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Espiando a mi cuñada Paty (Parte 1)

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Yo tenía 25 años cuando me case con Juanita, y rentamos un departamento que sería nuestro nido de amor, y ahí pasamos los primeros meses de nuestro matrimonio, pero Juanita se embarazo y empezó a sentir los efectos de la preñez, y mi suegra viendo esta situación nos invitó a vivir a su casa mientras que se aliviaba Juanita, y mientras construíamos nuestro hogar. Total que ahí duramos un año.

Yo provengo de una familia de varones, tres en total, por lo que vivir en la casa de mi suegra fue todo un acontecimiento porque ahí vivían todavía dos de mis cuñadas solteras y estudiando.

Luego entonces era como algo desconocido para mí, ver a tantas chicas a mí alrededor, riendo, cantando, jugando, y sobre todo preciosas y sensuales, aparte de las sobrinas que a veces iban a casa de mi suegra, aquello era como un harem. Y para mi solito.

Mi esposa tenia malestares que le impedían tener sexo conmigo, porque la panza le empezó a crecer, aparte de los achaques propios, y bueno yo a esa edad recién casado, con la verga siempre deseosa y ahí tanto culito rico moviéndose por toda la casa, que empecé a espiarlas y a masturbarme cada que miraba algo cachondo.

Yo salía del trabajo a las 3:00 pm y tenía toda la tarde libre, al principio me salía con mis amigos a tomar o a jugar billar, pero luego fui cambiando eso por algo más rico y lujurioso. El voyerismo.

Mi esposa Juanita seguía trabajando en una empresa de lácteos y salía ya muy tarde a las 8 pm cosa que era perfecto para mis intenciones. Tiempo para mis solito y mirar.

Llegaba y me encerraba en mi cuarto sin que se dieran cuenta que había llegado y espiaba por la ventana a las afueras de la casa que tenía un porchecito donde lavaban a mano la ropa, y había sillas mecedoras donde se salían a tomar el fresco en verano. Mi ventana daba a ese porche, a escasos metros.

Mis cuñadas estaban acostumbradas a estar solas en casa y descuidaban su manera de sentarse y de comportarse, un regalo para mí.

Meciendo y meciendo con los ojos cerrados Paty, que es la más joven, abría las piernas para refrescarse debido al intenso calor de las tardes de verano, y yo mirando a escasos metros, de cuando en cuando bajaba la mano y se tocaba la pucha, yo creo que tenía ganas de coger, hubiera dado cualquier cosa por saber que pensaba, yo creo que en alguna verga de alguien y la deseaba.

Yo en mi cuarto me sacaba la tranca y me empezaba a masturbar con esa vista tan maravillosa, piernas de infarto, puchita rica, enormes tetas con los pezones erectos, sin sostén, subiendo y bajando al ritmo de su respiración, su panti metido entre las nalgas, marcado la rajadita de la pucha. Yo me retorcía de placer y mi verga a punto de explotar, que le di tremendas jaladas para sacármelos porque sentía que me dolían los huevos.

Ese día eyacule tres veces en tiempo record de algunos 30 minutos, uno tras otro, con la misma cantidad de leche hirviendo. El espectáculo lo merecía.

Con el tiempo una de ellas se casó y se fue, y quedo solo mí cuñada más joven, y las más apetitosa, ella y yo solos cada tarde. Ella descuidada y yo un mirón cachondo con mucha leche.

Luego entonces mi atención se centró solamente en Paty, la más chica de algunos 20 años, estatura un poco más de lo normal, más bien alta, piernas largas bonitas y torneadas, culo grande bien proporcionado y unas tetas enormes, y lo mejor de todo es que casi siempre usaba falda o vestido, algunas veces shorts pero muy cortos que al andar se le metían entre las nalgas un espectáculos erótico sin igual.

Un vez mi esposa la increpo por su forma de vestir y sentarse frente a mí en la sala, y le dijo –Siéntate bien le estas mostrando los calzones a Peter, a lo que ella dijo –Pues que mire algo bueno, levantándose adrede la falda de enfrente, dejando ver sus hermosas piernas y sus pantis color rosa, deliciosos, Juanita airada le contesto –Acá tiene lo suyo cuando se lo acaba. Y Yo bueno, conste, pensé entre mí.

Paty me había dado entrada, tal vez inocentemente o jugando, pero yo sentí que la verga se me quería parar delante de ellas. Hice un esfuerzo pensando en otra cosa pero toda la tarde tenía en mi mente la imagen de su puchita.

Me empecé a obsesionar tanto que esperaba la hora de que se fuera a la escuela, para ir a su cuarto y checar sus pantis que se había quitado esa mañana, y los olía sintiendo ese olor peculiar que despide la ropa íntima de una mujer con el uso, y los jugos de su vagina.

Llegue a ponerme su ropa íntima y masturbarme con ella, otras veces solo la olía y ese perfume me despertaba el lívido de una manera incontenible, pensar que ese trozo de tela contenía parte de ella, de su esencia de mujer.

Además casi siempre encontraba uno o dos bellos púbicos, de color castaño claro, los que pasaba por mi lengua, imaginando donde habían estado prendidos.

Estimulaba tanto mi lívido que empecé a eyacular cantidades tremendas de semen, tanto viendo como oliendo y tocando su ropa íntima usada, que ya casi no buscaba a Juanita, la deje en paz todo su embarazo. Ella ni en cuenta.

Una tarde regrese del trabajo sin hacer ruido como siempre intentando encontrarla mal sentada o algo así, y la encontré dormida plácidamente en su cuarto que daba de frente al mío, con la puerta entreabierta.

Y ahí estaba ella, dormida con una pierna doblada dejando ver todo su culo y su puchita palpitante, yo miraba extasiado tocándome la verga frenéticamente, entre a mi cuarto para resoplar un poco, porque el corazón se me salía, pero desde ahí se miraba pero no con detalle.

Me arme de valor y entre a su cuarto, me senté a la orilla de su cama para verle su cosita más de cerca, y la vi, abultadita tremendamente sensual, con la rajadita marcándosele, y, los bellos púbicos saliéndose por las orillas, solo unos cuantos.

Yo con una erección tremenda y una adrenalina de poca, que me dolió el estómago de la tensión y los huevos de contener la leche, pero prefería morir que alejarme de ahí.

De repente ella como se despertó, porque cambio de posición haciendo un ruidito como de gatita, yo hubiera querido cogérmela con toda la pasión que en mi despertaba, pero aun no era tiempo, yo disfrutaba esto. El voyerismo.

La posición en que quedo fue mejor, porque quedo boca arriba, con la falda subida hasta la cintura dejando ver la totalidad de sus bragas que eran un bikini que apenas cubría su pucha peludita y abultadita. Sus tetas duras y grandes, marcando sus pezones ricos y grandes.

Yo hice el movimiento más atrevido ya bien caliente, quería oler su puchita de cerca, sentir ese olor vivo de su vagina virginal, y acerque mi nariz lo más que pude casi rosando, y aspire entrecortadamente y pude sentir ese olorcito rico de vagina virgen, y quede extasiado, jamás pensé que eso pudiera excitarme tanto. Un voyerista había nacido.

Por unos instantes estuve tentado a tocarla, pero mi nerviosismo era mucho que pensé que se despertaría, pero la tentación me gano, y lo hice, le pase un dedo por entre el pliegue se su calzón, a la mitad, sintiendo su clítoris, y sus labios tiernos y suaves al contacto de mi dedo.

Tengo que hacer algo más pensé, tal vez no haya otra oportunidad, y así de pronto lo pensé y lo hice, me saque la verga y se la acerque a su boca, y se la puse entre sus labios, gruesos y carnosos, tenía un poco abierta la boca por eso me metí solo un poco de la cabeza de la verga.

Ella como que sintió algo en su boca y se relamió los labios, donde había quedado rastros de líquido seminal, palpo y se los comió, así rico.

Fue maravilloso, y ya no pude más, ahí mismo me puñetee la verga que amenazaba con explotar de la tremenda erección que con unas cuantas jaladas salió leche abundante rumbo al piso de la habitación, eyacule con ese hermoso espectáculos sin igual, mejor que nada, mejor que nadie. El placer de la mente.

Corrí en busca de papel higiénico para limpiar la leche derramada en la gloriosa batalla visual, y me fui a mi cuarto, desde ahí todavía me hice otra puñeta con el espectáculo todavía abierto para mí. Mucho tiempo estuve pensando porque no le acaricie sus pezones y sus piernas, al fin que estaba dormida profundamente, no se enteró de nada.

Después de eso intensifique mi espionaje, pensaba y pensaba que trampa ponerle para verla y tocarla, que le tendía trampas para eso, hasta que se dio la ocasión; ella acostumbraba estar en mi cuarto a veces pintándose porque le pedía los cosméticos a mi esposa Juanita, yo la mire que estaba inclinada maquillándose y pensé es mi oportunidad. Ella con su culito paradito, con una faldita que se le metía entre las nalgas, rico espectáculo. Pero era tiempo de avanzar.

Había poco espacio entre la cama y el peinador de manera que solo cabía una persona, y eso aproveche yo, llegue de improviso y me pase al baño, -permiso cuñada le dije, y pase por detrás de ella, yo sabía que tendría que pasar apretadamente, y así sucedió, me quede de cucharita entre sus nalgas a propósito, fueron unos segundos pero extremadamente ricos, porque pude sentir sus nalgas pegadas a mi verga, yo la tome de la cintura como para hacerla a un lado, pero me la pegue más y supongo que ella sintió mi verga erecta entre su culito, porque me dijo, -Ay cuñado no cabemos los dos aquí. Y se zafo. Aquel momento fue épico. Lleno de emocionantes sensaciones y palpitaciones de mi verga y mi corazón. Ella me miro pícaramente desde la puerta y se fue. Ese día algo muy nuestro empezaba a crecer.

Continuara…

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