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Secretos en los suburbios

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Elvira aparco su coche junto a su nueva casa, en aquella privada en los suburbios. Al descender admiro el paisaje a su alrededor, era una vista increíble. 4 casas conformaban aquella calle privada con el bosque rodeando el lugar y proporcionando tranquilidad a sus habitantes.

Sus hijos también descendieron del auto aunque un poco menos entusiasmados que su madre. Jesús era el menor, tenía 18 años y a pesar de ello era muy apegado a su madre cosa que en ocasiones lo hacía pelear con su hermana. El chico era bajo de estatura lo que a veces provocaba que se metieran con él.

Carla era 2 años mayor que su hermano contando con 20 años, de figura delgada y con senos pequeños pero con trasero y unas piernas que la chica gustaba lucir.

-Grandiosa idea la de mudarnos en medio de la nada. ¿Cómo se supone que nos divertiremos si todo está lejos de aquí?- dijo Carla sin disimular su enojo.

Desde el divorcio la chica había actuado de manera hostil hacia su madre y por ende hacia su hermano. Elvira suspiro e hizo caso omiso de las quejas de su hija, no deseaba iniciar otra discusión.

La situación de la familia era algo problemática. Elvira y su esposo ya llevaban un tiempo distanciados cuando este salió con la noticia de que tenía una amante y deseaba el divorcio. Luego del proceso y gracias a un buen abogado, Elvira recibió una buena compensación de su ex esposo, cosa que le permitió comprar esta casa en otro estado. Deseaba alejarse lo más posible de su ex y este le permitió quedarse con la custodia de los hijos pues no deseaba hacerse responsable de ellos.

Su hijo no puso muchas objeciones cuando se enteró de las noticias, el chico siempre había sido muy apegado a su madre y eran muy raras las ocasiones en las que discutía con ella.

Carla por otra parte parecía siempre estar peleando con su madre y su hermano. La chica idealizaba mucho a su padre a pesar de los evidentes fallos y defectos de este. Carla deseaba quedarse con su padre pero este no quería tener nada que ver con sus hijos. La chica le había echado la culpa de la separación a su madre, lo que provoco otra de sus ya clásicas peleas. Elvira esperaba que el cambio de casa y ambiente arreglara la relación con su hija.

-Chicos ¿Por qué no entran a la casa y escogen su habitación?- dijo Elvira

-No tiene caso escoger, Jesús elegirá la que esté más cerca de tu habitación.- dijo Carla. La chica siempre se había metido con su hermano por la cercanía con su madre.

-Mientras más lejos de la tuya mejor. Así no escuchare cuando traigas a tus novios a casa.- respondió Jesús.

-¡Ya basta los dos! Se trata de un lugar nuevo, de un nuevo inicio, así que por favor traten de llevarse mejor, ¿quieren?- les espeto Elvira a sus hijos.

Los chicos permanecieron callados y se encaminaron hacia la nueva casa. Elvira suspiro mientras los veía alejarse. De verdad esperaba que este fuera un cambio positivo y su relación familiar mejorara. De pronto una voz la saco de sus pensamientos.

-Hola. Bienvenida al vecindario.- dijo una mujer que se acercaba a Elvira. La mujer era de aproximadamente la misma edad que ella, contando Elvira con 46 años.

-Me llamo Teresa. Vivo con mi esposo y mis dos hijos en la casa grande del centro. Espero que les agrade el lugar.- se presentó la desconocida.

-Hola. El lugar se ve increíble. Estoy segura que nos gustara mucho y nos llevaremos bien.- respondió Elvira.

-Eso deseo también. Somos muy unidos aquí en la privada y si necesitan algo no duden en pedirlo. Teníamos muchas ansias de conocerlos. ¿Ustedes son los Bautista, no?- pregunto Teresa.

-Eh, no. Somos los Rodríguez. Me llamo Elvira y mis hijos son Jesús y Carla.- contesto Elvira.

-Creo que debe haber un error. Nos dijeron que la casa le había sido vendida a la familia Bautista.- contesto Teresa con cierta preocupación.

-El señor Bautista me vendió la casa a mí. Éramos compañeros de trabajo pero lo ascendieron a un mejor puesto fuera del país y me ofreció la casa.- explico Elvira.

-Oh, ya veo. Bueno pues la dejo para que termine de desempacar. Luego iré con mi esposo a visitarla y llevarle algunas cosas de bienvenida. Hasta luego.- dijo Teresa para luego marcharse.

Elvira noto extraño que al mencionarle que no eran los Bautista, Teresa se había preocupado y se había despedido con cierta prisa. Tal vez solo era imaginación suya. La mujer se dirigió a su casa para terminar con la mudanza y asegurarse que sus hijos no se hubieran matado entre ellos.

Como lo habían prometido aquella noche Teresa y su esposo, Jorge, fueron a visitarla y darle la bienvenida. Eran un matrimonio bastante curioso pues el señor era mucho mayor que la mujer, debía estar rondando los 60 y tantos. Al igual que su esposa, Jorge también expreso cierto grado de decepción al saber que no se trataba de la familia Bautista.

-Lo que sucede es que yo soy agente de bienes raíces y le había vendido la casa a la familia Bautista. Él nunca me informo que se la vendería a usted. No se preocupe, no hay ningún problema, es solo que me parece un poco descortés que él no me notificara al respecto. Pero de cualquier forma ustedes están aquí y eso es lo que importa. Haremos todo lo posible para que se sientan bienvenidos.- dijo Jorge.- ya vera como todos los vecinos somos muy unidos. Sus vecinos de al lado son la señora Rocío y su hijo Javier. La siguiente casa es la nuestra, vivimos con nuestros hijos Manuel y Andrea. La última casa es de Alberto y sus hijas Mónica y Karina. El próximo fin de semana haremos una parrillada en mi casa para que todos se conozcan. Esperamos que su estancia aquí se dé lo más placentera.

-Muchas gracias por todas sus atenciones. Me alegra ver que es una comunidad unida y de familias diversas.- respondió Elvira.

-Y lo mejor de todo es que todos los hijos tienen edades similares. Seguramente se harán buenos amigos pronto también.- dijo Teresa.

Luego de que se hubieran marchado Elvira se quedó pensativa un momento. Era muy rara la decepción que habían mostrado respecto a la ausencia de la familia Bautista, como si hubieran tenido mucha ilusión de que fueran ellos los que se mudaran al lugar. Recordaba que el señor Bautista era muy agradable y para envidia suya, muy apegado a su familia. Tal vez era por eso que se habían decepcionado, esperaban una familia unida y perfecta y en su lugar habían recibido a una que estaba rota y separada. Elvira deseaba con todo su corazón que esta nueva etapa trajera unión y armonía a su familia.

Al día siguiente Jesús se encontraba solo en casa. Su madre había salido para ver algunas cuestiones de su empleo y se había llevado a su hermana con ella para arreglar su ingreso a la universidad.

Aún quedaban cosas por desempacar y lugares de la casa por arreglar así que el chico decidió poner manos a la obra.

A Jesús le gustaba ser de ayuda en la casa, cosa que alegraba mucho a su madre. Desde pequeño había sido muy apegado a ella y siempre buscaba complacerla y hacerla feliz. Su relación con su hermana había sido idónea en un principio pero con el paso de los años se habían distanciado y sus peleas eran frecuentes. En parte se debía a la devoción de esta con su padre a pesar de los evidentes defectos y problemas de este, el chico se había dado cuenta desde hacía tiempo que clase de persona era su padre y por ello era más unido con su madre.

Jesús examino el patio trasero de la casa. Era grande y contaba con una piscina de tamaño regular, la cual sin duda seria perfecta para combatir el calor del verano. Solo que ahora esta se encontraba vacía y llena de hojas de árbol.

Deseando estrenarla lo antes posible comenzó su labor de limpieza. Luego de varias horas estaba terminando con su faena cuando le pareció escuchar el sonido de un chapuzón. El ruido parecía venir de la casa de alado. Una cerca de mallas separaba los patios contiguos y una enredadera de hojas otorgaba la privacidad a cada lugar.

Intrigado el chico se acercó a la cerca y aparto algunas de las hojas para ver quien estaba disfrutando de un rico chapuzón.

Se trataba de su vecina Doña Rocío, quien en esos momentos estaba enfundada en un diminuto bikini que hizo despertar la polla del muchacho. La mujer se veía más joven que su madre, de aproximadamente 42 años. Tenía un cuerpo muy bien conservado, un trasero divino y senos de talla mediana.

El chico se maravilló ante su vecina que nadaba despreocupadamente por su alberca. Luego de un par de minutos la mujer salió y se recostó en una de las dos sillas del lugar a tomar el sol. Roció tomo una botella de bloqueador solar y empezó a untárselo por todo su cuerpo. Lo mejor ocurrió cuando sin pudor alguno se retiró la parte superior del bikini

Sus magníficos senos quedaron al descubierto, tenía unos pezones grandes y puntiagudos. Su piel bronceada y sin marcas parecía indicar que esta era una práctica común para ella.

Jesús no perdió el tiempo y rápidamente se sacó la polla para hacerse una paja ante maravillosa visión.

Aunque el chico era virgen esta no era la primera vez que veía un cuerpo desnudo de cerca. En varias ocasiones había espiado a su madre y a su hermana cuando se bañaban, más que nada por curiosidad pero eso no le había impedido hacerse un par de pajas en honor a ellas.

Unos pocos minutos después una voz llamo desde el interior de la casa.

-¿Mama? ¿Estás en la alberca?- dijo la voz.

-Sí, aquí estoy, hijo.- respondió la mujer.

Acto seguido aprecio un joven que llevaba un bañador e iba sin camisa. Se trataba de Javier, el hijo de Rocío. La mujer no hizo el menor intento de cubrirse y siguió ahí, recostada con las tetas al aire.

-Tú siempre con tus baños de sol, mama. Espero te hayas colocado suficiente bronceador- dijo el joven.

-Sabes que tengo que mantener mí bronceado, hijo. Solo me falto en la espalda, así que si fueras tan amable.- dijo Rocío entregándole la botella a su hijo.

El joven se arrodillo junto a su madre, bloqueando la vista de Jesús de aquellas preciosas tetas.

-Hace rato me topé con Manuel. Dijo que al parecer algo paso y no fueron los Bautista los que se mudaron a la casa de al lado.- dijo el chico.

-Sí, Teresa nos informó al respecto. Es una lástima, pero por el lado bueno los hijos son de edades similares a las de ustedes. Esperemos a ver qué sucede.- respondió la mujer.

-Manuel les tomo una foto cuando llegaron. Se ven agradables, ojala todos nos llevemos bien.- dijo Javier.

Aquella conversación se le hizo muy extraña a Jesús, ¿a qué se referían con todo eso? El sonido de risas lo saco de sus pensamientos y dirigió su atención de nuevo a la pareja.

-Basta. Eres un travieso. ¿Acaso no puedes dejarme tranquila un momento?- dijo Roció entre risas.

-Perdón mama, pero sabes que eso no es posible.- dijo el chico.

Jesús no podía ver que era lo que hacían que les causaba tal diversión.

-Aunque sea déjame tomar el sol un rato. Ve a darte un chapuzón. El agua esta rica.- dijo Rocío.

-Tengo una idea mejor. Porque no vamos juntos.- al decir esto el chico cargo a su madre en sus brazos y se lanzó junto a ella a la alberca. La pareja emergió unos segundos después muertos de risa.

Jesús sentía algo de envidia al ver lo bien que se llevaban. Elvira y el habían sido así de unidos durante su niñez pero con el paso de los años su relación con su madre ya no era igual y últimamente era muy poco el tiempo que pasaban juntos. Desde el divorcio su madre esta había volcado su atención en Carla, con el fin de reparar la relación entre ambas, descuidando al chico.

En muchas ocasiones el chico había sido burla, especialmente por parte de su hermana, acerca de que era un “niñito de mami” como solían llamarlo. Al chico no le importaba en lo más mínimo, amaba a su madre y le gustaba pasar tiempo con ella.

Nuevamente los sonidos de la pareja lo sacaron de sus cavilaciones pero esta vez se trataba del sonido de gemidos.

De regreso en la alberca Rocío se encontraba sujeta al cuello de Javier con los ojos cerrados y soltando pequeños gemidos. El chico sujetaba a su madre con una mano mientras la otra se movía con rapidez bajo del agua. Jesús tenía una idea de lo que podría estar pasando pero era algo imposible de creer.

Los gemidos de Rocío se incrementaron hasta que termino soltando un gemido mayor y su cuerpo se tensó. La mujer abrió los ojos y acercándose a su hijo le planto un erótico beso en los labios.

Jesús no podía dar crédito a lo que veía y lo vino a continuación fue aún más impactante.

-No tienes remedio, Javier. Ya ni siquiera puedo tomar el sol en paz.- dijo Rocío mientras su hijo la sacaba en brazos de la alberca.

-Como quieras, regresare a la alberca mientras sigues tomando el sol. - dijo Javier depositando a su madre de regreso a la silla.

-De eso ni hablar. Ya me has calentado así que no te iras hasta que este satisfecha.- contesto la mujer y acercándose al bañador de su hijo lo despojo de este dejando su erecta verga al aire.

Rocío se relamió los labios y de un solo bocado hizo desaparecer la polla de su hijo dentro de su boca. El chico soltó un gruñido de placer mientras su madre le devoraba la verga. La mujer se la saco toda y luego volvió a introducirla de nuevo aumentando la velocidad de la mamada.

Jesús estaba completamente atónito ante lo que veía, tenía su polla pulsante en la mano que clamaba por alivio. El joven emprendió nuevamente su faena masturbándose ante lo que acontecía frente a él.

-Oh, mama, que rico, tus mamadas son las mejores.- gemía el muchacho mientras pasaba su mano por la cabellera de su madre.

-mmm y tu polla es la mejor hijo.- respondió Roció interrumpiendo momentáneamente su labor.

La mujer continuó disfrutando la polla de su hijo, lamiendo su grosor mientras con una mano acariciaba sus hinchados testículos. Roció adoraba comer la polla de Javier, le encantaba escuchar los gemidos de su hijo mientras se la metía toda a la boca.

Jesús estaba atónito ante el espectáculo. Teniendo acceso al internet había visto todo tipo de contenido pornográfico, incluido el incesto, pero siempre pensó que se trataba de meras fantasías. Jamás se le ocurrió que hubiera familias que de verdad lo practicaran y ahora tenía la prueba fehaciente frente a sus ojos.

Los ataques de Roció sobre la verga de su primogénito aumentaron su intensidad y ahora estaba usando sus increíbles senos para complacer al muchacho. Javier adoraba las tetas de su madre y el sentirlas apretando su verga era lo que más le gustaba.

Su dura verga se deslizaba entre las tetas de Roció mientras esta le daba ligeros chupetones a su morada cabeza cuando aprecia de entre sus senos.

Roció solo podía sonreír al ver como su hijo gruñía y gemía a causa de sus atenciones. Como una buena madre se preocupaba por la felicidad de su hijo y sabía que nada lo hacía más feliz que esto.

Finalmente el chico no aguanto más y exploto lanzando su corrida sobre los pechos de su madre.

La mujer se relamió los pechos cubiertos por el semen de su hijo hasta limpiar hasta la última gota de ellos. Al terminar noto que la polla de su hijo aún seguía en alto.

-Vaya, parece que aun quieres seguir dando guerra, ¿Eh?- dijo pícaramente la madre.

-Es que estoy emocionado por la parrillada del domingo y conocer mejor a los nuevos vecinos. La chica de la nueva familia es realmente linda.- contesto el chico.

-¿En serio? ¿Estas tratando de ponerme celosa?- contesto indignada la mujer.

-Para nada, mama. Sabes que siempre serás la número uno para mí y siempre estaré con la polla lista para complacerte.- respondió Javier abrazando a su madre.

-Mmm, que bueno que digas eso hijo, porque te necesito dentro de mi.- dijo Roció.

Javier se separó de su madre y se acostó en la tumbona con la verga apuntando hacia el cielo. Sin perder un instante Roció se acomodó sobre su vástago y de un sentón se enterró toda la verga dentro de su coño. La mujer ni se inmuto al recibir todo aquel fierro de carne dentro de ella, parecía ya estar acostumbrada.

Pronto Roció empezó a subir y bajar por la polla de su hijo, el muchacho mientras se ocupaba chupando los pechos de su madre. Estuvieron varios minutos en esta posición, con Javier sobando y acariciando las nalgas de su madre y ayudándola a clavarse más su polla dentro de ella.

Roció decidió cambiar de posición y se levantó para darse la vuelta, quedando de espaldas a su hijo y de frente a Jesús. El chico observo con atención como la mujer nuevamente se enterraba la verga de Javier dentro de su húmeda y abierta raja.

Esta vez las manos del chico se lanzaron a ala tetas de su madre que se movían al ritmo de los sentones que esta le propinaba a su hijo.

-Uffff, como me encanta tu verga, Javi. Mmmm, ¿te gustan las tetas de mami?- pregunto Roció.

-Sí, mami. Adoro tus tetas, mmmm, y también me encanta tu coño, uffff.- respondió el chico.

Jesús se pajeaba con fuerza disfrutando del prohibido espectáculo que presenciaba.

De un imprevisto movimiento Javier tomo a su madre de las caderas y sin sacarle la polla la hizo acostarse de lado sobre la tumbona. Javier tomo una de las piernas de su madre y la levanto en alto para hacer más profundas sus embestidas.

Para fortuna de Jesús ahora podía ver con todo detalle como la polla del chico entraba y salía del coño de su madre.

Los gemidos de Roció eran increíbles y el chico puso más empeño en su paja. La mujer gozaba mientras la polla de su hijo la penetraba con fuerza, soltando gemidos sin pudor alguno.

-ahhh, siiii, que rico, Javi, massss, massss, no te detengas, uffffff, más duro hijo.- pedía a gritos la madura.

-Sii, mama, gózalo, tómalo todo, mmmmm, ahhhh- contesto el chico cumpliendo con las peticiones de su progenitora y enterrando lo más que podía su verga dentro de su raja.

-AHHHH, siiiiii, ya casi, sigueee... me vengo hijo, ahghhhghhhh.- la madre soltó un gemido intenso mientras el orgasmo invadía su cuerpo.

Su hijo tampoco pudo más y se corrió llenándole la concha con su leche.

-Ohhhhh, siii, mama.- aquel gemido no vino de Javier sino de Jesús quien también se había corrido junto a la incestuosa pareja. El joven había cerrado los ojos imaginando el rostro de su madre y se corrió lanzando su leche por el jardín.

Su gemido involuntario había pasado desapercibido a sus vecinos, gracias a que estos estaban ocupados disfrutando de sus propios orgasmos.

Madre e hijo permanecieron exhaustos sobre la tumbona dándose tiernos besos mientras la polla del chico perdía rigidez y se deslizaba fuera del coño de su madre. El coño de Roció estaba chorreante con la leche de su hijo y sus propios jugos.

-Mira nada mas como me has dejado.- dijo la madura observando el resultado de su encuentro sexual.

-Si quieres traigo algo para limpiarte.- dijo Javier

-Pero claro que no, sabes que nada me encanta más que el sentir tu semen escurriendo por mi coño. Ahora, se un buen hijo y ve por algo para tomar y recobrar fuerzas.- dijo Roció

Mientras la mujer se acomodaba a tomar el sol desnuda con el coño chorreando de semen, el chico se dirigió dentro de la casa para cumplir la orden de su madre.

Jesús se acomodó la polla dentro de su pantalón y se dirigió a terminar con su labor. Durante toda la tarde su mente siguió reviviendo las imágenes que había visto.

El chico se dirigió dentro de su propia casa donde las voces de su madre y hermana anunciaban su regreso. Como siempre estaban discutiendo.

El chico no sabía a qué se debía esta discusión y tampoco le importaba, su mente aún estaba perdida recordando lo que había presenciado en el jardín contiguo.

La discusión termino cuando su hermana se retiró enojada a su habitación azotando la puesta de esta con furia.

Elvira saludo a su hijo y este le contesto distraídamente. La mujer le informo que había traído almuerzo para el pero el chico se disculpó y alegando que no tenía hambre se dirigió a su alcoba. Roció se preocupó por la actitud de su hijo pero este le dijo que simplemente se encontraba cansado luego de limpiar la alberca y comería luego. Ella le agradeció su ayuda y le dio un tierno beso en la mejilla.

El chico se sobresaltó al sentir los labios de su madre hacer contacto con su piel y desapareció de prisa rumbo a su cuarto.

Elvira lanzo un cada vez más frecuente suspiro de resignación, parecía que sus intentos de unir a su familia eran en vano. Aun así la mujer no se daría por vencida, tenía que seguir intentándolo. La mujer se dirigió al jardín y observo satisfecha la increíble labor de limpieza que Jesús había realizado. Escucho el ruido de risas en el jardín contiguo y supuso que los vecinos estaban divirtiéndose. Como deseaba poder reír así junto a sus hijos. Tal vez luego les preguntaría cuál era su secreto para llevarse tan bien.

En su alcoba, Jesús permanecía acostado en la cama sumido en sus pensamientos. La imagen de sus vecinos follando era todo en lo que podía pensar.

Follaban con gran pasión y lujuria, se veían como una pareja que llevaban tiempo juntos y sabían lo que le gustaba al otro. El amor era evidente entre ellos dos. Jesús se preguntó hacia cuanto estaban juntos y más importante, como habían terminado convertidos en amantes.

En su interior un deseo comenzó a formarse, un deseo oculto que hasta aquel día no sabía que podía ser posible. Acostado en silencio en la oscuridad Jesús se preguntó si tal vez el también pudiera desarrollar una relación así con su madre.

CONTINUARA…

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