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Una prima desconocida me invitó a comerle el coño

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Bienvenido a todos queridos lectores, esta vez os escribo para contaros como fue la primera vez que tuve una experiencia lésbica, la cual me hizo descubrir esa parte de mí que no conocía. Fue una prima mía, hija de un tío que no conocía, primo de mi madre, quien tras una boda y confesarme que era lesbiana terminó obligándome a que le comiese todo el coño.

Aquella noche era la boda de un primo del cual no tenía idea de su existencia, un familiar lejano por parte de mi padre, a cuya boda acudí por mero compromiso. Fue allí donde conocí a Laura, otra prima lejana de la cual sólo había oído nombrar en raras ocasiones.

Yo me encontraba en mi época estudiantil, era joven, y ella era algo mayor que yo, rondando quizás los 22 años. Yo llevaba puesto un vestido largo y ajustado de color rojo, tacones también rojos y el pelo recogido. Ella, por el contrario, algo más provocativa, vestía un vestido corto, de color azul oscuro, que marcaba muy bien su figura, especialmente su culo. La primera vez que la vi, me llamó la atención lo elegante que vestía, y me pareció una chica mucho más guapa que la mayoría de las que allí se encontraban, por lo que no pude parar de observarla durante toda la noche.

No hablamos, durante toda la ceremonia, y durante la cena me limitaba a mirarla disimuladamente, sin ninguna mala intención, simplemente atraída por su belleza.

Fue ya durante el baile después de la cena, que ella se acercó a mí a saludarme.

-Hola, yo soy Laura, encantada-. Me ha estado hablando un poco de ti mi madre, y tenía interés en conocernos- Sonrió acercándose a darme dos besos con dulzura. Fue entonces cuando por primera vez percibí el dulce olor a vainilla de su perfume.

-Hola, yo soy María, un placer- Contesté algo nerviosa. En ese momento, me di cuenta de que de ella me atraía algo más que su belleza, sintiéndome algo excitada al tenerla tan cercana,

La conversación se alargó más de una hora, y tras pasar ese tiempo, fue ella quien me invito a bailar. La música, era la típica de esta clase de ceremonias, en las cuales la gente baila muy pegadas la una a la otra. En una de las canciones, ella se agarró a mi cintura, y comenzó a disimuladamente acariciar mis caderas. Ambas estábamos algo bebidas, probablemente fue ella quien intencionadamente me hizo beber tanto.

Al seguir bailando sentí como su mano rozó mi vagina. Esto me hizo excitarme aún más de lo que ya estaba. Siendo sincera, estaba tan perra que me habría metido cualquier cosa que hubiese pillado si hubiera tenido la oportunidad de hacerlo, pero la cosa no acabó aquí.

Acercó sus labios a mis oídos, y cogiendo mi mano, susurró a mis oídos.

- ¿Quieres que nos comamos el coño?

En el mismo instante que escuché sus palabras, al tiempo que su lengua rozaba mi oreja, asentí instintivamente. Disimuladamente, y mientras que todo el mundo bailaba, nos dirigimos a la parte trasera den recinto, donde había unos jardines, y donde nadie acudiría puesto que se encontraban bailando. Vimos un banco, al cual nos aproximamos cogidas de la mano. Al llegar ella alzó la falda de su corto vestido, la subió, y se sentó en el banco, abriéndose de piernas.

-Vamos cariño, cómeme el coñito.

A la vez que pronunciaba estas palabras, tiró de mi mano para obligarme a agacharme. Yo me dejé llevar, quedando de rodillas delante de ella, con su vagina delante de mi cara esperando a que se la comiese. Llevaba puestas unas bragas de encaje blancas, de estas que no dejan marca debajo del vestido. Lentamente, y muriéndome de ganas por probar, acerqué mi cara, comenzando a percibir el olor de su vagina, el cual era similar al que desprendían mis dedos después de masturbarme. Tenía el coño sin depilar, pero aquello no me importo.

Con mi mano aparte sus bragas a un lado, y sin pensarlo y cerrando los ojos presione mi boca contra sus labios vaginales. El olor era mucho más intenso, y comencé a llamarle de arriba abajo, recorriendo su raja y saboreando sus fluidos. Ella mientras acariciaba mi cabeza, con los ojos cerrados y jadeando al son de mis lamidas.

-¿Te gusta comérmelo?

Me dijo sin dejar de acariciarme. Estuvimos así más de 10 minutos, hasta que salió su parte dominante y decidió que ahora fuese yo quien supiese lo que se siente cuando alguien te come el coño. Yo estaba muy excitada. Me puso de pie, apoyada en un árbol y mirando hacia este, y fue ella quien en esta vez se agachó. Me levantó el vestido, y tirando fuertemente me bajo la tanga, la cual dejo a la altura de mis tobillos. Tras esto, y asegurándose que dejaba las piernas abiertas, se puso de cuclillas bajo mi falda, y mirando hacia arriba, comenzó a comerme el coño, el cual estaba empapado, y completamente depilado. Al cabo de un rato, sentimos como los coches de los presentes en la boda comenzaba a arrancar, por lo cual, a pesar de todas las ganas que ambas teníamos de follarnos, tuvimos que parar.

Y aquí termina esta pequeña pero intensa historia en la que me di cuenta de lo mucho que me gustaba comer un buen coño. Quizás algún día cuente alguna de las pocas experiencias lésbicas que he podido tener.

Si os ha gustado, no dudéis en comentar. También estoy disponible para hablar en más detalle por privado en [email protected]. Soy muy cerda y fetichista, por lo que no temáis en compartir vuestros gustos conmigo.

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