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Un nuevo vecino en el barrio (final)

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Cuando se lo conté a los dos señores decidieron acentuar su dominación y manejarme a su antojo…

-Oíme bien, Jorgito… me dijo el señor Abelardo… -a partir de ahora y mientras tus papis estén afuera vas a vivir acá, en la habitación de servicio, que es para la mucama que no tengo, o mejor dicho, que no tenía, porque a partir de ahora y por un mes vos vas a ser mi mucamita…

-Ay, señor Abelardo…

-Qué, ¿te vas a retobar? –dijo frunciendo el ceño…

-N… no, señor…

-Ah, bueno, mejor para vos, porque si te retobás vas a probar en tus nalgas lo pesada que tengo la mano…

Cuando me dijo eso me pasó algo raro; sentí como curiosidad por eso de ser castigado con unos buenos chirlos…

-Bueno, andá a tu casa y volvé con tu cepillo de dientes y algunos calzoncillos, dale, movete…

Fui a mi casa, tomé lo ordenado y volví con esas cosas en la mochila…

-Bien, Jorgito, muy bien… Vamos a la pieza de servicio…

Es una habitación pequeña, sin ventanas, con un placard en la pared opuesta a la cama de una plaza y un bañito chico, con lavatorio y regadera

El señor Abelardo me ordenó que hiciera la cama y que después me presentara desnudo en el living…

-En el placard hay sábanas y una almohada… Y apurate que están por venir los visitantes de hoy -me djo y se fue…

Hice todo rápido porque estaba muy caliente pensando en la enema y en las vergas que me comería… “¿Cuántas serán?”, me pregunté…

La enema fue deliciosa y mejor que la primera vez, porque al conocer lo que se siente gocé todavía más… Después un dedo del señor Leandro para comprobar que el senderito estaba bien limpio…

Una vez en el dormitorio el señor Abelardo me dijo:

-Te cuento, putito, que a partir de hoy vamos a cambiar la forma de usarte… Ya no más por parejas, uno por el culo y el otro por el hocico, ahora te vamos a culear uno detrás del otro y lo mismo con las mamadas, vas a chupar una pija detrás de la otra…

Me encantó la nueva forma y me excitó mucho sentir que ellos disponían de mí, que me dominaban y manejaban como a una marioneta… Una marioneta putita…

Me están usando así hace varios días… El día empieza temprano para mí, el señor Abelardo me dio un reloj despertador y me levanto a las nueve de la mañana, desayuno y después me pongo a limpiar la casa…

A eso de las tres de la tarde me ponen una enema, me hacen tomar una ducha, me secan, me perfuman y después… ¡a tragar vergas!... ¡Ay, qué delicia! A veces son cinco, tres señores y mis dueños… Hay días en que termino con el culito ardiéndome, pero ¡qué me importa!... No hay nada comparable a ser culeado, a chupar una pija y tragar toda la lechita… Me vuelvo loco de gusto cuando algunos vejetes me llaman Jorgelina… Ayer me entregaron a un señorón de ochenta años… ¡Y qué bien se le paraba la verga!...

Es flaco y calvo… Lo hicieron esperarme en el dormitorio y me retuvieron unos minutos para aumentar su deseo…

-Ahora sí, putito, andá… -me ordenó el señor Leandro… Cuando entré el viejo estaba en la cama, de espaldas y sobándose la pija… ¡Y qué pija!... ¡Larga y gorda!... De entrada me dio miedo de que me rompiera el culito, pero no, mi culito es aguantador…

-Primero me vas a chupar un poco la pija, pero sin hacerme acabar, ¿oíste?...

-Sí, señor, todo lo que usted me ordene…

-Mmmmhhhh, qué lindo eso, putito, me gustan los chicos obedientes… Bueno, dale, chupámela…

Y se la chupé… Qué bien olía su verga… Él gemía y jadeaba hasta que de pronto hizo que parara…

-Ponete de espaldas con las nalgas en el borde de la cama… -y en esa posición me clavó, él arrodillado…

¡Ay, qué dolor!... Un dolor que siguió más que de costumbre… La verga estaba yendo y viniendo dentro de mi culito y el dolor seguía… ¡Es que era muy grande esa pijota! ¡larga y gorda!... Pero yo debo ser medio masoca, porque ese dolor me encantó… ¡Dolor y placer! ¡placer y dolor!... ¡Ay, sí!...

Por fin, después de un rato, sentí en el interior de mi culo varios chorros de semen caliente mientras él vejete gritaba como un animal…

Un momento después se echó de espaldas en la cama y yo al lado de él, jugando con su verga después de habérsela limpiado con la lengua…

Moría de ganas de chupársela y tragar toda su lechita... Y lo hice después de un rato…

Era tan grande esa adorable pija que me costó acomodarla en mi boca… Por fin lo logré y la chupé hasta que después de momentos muy placenteros se derramó en varios chorros de semen…

-Tragá todo, putito… ¡Tragá!... me ordenó el viejo entre jadeos antes de retirar su verga tenderse de espaldas en la cama… Y claro que tragué…

Papá y mamá siguen de viaje y yo sigo tragando pijas y más pijas todos los días, de lunes a domingo… Y soy la sirvienta del señor Abelardo, una sirvienta muy puta… ¡Cada vez más puta!... ¡Cada vez más perra!...

Fin

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