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Por amor a la familia (día cinco - parte cuatro): El castigo

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El trayecto a la casa fue lento e incómodo, mi tío acariciándome, pero yo no sentía ganas de sus caricias, el tráfico, el sol, por más que acomodaba la falda mis piernas se pegaban al vinil del asiento, el maquillaje al cual no estaba acostumbrada me hacía sentir rara, la gente en la calle viéndome con el rímel corrido a causa de unas lágrimas. Finalmente llegamos, abrió automáticamente la cochera, entramos y poco a poco se fue obscureciendo la escena, el cambio de iluminación mientras los ojos se acostumbraban hacia que el lugar quedara absolutamente en tinieblas, en esa obscuridad sentí las manos de mi tío tomándome por la parte trasera del cuello, y con un poquito de fuerza empujándome hacia mi puerta, al mismo tiempo pude sentir su aliento en mi boca, finalmente podía sentir su bigote rasurado rosándome el rededor de mis labios mientras sentía la suavidad y humedad de su lengua hurgando dentro de mi. Se abalanzó sobre mi y con su otra mano me tomo de la cintura, y fue fundiéndose conmigo cada vez mas, yo hipnotizada seguía sus movimientos, me dejaba, estaba como mareada. Nos fundimos en un extraño beso, era la primera vez que un hombre me besaba, aunque pensándolo bien, era la primera vez que alguien me besaba, había besado chicas, pero no de esta forma, no con esta pasión, aunque pensando bien, no estaba yo besando, era a mi a quien besaban, esta vez un hombre tenía el control sobre mí, yo sumisamente me entregaba a sus labios.

Los cuerpos se fueron acomodando, el asiento era corrido y el estaba casi sobre mí, mis piernas estaban estiradas bajo el volante y todo el peso de mi tío recaía en mi, mis labios tenían vida propia, respondían a los movimientos de los suyos, de vez en cuando escuchaba el sonido de vacío que generaban estos al dejar un hueco entre las comisuras, mi miembro se endurecía, pero permanecía siempre prisionero por sus ataduras. Entonces los labios se separaron. El se levantó de mi y descendió del carro, yo seguía semi recostada en la puerta, el dio la vuelta al vehículo, obviamente no lo veía, ya que después del beso mis ojos seguían cerrados, los abrí pero aún no lograba acoplarme a la obscuridad. Levanto la manija de mi puerta, cuando sentí eso, me incorpore para no caer. El abrió la puerta con cuidado, cuidando que no estuviera ya recargada, me acomode correctamente en el asiento al tiempo que él se agachaba, me tomo de las piernas, las giro con brusquedad quedando estas en el suelo de la chochera, me tomo de ambos brazos y me jalo hacia afuera, por la inercia quede pegada a su cuerpo, me tomo y me empujo contra la puerta trasera del auto y se pegó totalmente a mi, atrapándome contra el auto. La puerta delantera se cerró sola haciendo un ruido fuerte por el eco del lugar donde estábamos. Se abalanzo sobre mis labios besándome nuevamente, pero sus manos ahora no se detenían, con una me tomaba del cuello mientras con la otra me acariciaba la cadera y parte de mi trasero, yo podía sentir su pene duro rosándose contra mi vientre, aún seguía como dormida a causa del llanto, pero podía sentir eso, era como estar ebria.

Tomo mi pierna y la subió a su cadera, yo lo abrace con ella, mi pene exigía libertad, pero le era imposible levantarse, esa sensación de aprisionamiento provoca una excitación extraña, pero intensa. Mis brazos lo rodeaban de su cuello, su otra mano me rodeaba la cintura y me presionaba hacia él, mientras con su cuerpo me clavaba al auto, arremetiendo contra mi cada vez con más fuerza, incluso llegaba a levantarme, bajó sus manos y las metió bajo mi falda, agarrándome las nalgas, me levanto totalmente, al sentir esto, lo abrace con mi otra pierna, estaba completamente en el aire, sus impulsos eran cada vez más fuertes, su jadeo mas intenso, estaba como loco, soltaba mi boca y se iba hacia mi cuello, me daba mordiditas juguetonas, pero algunas llegaban a doler. Todo esto con movimientos de cuerpo hacia arriba y hacia abajo. Mis manos se enredaban desesperadas en su cabello, mi cuello se exponía a el ante sus besos y mi aliento escapaba de mi cuerpo sin que yo pudiera evitarlo.

Mi parte masculina que ahora me estorbaba, estaba hacia abajo, presionada por mis panties, ahora, su miembro erecto chocaba contra el mío aprisionado por la ropa interior, el rose de su cuerpo sobre esta parte estaba provocándome demasiada excitación, estaba siendo estimulada por frotamiento, podía sentir el líquido llenándome el hueco de mi trasero, como si mi cuerpo preparara lubricándome para ser usada como una hembra.

Entonces me bajo de la suspensión en la que estaba, me beso ahora con ternura, abrió la puerta delantera y aunque yo no veía lo que hacía, supuse que tomo la bolsa negra que traía con anterioridad, cerró la puerta del auto, me tomo de la mano y me guio hacia el interior de la casa, yo estaba súper excitada y otra vez sacada de onda, me soltó la mano y camino directamente hacia arriba de las escaleras, otra vez estaba jugando con mi cabeza, que era lo que acababa de suceder? Me besa, me manosea y de repente se va sin decir absolutamente nada? Molesta como cualquier chica que se le deja a media excitación, subí enojada las escaleras dispuesta a reclamarle y hablar de una vez por todas que es lo que estaba pasando, necesitaba respuestas, este juego me estaba desesperando, tenía muchas cosas que preguntarle desde el día anterior.

Al subir el último escalón, me quede congelada, como un auto que va a toda velocidad y se frena de repente. Lo vi parado frente a la recamara de mis primas, con la mirada fija hacia adentro, en ese momento sentí que algo bajaba de mi estómago, recordé el desorden que yo tenía ahí. El enojo se me convirtió en miedo y pena. Me dijo en tono muy enérgico: “ven para acá, mira nomas el tiradero que tienes aquí” camine con la cabeza agachada y las manos detrás, con vergüenza hacia él, y cuando me tuvo a su alcance me jalo fuertemente del brazo. Pero, por que estaba molesto ahora? No me había ya regañado por eso? Incluso me había nalgueado, no era justo. En un arrebato de valentía, me atreví a decirle que ya me había reprendido por eso, pero esto parece que lo hizo enojar mucho, me jalo con mucha fuerza hacia su recamara, como un padre que va a buscar a su hija por la madrugada a un lugar donde no debía estar, me arrojo contra su cama, mi falda se extendió por completo dejando ver mis blancos muslos y la ropa interior que servía para sostener esas partes inútiles.

Hablando entre dientes, parecía regañarme, dio la vuelta hacia el otro lado de la cama, quedando yo de espaldas, mientras sacaba con mucha brusquedad algo en aquella misteriosa bolsa negra, yo no alcanzaba a distinguir que era, me daba temor voltear a verlo. Regreso y se paró frente a mí, me tomo del cuello y me jalo nuevamente con fuerza hacia el suelo, para arrodillarme frente a él, yo caí con las rodillas directas en el piso, era bastante rudo y fuerte. Bajo el cierre de su pantalón y saco su pene, empezó a restregármelo en la cara, yo cerraba mis ojos y mi boca y hacia mi rostro hacia un lado, él me tomaba con fuerza de la cabeza, arrojo lo que traía en la mano y tomo su pene para darle más firmeza contra mi cara. Me ordenaba: “abre la boca escuincla desobediente, eres de lo peor, quien sabe que cosas habrás hecho en estos días que estuviste sola” la punta de su pene se presionaba contra mis labios, hasta que vencieron mi resistencia y logro entrar. Lo metía y lo sacaba con velocidad y fuerza, se sentía coraje, me tomaba la cabeza con ambas manos y me empujaba contra su cuerpo, su pene entraba más allá de mi boca, sentía que embonaba en mi garganta, me provocaba náuseas y asfixia, yo trataba de respirar por la boca y de retirarme de él, pero no me dejaba. Cuando sus fuerzas cedieron, logre tomar una fuerte bocanada de aire, mientras las lágrimas llenaban mis ojos y la saliva acumulada escurría asquerosamente por las comisuras de mi boca, acto seguido, volvió a tomarme con fuerza y a introducirlo nuevamente hasta el fondo, me estaba castigando, trataba de empujarme hacia atrás con mis manos sostenidas en sus piernas, pero era muy fuerte, el movía su cuerpo para que su pene hiciera movimientos hacia adelante y hacia atrás, pero sin sacarlo de mi garganta. Si eran solo segundos, se me estaban haciendo eternos. De repente, el empujo tan fuerte que perdí el equilibrio, caí recargada de nalgas en el suelo contra el extremo de la cama, por este movimiento súbito, su pene salió de mí, pero al verme totalmente indefensa, se inclinó sobre la cama mientras se detenía con sus brazos de ella, como todo experto, su pene entro directamente en mi boca, mi cabeza automáticamente se recargo en el borde del colchón, haciendo que mi cuello se extendiera. El me embestía y yo estaba aprisionada sin escape, su peso total sobre mi cara hacia que yo casi me asfixiara nuevamente, podía sentir su pene aún más profundo (si es que era posible)

Volvió a soltarme, respire hondamente, la saliva era ya desagradable por la abundancia, hacia hebras hacia afuera, sentía mi boca llena de espuma y no podía ver nada, ya que cuando se llora y se aprietan los ojos, estos hacen un efecto cegador al abrirlos, además que el maquillaje había entrado en ellos y me ardían. Me tomo de los brazos y con una fuerza impresionante me levanto y me giro, quedando el a mis espaldas. Me empujo contra la orilla de la cama, me apoye con las manos sobre esta, inmediatamente, mi tío presiono mis caderas hacia abajo, me obligo a hincarme nuevamente pero con el cuerpo sobre la cama, me levanto la falda y me bajo de un solo movimiento la ropa interior, liberando mi miembro, el cual estaba flácido. Me dio una tremenda nalgada, sentí el ardor incrementándose cada segundo que pasaba, trate de levantarme pero puso una mano y el peso de su cuerpo sobre mi espalda superior, mientras volvía a darme una segunda y más fuerte nalgada en el otro glúteo, después otra y otra más. Comencé a llorar de impotencia, mientras las nalgadas seguían, le implore que no me castigara más, pero era inútil, fue hasta que dije las palabras correctas sin darme cuenta: “por favor papa, ya no me pegues”

El escuchar esa palabra hizo que su mano se detuviera en el aire, se sentó a mi lado y comenzó a acariciarme mi cabeza con una mano y mis enrojecidas nalgas con la otra mientras decía “hija, no me gusta hacerte esto, pero te portas muy mal” yo estaba llorando de dolor y de tristeza, ya no estaba actuando, era una niña castigada, sentía dolor en mi corazón. Mi llanto iba cesando, pero tenía suspiros de sentimiento. Se levantó y se arrodillo detrás de mí, comenzó a besarme mi trasero, después a pasar su lengua y finalmente lo hacía en la raya que se forma, llegando hasta mi ano, lo estaba lamiendo e incluso lograba penetrarme un poquito con ella, yo me estaba tranquilizando por esta sensación. Me abría mis nalgas con sus manos y trataba de entrar más con su lengua.

Mientras estaba yo en ese choque de emociones, oía como abría el cajón del buro sin dejar de hacer lo que me estaba haciendo, sin embargo, se levantó un poco y durante unos segundos no hacía nada, entonces sentí como algo caía sobre mí: un líquido, era suave, cálido, extraño, pero no se sentía como semen (o al menos como me imaginaba que se sentiría el semen), era algo mas parecido al aceite de bebe. Después con su mano lo distribuía por la hendidura, hasta que llegaba a mi orificio, ponía más de eso precisamente ahí y comenzó a meter su dedo, con mucho cuidado. Cuando sentí esto, mi cuerpo se estremeció y brinque, pero él puso su otra mano sobre mi espalda baja mientras hacía sonidos: “sh, sh, sh, tranquila mi pequeña, papi no te va a lastimar. Seguía jugueteando con mi ano, sentía su dedo entrando más y más, parecía que no tendría fin, es increíble la falta de percepción de dimensiones que una tiene en una circunstancia así.

Saco su dedo con cuidado y apoyo su cuerpo sobre mí, como para no dejarme levantar, escuche como abría un paquete plástico, realmente no sentía curiosidad, seguía en mi estado extraño entre la realidad y el limbo, volví a sentir que me caía aquel liquido sobre mi trasero, cuando las conexiones neuronales me hicieron darme cuenta que era lubricante, era por eso que su dedo entraba tan suave en mí, me acariciaba y metía ahora dos dedos, los giraba, los expandía, y los volvía a sacar, hubo un pequeño lapso en donde me los saco y nuevamente no hubo nada de actividad. Entonces empecé a sentir que nuevamente me penetraba, pero conforme iba empujando, sentía que mi ano se abría más y más y más, me dolía y me ponía tensa, pero él me calmaba con sus sonidos y su mano en mi espalda, empujaba un poco más y sentía más abertura y más dolor, hasta que de repente, mi ano se estrechó de golpe, tragándose todo lo que tenía ahí dentro, pero sentía que algo topaba en el exterior. Sentía invadidas mis entrañas, pero de una forma diferente, era obvio que no era su pene.

Me acariciaba con ambas manos mis nalgas mientras mi ano palpitaba con ese extraño cuerpo dentro, el subió mi ropa interior, me la coloco bien pero sin acomodar mi miembro, el cual quedo presionado hacia arriba, se pone de pie, me toma de la cintura y me jala hacia arriba, para levantarme, me gira y me sienta sobre la cama, al caer en ella, sentí como el extraño objeto movía mis cavidades interiores, no era doloroso ya, pero era muy extraño. Se sentó a mi lado, me beso nuevamente de forma apasionada, mientras me desabrochaba el chaleco del uniforme, me lo quito y comenzó a desabrochar la blusa, ya con ella abierta mete su mano y puedo sentirla tocando mi piel, esas caricias, el beso y el objeto extraño en mi interior me provocaron una excitación impresionante, mi pene mal acomodado trataba de moverse, pero la ropa interior se lo impedía, era doloroso pero muy muy excitante. Me recuesta sobre la cama, yo aprieto mis piernas juntando mis rodillas para mantener la postura femenina, el sigue besándome y acariciando mi cuerpo, toca el sostén, recorre mi estómago, acaricia los costados de mi torso. Siento una sensación extraña y nueva, un placer orgásmico, pero con sensación de orinar al mismo tiempo.

Entonces deja de besarme y se levanta de la cama, me jala de los brazos y me pone de pie, me gira para que yo le dé la espalda y me desabrocha la falda, con sutileza comienza a hacerla caer por mis caderas, sus manos siguen la figura de mi cuerpo, siento como la prenda llega al suelo y cae sobre mis zapatos, toda extendida. Me toma de ambas nalgas y las acaricia con más fuerza, las abre como si barajeara cartas, al mismo tiempo me empuja un poco el objeto, como para no permitir que salga, pero realmente no se podía, estaba muy apretado ahí dentro. Me da una nalgadita juguetona y me dice: “hija, ve a lavar toda la ropa que ensuciaste, después ve recoger ese cuarto, que quede tal como estaba”

Otra vez? Era acaso un psicópata? Me acababa de besar, te tocar, yo estaba con una blusa desabrochada, y un objeto en mi interior y ahora actúa como si nada hubiera pasado? Como si nada estuviera pasando? Empezaba a odiar su jueguito, me levante di unos pasos para que la falda quedara liberada, me agache por ella con molestia y camine con paso apretado hacia la puerta, me detuve ahí muy enojada y voltee hacia el para preguntarle en tono fuerte: “que tengo dentro de mí?” Él se agacho y recogió un empaque transparente de la cama y me lo mostro, camine hacia el como una chica furiosa y se lo arrebate de las manos para verlo, era un plugin anal. Cuando vi eso, sentí como algo descendía nuevamente de mi estómago hasta mis genitales y como mi ano tenía también una especie de espasmo. Él me dijo: “ve a hacer lo que te ordene y no quiero que eso salga de ahí, te tengo una sorpresa”

Lo más lógico era que no le hiciera caso y dejara ese juego por causa de mi coraje, pero no fue así, algo me atrapaba, una parte de mi quería ser dominada de la forma que lo hacía, mientras la otra parte me gritaba “estás loca! Respétate!” Fui a la recamara y me senté en la cama para quitarme el calzado y las calcetas, sentí el objeto haciendo presión dentro de mi. En eso entra el con un par de sandalias de tacón, altísimas, con unas correas muy lindas, me dijo: “no vas a estar desnuda haciendo tus labores” dejo los zapatos junto a mí, yo sabía que ese acto quería decir “te vas a poner estos”, se dirigió hacia el closet y hurgo en los cajones, saco un short de mezclilla diminuto, lo sorprendente es que parecía saber perfectamente que quería que me pusiera y donde estaba, lo que me hizo pensar que no era la primera vez que buscaba algo en esa habitación, saco también una camiseta delgada de tirantes y los arrojo hacia mí. Se dio la vuelta y salió de la habitación.

Acomode mi flácido miembro de forma correcta en la ropa interior, podía sentir como la punta de este tocaba el extraño objeto introducido en mis entrañas. Tomé el short y sentí la mezclilla, era hermoso, con un pequeño encaje en las piernas. Me lo puse, era realmente apretado, me costó trabajo ponérmelo, pero lo logre, este hacia que el objeto dentro de mi quedara muy fijo y mis genitales muy presionados. Me quite la blusa del uniforme y me puse la camiseta rosa que me arrojo, ajustaba perfectamente a mi cuerpo, me senté y me puse las sandalias, cada vez que me movía o me agachaba, el objeto dentro de mi hacía de las suyas, recordándome que estaba yo invadida por él. Cuando me puse de pie sentí que la altura era demasiada, costaba trabajo mantener el equilibrio, camine hacia el espejo y me vi en él. Tengo que aceptar que este atuendo no hacía que luciera tan bien como esperaba, me veía como una chica flaca, sin curvas, las sandalias hacían que las piernas se me vieran demasiado largas y delgadas. Me di la vuelta con cuidado, no era fácil caminar, los tacones eran súper delgados, incluso agacharme por la ropa era difícil. Tome un par de ligas del tocador y me hice un par de coletas en la peluca.

Tome todo lo que había usado y Salí de la recamara, el sonido de los tacones en el pasillo era hermoso, es increíble como el grosor del tacón hace diferente el sonido de otro tipo de tacón, cada paso con esos zapatos hacia que el objeto en mi interior se moviera y tocara otras partes de las paredes internas, baje con mucho cuidado las escaleras y otras sensaciones me pasaban, me dirigí al patio, puse la ropa en la lavadora y entre a la casa, al pasar la puerta del patio hacia la cocina me sorprendí de ver a mi tío de pie esperándome, incluso me asusto. Me dijo: “voy a salir un momento, cuando regrese espero que ya tengas todo como debe ser” se acercó hacia mí, me tomo de la cintura y me beso, con estos zapatos quedaba más alta, sus manos fueron hacia mi trasero y con sus dedos sobre mi hendidura, checaba que el objeto extraño siguiera ahí, al confirmarlo, lo empujo con fuerza, como queriéndolo meter aún más, era tanta su fuerza que me levantaba del suelo sin soltar mis labios. Me levanto y me sentó sobre la barra de la cocina sin dejar de besarnos, al caer sentada ahí sentí el objeto nuevamente haciendo de las suyas y mis órganos presionándose por mi propio cuerpo, lo rodee con mis piernas y con mis brazos, sentí chocar los zapatos finos de tacón entre ellos por mi falta de práctica, mi pene enfurecido pedía salir, pero su restricción lo limitaba solo a llorar.

Él tomo mis piernas y las separo al tiempo que escapaba de mis brazos, se dio media vuelta y se fue, yo quede nuevamente como tonta, sentada en la fría barra mientras él se alejaba. Cerró la puerta, yo descendí con cuidado de mi asiento provisional y subí la escalera. Me puse a recoger la recamara, acomode cada prenda en su lugar, cada cajón quedo acomodado, esperando que mis primas no se dieran cuenta, baje por la ropa limpia, la cual ya se había secado (la lavadora era muy moderna), la casa vacía hacia que el ruido de los tacones se escuchara fuertemente. Pero no podía acostumbrarme a ese objeto extraño, cada paso, cada movimiento, agacharme, sentarme, todo me recordaba que estaba ahí, pensé que mi cuerpo se acostumbraría en los siguientes minutos, pero nunca fue así. Volví a subir a la habitación a seguir con mi labor impuesta.

El tiempo transcurrió, no me di cuenta de cuanto había tardado en esto, ni siquiera me había dado cuenta de que no había comido, ahora empezaba mi estómago a recordármelo. El objeto extraño me había mantenido en una excitación constante, pero estable, en un nivel medio que hacía que no olvidara que estaba dentro de mí, pero que tampoco me provocaba masturbarme. Era rico. Al mismo tiempo que termine escuche que mi tío abría la puerta de la casa, se me hizo raro que no escuchara la puerta de la cochera, pero supuse que simplemente no puse atención.

Lo escuche subir las escalera, entro a la recamara donde yo estaba con un par de bolsas en la mano, volteo a ver a todo alrededor e hizo una expresión de gusto porque había hecho un muy buen trabajo, dejo las bolsas en el suelo y se acercó a mí, me halagaba por mi labor al tiempo que me llevaba de la mano hacia la cama, se sentó y yo quede de pie frente a él, con las piernas totalmente rectas y sacando mis pequeños pechos a causa de los enromes tacones. Me tomo de la cintura con una mano y con la otra desabrochaba el short, lo bajo con dificultad por mis piernas duras, la sensación de la mezclilla sobre la piel depilada era intensa y nueva para mi. Yo estaba muy derechita, esos tacones me hacían tener obligatoriamente esa postura, con mis manos manteniendo siempre equilibrio, cayó al suelo el short y yo levante una pierna tras otra para retirarlo, me dio la vuelta y me agacho, yo quede con las manos estiradas sobre el banquito del tocador, no podía flexionar mis piernas.

Me bajo la ropa interior hasta las rodillas, era delicioso sentir esa prenda ahí también. Tomo la parte exterior del objeto y comenzó a moverlo. Esta vez, a causa de la postura y las piernas semi abiertas y sin nada que lo detuviera, mi pene tuvo su libertad, despegándose del resto de mi cuerpo y colgando por gravedad, pero totalmente inerte. Comenzó a sacar despacio el juguete, cada milímetro me provocaba excitación, mis lampiños genitales colgaban y su acompañante crecía más y más, mi espalda se arqueaba involuntariamente cada vez que sacaba el plugin. Mi pene comenzaba a gotear, era mucho muy excitante, supongo que me había estimulado algo ahí dentro. Cuando sobrepaso la parte gruesa, mi ano se contrajo y expulso casi de golpe aquel compañero de tantas horas. Mis ojos estaban cerrados y sin darme cuenta, yo estaba jadeando. Él se acercó hacia mi rostro y sentí como lo ponía cerca de mi boca, lo recorría por mi mejilla acercándose más hacia mis labios, lo puso ahí y yo cerré con repulsión mi boca, a pesar de estar excitada eso se me hacía algo sucio. Pero el con fuerza lo empujó hacia adentro. No tuve más remedio que chuparlo, entonces conocí el sabor de mi trasero, lo cual, lejos de causarme repulsión, me excito aún más, quizá era causa de que ya estaba demasiado excitada, quizá ese acto en otras circunstancias me hubiera hecho vomitar. Lo sacaba con sutileza mientras yo lo veía a los ojos como una gatita. Saque mi lengua como pidiéndolo nuevamente, lo acerco a ella y lo lamí con morbo sin dejar de verlo a sus inexpresivos ojos. Lo volvía a meter y sacar repetidamente hasta que en un momento lo saco y no volvió a meterlo. Me acaricio el trasero y me dijo: “vete a bañar, vamos a salir” mientras caminaba hacia la puerta.

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