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Por amor a la familia (día cinco - parte tres): La oficina

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Transitamos alrededor de unos 15 minutos, hacia el centro de la ciudad, entramos en un estacionamiento subterráneo, yo no tenía ni idea de a dónde íbamos y no me interesaba saberlo, estaba disfrutando tanto esta nueva libertad. Se estaciono, bajo del auto y me abrió la puerta, extendió su mano como un príncipe de cuentos para ayudarme, la tome, gire mi cuerpo con cuidado con mis piernas juntas y baje del auto, cerró la puerta, me tomo del hombro mientras caminábamos y subimos al elevador, al abrirse las puertas vi mucha gente, eran oficinas, caminamos por un amplio pasillo mientras la gente saludaba a mi tío. Entramos en un área cerrada y privada, dentro estaban un par de personas a las cuales mi tío saludo por su apellido, le contestaron el saludo muy amables, pero su mirada se fue directamente hacia mí, era hilarante ver como no podían disimular verme, uno de ellos le pregunta: “es su hija, licenciado?” A lo que él contesta: “así es, no alcanzo a llegar a la escuela la flojita, así que va a tener que aburrirse un rato aquí conmigo, verdad Pamelita?” Yo solo asentí con la cabeza y todos me sonreían amablemente, yo me sentía apenada; el otro individuo luchaba por disimular su mirada hacia mi falda y piernas. Entramos a una segunda oficina, al parecer el despacho privado de mi tío. Como todo jefe, me pidió que me sentara en una silla cómoda de escritorio, de esas que giran, fui a ella y me senté con total feminidad, pero tome una postura más informal, con las rodillas juntas y algo recostada, podía sentir mi miembro ahora inútil presionado por mi cuerpo y las prendas. Tomé unas revistas que estaban sobre el escritorio y me puse a leer mientras el atendía a unas personas que en ese momento habían entrado.

Comencé a aburrirme, tomaba una revista, después otra, un libro, veía por la ventana, cruzaba una pierna, cruzaba la otra, giraba en la silla, el tiempo era lento. Pero toda la gente me veía, la gente que entraba ahí con él, sus asistentes, incluso la secretaria de otra persona que fue a pedir unos papeles, pero principalmente uno de sus asistentes que no eran muy grandes, de unos 25 a 30 años, entraba y salía de la oficina en demasía yo sentía que buscaban el pretexto para verme, cada vez que entraban me sonreían o me hacían comentarios casuales. Mi tío pidió a uno de ellos que me trajera por favor algo de beber, yo sintiéndome niña mimada, le pedí una malteada. Cuando oyeron mi petición, todos rieron, a lo cual mi tío dijo mientras sonreía juguetonamente: “niñas…” el asistente salió y la rutina de la oficina siguió igual. Cuando mi tío estaba sin atender gente, estaba metido en sus escritos o en la computadora. Pasaron unos 15 minutos y el asistente regreso con la malteada, me la entrego con muchos nervios, podía verlo y sentirlo, comencé a beber del popote mientras lo veía a los ojos y giraba levemente en la silla. Era maravilloso ver como quedaba pintado con mi labial en el popote, había visto eso en las chicas, y ahora lo veía en mí. Me sentía como una niña consentida totalmente, estaba disfrutando mucho este día.

En un momento paso algo cotidiano, pero que no me había sucedido, rato después de haber terminado la malteada, necesitaba ir al baño, pregunte a mi tío-papa en donde estaba, me dio indicaciones sin siquiera voltearme a ver, me levante y camine por el pasillo, manteniendo mi postura al caminar, tal como me enseño el, pero le di un toque más juvenil, no tan seductor, pero coqueto, juguetón, como de niña. Si pudiera haberme visto por atrás caminando, podría asegurar que solo vería una linda adolescente en uniforme. Llegue al baño y me quede quieta en la entrada, había dos baños, uno de mujeres y uno de hombres, entre en pánico, obviamente era algo muy normal, una decisión fácil, pero no lo fue para mí, mi cerebro me mandaba dos señales erróneas, no podía entrar al de hombres por razones obvias, pero si entraba al de mujeres, habría más mujeres ahí, y sé que tardan mucho ellas en ese lugar, así que sería muy probable que notaran que no lo era. En eso paso uno de los asistentes y me dice en tono juguetón: “no te decides a cual entrar?” Mi corazón palpito y sentí frio en el cuello, pero con sudor en la frente, acaso sabia de mí? Se había dado cuenta? Estaba siendo sarcástico? Me había descubierto? Afortunadamente eso me hizo reaccionar y entrar directamente al baño de mujeres, entre y había dos secretarias, muy atractivas ambas, una de alrededor de unos 30 años y otra como de unos 45, muy elegante y sensual, una mujer que a pesar de su edad, rompería corazones desde 15 hasta 60 años.

Platicaban cuando yo entre, me voltearon a ver y sonrieron, pero la grande, con un tono algo maternal, me dirige un “hola linda” yo sé que era algo casual, mas no respondí y fui directamente a uno de los cubículos, me encerré y me quede parada frente al inodoro. Por el nervio y la costumbre, hice mi movimiento habitual para desabrochar mi pantalón en el baño, cuando me percato que no traía pantalón, traía la falda de un uniforme escolar, esta deliberación duro apenas unos segundos, pero caí en cuenta de lo que tenía que hacer, me di la vuelta, baje mis panties, levante mi falda, me senté y relaje mi vejiga, mientras pensaba: “estoy viviendo un sueño, estoy haciendo lo que cualquier chica y nadie lo ha notado” era increíble como una situación tan normal como lo era ir al baño, me había causado tanto conflicto.

Tome un poco de papel y limpie aquel apéndice que había cumplido su función, lo acomode entre mis prendas interiores presionándolo hasta que se colocó nuevamente en su lugar. Salí del cubículo, y fui hacia el lavabo, las otras mujeres seguían ahí, una se retocaba el maquillaje, la otra se acomodaba el busto en el brassiere, siempre platicando, fui a una llave desocupada y lave mis manos, tratando de hacer el menor contacto visual posible. Salí rápidamente del baño, y camine por el pasillo, entonces me tope al asistente el cual me detuvo, me puse muy nerviosa, el comenzó a hacerme platica casual, cosas triviales, pero que para mí eran complicadas, preguntas tan simples como “donde estudias?” Eran difíciles de responder, ya que yo apenas tenía un día de nacida, no había una historia detrás de esta chica, todo lo contestaba espontaneo, afortunadamente sabia el nombre de la escuela de mis primas, pero en sus suposiciones él pensaba que yo tendría algunos 16 años, esto me puso a pensar, tan joven me hace ver este atuendo? Es acaso el maquillaje? Obviamente no tenía una estatura alta para ser hombre, pero no había detalle alguno que delatara mi situación? Su charla casual se fue tornando más directa, me estaba coqueteando, cuando me percate de la situación, yo estaba recargada contra una pared y el me platicaba muy cerca, mis respuestas eran casi monosilábicas, estoy segura que el intentaba besarme. Le puse como pretexto que tenía que ir con mi papa, a lo que él me dijo que ojala un día pudiéramos vernos, me dio una tarjetita con su teléfono, la tome y me fui rápidamente a la oficina, ya ahí, pensé en algo: “pero que atrevido!, coquetear a la hija de su jefe” pero algo hacia que ese atrevimiento me hiciera sentir ligeramente… atraída.

No estuvimos mucho tiempo más, cuando vi el enorme reloj sobre la pared me di cuenta que ya eran casi las dos de la tarde. Salimos de la oficina, fuimos al auto, todo ya era casi normal, mi día se estaba haciendo como un día común, con la diferencia que casi todo el tiempo estaba excitada, ya que casi todo me recordaba que estaba como chica. Íbamos por las calles, pero la ruta no era hacia la casa, era otro rumbo el que tomábamos, hacia donde íbamos ahora? Sabía perfectamente donde estábamos, eran los rumbos de mi escuela, pero a donde nos dirigíamos, acaso íbamos a… noooo… no ahí, no por favor!!! No quería pasar por ahí por el miedo a que alguien de casualidad me viera por la ventana y me reconociera.

Nos detuvimos justamente en mi escuela, era precisamente la hora de la salida, me ordeno que me bajara del auto y fuera hacia la puerta de la escuela como si esperara a alguien, esta vez sí le rogué que no lo hiciera, era demasiado riesgoso, podría ser identificada, a pesar de no ser muy popular, era evidente que la gente me conocía ahí, insistí casi llorando que nos fuéramos mientras trataba de acariciar su mano suplicando por mi situación. Entonces me volteo a ver, después de tanto tiempo de estar con él, vi una expresión en su rostro, pero no era agradable, estaba molesto, me dijo en tono muy muy serio, como forzándose a conservar la calma: “mira Pamelita, ya me estoy cansando de tus negativas, eres una malagradecida, te he dado todo lo que has querido el día de hoy y tú no dejas de quejarte, así que bájate del carro y obedece!”

Me quede en shock, a punto de llorar, abrí la puerta con titubeo, siempre volteándolo a ver esperando me perdonara, como una perrita suplicando a su amo, pero su expresión era inmutable. Me baje del auto, cruce la calle con cuidado y entre a la explanada de la escuela, desde ahí podía ver a mi tío al cual no le quitaba la vista esperando que recapacitara, pero cuando me vio detenerme me hizo una seña de que siguiera adelante. Todos los de la escuela caminaban hacia la salida, unos con prisa, otros platicando en grupos, la mayoría de ellos ni se percataban de mi presencia, entonces me puse a temblar, a menos de 10 metros venían caminando varios compañeros de mi grupo. Estaba segura de que me reconocerían, era una situación sumamente inquietante, estaba literalmente temblando, los sonidos se volvieron sordos, oía ruidos pero como si estuviera en un limbo, veía a la gente y a la vez no veía a nadie, voltee mi rostro para que no me vieran, todo esto lo sentía como en cámara lenta, sentía calor pero con un sudor frio. Sin embargo, la curiosidad era fuerte, no sé por qué, pero cuando ellos pasaron, yo gire mi cabeza para ver cómo se alejaban, pasaron como si nada, sin embargo, uno de ellos también había volteado para verme a mí, nuestras miradas chocaron, pero disimule y gire mi rostro un poco más, como si yo estuviera buscando a alguien, mi cabeza giraba, pero mis ojos seguían fijos en él. Finalmente se volteo hacia adelante, todo esto fue en segundos, me senté en una jardinera juntando mis rodillas y con los pies separados, temblando, puedo asegurar que estaba mas pálida de lo que mi piel suele ser. Salían maestros, y estos eran a los que más llamaba yo la atención, algunos me sonreían, otros me mandaban u saludo cortés, mis piernas comenzaron a temblar involuntariamente. Uno de los maestros volteo a verme de forma muy directa, me asuste demasiado, clavo su mirada en mis piernas cínicamente. Esto hizo que me percatara de que las tenía entreabiertas, ya que el temor había hecho que me olvidara de los modales. Pero al ver su mirada, las cerré velozmente.

Escuche un claxon a lo lejos, mi tío me hacía señas de que ya regresara al carro, me sentí aliviada, me puse de pie y fui corriendo hacia el auto, me subí inmediatamente, el me acaricio mi rostro, y me dio un beso en la comisura de la boca, puso el auto en marcha y yo me solté en llanto, acababa de vivir una de las experiencias más fuertes de mi vida.

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