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Dulce y amarga amistad (12)

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Historia de dos amigos: Jesús Alejando y Álvaro

Se acercaba el fin de semana, Paula tenía concertado el día para que pasara por la notaría. Ahora esperaba la reacción de mi tío a la llamada que le haría, después de nuestra última conversación antes de viajar con Álvaro no sabía cual sería su reacción, Álvaro que ahora se me hacía tan presente, que sería causa de otro desengaño merecido.

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Habíamos vuelto de las vacaciones, hacía más de un mes que no estábamos en privado. Aunque parte de las vacaciones las pasamos en su yate como invitados, nuestro nidito de amor, como él sarcásticamente lo llamaba, llevaba mucho tiempo vacío, y al día siguiente de volver, se procuró su tiempo libre para llamarme y ordenarme que estuviera a la hora de la comida en su estudio.

Había cumplido dieciocho años, llevaba meses siendo su puta pagada, porque cada vez evolucionaba y se volvía más generoso, le importaba menos el dinero, era una máquina fabricándolo, en eso no le ganaba nadie, me regaló mi primer coche, entre los dos incluyendo a mi tía, pero yo ya no me conformaba, quería que cumpliera su palabra y pusiera su apartamento a mi nombre y otros favores más, todo estaba parado por la indecisión de J. C. para cumplir su parte de lo tratado.

Le esperé dentro del apartamento, haciendo planes y proyectos sobre lo que iba a cambiar, deseaba que fuera mío y reformarlo a mi gusto, necesitaría bastante dinero y él, quisiera o no, me lo tendría que dar.

Me coloqué cómodo, me había comprado ropa que le gustaba que usara en el apartamento, no ropa de mujer, no, no, pataloncitos cortos de seda que se ajustaban a la cintgura para resaltarme las nalgas, camisetitas cortas del mismo material para mostrar el ombligo y la cintura, todo un ritual que yo usaba porque no me importaba darle gusto y que me empezaba a gustar como me quedaba y lo suave que era.

Con esa vestimenta, y como supuse por la hora que era, que llegaría comido me dispuse a servirle su trago preferido. En la cocina recogí cubitos de hielo y le preparé el Chivas que le encantaba, el Coñac lo había dejado por problemas estomacales, le conocía ya como si siempre hubiera vivido pendiente de satisfacer sus gustos.

Entró tirando la chaqueta sobre una butaca, llegaba sudoroso aunque el aire acondicionado funcionaba a la perfección.

-Bebé, dame un beso, besa a tu tío. -Me acerqué con la bebida y antes de cogerla abrazó mi cintura con una brazo y la otra mano la utilizó para acariciarme las nalgas.

-Me gusta que te vistas así, se te ve más puta. -Esos epítetos era habitual que me los dirigiera y parecía que usarlos le excitaba.

-Estaba impaciente por volver de esas estúpidas vacaciones. -Me besaba con ansia la boca y temí que terminara tirándome el vaso.

-Espera tito, siéntate mientras bebes, no tendrás mucha prisa y hay tiempo para todo. -Se dirigió a una butaca para sentarse y le entregué la bebida, me arrodille a sus pies y le saque los zapatos, los calcetines acariciándole los pies y besándolos pasándole la lengua por el empeine, estiraba el cuerpo para que la camisita se me subiera y empinaba las nalguitas haciéndolas más vistosas, hasta cierto punto era normal que por mi actitud me tratara de puta.

Le saqué los pantalones y el calzoncillo, ahora los usaba de pata y flojos, los olí y él me miraba mientras acariciaba las vellosas piernas su verga se iba poniendo dura sin contención, se la lamí sin tocarla y cayo sobre el muslo, allí la siguió mi lengua consiguiendo que siguiera endureciéndose, me detuve y desde mi posición rebajada le miré a los ojos.

-¿Te gusta tito? ¿Lo hago bien?

-Sigue no te detengas, has aprendido un montón tutito. -Resultó un poco brusca la respuesta, le cogí los testículos y por su dureza sabía que necesitaba vaciarlos, o al menos aliviarlos con una corrida.

-¿Cuándo vas a poner el apartamento a mi nombre?, lo necesita ya tito, he cumplido dieciocho años. -Le miraba suplicando.

-Cuando quieras, pero continua necesito vaciarme los huevos. -Deslicé el prepucio de la verga y ceñí los labios en la cabeza apretando mientras absorbía con fuerza y pasaba la lengua por la uretra.

-Quiero que sea ya tito, a ti que más te da.

-De acuerdo, sigue chupando, sácame la leche puto. -Me introduje la verga en la garganta y la tuve unos segundo deglutiéndola mientras él gemía y empujaba deseando entrar más.

-Me ahogas tito, déjame hacer a mi. -Coloqué sus manos en mi cabeza para que me dirigiera y comencé una magistral mamada de polla y testículos, estaban riquísimos, sabrosos igual que la dura verga, nunca me cansaba de mamarla y la prefería en la boca antes que en el culo.

Se corrió en unos minutos llenándome la boca de leche, se la enseñé antes de tragarla y dio un sordo rugido volviendo a tirar la leche en mi cara como si tuviera una segunda corrida. Se la limpié con la lengua hasta que se le bajo un poco y fui al baño a lavarme.

A la vuelta me senté a su lado y me abrazó la cintura, estaba solamente con la camisa y empecé desabotonarla.

-Eres increíble bebe, nadie me ha sacado la leche como tu, eres una maquina de ordeñar. -Arranco una carcajada y yo le seguí el juego.

-Tito, te hablaba en serio, quiero que cumplas tu palabra, me prometiste que el apartamento sería mío y ya es el momento.

-Te he regalado un coche que vale una fortuna por tu cumpleaños.

-También la tía puso la mitad. -Se me quedó mirando y volvió a reír de nuevo.

-Esta bien, no te puedo negar nada, hablaré con Paula para que lo ordene en el Notario.

-Quiero también otra cosa tito. -Ahora su gesto no era de tanta alegría.

-Habla. -Fue seco al responder e introdujo la mano por la cintura del pantaloncito apoyando un dedo en mi ano, moví el culo haciéndole ver que me gustaba.

-Un millón de euros en una cuenta especial a mi nombre exclusivo. -Se tensó y me metió la punta del dedo consiguiendo que gimiera, me había dolido.

-¿Que dices? ya tienes una cuenta para tus gastos y creo que soy generoso.

-Lo eres, sí, pero necesito arreglar esta casa, esta vieja.

-¿Vieja? Estos muebles valen una fortuna.

-Pues te los llevas, yo quiero una casa moderna. -Prometiste que me darías lo que quisiera y no creo que te suponga un esfuerzo, tu nuevo yate te ha costado millones, lo dijiste en la cena.

Comenzó a reír y se le saltaban las lágrimas.

-Conforme, de acuerdo, se lo encargaré todo a Paula, si tu padre tuviera una mínima parte de tu inteligencia sería el dueño de la empresa.

Y aquella tarde pagó con creces los tres polvos que me echó y la mamada que le hice, además consiguió que yo me corriera cuatro veces con su verga dentro de mi culo, sin sacarla se vació dos veces en cada follada llenándome hasta desbordar de semen.

Estaba sentado en sus rodillas, con su verga bien metida en mi culo. Le encantaba esa postura recordando como cuando era niño le cabalgaba hasta ponérsela dura.

-Súbete un poco precioso, cabalga la polla de tu tío. Y yo le atendía subiendo y bajando sobre aquella verga que se hundía en mi carne, sujetándome en su cuello, empalándome en aquel objeto de inconmensurable placer llegándome a las entrañas.

-Dame la boca, quiero follártela con la lengua. -sentía como me entraba hasta la garganta y solo dejaba que me penetrara apartando la mía dejándole el camino libre para que entrara y saliera llevándose mi saliva y dejándome seco. Me sujetó con fuerza del culo y me elevó sin sacar el pene, y le abracé la cintura con las piernas, me subía y me bajaba hasta que su verga entraba hasta el fondo. Me tuvo en el aire unos minutos dándome polla hasta que se cansó y de esa manera me llevo hasta la habitación.

-No pares tito, no pares. ¡Uiii! tito que verga tan rica. Mis palabras le encendían y el roce de su verga en mi culo iba a producir un incendio.

-Me corró bebé, me corro, estoy cargado de leche.

-Yo también tito resiste un poco. -Sentía avanzar mi leche queriendo salir de los huevos pero antes se hincó en mi vientre y comenzó a correrse, me dejó justo a la puerta y tuve que acariciarme el húmedo glande para explotar a mi vez.

Y así una y otra vez hasta terminar agotados.

Resultaba un fenómeno follador y me encantaba ser abrazado por el oso peludo, pero estaba decidido a dejarlo, faltaba la última jugada. Lo que hacíamos resultaba peligroso y la tía terminaría cazándonos, no comprendía que un hombre tan, pero tan inteligente, no se diera cuenta del peligro, o era mucho el vicio que tenía de mi.

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Había guardado bajo llave el precioso encargo que J. C. me entregó. Miré los dos sobres y el DVD que no había querido poner en el reproductor, ni saber lo que contenía, lo imaginaba muy bien, aún sentía escrúpulos, mi conciencia me lo reprochaba y mi vida no podía seguir de esta manera, temiendo que al final nos pillaran, destrozando la familia que para mi era muy importante, perdiendo mi vida y juventud sin ilusiones. El sexo con mi tío estaba muy bueno, eso no iba a durar siempre.

Era joven y quería vivir esa ilusión de juventud que todos tenemos, y tener los mejores recuerdos para mi vejez al lado del hombre que me ame, al que amar y respetar, y poder decir emocionado algún día, lo mismo que Willian Wordsworth.

“Aunque el resplandor que

en otro tiempo fue tan brillante

hoy esté por siempre oculto a mis miradas.

Aunque mis ojos ya no

puedan ver ese puro destello

Que en mi juventud me deslumbraba

Aunque nada pueda hacer

volver la hora del esplendor en la hierba,

de la gloria en las flores,

no debemos afligirnos

porqué la belleza subsiste siempre en el recuerdo.

En aquella primera

simpatía que habiendo

sido una vez,

habrá de ser por siempre

en los consoladores pensamientos

que brotaron del humano sufrimiento,

y en la fe que mira a través de la

muerte.

Gracias al corazón humano,

por el cual vivimos,

gracias a sus ternuras, a sus

alegrías y a sus temores, la flor más humilde al florecer,

puede inspirarme idéas que, a menudo,

se muestran demasiado profundas

para las lágrimas.”

Metí el sobre en mi bolsillo, sentí que una lágrima me rodaba por la cara y me la aparté con rabia antes de que llegara a mis labios. Emití un hondo gemido que me salía muy hondo, dolorosamente profundo.

Por favor Álvaro, te lo ruego, se que soy malo Dios mío, que estoy sucio, pero le quiero. Llámame, dime algo, lo que tu quieras, no me ignores, no me apartes, no ahora que se lo que siento y te necesito a mi lado, aunque solo sea para que me insultes y me recuerdes mi pasado pecaminoso, porque lo merezco como penitencia que te ofrezco.

El coche que me regalaran Marta mi tía, e Íñigo mi tío y amante, para mi cumpleaños, relucía impoluto, papá que se había encaprichado de él, le daba los últimos toques con una gamuza amarilla.

-Es precioso Jesús, tus tíos te adoran. -Llegue hasta él y le di un beso, no se había afeitado aún y la barba me raspaba la delicada piel de la cara.

-Sí es verdad papá, son unos tíos estupendos, los mejores. -aún era joven y se le notaba viejo, cansado y sin muchas ilusiones, no era como mamá, aunque no fuera un genio yo le amaba, era mi papá aunque no siempre nos llevábamos tan bien como fuera de desear.

-¿A donde vas a estas horas? Me voy a duchar para comer.

-He quedado con el tío y comeré con él, está solo y me ha pedido que le acompañe unas horas.

Si, había atendido mi llamada, la tía había vuelto a su casa de verano para ordenar recogerla y dejarla lista para pasar el invierno, cerrada y solitaria hasta las fiestas de Navidad, fechas en que la familia se reuniría para pasar unos días juntos, y Demian seguramente estaría con su nueva novia, la que Íñigo le había presentado y que era de su conveniencia.

Le había llamado para quedar, ya no en el apartamento, en el restaurante que más le gustaba, y sin preguntar había aceptado. Aún no estaba tranquilo aunque todo lo que quería de él, y le había pedido, estaba arreglado, las expertas dotes de Paula para trabajar lograban hacer milagros.

Ahora, cuando llegaba el momento crucial, no deseaba estar a solas con él, quería una reunión lo más civilizada posible, y no se le ocurriría dar un espectáculo, no era de esos, pero todo había que preverlo.

Delante de gente que le conocía haría que vieran una agradable comida del gran hombre de negocios acompañado de su queridísimo sobrino.

Me senté en el exterior del restaurante, cubierto por los soportales del edificio y enseguida se acercó un camarero para preguntar lo que quería tomar.

-Estoy esperando, luego le pido. -Pensaba en el sobre y no quería tocarlo por si me quemaba.

Lo primero que hizo al llegar fue darme un abrazo y luego llamó al camarero.

-Un martini seco con ginebra como me gusta. ¿Qué quieres tomar tu? -Se dirigía a mi que estaba absorto viendo los rayos del sol reflejados en el brillante mármol de la mesa.

-Un blanco seco y muy frío, ¡por favor! -Nos sentamos sin hablar pero observándonos, se le veía impresionante en su traje de verano, con corbata, su bigote recién recortado, el moreno que se había intensificado por el sol del verano en las entradas de la frente.

Imponía, y atraía las miradas de las señoras, algún hombre que le conocía le saludaba con un gesto. Estaba un poco adusto y no sonreía como otras veces.

Sabía que esperaba a que el camarero nos sirviera y nos dejara solos para preguntar el motivo de que quisiera verlo. Y así fue.

-¿Para que quieres verme, y aquí? -recalcó el “y aquí” y le regalé mi mejor sonrisa.

-¿Aquí?, para invitarte a comer en tu restaurante preferido, si no tienes compromisos y si quieres y puedes.

-Habla Jesús, no juegues con tu tío, no tengo tiempo para jugar a acertijos, por cierto, hoy estas más guapo que otros días, después de comer podemos pasar un rato agradable, supongo que te apetecerá gozar de esto después de una buena comida.

Abrió las piernas y, sentado como estaba, le notaba el bulto en la entrepierna, marcando bien sus gordos testículos, les pasó la mano con disimulo y no pude evitar una sonrisa.

Si, le tenía bien cogido por los cojones, pero no como a él le gustaría, por poco me echo a reír y me contuve.

-Eso se acabó tito, no volveré a ser tu puta, se terminó, tendrás que buscarte otro puto, y otro apartamento, me dijo Paula que ya has firmado la donación y solo falta que yo firme el acuerdo.

Sonreía displicente y estoy seguro de que sus neuronas trabajaban a la velocidad de la luz buscando respuestas a lo que no entendía.

-¿Ya no quieres mis favores? -Estaba siendo una agradable, educada y pacífica conversación, como esperaba que sucediera.

-Los quiero, pero de otra manera y antes de seguir mira detenidamente esto. -Saqué el sobre del bolsillo y lo coloqué a su lado sobre la mesa, lo miró sin tocarlo y le hice un gesto con la cabeza para animarle a que lo abriera.

Miró las fotografías, dos veces pasándolas de una mano a la otra, y la segunda con más detenimiento, solo noté que se alteraba por como tensaba la mandíbula. Volvió a meterlas en el sobre y lo dejó sobre la mesa.

-Esto puede ser muy peligroso, una bomba que causará mucho daño. -Los ojos se le habían puesto rojos.

-Lo se tito, nos comprometen a los dos y tenemos mucho que perder. -Cogió la copa de bebida y la bebió de un trago, despreciando la aceituna que otras veces le encantaba comer.

-Guarda ese sobre. -Su voz sonaba dura y estaba haciendo tiempo pensando, su inteligentísima mente evaluaba rápidamente la situación. Llamó al camarero y pidió otro martini, y guardaba silencio esperando, maquinando como podría jugar sus carta y salir ganador.

-Habla, ¿Qué es lo que quieres? Se rápido, ya sabrás de memoria lo que vas a decir.

-Seré breve para que pasemos a comer antes de se haga tarde. -A pesar de todo, el viejo zorro se divertía, se le estiró el bigote en un gesto sonriente.

-Es obvio que este material, y otro más…, más elocuente y explícito, que tengo bien asegurado, no nos interesa que caiga en manos extrañas, ni a ti, ni a mi.

-Quiero que continúes al frente de las Empresas, reconozco que no hay otro como tu para dirigirlas. Inclusive cuando Marta me pase sus acciones y sea mayoritaria mi participación, quiero que sigas dirigiéndolas, tú también eres un accionista importante y harás lo correcto como hasta ahora. -Sentía como se distendían sus rasgos.

-Quiero que sigamos siendo la misma familia que somos, que éramos, unidos aunque tengamos nuestras diferencias. tu serás el capitán del barco y yo seré el armador, tu me entiendes.

-Lo que has visto será el secreto mejor guardado porque a los dos nos conviene, he dejado de ser tu puta y me respetarás. A partir de ahora, de este instante, soy tu sobrino al que quieres. El resto de mis planes te los iré haciendo conocer más adelante, si estás de acuerdo.

-Otra cosa, quiero que des otro puesto a papá que este acorde con su situación familiar, no deseo verle en puestos de cuarta y quinta posición. -Ahora sonreía sarcástico, y también lo esperaba.

-Pero si no vale para nada, tu padre es. -Le interrumpí sujetándole la mano.

-Es mi padre y basta, no todos pueden ser tan buenos como tú, ponle una persona que le ayude, haz que se vea y sienta importante.

-¿Demian es bueno? -Se quedó mirándome sorprendido, pero me daba cuenta de que había asimilado la situación y comenzaba, desde ya, a negociar.

-Muy bueno, le falta experiencia, algunos años aprendiendo y será mejor que yo.

-Entonces ya tenemos quien te sustituya cuando tu te canses y lo dejes. Ponle a trabajar con mi padre, pídele que le ayude, todos somos familia y tenemos que apoyarnos, ¿verdad?

Estaba ofreciéndole, desde ya, la presidencia a su hijo, a Demian, como continuador de su labor, eso no era interesante para mi.

-Eres un maquiavelo, un cabrón torticero que se monta sobre los demás.

-Este tiempo he tenido un buen maestro, no solamente me enseñabas a follar y a mamar verga, aprendía muchas cosas de ti que eres el mejor, y el peor para según que cosas. -Nos quedamos en silencio, reflexionando, pero ya sin sentido alguno, estábamos condenados a entendernos

-¿Estas conforme o quieres que empecemos por el principio? Tengo un hambre que ya no puedo aguantar.

-Destruye lo que tienes, es muy peligroso. -Íñigo me miraba muy serio y preocupado.

-También resultaba más que peligroso lo que hacíamos, nos hubieran descubierto más pronto que tarde, estamos mejor así aunque te reconozco que eres un amante excepcional, no eres mi tipo ni lo que quiero ahora, pero tienes tus cosas buenas. -Dejó escapar una gran carcajada y algunos clientes de las mesas vecinas volvieron la cabeza.

-No olvides que lo que guardas no puede verlo nadie.

-Cuando todo este seguro, desaparecerá, no tienes que preocuparte.

-Vamos a comer yo también tengo hambre. -Me sujetó pasando el brazo por mis hombros, así estaba bien, como buenos familiares. Había salido vencedor y no me sentía lo feliz y satisfecho que esperaba, había dejado mucho en el largo y tortuoso camino, lo primero mi autoestima.

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Dejé el coche en un parking cercano al bar donde los amigos nos reuníamos durante el curso, para hablar y pasar el tiempo que teníamos libre, saludé al chico de la barra, prácticamente el local estaba vacío.

-¡Hola Juan! ¿qué pasa?, esto está desierto. -Dejó el trapo con el que limpiaba la barra y me alargó la mano.

-Venga, saluda como un hombre, ya estáis muchos de vuelta, dan demasiadas vacaciones, estos días llegará el resto, ahora os llega lo mejor, os joderán a trabajar como a los demás, ¿qué quieres tomar?

Teníamos confianza con él, estudiaba pero no tenía nuestra suerte, necesitaba trabajar y ganarse la vida a la vez de estudiar.

-Un refresco, el que quieras. -Hablamos unos minutos de tonterías y de los que ya habían pasado por el bar, esperaba escuchar que Álvaro era uno de ellos, no le nombró y tampoco pregunté.

Pasó más de media hora hasta que comenzaron a llegar, conocidos y algún amigo no cercano y que hacía meses no veía, las voces se elevaban saludando y queriendo hablar todos a la vez.

-¡Jesús, creía que estabas fuera de la ciudad disfrutando del yate de tus tíos? -Me abrazó y me dio un beso en cada mejilla.

-¡Hola Mónica, llevo más de una semana de vuelta, vine directo cuando os deje en la fiesta, vosotros si que tenéis suerte, podéis estar de vacaciones hasta el último segundo.

Monica llegaba con dos amigas y pronto se dio cuenta de que yo no era un objetivo interesante para lo que estuviera buscando, comenzó a alejarse y antes de llegar a su mesa se volvió.

-Por cierto, el otro día estuve con Álvaro. -Hizo el mismo trayecto de vuelta regresando a mi lado.

-Gracias por ocuparte de él aquellos días, supiste calmarle y que no hiciera tonterías.

-Seguro que no las hubiera hecho aunque yo no estuviera. ¿Y qué tal está ahora?

-Imagino que bien, estos días le he visto acompañado por Alberto, se han vuelto los mejores amigos y no se separan. -No se lo que la inspiró pero volvió a besarme.

Había podido averiguar algo de lo que buscaba, Álvaro aún no había regresado y su amistad con Alberto progresaba. ¡Joder! yo había sido el culpable enredándolos, me estaba bien merecido lo que me pasaba.

Me daba rabia y sabía muy bien el motivo. Idiota, me dije a mi mismo, no tienes que hacerte ilusiones, solo son amigos y Álvaro volverá a buscarse una chica, y además tendrás que felicitarle. La poca alegría que sentía por el resultado de la batalla ganada a mi tío, se me estaba volviendo amarga.

Esa noche me costó dormirme, me quedé viendo televisión hasta muy tarde y a pesar de ello no podía conciliar el sueño, me levanté para darme una ducha y ver si me calmaba. A la mañana siguiente tenía que estar tranquilo, vería a Demian, ¡oh! Dios mío. Me tapé la cabeza con la almohada y cerré los ojos.

El salón de la notaría estaba desierto cuando llegué, con todas las luces embebidas en el techo encendías, y parecían dar más calor que el que reinaba en la calle. Me dirigí al mostrados, una de las empleadas escribía ante una pantalla y la otra revolvía papeles colocándolos en orden.

-Perdone, tengo una cita con el notario a esta hora. -La muchacha me miró sonriendo algo turbada.

-Lo siento, tendrá que esperar unos minutos, ha llamado y el tráfico está imposible, no tardará, enseguida le atenderemos, pase a aquella sala de espera, hay otro cliente para la misma hora. -Me dirigí a la puerta que me señalaba sabiendo a quien me encontraría detrás de ella.

Se puso de pie al verme entrar pero no vino a mi encuentro, me acerqué yo observándole. Estaba increíble, muy moreno por el sol aunque ya lo es de natural, cada vez que le veía se parecía más a su padre, había engordado algún kilo que no le sentaban mal, me miraba indeciso sin hablar.

-¡Hola Demian! Parece que Paula nos ha preparado un encuentro con esta cita a la misma hora. -Reí un poco nervioso e indeciso me elevé de puntillas para besarle la mejilla.

-Te sienta bien el verano y no has querido visitarnos, bueno, o no has podido. -Parecía que solamente iba a hablar yo.

-Tu tampoco estas mal, mejor y más guapo que nunca, ya tan mayor. -Y en ese momento me abrazó, con la mano en mi barbilla elevó mi cara y me besó delicadamente los labios. Coloqué las manos en su pecho y le retiré sin empujarlo con fuerza.

-Siéntate y hablemos, ya que tenemos que esperar podrás contarme lo que haces. -Me llevó de la mano hasta donde estaba antes sentado y ocupamos dos sillas.

-Voy a comenzar la Uni, ya tengo arreglados los papeles, todo lo que me han pedido y ha sido un montón. -Nos reímos los dos un poco cohibidos.

-Eso nos pasa a todos, yo ya lo tengo olvidado y es porque no estamos acostumbrados, para el próximo año te será más fácil.

-Eso espero, ¿y tú que vas a hacer a partir de ahora? -Despacio íbamos abriéndonos, en estos casi dos últimos años, solo le había visto en las reuniones familiares y nunca habíamos vuelto a hablar estando solos.

-Lo que estaba previsto, trabajaré con mi padre, por cierto, me ha dicho que voy a colaborar con el tuyo y que tengo que ayudarle, la familia reunida con un único objetivo. -Dejamos salir nuestra risa falsa.

-¿Sigues con la idea de estudiar medicina?

-Esa era mi idea y no la he cambiado, o sea, que sí, para serte sincero me asusta un poco.

Se me quedó mirando en silencio y me cogió la mano, la dejé muerta entre sus dedos que me sujetaban sin fuerza.

-Jesús te sigo queriendo, igual o más que antes, aún podemos arreglarlo, tu sientes lo mismo por mi, lo leo en tu mirada. Ahora vas a tener tu propia casa, no tenemos porque vivir esa vida rosa e insulsa de novela, cada una en la nuestra y podremos juntarnos cuando queramos, seamos realistas.

-Demian, ¿me estas proponiendo lo mismo que ya hablamos? -Tire de mi mano para que la soltara pero la apretó más hasta hacerme daño.

-¿Por qué eres tan terco? Para ser felices no necesitamos ni vivir juntos ni casarnos, no puedo dejar que vean que soy un homosexual, no me aceptarían en ese nivel al que quiero acceder, en ese mundo hay gays, sí, pero todos viven una doble vida, ¿nosotros por qué no? -Se quedó callado esperando mi respuesta.

Le veía increíblemente guapo, según se iba exaltando se volvía más masculino y viril, exigente y dominante, igual hace unos meses, antes de que comenzara a fraguar mi venganza, si me lo hubiera vuelto a proponer quizás, y solo quizás, hubiera saltado de alegría a sus brazos, ahora ya no después de lo que había hecho por rencor hacía el y mi tío, seguía ofendiéndome de la misma manera, proponiéndome que fuera su amante, nada distinto a lo que quería su padre.

-Suéltame la mano Demian, me la estas lastimando, y creo que deberías pensar en tu novia, en la familia que vas a formar en… -Nos interrumpió la chica del mostrador abriendo la puerta.

-Disculpen, el notario les espera, a los dos.

Nos pasaron a otra sala, nos había interrumpido y no terminé de decirle lo que deseaba a Demian.

Los trámites notariales fueron rápidos, leernos las escrituras de donación, fórmula jurídica que convenía por el pago de impuestos y plusvalías, y firmar nuestra conformidad, salimos a la sala de recepción y al alejarnos del mostrador me sujetó del brazo.

-No terminaste de hablar, ¡cual es tu decisión? No encontraras quien te pueda dar la vida que yo te ofrezco, y no olvides lo mucho que disfrutas de mi verga, como te gusta mamarla y que te la de por el culo, la tendrás siempre que quieres, todo lo que desees puedo ofrecértelo, te lo aseguro.

Acaricié el sobre guardado en el bolsillo, había renunciado a humillarle mostrándole las fotografías, no quería seguir haciendo daño, pero sus últimas palabras merecían una respuesta contundente para ponerle en su puesto.

-Lo que tu me ofreces ya lo han hecho otros que valen más que tu, y que me saben follar más rico, antes de seguir mira esto. -Le alargué el sobre y rápidamente lo abrió, cambió de color y se puso lívido, primero arrugó las fotografías, luego las rompió, las volvió a meter en el sobre y me lo tendió.

-Guárdate esa mierda y sigue follando con él si tanto te gusta. -Iba a darse la vuelta y le sujete de la manga.

-Espera Demian, aun no he terminado y es mejor que me escuches. -Forcejeó un poco pero le veía aturdido, había perdido a su ídolo.

-Tu padre y yo lo hemos dejado, ya no hay nada entre nosotros, no iba a a enseñarte las fotos y tu me has forzado al insultarme otra vez con tu proposición.

Tu padre no tiene que saber que te las he ensañado, sería peor para todos y sobre todo para Paula que es la única que merece la pena en la familia. Todo va a seguir como si no hubiera pasado nada, tu padre está de acuerdo en que sea así. Piénsalo fríamente y sigamos viviendo.

Por último, da recuerdos a tu novia, estoy deseando conocerla y haceros el regalo de boda. -Rápidamente me elevé de puntillas para darle un beso y salí apresurado para que no me alcanzara. Sentía haber tenido que hacerlo, pero también necesitaba que me respetara como ahora hacía Íñigo, y estaba seguro de que por su parte no habría problemas, ahora no sentiría su admiración ciega por su padre, algo cambiaría entre ellos y esperaba que fuera para mejor conociendo sus fallos.

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Era sábado a la mañana y me desesperaba al no tener noticias de Álvaro, me vestí después de desayunar y ducharme y me acerqué hasta su casa para ver si habían regresado. Miré por encima de la puerta del jardín y Drago no vino a recibir mis caricias, si hubieran estado le hubiera llegado mi olor y se hubiera acercado, había alguna actividad en el jardín pero eran operarios que cuidaban la jardinería y la piscina. Volví triste para mi casa.

¿Por qué no le llamaba yo? Podía hacerlo sin esperar angustiado, pero no me atrevía después de lo que había sucedido entre nosotros. Igual no deseaba volver a verme, igual ya no deseaba ser mi amigo, igual ahora estaba interesado por Alberto, igual había encontrado otra chica que sustituyera a Mónica. Eran tantas conjeturas, tantas suposiciones, tantas figuraciones…, y ninguna certeza.

Tendría que esperar a que reaccionara, si él se sentía mal debería dejarle que meditara y que tomara la decisión que quisiera, que yo era homosexual lo conocían todos, pero él nunca había mostrado esa tendencia.

Me había aprovechado de la necesidad de mi amigo y había abusado, pero, ¡ohh!, por favor, por favor, por favor, que me llame, que por lo menos quiera que sigamos siendo amigos, había preparado una estrategia impresionante para vengarme de mi tío y primo, y no era capaz de encontrar una respuesta a mis preguntas. El lunes comenzábamos las clases, sí o sí, esta tarde o mañana tendrían que estar de vuelta.

No podía descansar ni permanecer quieto, nunca me había sentido así, ni en los peores momentos de mi crisis cuando lo dejé con Demian, a la tarde, anocheciendo, volví a acercarme a su casa con el corazón en un puño, desde lejos vi las luces encendidas, ya estaban aquí, no me había llamado para simplemente decirme que habían llegado, me alejé para que no le llegara mi olor a Draco, y las lágrimas empezaron a brotar incontenibles. No cené y me metí en mi habitación para seguir llorando. Tan inteligente que era y lo mas importante lo jodía.

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Sigue…

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