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Crónicas, un mundo de dominación femenina (3)

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Era fin de semana y eran casi las seis de la tarde y Cristina estaba tomando el ascensor, pero no precisamente se dirigía a su casa, por el contrario, se dirigía a el último piso en donde algunas de sus chicas, se habían reunido para su acostumbrada reunión de los viernes, en donde además de charlar de cosas de mujeres, algunos sumisos eran castigados, algunos eran azotados, otros penetrados otros simplemente se encargaban de llevar las bebidas y lamer las suelas de las zapatillas de las tres mujeres, y claro, las chicas de Cristina siempre le guardaban alguna sorpresa,

- buenas tardes chicas, que bien que se quedaron a convivir un rato,

Las tres chicas estaban sentadas charlando en una sala, eran Marlene, Sandra y Rocío mientras que algunos sumisos iban a venían sirviéndoles vino y llevándoles algunos aperitivos, Cristina tomo una copa y se sentó en aquella sala y de inmediato un sumiso feminizado se hinco frente a ella y comenzó a lamer la punta de su zapatilla, mientras que ella charlaba de ropa de perfumes y de cosas del trabajo, hasta que después de algunos minutos, pregunto,

- bueno chicas, y que hay de especial para hoy,

Marlene, tomo la palabra y levantándose comenzó a decir,

- bueno Cristina, tenemos dos iniciaciones,

- en serio, dos iniciaciones...??

- así es Cristina...

- vaya, eso sí que es algo novedoso y que esperamos, vayamos a ver a esos dos sumisos.

El grupo de mujeres se levantó de la sala y comenzaron a caminar hacia uno de los consultorios, en donde dos hombres estaban de pie completamente desnudos viendo hacia una de las paredes.

- vaya, son dos jóvenes ejemplares, y quien hizo semejante donación...

- uno lo trajo Erika, de contabilidad, era su novio y pues al chico le gusta ser dominado y ella lo trajo para su adiestramiento y el otro es el hijastro de Sandra, una de las doctoras, el sumiso pidió venir, Sandra dice que es todo un pervertidito.

El grupo de mujeres comenzó a reír al escuchar las palabras de su amiga y Cristina se acercó a ellos observándolos detenidamente.

- mmhhhh… sin duda estos dos sumisos nos van a dar mucha diversión, que les parece si les aplicamos la paleta,

Todas las mujeres asintieron al escuchar las palabras de Cristina, mientras que ella tomaba por el brazo a uno de los sumisos y lo llevaba hasta una camilla en donde le dijo que se reclinara, el sumiso se acomodó como Cristina le dijo, dejando su trasero completamente expuesto, Cristina se acercó a aquel chico y le dijo.

- estas aquí para ser entrenado como sumiso, serás castigado, feminizado y usado en todos los aspectos, me perteneces, entendiste...!!

Aquel chico solo acertó a contestar con un sí, después Cristina se acercó a uno de los anaqueles metálicos, lo abrió y dentro había cientos de artefactos de castigo, Cristina saco cuatro paletas de madera y comenzó a repartirlas entre las mujeres

- bien chicas, somos cuatro, así que cada una le va a dar cuatro azotes, que les parece.

Las tres rieron y comenzaron a pasar a castigar al sumiso, la primera fue Marlene, se paró detrás de aquel joven, sujeto fuertemente la paleta, levanto su brazo y lo dejo caer sin piedad sobre las nalgas de aquel joven, el chico al sentir la primer nalgada, lanzo un fuerte grito, pero eso no le importo a ninguna y Marlene continuo azotado al chico, dándole un azote en cada nalga.

- bien, quien sigue

Sandra fue la segunda, se acero al sumiso, y sin pensarlo mucho, le dio dos azotes en cada nalga, lo que provoco que aquel chico, gritara de tal manera que Cristina interrumpió la sesión.

- a ver chicas, el sumiso se está moviendo demasiado, recuerden que cuando practiquen un castigo, el sumiso debe de estar inmovilizado, pónganle los grilletes.

Las tres chicas rápidamente fueron a los anaqueles y sacaron unas cintillas de cuero, y sujetaron los brazos y las piernas del chico, dejándolo aún más expuesto.

- bien chicas, así está mejor, quien sigue.

Sandra se acercó al sumiso acaricio unos instantes el ya enrojecido trasero del sumiso y de inmediato le soltó dos fuertes azotes en cada nalga, el sumiso al sentir el castigo intento moverse, pero ya le resultó imposible.

- bien Rocío, es tu turno.

Rocío se acercó y al igual que Sandra, acaricio ligeramente las nalgas del sumiso, mientras decía.

- la del lado izquierdo esta menos roja, hay que hacer bien las cosas.

Cristina y sus empleadas comenzaron a reír, ante la puntada de Rocío, quien de inmediato comenzó a soltarle los cuatro azotes únicamente sobre el glúteo izquierdo, dejándolo completamente rojo.

Cuando termino, Cristina se veía complacida, así que se acercó lentamente al sumiso y durante unos instantes observo sus glúteos, los acaricio y dijo.

- muy bien chicas, están algo rojas, pero con el tiempo se acostumbrara y Rocío, esa idea fue excelente, ahora va mi turno.

Sujeto fuertemente la paleta, apoyo una de sus manos sobre las caderas del sumiso, levanto su brazo y lo dejo caer despiadadamente sobre las enrojecidas nalgas del chico, pero a ella no le basto con cuatro nalgadas, su brazo subía y bajaba sin cesar, lo hacía firme pero lentamente y con cada azote el sumiso se retorcía, pero Cristina estaba disfrutando y hacia sufrir enormemente al sumiso, daba una nalgada, esperaba unos instantes y le daba la otra, mientras contaba y se turnaba en castigar ambos glúteos, hasta que llego al número veinte, se detuvo, volvió a acariciar el enrojecido trasero y dirigiéndose a sus chicas les dijo.

- vaya, como cansa esto, relajémonos con un poco de vino.

Las cuatro mujeres se van a los anaqueles se sirven un poco de vino y comienza a charlar, de cualquier cosa, hasta que después de unos minutos, Cristina vuelve a tomar la palabra.

- bien chicas, saben si alguno de los dos sumisos a sido penetrado...??

Las tres mujeres se miran entre sí, pero ninguna responde, Cristina al ver eso, se le ilumino una sonrisa y dice.

- bueno, eso es lo de menos, total para eso están aquí, pero no estoy de humor para ajustarme el dildo de castigo, sería mejor si usáramos uno de los consoladores eléctricos, mete y saca, tan fácil… jajajaja.

Las cuatro mujeres ríen y Cristina vuelve a los anaqueles, abre uno y dentro hay unos veinte consoladores de distintos tamaños, medita unos instantes y toma uno de color negro de unos veinte centímetros de largo, del cual cuelga un cable con un eliminador.

- me parece que este está bien, y además eléctrico… jajajaja…

Se lo pasa a una de las chicas, saca varios pares de guantes de látex y un bote de lubricante.

- bueno chicas vamos a divertirnos.

Continuará…

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