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La apuesta (I): Reencuentro con el gordo Juan

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Llega fin de año y llueven los encuentros entre amigos, del trabajo, del colegio, del barrio etc.

En una de esas juntadas nos encontramos los de la secundaria, pero esta reunión seria especial, porque prometen ir varios que nunca asisten.

Estábamos en un bar de Palermo tomando unas cervezas y comienzan a llegar todos.

Ya algunos con panza, otros con menos pelo, otros casados, con hijos, con divorcios encima. Y solo teníamos 28 años. Todo eso paso en 10 años.

Yo dentro de todo me mantenía en forma, pero algunos parecía que habían recibido un tren de frente.

Hablando del paso del tiempo, llega uno que nunca se había juntado con nosotros: el gordo Juan.

El gordo Juan era apodado así porque siempre tuvo varios kilos de más, el pobre fue el único con certificado de no ponerla en el secundario.

Pero ahora estaba estilizado, se puso las pilas en el gym y las dietas, con una personalidad de superación bien canchero, le tiraba los perros a las camareras con descaro.

Sin duda era otro Juan, ya no era el gordito virgo de la secundaria.

Ya al final del encuentro quedamos solo 3 amigos más, el gordo Juan y yo.

Hablábamos de mujeres, de las que nos levantamos, de las que no. Y Juan lanza una premisa:

"la posta es cogerse a casadas o con novio, porque solo quieren coger, no quieren regalos ni cenas ni promesas de ir a vivir juntos"

Todos nos sorprendimos de tal filosofía y adherimos mostrando nuestro machismo innato, aunque muchos estábamos atados con cadenas a una novia para serle fiel y otros casados con hijos.

Hablamos de cuernos, y Juan pidió que admitan quien lo había sido. Obviamente nadie dijo que sí, todos dijimos que nunca.

"El que primero dice que no lo fue, es el primer cornudo" remato Juan mientras se cagaba de risa.

Ya me puse moralista y le dije que no todas eran iguales, que había fidelidad, que no todo era sexo y no sé cuántas cosas más del libreto.

"u$s 100 a que me cojo a tu novia" interrumpió Juan.

Las risas se acabaron, se tornó un silencio incomodo:

“a quien te comiste pelot... Traficante de canelones" espete enojado con ganas de irme a las manos.

"que no te animas? Porque te enojas, si estas tan seguro te vas a ganar 100 verdes y vas a seguir en tu historia de amor fiel" argumento Juan

"hagamos 500 verdes entonces, ya que te levantas a todas Brad Pitt de tenedor libre" retruque

Y ahí se levantó me extendió la mano y acordamos que por 500 dólares el gordo Juan intentaría levantarse a mi novia.

Luego de eso no paso mucho más, todo se tornó incomodo así que cada uno regreso a su casa como pudo.

Mi novia era una linda chica de familia de clase media. Estudiaba administración. Éramos novios hace un par de años. Nunca hubo una infidelidad, de parte de ninguno.

Ella se horrorizaba de la idea de que otro la coquetee. Se molestaba mucho cuando alguien intentaba halagarla o piropearla.

Era delgada, con lindo cuerpo, lindas piernas y linda cola, no tan agraciada de pechos pero ahí estaban y sabia resaltarlos con el escote apropiado.

Yo vivía solo, pero mi novia se quedaba los findes, ella vivía con sus padres aun. Era una chica de estudio.

El sábado con algo de resaca me levanté y luego de desayunar me puse a arreglar cosas en casa.

Mi novia me avisa que llegaba en taxi en unos minutos, y venía con bolsas así que debía salir a ayudarla.

Cuando salgo nos saludamos y en ese momento se escucha:

"hey, no te acordás de mí? Soy Juan"

EL hijo de puta de Juan se apersono a mi casa, y estuvo ahí esperando el momento para presentarse delante de mi novia. Algún amigo traidor le habrá pasado la dirección.

Hipócritamente lo salude como si no nos hubiéramos visto hace añares, con la misma hipocresía lo invite a pasar a casa a tomar algo, y obviamente acepto.

En el interior, preparamos unos Fernet con cola y hablamos de cosas del secundario, mi novia estaba embobada escuchando anécdotas mías que no conocía.

El gordo Juan contaba que era gordo antes y todo lo que sufrió, mi novia se apiadaba de él y levantaba la bandera anti bullying.

En la charla, el ex gordo Juan comienza a contar de su trabajo exitoso en comercio exterior, clientes y otras pavadas. Comenta que necesita una secretaria, porque no da abasto con todo.

A mi novia se le ilumina el rostro, sin consultarme dice que ella estaba estudiando eso, que no tiene mucha experiencia pero necesitaba un trabajo y retruca:

"además tenemos planes para estar juntos, no amor?" me dice mientras me apura para una formalización que veníamos piloteando.

"por mí no hay problema, podes arrancar el lunes y vamos viendo si te gusta. Lo que si tenés que ir vestida de cierta forma por el ambiente careta" añadió Juan.

Inmediatamente mi novia como quinceañera se eyectó de la silla y subió por las escaleras a mi cuarto, donde tenía algo de ropa.

"que mierda haces?" apure a Juan

"que pasa estas nervioso?" me retruco el gordo infame.

En medio de ese intercambio baja mi novia con una pollera formal, pero corta. Una blusa blanca que traslucía su corpiño. En cada paso bajando la escalera parecía que la falda se iba subiendo, mostrando más sus piernas largas y delgadas.

"así te quiero el lunes" dijo Juan y se despidió de ambos.

Yo lleno de bronca apenas cerré la puerta, fui a mi novia, le subí la falda y corriéndole la bombacha se la metí sin mediar palabras.

Ella estaba excitada, húmeda por alguna razón. No me costó metérsela. Ella estaba feliz por el trabajo sin dudas y con miles de proyectos de mina que se quiere casar.

La tire en el sillón y me puse encima de ella, ella me aprisionaba con sus piernas y mientras nos besábamos como dos novios que hacen el amor una vez a la semana disfrutamos del sexo rutinario.

Como era costumbre para no terminar adentro, se la saque antes, y ella gustosa bajo hasta mi pija, lo saboreo y torpemente se la metía a la boca. Se ve que lo hacía por amor, le disgustaba sin duda chupármela, pero lo hacía igual.

Torpemente metía su boca y su lengua accidentalmente tocaba mi pene, sus dientes rozaban cada tanto haciéndome doler. Pero completaba la faena con sus manos.

Prácticamente me pajeaba ella simulando hacerme sexo oral, y concluía terminando expulsando mi leche en su cara, ella percibía cuando iba a acabar y sacaba la boca de mi miembro. Si algo caía dentro de su boca le daba arcadas, o lo escupía.

Esta vez fue mucha leche y repentinamente, por lo que no llego a sacar su boca por completo y llego a tragar seguro, inmediatamente tosió, escupió y tuvo arcadas mientras me golpeo la panza al grito de:

"hijo de puta, avisa!"

(Continuará)

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