meses después allí, nunca supe si su novio también la descubrió o qué fue lo que le pasó.

Ahora soy una mujer casada con un bebé. Esa noche me dejó marcada y desde esa noche respeto al sexo de manera muy especial. Sé que este puede ser un arma atroz capaz de destruir vidas y hacer sufrir a personas de manera muy cruel. Por eso ahora me conformo con tener un sexo normal y aburrido con mi marido. Lo que hice esa noche dejó marcado a mi ex-novio para siempre. Supe por sus amigos que se hundió en una vorágine de depresión de la cual tardó años en salir y sólo después de dos intentos de suicidio.

(9,50)