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Las damas de compañía no tienen memoria

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Mi amigo José, siempre fue de esos que la mayoría de mujeres identifica de picaflor. Siempre está en busca del vaivén de alguna falda o del perfume femenino pues creo que esto le provoca una fuerte alza de adrenalina, que lo mantiene alejado, al menos temporalmente de las presiones de su trabajo. Aquella tarde de un frio día de invierno, compartiendo un café en su oficina me comparte a la vez una revista de las mejores “escorts” de la zona. Le doy una hojeada a la revista y me detengo al ver el rostro de alguien que se me hace familiar.

Mi amigo José no tiene el mejor de los salarios en la compañía, pero según me habla, le alcanza para mantener a su familia desahogadamente y por lo menos dos veces al mes, visita a alguna de estas chicas de la revista las cuales por lo que leí en ella, el promedio en una sesión de una hora, el costo es de $300.00. La chica cuyo rostro se me hace familiar y que me detengo a leer sus detalles agrega algo más de insinuación provocativa y por $500.00 dice hacer todo lo que la imaginación del cliente desee conllevar.

Por alguna razón su rostro me llamó la atención y no podía identificar donde la había visto anteriormente y pasé a preguntarle a mi amigo José, si había estado con la rubia, de rostro angelical y escultural cuerpo de nombre Briana. José le da un vistazo a su foto y me contesta negativamente diciendo: <<No, nunca he estado con ella. Siempre que lo he intentado, su teléfono está ocupado y ella no regresa los mensajes>>.

Sabía que había visto su rostro en algún lugar, pero la memoria no me daba para ponerla en un espacio y tiempo de mi regular rutina. Salí de la oficina de mi amigo con ese cuestionamiento y por aquellas horas me mantuvo ocupado hasta que el pensamiento de la rubia se disipó por las presiones de mi trabajo.

Con los días o quizá un mes, veo este vehículo deportivo convertible de color rojo, el cual es muy parecido al que yo conduzco y se estaciona en la línea contraria donde yo estaciono el mío en el estacionamiento subterráneo de los condominios donde yo vivía en ese entonces. Veo a esta linda chica que camina al igual que yo en dirección al elevador que nos llevará a la elevación de nuestros respectivos condominios. Nos saludamos como se saludan dos desconocidos y al unísono agregamos: ¡Bonito auto!

Nos presentamos informalmente y ella me da el nombre de Angélica y quien realmente es un verdadero ángel. Cabello rubio ondulado que cae sedosamente a un espectacular trasero, pues siendo invierno, Angélica viene con pantalones vaqueros bien ceñidos a su espectacular cuerpo, un suéter que también se pega como una caricia a su plano abdomen y que permite que sus suculentos pechos tomen una presencia espectacular y a los cuales estimé de una talla de por lo menos 36D. Realmente Angélica es de esas chicas que llaman la atención, de las que nunca pasan desapercibidas y ya sea que la mires de frente, desde atrás o de los lados, ella tiene una figura que te abre un apetito endemoniado para querértela follar. Y ella lo sabe. Con esa sonrisa de ángel que me muestra, telepáticamente también me dice: Sé que me quieres coger.

En el momento no me recuerdo de la foto que días antes he visto en el catálogo de estas chicas de compañía que mi amigo José me mostró, pero tan pronto entré a la puerta de mi condominio, se me vino ese rostro y el de una chica quien manejaba un vehículo todo terreno, pero de quien no logré ver más que su rostro cuando salía del mismo estacionamiento. Aquella posibilidad me llenó el morbo por descubrir si esta linda chica de nombre Angélica, era la misma de la revista y quien decía llamarse Briana. El siguiente día voy de regreso a la oficina de mi amigo José y le pido que me deje ver la revista de nuevo. Tomo la revista y apunto el número de teléfono y esa misma mañana desde mi oficina le llamo y ver si podía identificar su voz. En el primer intento contestó:

- ¡Hola! Soy Briana, ¿en qué te puedo ayudar? –la voz parecía ser la misma.

- ¡Hola Briana! Mi nombre es Antonio y tengo la revista donde encontré tu teléfono y me gustaría concertar una cita contigo.

- Primeramente Antonio, ¿no tienes nada que ver con ningún tipo de autoridad, afiliado con la policía?

- ¡No Briana! Trabajo para la gerencia de una compañía. Nada que ver con autoridades.

- Ok… ¿tienes un correo electrónico?

- Si, cuento con uno.

- ¿Para cuando quieres la cita?

- ¿Tienes tiempo en una hora?

- Si, esto es lo que debes hacer: envíame tu foto por correo electrónico a mi correo electrónico. Una vez reciba tu correo, yo te enviaré el domicilio donde debes venir. Por favor, no me hagas perder mi tiempo y yo respetaré el tuyo. Y por la donación de mi tiempo las cuales son dos horas máximo son $500.00 a lo que dé tu imaginación.

- Perfecto. –le dije. – y le colgué.

Lo pensé para enviarle mi fotografía, pues pensé que me podría identificar, si al caso era la misma chica con la que me presenté informalmente el día anterior. Pero al igual que yo, tampoco estaba seguro que ella era la misma chica que miraba en el catálogo de mujeres de compañía. Uno mira a tanta gente, que es difícil identificar a alguien cuando han sido esporádicos aquellos encuentros. Yo siento creer que es la misma chica, pues en el catálogo sus fotografías muestra muy poca ropa y se limita a modelar minúsculas tangas y cubriéndose sus pezones con sus manos. Tomo la decisión y le envío mi foto, esperando no me identifique como su vecino, el mismo que saludo un día antes.

Cuando recibo su respuesta, pienso que me habrá identificado, pero para mi sorpresa ella me da un domicilio, pero no es el mismo del condominio. Me da la dirección y son unos apartamentos a unos 3 minutos de donde está el condominio donde vivimos. Me pide que le llame cuando este a la puerta de seguridad y que en ese momento me dará un código de seguridad que abrirá la puerta. Le llamo cuando estoy en el edificio y siento ese mariposeo en mi estómago, pues no sé cómo va a reaccionar si es que me identifica personalmente. Voy por el pasillo, toco la puerta y se abre. Pienso, que al igual que yo, encontramos a tanta gente todos los días, y se nos es imposible de recordar a todos. Yo estoy seguro, la chica del carro deportivo rojo de nombre Angélica, es la misma de la fotografía y quien dice llamarse Briana.

Yo me muestro como si no la conociera y ella se me acerca y nos damos un beso en la mejía y es cuando ella me dice: - La donación la puede poner en esa mesa. Paso y coloco los $500.00 en la mesa y ella los toma delicadamente y me dice que aguarde un momento y se introduce en una habitación para volver a salir en unos segundos. Viste un vestido turquesa y cuya falda apenas cubre sus suculentos glúteos y permiten ver esos muslos sedosos y tiernos que denotan un buen trabajo de gimnasio. Su cabello sedoso color oro hace un bonito contraste con su vestido, y sus zapatos de tacón alto hace que esta chica de doble vida tenga una presencia espectacular pues sus piernas son alargadas y le dan una bonita simetría a su pronunciada cintura donde es imposible no dejar de apreciar su suculento trasero que mi estimado lo pone en unos 94 centímetros. Quizá la chica rubia con más trasero que he visto en mi vida. Ella sale de la habitación y comienza la plática:

- Antonio, ¿deseas tomar algo?

- Realmente no… he tomado mucho jugo de naranja esta mañana.

- ¿Ya has visitado un lugar así anteriormente?

- Realmente no… es mi primera vez.

- Bueno, ponte cómodo… remueve tu chaleco y aquí es para que te relajes y la pasemos rico.

Ella me asiste con removerme el traje y lo cuelga cerca de la puerta de entrada y me toma de la mano y me conduce a esta habitación. Debo decir que el apartamento es de lujo, delicadamente amueblado y decorado. La habitación muestra una cama atípica, pues es redonda. Hay una pequeña cantina y un jacuzzi donde puedo ver salen burbujas por la presión del agua. Briana o Angélica me hace la oferta:

- ¿Gustas que te desvista o prefieres hacerlo solo?

- ¡Me gustaría tu asistencia! –le he contestado.

Ella me despoja de mi corbata y camisa y delicadamente me remueve la camiseta donde comienza con sus cumplidos a mis pectorales y los que ella delicadamente me frota con la punta de su lengua hasta llegar a mis tetillas las cuales muerde delicadamente expresando una dulce sonrisa y donde me hipnotiza con su mirada. Baja a soltarme el cinto, me baja los pantalones, me pide que me siente en un sofá reclinable, cuyo ángulo es perfecto para ciertas posiciones sexuales y me remueve los zapatos y los calcetines dejándome solo con mis bóxers. Mi pene no está totalmente erecto, pero es notable aun en ese estado pasivo y finalmente ella los baja como si se tratara de abrir el telón en una obra de teatro. Me sonríe y sus ojos quedan amarrados a mi pene y me dice:

- Tienes un hermoso pene… me gusta, me gusta que los hombres tengan esa delicadeza de depilarlo y remover todos esos vellos. Realmente tienes un miembro espectacular… me gusta, realmente me encanta.

- ¡Gracias! –le he dicho por no saber que más decir.

- ¿Te gustaría desnudarme y así tomar una ducha en el jacuzzi?

- ¡Seria un enorme placer hacerlo!

Ella se pone frente de mí dándome la espalda y de esta manera bajar el cierre de su vestido turquesa y el cierre le llega hasta esa zona divina de su pronunciado trasero. No usa sostén, pues este vestido no lo requiere, está diseñado para mantener bien expuestos los suculentos melones de esta linda rubia. Descubro que son naturales, no tienen marca alguna de cirugía y me deleito viendo su areola rosada y sus pezones puntiagudos. Me toma unos segundos más bajar totalmente su vestido pues su pronunciada cadera lo hace un tanto difícil. Me asiste y queda ante mí ese tremendo culo solo cubierto por un delicioso bikini color azul marino y que contrasta exquisitamente can la piel clara de esta linda rubia. Mi pene se eleva y toma el grosor y se extiende en su potencial de 23 a 24 centímetros. Briana lo mira de nuevo ahora ya en todo su potencial y vuelve a darme el mismo cumplido repetitivo: ¡Esta hermoso!

Al ella voltearse y darme la parte para apreciar su pubis, descubro que Briana no tiene un tan solo vello y pareciera que en aquella zona de su pelvis jamás nunca creció uno. Su piel es tan tersa como la de un bebe y su conchita se mira rosada con un pronunciado clítoris que estoy seguro juguetearé con él en breves momentos. Briana me dirige tomándome de la mano hacia el jacuzzi y ella con una agilidad femenina se ha puesto algunas ligas en su sedoso cabello dorado y pareciese que se ha hecho una trenza que ahora realza su lindo y angelical rostro. No usa mucho maquillaje, creo que sabe que no lo necesita; su rostro es divino en estado natural.

Obviamente, el jacuzzi del apartamento está diseñado para estos trotes; en el interior de aguas burbujeantes y cristalinas yace una especie de camilla y en el alrededor se puede uno sentar mientras se hace plática y se comparte una bebida, esta pileta es un poco más grande del tamaño normal. Toma una especie de esponja y con ella recorre todo mi cuerpo el cual produce cierto cosquilleo que me excita aún más. Briana se mira espectacular y viendo su lindo rostro me brinda en forma de sorpresa algo que no había experimentado antes y que nunca creo haber experimentado después. Se sumerge en el agua y comienza a darme un oral de esta manera que nunca esperé. Cada vez que se sumergía mi calculo era que sus bien desarrollados pulmones le daban la habilidad de no necesitar oxigeno por lo menos un minuto en cada intento. De esta manera y de bajo de agua, ella me lame los testículos y hasta me pone en posición para poder llegar a mi ano. Con el agua a cierta temperatura que no es al nivel a la del cuerpo humano, Briana me hace sentir el calor de su lengua y su boca dándome un oral que estaba fuera de mi imaginación.

Siempre pensé que me pondría un condón para tener sexo con ella, pero todo aquello se daba al natural de cómo se debe disfrutar el sexo. Obviamente salimos de la pileta ya bastante excitados y ella se toma el tiempo para secarme y aprovechar a darme un masaje en el proceso. Yo veo sus suculentos melones y se me antoja chuparlos y es ella la me los ofrece poniéndomelos frente a mi rostro cuando yo estoy sentado en esa cama atípica de esta habitación. En esta ocasión soy yo el que pregunto:

- ¿Me puedes dar tus pechos, se me antoja mamarlos?

- Son tuyos querido… ¡es lo que más me encanta!

- ¿Te gusta una mamada delicada o violenta?

- ¡Como tú quieras, como sea me va a encantar!

Le preguntaba, pues hay chicas que son muy sensibles con sus pechos, pero Briana es de esas chicas que lo disfruta sin importar si están adoloridos y ella gime de placer cuando le mamo y mordisqueo sus pezones. De repente es ella la que me dice: Antonio, creo que estoy a punto de acabar.

No me había dado cuenta, que mientras yo le mamaba alocadamente sus dos ricas tetas ella se masturbaba frenéticamente su clítoris. Y es de esta manera que explota en un grandioso orgasmo que me saca de si, pues me parece sorpresivo: ¡Tony me corro! - y gemía alocadamente.

Recupera la compostura después de un gemir y jadeo incesante. Su respiración vuelve de alguna manera a lo normal y ahora es ella la que se vuelve a insertar lo más que puede mi verga en su boca. La lame, la escupe y la vuelve a lamer… ella está concentrada en darme placer oral y luego me pide que me acueste sobre mis espaldas en la cama y yo la asisto. Mi pene erecto sale apuntando al cielo del apartamento y Briana se pone mi pene entre sus dos enormes pechos y con una habilidad requerida en estos trotes de su profesión, ella me hace la rusa que fue una delicia. Envolvió mi pene entre sus pechos y ese intento, esa fricción de mi pene entre sus pechos provocaba el mismo chasquido que cuando mi pene entra y sale de una vagina o ano muy bien lubricados. De vez en cuando se introducía la punta de mi verga y es cuando solía decir: Tony, quiero que te vengas en mis pechos.

No pasaron más de cinco minutos y esta chica Briana me hace venir en el paraíso y poema de sus dos ricas tetas. Han sido contadas las veces que me corro entre unas ricas tetas y Briana lo había logrado. Mi esperma cubrió sus dos suculentos pechos, pues ella los expandió a toda la extensión de sus dos ricas tetas y con el índice se llevó parte de esa materia blanca y me dijo como lo que algunas chicas antes me habían dicho: Sabe a jugo de naranja.

Esta vez pasamos al baño a ducharnos y mientras estábamos ahí, Briana me la vuelve a poner erecta, pues en esa época habría tenido mis 35 años, y quizá era la época que recuerdo era más viril y me recuperaba fácilmente si de una buena faena sexual se trataba. Me la vuelve a mamar y es ella la que usando un lenguaje más obsceno y que me motiva pues era como hacerle cosquillas a mis testículos, Briana me dijo: Antonio, quiero que me rompas el culo.

Briana tomó un lubricante que ella misma se untó en el ano, me dio una mamada y de nuevo en la cama, se puso en cuatro esperando a que le penetrara con mi verga su rico culo. Las nalgas de esta chica son enormes, así que hay que abrírselas bien para poder mirar ese ojete delicioso de esta rubia. Sin consideraciones algunas, le apunté mi verga a su rico culo y se lo hundo hasta al fondo y Briana solo exclama con dolor o quizá placer: ¡Que rica está tu verga!

Briana es un mar de complementos y su plática sucia lo eleva a uno a otra dimensión: Tony, ¡que rica tu verga! Dame, dame, quiero sentir hasta la última pulgada de tu verga. Rómpeme el culo como te venga en gana. Quiero sentir tu leche en lo más profundo de mi ano. Rómpelo, sángralo, cógelo como tú quieras. Pégale, méteme hasta tus huevos si puedes, quiero sentirte todo adentro de mí.

En aquella faena estábamos y haciendo una breve pausa, Briana saca de un tocador cerca de la cama un consolador que por lo menos media unos 24 centímetros. Se lo inserta en su conchita y ahora tiene mi verga de 23 centímetros en su culo y otras 24 en su concha. Sus gemidos son excitantes, su respiración es profusa y no deja con su platicar que a cualquiera manda al otro lado del paraíso. Yo taladro su culo y puedo sentir a través de las paredes de su ano, ese vibrar que le manda su consolador en su vagina. Ella comienza a jadear más convulsionada por el ajetreo y explota diciendo otra vez: Tony, me corro, me corro… que rica cogida me estás dando.

Su culo estrellándose contra mis huevos y sus gemidos y platicar erótico, me llevan al paraíso junto con ella y le lleno el culo con tremenda corrida. Mi verga sale ya flácida de su rico culo y llena de mi esperma y por primera vez una chica me da un oral después de tener mi verga en su culo. Nunca lo había experimentado antes y esta experiencia solo me ha ocurrido con dos chicas más de las más de cien con quien he tenido sexo. Briana me sacó la última gota de esperma de mi verga y a la vez me la volvió a poner erecta. Nos fuimos al baño, donde me limpió mi verga y otra vez en el baño tuvimos sexo vaginal donde Briana volvió a experimentar dos orgasmos más y yo me fui dentro de ella.

Al final le dejé ir tres polvos y ella se habrá corrido unas cinco veces. Nos bañamos y secamos después de dos horas de un sexo brutal. Realmente me di gusto cogiendo con esta chica de doble nombre. Me vestí y lo mismo hizo ella poniéndose el mismo vestido color turquesa y un nuevo bikini color rojo que yo mismo asistí en poner. Se soltó de nuevo el cabello y me despidió con un beso.

Salí al estacionamiento que también es subterráneo y donde vuelvo a ver su vehículo deportivo y hace ese ruido cuando se desactiva su alarma. Briana o Angélica viene y me mira que estoy cerca de mi vehículo, el cual es similar al de ella. Me sonríe y me dice:

- Sabía que eras el mismo hombre guapo que vi ayer… ¿Por qué no dijiste nada?

- ¿Debería haber dicho algo?

- Somos vecinos…

- Si… y me gusta la vecina que tengo. ¿Tienes novio o eres casada?

- Y tú… ¿eres casado?

- No. –le respondí.

- Sí, soy casada. –dijo.

- No te preocupes, que los caballeros no tenemos memoria.

- Tampoco las damas de compañía tenemos memoria.

- Me gustaría volverte a ver, pero que vengas a mi condominio.

- Por supuesto, me gustaría visitarte.

- ¿Y cuánto es a domicilio?

- Será una visita de vecinos, y esto ya no implica costos, pero tampoco sentimientos.

- De acuerdo. ¿Cuándo tienes tiempo?

- ¿Qué te parece mañana por la tarde?

- Perfecto Briana… ¿es tu nombre Briana o Angélica?

- Ambos… me llamo Briana Angélica.

- Entonces te veo mañana por la tarde.

De esta manera comencé a coger con servicio gratis a esta chica bellísima por algunos meses. Fue uno de los primeros bikinis o tangas que comencé a colectar como trofeos de las chicas que me cogía. Briana ha sido de las chicas del sexo duro, que les encanta sentir dolor y que sea uno rudo con ellas. No recuerdo cuantos encuentros tuvimos pues yo solo viví ahí por el tiempo de un año. La volví a encontrar después de cinco años en una de esas reuniones de la cámara de comercio local, pues ella era propietaria junto a su marido de un negocio de vehículos usados. Nos presentaron nuevamente y ella actuó al igual que yo, como si nunca nos hubiésemos conocido. En aquella ocasión por mera curiosidad le volví a preguntar:

- ¿Siempre está en el negocio de dama de compañía?

- Si… ¿está interesado?

- Si. –le he contestado.

Volvimos a coger como años anteriores y donde me aclaró que hacía aquello por mero placer. Que a pesar que no necesitaba trabajar, su condición de ninfómana y esa adrenalina de la aventura, de coger con un desconocido, la lanzaba a esa vida de doble cara, pero que gozaba con su vida clandestina.

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