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Desafío de galaxias (capitulo 76)

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Durante tres meses, los representantes del Parlamento Federal y los del líder bulban, estuvieron haciendo el paripé, hasta que al presidente Fiakro se le acabo la paciencia. Coincidiendo con una moción parlamentaria para finalizar definitivamente las «conversaciones», la cadena federal de televisión, comenzó a emitir las grabaciones de las negociaciones, en las que se evidenciaba, claramente, que no llevaban a ningún sitio.

Mientras tanto, Marisol no permanecía ociosa, y los planes generales de batalla estaban ultimados. Conocedora de la intención del presidente de finalizar las negociaciones, convocó una reunión del Estado Mayor, a la que estaban invitados todos los altos jefes militares que iban a participar en las operaciones. Por primera vez, y posiblemente por última, dos militares bulban iban a asistir a la reunión, y había algunos asistentes a la reunión, que no estaban muy conformes. Marisol y Marión, tuvieron que emplear mucha mano izquierda, y aplicar mucha vaselina, para que en la reunión no hubiera ningún problema.

La mañana de la reunión, a primera hora, el nuevo cónsul Trens, también vicealmirante de flota, había solicitado una reunión con Marisol para exponer los planes que había desarrollado para integrar sus operaciones en los planes de batalla de Marisol.

—Buenos días mi señora, —saludo Trens cuadrándose y saludando militarmente.

—Buenos días vicealmirante, —respondió Marisol levantándose y devolviéndole el saludo. Después le tendió la mano que Trens acepto inmediatamente—. Aquí, en el Cuartel General, no somos estrictos con el protocolo militar, si no seria una locura, estaríamos saludándonos cada dos segundos, y entorpecería el trabajo.

—¡Ah! Ya entiendo, —dijo acercándose a la mesa de operaciones junto a Marisol. Extrajo del bolsillo un cristal de datos y los introdujo en uno de los puertos de la mesa. Inmediatamente, la mesa se activó, y el mapa holográfico se desplegó—. Me gustaría que me diera su opinión: he intentado integrar mi flota en sus planes de batalla para cumplir lo que usted quiere de nosotros.

—Le presento a Opx, que dirigirá las operaciones navales, —dijo Marisol cuándo este entró en el despacho.

—He oído hablar mucho de usted, es un honor, —Trens extendió la mano para saludarle y Opx la aceptó con una inclinación de cabeza.

—Muy bien, de acuerdo, pues empecemos, —Trens comenzó a exponer sus planes, muy pormenorizados, y a responder a las preguntas de Marisol y Opx.

—Veo que conoce usted muy bien nuestra forma de hacer las cosas.

—Sí, esas estrategias no son bulban, —afirmo Opx.

—Mientras se pierde el tiempo en Faralia, he tenido tiempo suficiente de estudiar detalladamente sus estrategias navales, —contesto Trens— en especial las del almirante Esteban y las de Pulqueria. Son sencillamente brillantes.

—¿Cree que las negociaciones son una perdida de tiempo?

—¿Es que ustedes no, mi señora?

—Sí, sí, pero somos militares y el Parlamento esta por encima de nosotros, —dijo Marisol con resignación.

—Eso fue lo primero que me llamo la atención, cuándo empecé a escarbar en su forma de hacer las cosas.

—¿Cuándo ya estaba detenido? —preguntó Opx.

—No, no, mucho antes, como pretor tenía acceso a ese instrumento tan fantástico que es galaxinet. Gracias a él, aprendí a hablar español, accedí a una gran cantidad de contenidos: culturales, políticos, sociales, te todo tipo, y empecé a fascinarme. Pero cuándo se me abrieron los ojos, fue cuándo empecé a ver los informativos de Bulban TV. Al principio pensé que era un montaje, que ustedes habían puesto a una hembra a leer lo que la redactaban, pero luego me di cuenta de que eso no era posible, que era ella la que manejaba los contenidos. El punto culminante fue un debate que dirigía la otra hembra, creo que se llama Noor, en el que había un macho bulban, un humano, un maradoniano, creo que un ursaliano, y lo principal: un kedar. Con la moderación de Noor, todos hablaban, intercambiaban ideas, y no se peleaban. Extraordinario. Fascinante.

—¿Y con Hoz? —quiso saber Marisol.

—Por pequeños detalles, me di cuenta de que él coincidía conmigo. Me gustaría que comprendan lo extraordinariamente difícil que fue esto: un pretor de mi categoría, habla poco con un inferior, aunque sea otro pretor.

—¿Y decidieron ustedes rendirse?

—No fue tan sencillo: nosotros somos una excepción. Gran parte de los pretores que tienen detenidos, los capturaron en Próxima Tambedris, y porque nosotros los entregamos. Si desde el primer momento hubieran sospechado algo, les aseguro que yo no estaría aquí hablando con ustedes. Tuvimos que buscar adeptos, pero de eso se encargó Hoz, ya saben: yo hablo con él, y él habla con los cónsules. Rendimos las tropas cuándo los otros pretores habían sido neutralizados.

—Ya entiendo. ¿Puedo hacerle una pregunta?

—Mi señora, puede usted preguntarme lo que quiera.

—Como ya sabe, todos estos planes de batalla son teóricos. Con la enorme cantidad de naves que hay en torno al planeta, nuestros servicios de inteligencia, no han podido acercarse lo suficiente como para saber como están dispuestas las naves. Si tuviera que diseñar usted la defensa naval del planeta, ¿cómo lo haría?

—Primero, si me lo permite, déjeme decirla algo, —Marisol asintió con la cabeza—: no se fíe del líder, y mucho menos lo menosprecie. El ya dirigió la invasión en este lado, cuándo, personalmente, sustituyó al otro pretor, al líder que llegaba en la primera oleada que usted destruyó cerrando el corredor. Es un ser excepcional, extremadamente inteligente y en estos diez años, ha aprendido mucho: será un enemigo temible.

—Lo sé. Jamás menosprecio a un enemigo porque eso supone arriesgar la vida de mis tropas.

—Para evitar que ustedes ataquen con su arma secreta…

—¿Con los gravitónes? —preguntó Opx.

—No sé como se llama, pero supongo que sí. Formaría grupos de cien, un tercio situados en la órbita, bajo la protección de la artillería de defensa planetaria, y el resto, a cien y doscientos kilómetros de distancia.

—Una defensa flexible: una posición central con los grupos exteriores con mucha movilidad. No podríamos abrir vórtices cerca de la órbita, y nos obligaría a atacar desde demasiada distancia. Ahora veo claro porqué usted plantea una formación cerrada con la mitad de sus naves. ¿Cree que el líder adoptara esta estrategia?

—Creo que si, aunque yo no asistía a ellas, sé, que en las reuniones del consejo bulban, ya se comentó esta estrategia para contrarrestar su arma secreta. El consejo considera que ustedes no tienen muchas y no las pueden usar de forma masiva.

—¿Y como pueden saber eso? —preguntó Opx.

—Porque las usamos de una en una, —respondió Marisol pensativa.

—Así es mi señora.

—¿Y si colocamos bombarderos con Deltas entre la vanguardia de la formación principal? —preguntó Marisol y de un manotazo borró la imagen en el holograma. Tecleo los controles y empezaron a aparecer naves bulban y cuatro bombarderos federales. Luego comenzó a moverlos con las manos hasta que los colocó como quería—. Estos bombarderos pueden expandir sus escudos de energía y proteger a buena parte de la vanguardia. Al tiempo que sus naves disparan con su artillería principal, los bombarderos pueden complementar el ataque con Deltas y torpedos. ¿Qué opina?

—¿Esos Deltas son los cohetes nucleares que han empleado en los bombardeos masivos?

—Sí, así es. Si los empleamos en el espacio, no hay peligro para el planeta, no se preocupe.

—Entonces me parece bien.

—Pues de acuerdo.

—Me pondré a trabajar inmediatamente para concretarlo todo. Espero tenerlo para la reunión de esta tarde, si los quiere ver antes…

—No, ya está suficientemente hablado. Lo vemos en la reunión.

—Muy bien mi señora, —dijo Trens extrayendo el cristal de datos de la mesa.

—Vicealmirante, Iris ha solicitado una entrevista para Bulban TV, —dijo Sarita levantándose de su mesa.

—No se, ¿le parece apropiado? —preguntó mirando a Marisol.

—Perfectamente, pero no le cuente nuestros planes, —bromeó Marisol.

—Por supuesto que no, —y mirando a Sarita, añadió—: por favor, dígale que sí, pero después de la reunión, ahora tengo mucho que hacer.

—De acuerdo vicealmirante.

—Cuídemela bien, no tiene buenas experiencias con los pretores, era concubina de uno de ellos.

—No se preocupe, no habrá ningún problema. Además, ahora soy cónsul.

Por la tarde, Marisol estaba ordenando sus notas para asistir a la reunión del Estado Mayor, cuándo sonó el comunicador de Sarita. Miró el visor y contestó.

—Buenos días señor presidente… sí, la tengo a mi lado… ahora mismo señor presidente, —le tendió el comunicador—. El presidente.

—Buenos días señor presidente, —Marisol se sentó y estuvo escuchando un rato mientras tomaba notas—. Entiendo… de acuerdo, en una semana… Muy bien señor presidente… adiós señor presidente.

—¡Vamos niña! Te estamos esperando, —dijo Marión entrando al despacho.

—Sí, sí, lo siento —se disculpó mientras se levantaba—. Ha llamado el presidente: en una semana iniciamos el ataque.

—¡Joder!, por fin.

Las tres mujeres salieron del despacho y entraron en la sala de reuniones. Los asistentes, de pie, conversaban haciendo grupitos, en uno de los cuales, Trens y Hoz, charlaban con Opx, Bertil y Oriyan.

—¡Atención! El comandante en jefe, —exclamó Sarita que había pasado la primera. Todos se cuadraron e inmediatamente ocuparon sus asientos. Sarita cerró la puerta y mientras dejaba lo que llevaba, delante de Marisol, añadió—. Señores, esta es una reunión clasificada.

—Gracias Sarita, —dijo Marisol mientras leía las notas manuscritas que tenía en una hoja de papel. Mientras Sarita activaba el mapa holográfico, guardo silencio unos segundos: parecía meditar—. Muy bien chicos. Acabo de hablar con el presidente, y me ha dado la orden que tanto tiempo llevamos esperando: en una semana, iniciamos el ataque.

—¡Joder! Por fin, —exclamó Opx mientras todos los asistentes daban golpecitos en la mesa. Trens y Hoz, al principio desconcertados por esta costumbre que no conocían, se unieron también al coro de golpecitos.

—Hace once años, un grupo de amigos iniciamos un camino que nos ha conducido a este momento: Marión, Anahis, Opx, Loewen, J. J., Oriyan y mi fiel y querida Sarita. Otros quedaron en el camino: Clinio y Ghalt, que junto a Loewen, me salvaron la vida en el primer intento de asesinato que sufrí, Paco Esteban, mi amigo del alma, y Leinex. Durante este camino, hemos encontrado nuevos aliados que se han unidito a nuestra lucha. Unos lógicos, como los kedar, con Bertil y Aunie a la cabeza, —más golpecitos sobre la mesa— y otros sorprendentes e inesperados, pero no menos valiosos: los propios bulban, que han resultado ser victimas de su líder, —más golpecitos que Trens y Hoz agradecieron con inclinaciones de cabeza—. La victoria es una realidad, es imposible que el enemigo se recupere y pueda contraatacar, pero la locura del líder y de sus acólitos, va a convertir esta victoria en una carnicería: en un baño de sangre. Es nuestra obligación moral, intentar paliar, en la medida de lo posible, el sufrimiento que, sin lugar a dudas, se va a infringir a la población civil bulban y a los esclavos humanos que con seguridad están en Faralia, y no solo por la mano del líder, sino también, por parte de nuestras propias operaciones militares. En esa labor, nos ayudaran las fuerzas de infantería bulban, que aportan a la batalla un millón y medio de soldados al mando del general Hoz.

»Las operaciones se desarrollaran en dos fases muy diferenciadas: una primera naval, y otra terrestre a continuación, —Marisol se levantó con una tableta de la mano y se puso delante del mapa holográfico—. Tenemos que asegurar la órbita para lanzar el ataque terrestre. Bien. Por la gran cantidad de naves enemigas que hay estacionadas en torno a Faralia, J. J. no ha podido acercarse, por lo que no tenemos una idea clara de cual es la disposición de la flota enemiga, pero, gracias al vicealmirante Trens, si una estimación de lo que pueden hacer. Lo que si sabemos, es que los sistemas exteriores han sido abandonados a su suerte, y solo tienen una presencia enemiga residual. No vamos a perder el tiempo con ellos, agentes del Mundo Bulban, los van a visitar dándoles la oportunidad de deponer las armas. Si no lo hacen, los arrasaremos sin contemplaciones. Todas las fragatas bulban aliadas, llevan instalado un dispositivo identificador para impedir que los sistemas de armas las confundan con naves enemigas. Además, hemos pintado cuatro grandes círculos blancos para identificarlos visualmente: eso le vendrá muy bien a los pilotos de los interceptores.

Durante más de una hora, Marisol siguió detallando sus planes de batalla desplegando archivos en el mapa. Cuándo finalizó, durante otro par de horas se inició un debate en el que se aclararon las dudas de los asistentes, hasta que finalmente, la reunión se dio por concluida.

Cumplido el plazo dado por el presidente, comenzaron las operaciones contra los sistemas exteriores, que se rindieron sin ofrecer resistencia. Dos semanas después, la flota aliada entraba en el sistema faraliano y se establecía a cincuenta millones de kilómetros del único planeta con soporte de vida: Faralia 3. Durante más de veinticuatro horas, estuvieron llegando las naves de la flota de ataque: 1.849 de las que 1.127 eran fragatas bulban. También llegaron 22 transportes portaaeronaves, que albergaban los más de ocho mil interceptores, que equipados con torpedos y misiles, tomarían parte en la batalla naval y, que posteriormente, apoyarían las operaciones terrestres.

Mientras tanto, las más de cuatrocientas naves que transportaban a los seis millones de soldados de la primera oleada de desembarco, se establecían a la espera en Beta Pictoris, el sistema habitado más cercano a Faralia, y liberado durante la campaña en Próxima Tambedris. Varios miles de representantes parlamentarios, deseosos de subirse al carro de la futura victoria, y con las próximas elecciones federales a la vista, habían empezado a llegar a Beta Pictoris, con su ropa paramilitar y sus zapatillas de deporte, volviendo locos a los oficiales de protocolo, a los jefes de la intendencia militar, y a Marión, que había instalado el Centro de Mando en el planeta para liberar a Marisol de los problemas de logística.

El bloque principal de las fragatas bulban aliadas, atacó el dispositivo enemigo, que protegía la orbita en el hemisferio norte del planeta. Se propuso esa zona para el ataque, porque en la zona de los polos no había baterías de defensa planetaria. La descarga cerrada de la artillería aliada y de los bombarderos causaron desconcierto en las formaciones enemigas por la enorme destrucción que desataron. Después de varias horas de terrible batalla, Trens logro abrir un hueco en las defensas enemigas que fue ocupado por su grupo central.

Mientras esto ocurría, las naves de la 1.ª Flota Federal, al mando de la vicealmirante Maite Aurre, atacaba a las naves de la periferia para apoyar el ataque de Trens. Durante veinticuatro horas, continuó la presión sobre el hemisferio norte. Cientos de restos de naves destruidas de los dos bandos, se precipitaban sobre la nevada superficie convertidos en ardientes meteoritos artificiales. Y entonces, en lo más álgido de la batalla naval, Opx lanzo a todos los interceptores a través del hueco abierto, que como un enjambre enfurecido entraron en la atmosfera de Faralia.

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