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Por amor a la familia (día cinco - parte uno): El comienzo

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Estaba profundamente dormida cuando sentí que me movían, de esas veces que no se sabe distinguir si aún es parte del sueño o es la realidad (de hecho no sabes cuando estas soñando). Abrí los ojos cuando caí en cuenta que era la realidad, era mi tío, me dijo: “hija, levántate, tienes que ir a la escuela”. Yo estaba en ese momento donde no se está en ninguna parte, no estaba aquí, no estaba allá, no estaba dormida, no estaba despierta, no sabía lo que pasaba y al mismo tiempo lo que pasaba era como natural, pero sin lógica. Todo esto pasaba en cuestión de segundos, mi cerebro estaba como una computadora lenta iniciando, pero finalmente, “cargo todos los programas” y es cuando entre totalmente en la realidad, me vino el recuerdo de la noche anterior, vi a mi tío, me vi a mí, me vi vestida en la cama, me sentí apenada. Lo veía a él y sentía yo mucha culpa, mucha vergüenza, el no dejaba de verme, yo no sabía qué hacer.

Al ver que no se iba, me levante por el lado contrario de la cama, dándole la espalda, al poner los pies en el suelo sentí algo raro, no me había quitado los tacones, sentí dolor de haber dormido toda la noche en una posición (de mis pies) poco habitual, me agache con total falta de glamour a desabrocharlos, puse mis pies en el suelo y descansé. Me levante y comencé a buscar mi ropa de chico en el closet, pero me sentía ridícula, ya que seguía totalmente vestida de chica, pero sin la peluca, la cual no tenía idea (y sinceramente ni me acordaba) de donde estaba. Entonces mi tío me dice: “no tontita, como vas a encontrar algo ahí? Ve a buscar tu uniforme a la otra recamara”

De repente pensé en mi cabeza: “yo no llevo uniforme a la escuela” pero también caí en cuenta que me dijo “tontita” ahí hice la conexión (seguía medio dormida) todo esto pasaba en un segundo, él estaba insinuándome que me pusiera el uniforme de chica, el de una de sus hijas, pero también caí en cuenta de algo que me dijo cuándo me despertó: “hija”

Me dirigí tímidamente hacia la puerta de mi recamara, viéndolo siempre a él, sus pensamientos indescifrables, estático como siempre, pero él se agacho, tomo la peluca del suelo y me la dio, yo la tome con timidez y camine hacia la recamara de mis primas, el venía detrás mío, cuando llegue a la puerta me quede pasmada viendo el desorden que tenía, mi tío llego un par de segundos tras de mí y también alcanzo a verlo, se sorprendió, a lo que dijo: “pero que recamara tan tirada tienes, no haces tus obligaciones, eso merece un castigo”

Me tomo fuertemente del brazo, me jalo hacia la cama, se sentó y con fuerza me inclino sobre sus rodillas, el vestido se levantó y dejo a la vista la tanga que no me cubría prácticamente nada del trasero (y además, estaba manchada de semen), me sujeto la parte trasera del cuello con la otra mano cuando sentí un fuerte golpe en mis nalgas, no era un golpe de fuerza, era más bien un golpe de esos que se siente ardor, mi cuerpo se contrajo en un espasmo de dolor mientras él decía “te has portado muy mal, mira nomas la recamara” seguido de otro golpe y otra frase: “hoy no vas a divertirte si no arreglas tu tiradero”, finalmente un tercer golpe, que me saco una lagrimita, era totalmente una niña regañada.

Me bajo la falda y me dijo: “anda, date una ducha, te preparare el desayuno para irnos” yo estaba totalmente confundida, eran tantas cosas, mi duda desde el día anterior aún estaba ahí, acaso no me diría nada porque me encontró vestida así? Era evidente que no, pero esa duda me mataba, me veía como su hija? Era una fantasía? De verdad me veía así? Y después los dos sentimientos, primero ternura y comprensión y después castigo, ahora nuevamente me trataba como su hija, pero que estaba pasando? Y la cuestión sexual? En qué punto encajaba? A quien le metió su pene en la boca? A una novia? A una sobrina? A una hija?

El salió de la habitación y yo me quité la ropa de chica, lo que ayer era una chica glamorosa, ahora era una mujer demacrada, no sentí excitación alguna de sentir las prendas, al contrario, la falda estaba llena de semen seco, los rellenos del brassiere estaban fuera de lugar, el maquillaje parecía un cuadro de Picasso, mis pies adoloridos sentían un poco de alivio al pisar la alfombra de la recamara. Sin embargo, mi excitación había cambiado por esas nalgadas. Comencé a desvestirme con culpa, con desagrado a sentir que traía un bra puesto, una tanga que estrangulaba mis genitales y al mismo tiempo los dejaba salir, lo hice lo más rápido posible arrojando las ropas a un rincón del baño. Me metí a la ducha pensando en lo que acababa de suceder y en lo que sucedería enseguida. El baño sucedió como algo normal, esta vez no me sentía sensual, parece que la chica interna se había esfumado.

Salí de la regadera como lo hago normalmente, seque mi cuerpo, no sentía realmente hoy esa necesidad que había sentido toda la semana, envolví la toalla sobre mi cintura dejando descubierto mi torso, como normalmente lo hago, sin embargo, al salir del baño y entrar en la recamara, vi todas las prendas femeninas, vi el cajón de la ropa interior y el closet abierto con todos los vestidos. Entonces, como si un switch se activara, volví a mi personalidad de chica, sentí esa emoción prohibida nuevamente, sentí esa sensación que llamamos “mariposas en el estómago”, me percaté de que una ligera erección se iba formando en el frente de la toalla. Pero mi mente me jugaba una mala pasada, mi vista reaccionaba hacia la situación que veía, pero al mismo tiempo sentía la culpa, y a pesar de haber tenido un encuentro medianamente sexual con mi tío, sentía pena de siquiera verlo, no de la pena que sentiría una chica que se arrepentía de haber estado con alguien, sino la culpa de un chico que ha sido sorprendido vestido de mujer. Entonces llegaron a mi cabeza las palabras de mi tío: “hija, levántate, tienes que ir a la escuela” “ve a buscar tu uniforme a la otra recamara” como una revelación me percate que mi tío me estaba incitando a vestirme de chica, él quería ver a una mujer.

Tome un brassiere del cajón y lo coloque alrededor de mi pecho y pude sentir la suave tela de algodón en mi piel, me sorprendí al abrocharlo casi al primer intento, ya lo estaba dominando, me encantaba esa sensación de sentirlo apretado alrededor de mi torso y la textura del material tocando mis pequeños pezones rosados. Busque en el cajón la parte de abajo, dudaba entre una tanguita morada hermosa y una de encaje, me decidí por la de encaje, la toalla callo a mis pies liberando mi ahora erecto miembro. Comencé a ponérmela, esa sensación subiendo las piernas seria indescriptible, la erección no me permitía ponerme la tanga, estaba nuevamente excitado, tuve que relajarme para que mi pene perdiera su firmeza, pero fue casi inútil, solo logre hacer que bajara un poco su rigidez, así que contra toda naturaleza acomode lo que me estorbaba y me subí totalmente la prenda, lo acomode bien entre mis piernas. La sensación de la ropa interior apretando mi pelvis, la rigidez de mi miembro entre mis piernas y la excitación del momento hicieron que el líquido comenzara a salir, podía sentirlo tocando el área donde debería estar mi “vagina”.

Me dirigí al closet, no podía creer que estaba buscando un uniforme escolar, abrí el área de mi prima mayor, que era el que me quedaría, no tuve que buscar mucho, lo encontré perfectamente colgado, lo descolgué despacio, admirándolo, le quite del gancho y lo extendí sobre la cama, me puse la blusa, sentí la suavidad de la tela mientras la abrochaba, sentí como al llegar a mis senos se abultaba, abroche el ultimo botón, el del cuello, un cuello redondo, con dos onditas que caían sobre la blusa, al estilo de una blusa de niña pequeña, era un contraste raro, infantil pero sensual. Tome la falda de cuadros y la observe mientras una sonrisa resaltaba en mi rostro, se veía más corta de lo que aparentaba; me agache y comencé a subirla por mi cuerpo, llegando a la cintura, subí el cierre y abroche el botón, entonces me di cuenta de lo que estaba viviendo en ese momento, estaba viviendo la vida de una chica normal, lo que hace cada día, sentí placer cuando abroche mi falda a la cintura y sentía como me tocaba mis piernas desnudas, era corta, pero no tanto, entonces me di cuenta que la ropa interior estaba mojada, mi liquido preseminal era ya muy abundante por tanta emoción erótica, pero no me había percatado hasta ese momento. Tome las calcetas mientras me sentaba en el banquito frente al espejo, sentí cada centímetro de mis piernas mientras subía las blancas calcetas, la sensación era diferente a un día normal, las piernas recientemente rasuradas hacían que las sensaciones fueran mayores. No podía quitar la mirada del espejo, lo que estaba viendo era demasiado excitante, una colegiala vistiéndose por la mañana, sentada con su pierna cruzada, sin permitir que algo se viera bajo su falda, mientras se ponía sus calcetas.

Tome la peluca y me la acomode con cuidado, la cepille porque estaba hecha un desastre, le puse un brochecito coqueto con un moño en uno de los lados, se veía realmente linda. Me senté frente al tocador y comencé a maquillarme, juvenil, natural, como una chica de escuela, solo algo de rubor, brillo en los labios, pestañas, me sorprendí al darme cuenta que mi rostro no necesitaba mucho para verse idéntico al de una chica, mis facciones andróginas lo facilitaban. Me puse unas pulseras de fantasía, muchas muchas, me gustaba ver mis brazos como una gitana, muchos colores, brillos, cristales. Tome el chaleco, que también era parte del uniforme y me lo puse, este hacia que mi cintura se acentuara, y junto con la falda tableada me daba una figura sumamente femenina. Busque los zapatos que las “niñas” solían usar esperando estos fueran más amplios y me quedaran, me los probé, me costó mucho trabajo que entraran pero me lastimaba demasiado, intente caminar pero no podía a causa del dolor en mis dedos, así que me los quite.

Fui al closet de mi tía, y lo único que encontré, fueron unos zapatos tipo monja, nada bonitos, pero fue lo que se me ocurrió ponerme. Estando lista, me mire al espejo, era una persona que nunca había visto, el uniforme, el peinado, el tipo de maquillaje, hacían que pareciera mucho menor, aun teniendo 18 años parecía una niña de 14, con apenas sus curvas formándose. Camine hacia la escalera, esta vez no había sonido de tacones, lo cual extrañe mucho. Me coloque en la orilla, respire y comencé a bajar despacio, escalón por escalón, deteniéndome del barandal con una mano y con la otra haciendo equilibrio. Cada paso que daba hacia abajo, mi corazón palpitaba más fuerte, estaba nerviosa, que diría mi tío? Que estaba pasando? Que iba a pasar? En cada paso sentía la falda moviéndose en mis piernas, sentía el resorte del sostén apretando mi torso, era un montón de sensaciones reunidas en un solo instante.

Me pare en la entrada de la cocina y coloque mis manos detrás de mí, mientras me meneaba con timidez, podía sentir mi rostro y mis orejas calientes, el revoloteo en el estómago estaba presente; estaba muy nerviosa y emocionada. Mi tío estaba volteado sobre la barra, pero cuando sintió mi presencia, volteo hacia mí, era la primera vez que lo veía sonreír, -“hija, te ves preciosa”- camino hacia mí, tomo mi rostro con sus dos manos y me beso en una mejilla –“siéntate, te prepare el desayuno”- me senté con algo de vergüenza, pero con mucho cuidado de mi feminidad, me detuve la falda mientras me sentaba y me puse en una postura derechita, con las rodillas juntas, era difícil mantener esta posición, ya que como hombre, mis posturas siempre fueron más desalineadas.

Desayunamos con muy poca conversación, sin embargo, el estar frente a él, y haciendo cosas cotidianas, me seguía provocando excitación, ya podía sentir demasiada humedad en mi trasero, era tanta la excitación que ya había escurrido por la hendidura, haciendo que prácticamente pusiera el presemen entre mis nalgas, justamente en mi ano, me sentía lubricada, tal como una chica debía sentirse en una situación similar. Terminamos y me dijo: “ve por tus cosas, y trate tu labial, porque ya se te despinto, te espero en el carro”

Que??? Estaba loco??? Como que en el carro? Pretendía sacarme a la calle vestida así? No se suponía que solo era un juego erótico? Al ver que no me movía, golpeo la mesa con sus manos mientras subía de tono su voz: “me vas a obedecer o no?” El golpe me sobresalto, me asuste y obedecí en seguida, era como una niña recién regañada y asustada. Subía las escaleras mientras todos estos pensamientos llegaban a mi cabeza. Yo no me atrevía, estaba nerviosa, era demasiado, y si alguien me reconocía? Busque una mochila entre las cosas de mis primas y encontré una coqueta de hello kitty, coloque dentro un labial, un poco de rubor, y mientras hacía esto, me di cuenta que no traía aretes, busque en el tocador, había muchísimos hermosos, pero todos requerían perforación en la oreja y yo no la tenía. Me desanime hasta que un pensamiento llego a mi mente. Recordé los aretes de mi tía. Corrí hacia su habitación y tome unos pequeños diamantitos de presión, me los puse y me di cuenta que eso resaltaba aún más mi belleza, ahí nuevamente me di cuenta de la humedad en mi cuerpo, fui hacia la habitación de las niñas y pensé en cambiarme la ropa interior, entonces recordé que las chicas generalmente no van de tanga a la escuela, tome unas panties que podría catalogar como tiernas, un punto entre ropa de niña pero de chica mayor, estaba en a punto de retirar mi tanga cuando el claxon del carro de mi tío sonó tres veces, sin pensarlo mucho, me puse la inocente prenda sobre la que ya traía puesta, eran muy ajustadas y sentía como presionaba más mi miembro el cual acomodaba con cuidado, acomode la falda y baje corriendo las escaleras.

Cuando baje las escaleras, titubee, mi miedo volvió de nuevo, iba hacia afuera!!! Entonces pensé: “no creo que sea para tanto, es solo parte de su “juego”, quizá solo vamos a platicar en la cochera, no creo que el este tan loco para llegar a más” Salí por la puerta que daba a la cochera, la cual era totalmente cerrada, nadie del exterior podía verme, solo el, arriba de su auto clásico, sin quitarme la mirada de encima mientras yo caminaba tal como él me había enseñado, abrí la puerta y trate de subirme sin mostrar nada, pero es más difícil de lo que parece, si hubiera habido alguien en un costado, habría recibido todo un espectáculo al ver todo lo que mostré por mi falta de práctica.

Cerré la puerta, el me beso nuevamente en mi mejilla, de verdad me trataba como a una hija, bueno… Salvo lo de la noche anterior… dijo: “vámonos, ya es tarde” mientras presionaba el control remoto de la puerta eléctrica, yo me asusté mucho, realmente estaba haciéndolo, podía sentir como la luz del exterior iba entrando poco a poco a la obscura cochera mientras la puerta se iba levantando, cada segundo hacia que mi corazón palpitara con más velocidad, puse mis manos juntas sobre la de él, que estaba tomando la palanca de velocidades, mientras lo veía con una mirada de súplica y miedo y le decía: “tío, no por favor” el volteo a verme y me dijo: “hija, soy tu papa y yo soy quien da las ordenes” mientras el auto comenzaba a salir de la cochera.

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