Nuevos relatos publicados: 7

Maduras Anónimas (Cap. 4.5)

  • 25
  • 41.978
  • 9,80 (40 Val.)
  • 3

Me llamo Margarita, tengo 54, soy la madre de David quien es mi adoración. Hace unos meses que me divorcie de mi marido; no hubo ninguna razón específica, simplemente con el paso de los años se acabó el amor. Yo me quede con la custodia de mi hijo y juntos acabamos mudándonos a un complejo departamental.

Me mude a este lugar por recomendación de mi vieja amiga Victoria quien me dijo que era el lugar perfecto para mujeres como nosotras ya que ella también vive aquí con su marido.

El lugar está bien ubicado, cerca de la escuela donde estudiaría mi hijo y en una zona relativamente tranquila, además la renta era algo que estaba dentro de mi presupuesto.

El divorcio fue algo rápido y sin problemas, prueba de que hacía tiempo nos habíamos distanciado. Me llegue a preocupar que pudiera afectar a mi hijo pero este no mostro ni el más mínimo cambio. Seguía siendo el mismo de siempre.

Si de algo estoy agradecida con mi ex es por haberme ayudado a engendrar a tan excepcional muchacho. Mi hijo es un joven inteligente, perspicaz, amable, educado y, modestia aparte, muy guapo, si bien es cierto que tiende a ser muy solitario la mayoría del tiempo. La verdad es que aun así nunca he tenido problemas con él por ello no tenía inconvenientes en dejarlo solo mientras iba al trabajo, que en muchas ocasiones tenía un horario irregular.

Además las vecinas del complejo nos habían recibido con los brazos abiertos. Era una cosa curiosa, la mayoría de las inquilinas eran mujeres maduras más o menos de mi edad. Aunque algunas vivían con sus maridos y/o sus hijos, varias de ellas estaban solas, ya sea por divorcio, por viudez o soltería.

Sin importar su estado civil todas eran atentas y amigables, incluyendo a la dueña y casera del lugar, Doña Elide.

Durante las primeras semanas las cosas marchaban bien; mi hijo se estaba preparando para entrar a la escuela, Victoria me había conseguido trabajo de doctora en la clínica donde ella laboraba y había hecho muchas buenas amigas en el complejo.

Recuerdo que una noche en particular, al salir a beber un poco con Victoria, esta me pregunto si tenía pensado buscar una relación con otro hombre. Lo cierto es que no me interesaba en lo más mínimo, prefería quedarme soltera y dedicarme a mi hijo, no me apetecía depender de ningún hombre.

-¿Y qué hay del sexo? Según recuerdo tú eras bien caliente, seguro echaras de menos la polla de un hombre.- dijo Victoria, quien como siempre gustaba de hablar sin pelos en la lengua.

Era cierto que durante mi juventud yo era algo fogosa, no en el sentido de ser una zorra que se acuesta con cualquiera sino que era de mente abierta, siempre dispuesta a probar experiencias nuevas. Había practicado el anal, la lluvia dorada, las orgias, entre otras cosas. Inclusive una vez Victoria y yo habíamos follado juntas en la universidad.

El paso de los años y la maternidad habían apagado ese fuego interior, incluso desde antes del divorcio ya casi no follaba mucho con mi marido, desahogándome con una paja de vez en cuando.

Mientras conversábamos recibimos unos tragos que nos enviaban un par de jóvenes, los cuales se podía ver que no pasaban de los 20 años. Rechace el trago educadamente.

-¿Pero qué pasa con esta juventud de ahora? Esos son apenas unos chiquillos. Fácilmente podríamos ser sus madres.- le dije a mi amiga mientras caminábamos de regreso a casa.

-¿Me dirás que nunca has pensado estar con alguien más joven que tú? Déjame decirte que esos jovencitos pueden ser muy buenos amantes. Tienen energía de sobra para darte una buena follada y están dispuestos a todo. MMMM- comento mi amiga con cierto grado de excitación en su voz.

-¿Cómo puedes saber eso mujer? ¡Si tú eres casada!- exclame sorprendida por las palabras de mi amiga.- ¿No me digas que has engañado a tu esposo? ¿Y con jovencitos?

-Bah, hace tiempo que el desgraciado ni me toca. Estoy segura que a lo mejor también tiene una amante por ahí.- dijo Victoria. - Hay muchos jóvenes ahí afuera dispuestos a darle caña a mujeres maduras como nosotras. Si estas lista para volver al ruedo te lo contare todo.-

Las palabras de mi amiga me intrigaron, sentí curiosidad por saber de qué estaba hablando. Mas sin embargo mi hijo me vino a la mente. ¿Qué pensaría de su madre si me involucraba con un hombre y más joven que yo? Opte por mejor no saber nada de aquel misterio.

-Te lo agradezco, Vicky. Pero creo que pasare por ahora, tengo que pensar en mi hijo. Tal vez cuando él se marche tenga tiempo para pensar en hombres.- le respondí.

-Como quieras. Ven a verme cuando estés lista o si no ve con doña Elide y dile que deseas ser una Madura Anónima.- dijo Victoria.- Espero que no te tardes. Ansió que vuelvas a ser la guarra de antes. Tal vez revivamos aquel tiempo juntas.-

Al decir esto la muy zorra metió su mano en mi pantalón y llego hasta mi panocha donde hundió 2 dedos dentro haciendo que gritara de sorpresa. La mentecata se alejó riendo mientras yo estaba muerta de vergüenza temerosa que alguien nos hubiera visto.

Aquella noche, mientras yacía despierta en mi cama no pude evitar pensar en las palabras de Victoria. Ciertamente sentía mucha curiosidad por lo que me había dicho. ¿A qué se refería con Maduras Anónimas? ¿Y que tenía que ver doña Elide en ello?

A mi mente vinieron aquellos jovencitos que nos habían ofrecido los tragos. Mi mano se comenzó a deslizar bajo las sabanas hasta llegar a mi entrepierna. Me imagine follando con aquellos chicos, siendo penetrada por ambos a la vez, comiéndoles las pollas hasta que me bañaran con su leche. Mis dedos ingresaron en mi ardiente sexo buscando alivio para esta calentura que me aquejaba. Pensé también en Victoria, recordé aquellas épocas juntas de jóvenes, cuando terminamos follando en su habitación. Recordé como nos habíamos comido los coños una a la otra en un delicioso 69, sus dedos entrando en mi raja con fuerza y pasión, aquel delicioso sabor que emanaba de su coño, ese increíble placer que sentimos al frotar juntas nuestras rajas, explotando en un orgasmo desenfrenado. Antes que me diera cuenta ya tenía cuatro dedos bien hundidos en mi raja mientras frotaba mi clítoris con la otra mano. Continúe dándome placer hasta correrme, empapando las sabanas de mi cama con mis jugos.

Respirando entrecortadamente la realidad volvió a mí. Por mucho que deseara volver a sentir una polla penetrándome mi hijo estaba primero. Por ahora seguiría conformándome con mis dedos, tendrían que bastar para calmar mi calentura. Que tonta fui al pensar en eso, el fuego en mi interior se había encendido nuevamente aquella noche y nada podría apagarlo. Nada, excepto una buena, gorda y dura verga.

Un par de semanas después me encontraba de regreso a mi casa luego del trabajo. Era una noche tranquila y silenciosa. Decidí cortar camino por la parte trasera del edificio cuando al acercarme al cobertizo vi que alguien salía a toda prisa de este. Pensando se trataría de un ladrón lo seguí lo más cerca que pude tratando de no ser vista. Lo vi dirigirse hasta los departamentos y subir a los pisos superiores. Ya en la luz pude darme cuenta que se trataba de un adolescente, el cual llevaba una máscara sobre su rostro. El joven iba casi corriendo, como si estuviera desesperado por llegar a su destino. Lo seguí hasta el tercer piso, donde llego hasta la puerta de un departamento y en lugar de tocar el timbre dio unos golpes sobre ella. Me sorprendió ver que una de las vecinas le abría y que esta también llevaba una máscara, pero no solo eso sino que vestía un escandaloso y sensual babydoll. La señora dejo pasar al joven y cerró la puerta.

Dude durante un par de minutos pero motivada por la curiosidad me acerque con cautela y pegue la oreja en la puerta. Claramente pude escuchar el inconfundible sonido de gemidos de placer. ¡Estaban follando!

¿Acaso era esto a lo que Vicky se refería con Maduras Anónimas? ¿Una especie de servicio de jóvenes gigolós?

Voltee para ver el número de la puerta, 306. Era doña Claudia, una amable señora que muchas veces le había pedido le llevara de comida a mi hijo mientras yo estaba trabajando.

Seguí escuchando dentro del departamento y los gemidos pronto dieron paso a palabras sucias y pervertidas que hacía mucho no escuchaba. Lo que me sorprendió aún mas era que dichas palabras provenían de la señora misma.

Me aleje de ahí aprisa, incapaz de creer que algo así fuera posible. Me dirigí a mi casa corriendo y entre como alma que lleva el diablo, estaba en un estado de shock que incluso olvide de ver como se encontraba mi hijo.

Esa noche termine masturbándome una vez más, manchando mi cama con mi orgasmo.

El shock me duro varios días, en los que no me atreví a ver a doña Claudia a la cara ni a las demás vecinas. ¿Cuántas de ellas formaban parte de esto? ¿Cómo eran capaces de hacerlo? ¿No sentían algún tipo de remordimiento al follar con jóvenes? Varias de ellas incluso tenían hijos de igual o mayor edad. Tome un par de turnos dobles en el trabajo para tratar de pasar el menor tiempo posible en el complejo.

Una vez logre recuperarme un poco me decidí a buscar respuestas. Fui directamente con doña Elide para que me explicara de que se trataba todo aquello.

La aborde en su lujoso departamento y le pregunte acerca de estas “Maduras Anónimas.” Ella me explico todo, como había nacido la idea, el tipo de servicio, las reglas que imponía para sus participantes, etc.

-¿Entonces supongo que deseas formar parte? No tiene costo de ningún tipo si es lo que piensas y tampoco es obligación para las inquilinas formar parte, si no deseas unirte únicamente te pediré que guardes el secreto de todo esto.- me dijo Elide.

Nuevamente me encontraba en un dilema sobre si aceptar tan indecente proposición y una vez más mi hijo me vino a la mente. Como la vez anterior mi instinto materno pudo más que mi calentura y educadamente decline la propuesta. Le asegure a Elide que el secreto estaría a salvo conmigo y me marche del lugar.

La normalidad parecía haber regresado a mi vida. Volví a socializar con las vecinas, quienes parecían estar al tanto que yo sabía acerca del grupo pero no formaría parte de él. En varias ocasiones las escuche hablar acerca de sus encuentros pero al verme o acercarme a conversar cambiaban el tema de la plática. Me sentí agradecida por dicho gesto ya que mientras menos supiera de ese mundo sería mejor.

Solo mi vieja amiga Victoria seguía terca y obstinada que yo formara parte de ello.

Un domingo regresaba con ella de haber salido a pasear cuando nuevamente saco el tema a colación.

-¿Segura que no estas interesada en formar parte? Créeme que es algo increíble. Hoy hubo una sesión y si no fuera porque mi marido estaba en casa hubiera estado yo empinada sobre la cama gozando una buena verga.- dijo Victoria riendo.

-Qué cosas dices, mujer, eres una guarra.- le espete. –No lo sé. Elide me conto todo hace un par de días pero aun no estoy segura de querer entrar. Además con mi hijo en casa no tendría oportunidad.

-Las clases comenzaran pronto, escoge un día que sepas que no estará y te unes a nosotras; Elide siempre está dispuesta a organizar las reuniones para tratar de complacer a todas. La de hoy creo que se hizo especialmente para que Norma pudiera follar.-

-Habla más bajo mujer. Alguien puede oírte decir esas obscenidades.- dije bajando el volumen de mi voz.

-Pero si todas están al tanto de lo que pasa aquí. No seas mojigata, mujer. Te lo digo, no sabes de lo que te pierdes.- dijo Vicky riendo nuevamente.-Hagamos esto, te avisare la próxima vez que haya reunión, te daré una dirección de internet y podrás verme follar con uno de esos jovencitos. A ver si eso te hace cambiar de opinión.-

-No puedo creer lo que dices, mujer. Sabía que no tenías pudor pero esto ya es demasiado.- le respondí bastante anonada.

-Ya verás que cuando veas como se porta uno de estos jóvenes en la cama cambiaras de opinión rápidamente.- me dijo al llegar a mi departamento para luego despedirse.

Lo cierto era que nunca lo admitirá ante ella pero en verdad necesitaba una buena verga. Como si fuera una adolescente calenturienta había comenzado a masturbarme todos los días. Lo hacía por las noches luego de asegurarme que mi hijo dormía y en las ocasiones en que me encontraba sola en la casa.

Pronto mis dedos ya no eran suficientes para calmar mi calentura y pensé en comprar un consolador para ayudarme.

Buscando conectarme un poco más con mi hijo y decidida a distraer mi mente de todo aquel lio pedí un par de días libres en el trabajo para poder ir a la playa antes que comenzaran las clases.

David y yo nos dirigimos a una playa cercana la ciudad para un fin de semana de diversión. Al principio pude notar que mi hijo no estaba muy emocionado por el viaje pero al llegar al lugar se animó más. El hotel donde nos quedaríamos había cometido un error en la habitación y en lugar de dos camas solo contábamos con una. A modo de disculpa nos entregaron 2 pases especiales para una exclusiva zona privada de la playa del hotel.

Al día siguiente temprano nos dirigimos a la playa y la pasamos increíble. Me sentí más cerca de mi hijo que nunca, nos divertimos enormemente y pude olvidarme de todas las cuestiones que me acongojaban. Luego del almuerzo recordamos que aún no habíamos usado los pases para la zona exclusiva del hotel así que nos dirigimos ahí para ver de qué se trataba.

Al llegar nos llevamos menuda sorpresa al descubrir que era ni más ni menos una playa nudista. Dude acerca de cómo proceder y voltee a ver a mi hijo.

-¿Qué quieres hacer?- le pregunte.

-Yo no tengo problema en quedarme pero si tú lo deseas podemos marcharnos.- me contesto.

-Claro que no tienes problema en quedarte porque te darás un taco de ojo con todas las mujeres de aquí, picaron.- le respondí riendo.

-Pues usted también tendrá para deleitarse la pupila con los caballeros de por aquí.- me dijo riendo también.

Ambos nos miramos y estallamos en carcajadas, al final optamos por aprovechar la oportunidad de experimentar algo nuevo.

Nos dirigimos a los vestidores para quitarnos los trajes de baño. Al quedar desnuda me observe en un espejo que había ahí y comencé a dudar acerca de si había sido una buena idea.

Me observe detenidamente en el espejo, el paso del tiempo se hacía evidente en mi cuerpo, mis senos aunque grandes ya estaban algo caídos, tenía un par de lonjas que si no eran exageradas si eran evidentes y por sobre todo mi coño estaba cubierto de una mata de vello.

Me sentí cohibida de salir desnuda y mostrar mi cuerpo ante toda esa gente y más que nada ante mi hijo. Respire hondo y reuní todo el valor que tenía y salí del vestidor donde este me esperaba afuera.

Mientras me dirigí hacia él y pude ver que estaba admirando mi cuerpo; note como su polla se ponía erecta. Debo decir que me sentí halagada que me encontrara lo bastante atractiva para tener una erección y me sonroje.

Nos dirigimos juntos a la playa, la cual estaba llena de gente. Hombre y mujeres de todas las edades, razas y complexiones. Disimuladamente le eche una mirada a los diferentes hombres y sus vergas que había por el lugar. Algunos de ellos se volteaban a verme lo que me dio más confianza al respecto. Estaba seguro que mi hijo también se deleitaba con todos aquellos senos y coños al desnudo.

Lo que más me sorprendió fue el ver cómo había parejas realizando actos que seguramente en la otra playa serian catalogados como indecentes. Mujeres mamando pollas, hombres metiéndole los dedos a sus mujeres, incluso dos hombres pajeandose uno al otro y un par de mujeres en un 69. Parecía que la exclusividad de la playa les permitía dar rienda suelta a sus pasiones sin ser juzgados.

Llegamos hasta un lugar algo apartado y echamos las toallas. Decidí echarme a tomar el sol un rato, aprovechando que al estar desnuda no tendría marcas del traje de baño. Me unte un poco de bronceador por mi cuerpo pero obviamente al no poder alcanzar mi espalda le pedí ayuda a mi hijo.

Me tumbe boca abajo sobre la toalla y el comenzó a untarme la loción. Debo admitir que me encontraba un poco mojada con todo aquel espectáculo que había visto.

Sentí las manos de mi hijo recorrer mi espalda hasta que comenzaron a descender por esta y llegaron hasta mi trasero. Sus manos se posaron en mis nalgas y el muy pícaro las manoseaba con descaro. De improviso sentí uno de sus dedos deslizarse por debajo de mi culo hasta llegar a mi coño y entrar en él. Lance un pequeño grito de sorpresa y mi hijo retiro su mano rápidamente.

El pobre chico apenado me pidió perdón y se dirigió hasta el mar. Yo no sabía si había sido un accidente o algo apropósito.

Mientras mi hijo seguía bañándose en el mar una pareja se acercó a mí. Eran algo peculiar pues el hombre se veía mayor que la mujer quien se podría decir era una chica como de la edad de mi hijo.

-Buenas tardes, señora, perdone que la moleste pero queríamos saber si usted y su amante deseaban acompañarnos a una reunión más tarde.- me dijo el caballero.- Hemos estado observándolos y creo que encajarían bien con nuestro grupo de amistades.

-Muchas gracias pero no es mi pareja, es mi hijo.- le respondí extrañada.

-Precisamente por eso encajarían bien en nuestro grupo. Me llamo Esteban y esta es mi hija Johana. Somos parte de un grupo de gente que disfruta las relaciones familiares cercanas, si usted me entiende.- me dijo el señor.

-Claro que lo entiendo pero mi hijo y yo no somos de esa clase.- le respondí visiblemente consternada.

-Oh, que lastima, hacen una bonita pareja. En fin, no le quitamos mas su tiempo. Disculpe el malentendido. Vámonos querida.- contesto el señor y tomando a su hija del brazo se retiraron. Los vi alejarse abrazados y luego la chica le dio un candente beso en la boca a su padre.

Aquello había sido el shock más grande de mi vida. Era algo inaudito, me sentí escandalizada y horrorizada por aquella proposición. ¿Cómo era posible que un padre y su hija mantuvieran una relación tan prohibida? Pero lo peor era que al parecer había más como ellos en el hotel, haciendo una reunión donde quien sabe dios qué pasaría.

El regreso de mi hijo me saco de mis pensamientos sorprendiéndome. Me pregunto por la pareja y le mentí indicándole que había algo sin importancia.

Me recosté a tomar el sol y no podía dejar de pensar en aquella pareja y su escandalosa relación. Durante mi juventud realice varias prácticas sexuales que para aquellos tiempos se consideraban tabú y no eran bien vistas por la sociedad pero aun así el incesto era algo que nunca me había cruzado por la mente. Nuevamente pude sentir aquel fuego crecer en mi interior, la calentura invadiéndome, la excitación de imaginar aquella pareja junta y el hecho de que mi hijo siquiera con la verga parada no ayudaba en lo más mínimo.

Ya entrada la tarde nos dispusimos a marcharnos de regreso al hotel cuando note que mi hijo aún seguía con toda la polla erecta.

-Pero David, ¿es que aún no se te ha bajado, hijo?- le pregunte.- Bendita juventud, divino tesoro. No puedo dejar que sigas andando por la playa la pija parada. ¿Qué clase de madre seria si lo permitiera? Habrá que hacer algo al respecto.-

Voltee alrededor para asegurarme que nadie nos veía y haciendo algo que hacía años no había hecho le tome la polla a mi hijo. La sentí palpitar en mi mano y comencé a pajearlo. Ahora que la observaba de cerca me di cuenta que tenía una buena polla, no era muy larga pero si de un buen grosor, su morada cabeza asomaba al compás de la paja que le estaba realizando a mi hijo. Solamente duro un par de minutos y lo sentí tensarse y comenzó a lanzar chorros de leche sobre la arena.

Me levante sin decir palabra y me dirigí hacia los vestidores. Me di cuenta que un poco de la corrida de David había caído en mi mano y cegada por la lujuria me la lleve a la boca para probarla. Tenía un delicioso sabor que hacía años no probaba. Al caminar rumbo a la salida me volví a topar con Esteban y su hija quien en esos momentos le hacía una mamada a su padre. Al pasar junto a ellos el señor me guiño un ojo; estaba segura que me había visto jalarle la polla a mi hijo.

De regreso a la habitación nadie dijo nada pero antes de salir decidí aclarar las cosas con mi hijo.

-Hijo, espero que no pienses mal de mí, solamente lo hice ayudarte.- le dije apenada.

-No te preocupes mama, lo entiendo. Y perdón por el incidente con el bronceador, fue un accidente.- me respondió.

Luego de ello salimos a divertirnos por el lugar. Durante toda la velada parecía que nada hubiera pasado entre nosotros. Pero durante la noche, mientras trataba de conciliar el sueño, los eventos del día se repetían en mi mente una y otra vez. ¿Cómo había sido capaz de hacerle una paja a mi hijo y luego probar su semen?

Recordé aquel momento cuando sus manos recorrieron mi espalda y como su dedo acabo por accidente en mi coño, mis manos se dirigieron hasta mi sexo y ahí mismo comencé a pajearme, con mi hijo durmiendo al lado. Esteban y Johana llegaron también a mi mente y por último la polla de mi hijo que me imagine llevándome a la boca. La excitación era tal que tuve que quitarme las pantaletas y llevármelas a la boca para evitar que mi hijo escuchara mis gemidos. Estas ya estaban mojadas con mis jugos por lo que pude probarme mi misma y al hacerlo me termine corriendo en un gemido ahogado.

¿Qué me estaba pasando? Esto no podía continuar así, antes de que terminara cometiendo una locura debía hacer algo al respecto.

A la mañana siguiente salí de compras sola. Me dirigí a una sex shop que había visto la noche anterior. Al entrar a la tienda estaba muy nerviosa y apenada por todo lo que se encontraba ahí. No era la primera vez que entraba en una de estas para comprar juguetes sexuales pero ya no era una jovencita, era toda una señora. Con mucha pena escogí un consolador y salí de ahí aprisa.

Esperaba que este juguete me ayudara a calmar aquel fuego en mi interior antes que terminara por expandirse y me llevara a cruzar una línea que no estaba segura de querer cruzar.

La noche del domingo, mientras mi hijo se encontraba fuera tome aquel juguete que había guardado muy en el fondo de mi armario. Antes de empezar me asegure de cerrar bien la puerta de mi alcoba con seguro, como si fuera una adolescente otra vez.

Era de color rojo y asemejaba un pene de verdad, incluso tenía un par de bolas en la base. Recordando mis años mozos comencé a jugar con él. Me lo lleve a la boca para probarlo, obviamente no tenía el sabor de uno de verdad pero tenía que bastar.

Luego de dejarlo bien húmedo lo lleve hasta mi ansioso coño. Estaba tan caliente que lo introduje todo de un solo movimiento. Era increíble volver a sentir mi coño lleno, el juguete llego hasta lo más profundo de mí ser. Lo deje adentro un par de minutos disfrutando aquella sensación que había olvidado hace mucho. Continuando con mi labor empecé a meter y sacar el juguete de mi ansioso coño, recibiendo el placer que buscaba y gozando lo más que podía. Lleve mi mano libre hasta uno de mis senos y lo apreté con fuerza para luego pellizcar el pezón.

Mis gemidos hacían eco en el silencio de la casa, el juguete salía de mi coño cada vez más empapado y amasaba mis pechos con más fuerza.

Buscando el orgasmo baje mi mano hasta mi clítoris y lo frote con furia haciéndome gemir aún más. Sentía mis jugos chorrear por mis muslos hasta mojar las sabanas de mi cama y con un grito de placer llegue al tan anhelado clímax.

Me sentí satisfecha gracias a aquel juguete y olvidándome de todo caí profundamente dormida.

Todo había vuelto a la normalidad, el consolador me ayudaba a calmar mis ansias sexuales. Siempre me aseguraba de usarlo cuando me encontraba sola y gracias a que mi hijo había comenzado a asistir a la escuela tenia las mañanas para ello.

Me había olvidado por completo de todo el asunto de las Maduras Anónimas hasta que un mensaje de Vicky me hizo recordar todo. La muy degenerada me avisaba que el próximo encuentro seria el viernes por la noche y me incluía una dirección de internet donde podría observarlo todo.

El día señalado llegue del trabajo por la tarde y encontré la casa sola, mi hijo me había informado que saldría por la tarde con unos amigos. Me dio mucho gusto el saber que estaba haciendo nuevas amistades y adaptándose bien a la escuela.

Luego de quitarme mi uniforme de doctora y ponerme ropa más cómoda decidí ver un rato la televisión para relajarme. Al fijarme en la hora recordé el mensaje de mi amiga y pensé en aquellos jóvenes que en esos momentos estaban en camino a brindarle placer a las vecinas. Aceche por la ventana de la casa y vi a varios de ellos recorriendo los pasillos y dirigiéndose a las puertas de las vecinas donde rápidamente eran admitidos.

La curiosidad me gano y me dirigí a la computadora, solo observaría un momento para ver de qué se trataba todo.

Ingrese la dirección y en la pantalla apareció una ventana donde pude ver la habitación de Victoria. Ella apareció unos segundos después, la muy zorra estaba vestida con un conjunto muy sexy, llevaba unas medias de red con liguero y bragas de encaje e iba con las tetas al aire. También llevaba una máscara que cubría la parte superior de rostro.

-Hola mis amores. Bienvenidos a otra sesión de ardiente sexo. Para esta noche he escogido 3 atuendos que seguro les gustaran, apenas llegue mi invitado de hoy podremos comenzar. Comiencen a preparar esas pollas y coños para lo que viene.- dijo la cabrona mientras se ponía un brassiere a juego con su conjunto para luego rematar con un disfraz de monja que honestamente la hacía pasar por una de verdad.

Parecía que mientras que yo me había apagado ella había aumentado su repertorio. De repente se escucharon unos golpes a la puerta de su casa que seguramente serian de su amante en turno.

-Parece que ya ha llegado mi invitado, iré a recibirlo y lo traeré para empezar la diversión. Veamos qué cara pone cuando me vea.- dijo y luego desapareció de la cámara.

Un par de minutos después regreso llevando de la mano a un jovencito quien también usaba una máscara para ocultar su identidad.

-Queridos feligreses. Hoy tenemos aquí a este joven pecador a quien ayudare a encontrar el camino a la luz. Jovencito, dime tus pecados.- dijo Vicky metida en su papel.

-Pues vera madre, siento una especial atracción por las maduras, me encantan, las adoro y no puedo dejar de pensar en ellas.- dijo el joven siguiéndole la corriente.

-Vaya, eso es algo muy serio. ¿Quieres decir que un cuerpo maduro como este te excita?- dijo la falsa monja poniéndose de pie y revelando su sensual conjunto al jovencito.- ¿Este coño viejo y peludo te produce placer? ¿Estas tetas caídas hacen tu pene endurecer?

Vicky se fue desnudando mientras decía aquellas palabras y solamente conservo el velo sobre su cabeza y el liguero y medias de red. El chico observaba embelesado aquel cuerpo maduro. Me recordó a la forma en que mi hijo me había observado en la playa.

Observe el cuerpo de Victoria que había cambiado con los años. Sus tetas eran del mismo tamaño que las mías e igual de caídas. No era tan gorda como yo pero tenía unos muslos más grandes que los míos. Su coño aunque peludo se veía cuidado a diferencia del mío.

-Ese es el diablo que te tienta a realizar actos impuros. Debemos salvar tu alma. Primero déjame revisar tu pene.- dijo la monja.

El chico se puso de pie y se desvistió por completo mostrándose ante la cámara. Su verga ya se encontraba erecta y debo decir que me calentó muchísimo el verla y se me antojo tenerla frente a mí.

Mi amiga se arrodillo frente al chico y no precisamente para orar.

-Mmm, si, puedo ver que el diablo ha poseído esta hermosa polla. Es mi deber exorcizar a estos demonios impuros.- y diciendo esto se llevó la polla a la boca.

A pesar que había dicho que solo observaría un momento no podía apartarme de aquel erótico espectáculo. Mi mano ya había bajado hasta mi coño y haciendo a un lado mis bragas comencé a masturbarme. Sin duda mi amiga era toda una experta mamando. Se comía esa polla con maestría, la metía toda en la boca, pasando su lengua por todo el tronco hasta las bolas.

Le chupaba la gorda cabeza como si fuera un chupete y luego la engullía toda de un bocado.

-Parece que mi boca no es suficiente para liberarte de esos demonios. Tendremos que tomar medidas drásticas.- dijo Vicky poniéndose de pie y caminando hacia la cama donde se acostó de lado y levanto una pierna enseñando todo su coño a la cámara.- Ven aquí, jovencito. Ponte detrás de mí para que yo pueda librarte del mal que te acongoja.

El chico se colocó detrás de ella acostado sobre la cama y se dispuso a llevar penetrar su coño.

-¡Espera! Yo he tomado votos de celibato por lo que mi coño le pertenece al señor pero hay otros caminos.- dijo la monja más guarra que había visto.

El chico entendió y dirigió su polla hasta su ano donde con lentitud fue introduciéndola por completo. Una vez que la metió por completo comenzó a sacarla lentamente y luego meterla de regreso.

Yo estaba excitadísima y dado que me encontraba sola fui en busca de mi juguete para ayudarme. Regrese rápidamente para no perderme ningún momento de la acción y me desnude por completo. El chico seguía bombeando su polla dentro del culo de mi amiga que gemía de placer.

Mirando el juguete una idea vino a mi mente. Recordando mis viejas prácticas intente usar el juguete en mi culo. Acerqué la punta hasta mi ojete y busque introducirlo. El juguete penetro poco a poco dentro de mi ano pero el dolor que sentía fue más del que pude soportar por lo que tuve que desistir. Años de no haber tenido sexo anal lo habían vuelto a dejar estrecho. Pensé en ir por un poco de lubricante pero necesita correrme desesperadamente así que mejor me concentre en mi coño.

El consolador me penetro rápidamente y sin problemas debido a lo húmedo de mi panocha y sin perder de vista la acción frente a mí empecé a masturbarme. De regreso a la alcoba de mi amiga el chico la seguía penetrando, ahora más rápidamente mientras le levantaba una pierna ofreciéndonos un amplio vistazo a la acción. Al frente la pareja se besaba con lujuria, y se podía ver como jugaban con sus lenguas.

Su gorda y dura polla le arrancaba gemidos a aquella monja guarra que estaba profiriendo obscenidades no muy propias de una hermana.

-Ohhh, siii, métemela, follame el culo con fuerza, mmmm, masss, rápidoooo, no pares, ahhhhhhh, ohh diosssss- gimió Vicky alcanzado el orgasmo. El chico lanzo un gruñido y pude ver cómo le llenaba el culo de semen el cual empezaba a escurrir por su ojete.

Mi calentura era tal que al ver esa imagen tuve mi primer orgasmo de la noche.

Conociendo a mi amiga sabía que aquello era solo el principio. Le dio un beso al joven y se levantó de la cama, dirigiéndose a su armario, donde luego de un par de minutos regreso ahora ataviada con el clásico uniforme de una sirvienta francesa. Sus grandes tetas apenas y cabían en aquel apretado uniforme, sus gordos muslos se lucían bajo una diminuta falda. Entro a la habitación armada con un plumero y se puso a limpiar mientras el chico la observaba desde la cama.

-No se levante, señog. Solo vine a limpiag un poco.- dijo Vicky tratando de imitar lo mejor que podía un acento francés.

Paso el plumero de aquí para allá y una vez estuvo frente al chico se inclinó para recoger la ropa tirada en el suelo, mostrándole todo su trasero al desnudo pues no llevaba ropa interior. Se quedó empinada unos segundos meneando el culo hasta que el chico capto el mensaje y avanzo hasta ella con la polla al aire.

Pensé que se la metería nuevamente pero lo vi agacharse y hundir su boca en aquellos labios vaginales. El chico le estaba comiendo el coño a mi amiga y parecía hacerlo muy bien pues Vicky tenía problemas para mantenerse en pie.

-Pero señog, ¿Qué está haciendo? Yo no soy de esas, solo soy la sigvienta.- dijo Vicky con su fingido y gracioso acento francés.

-Vamos, no finjas que no te gusta. Se ve que lo disfrutas.- dijo el joven antes de regresar a su labor.

-No señog, ahhh, pare pog favog, mmmmmm, Alguien pude venig y descrubignos- gemia la sirvienta.

El joven estaba enfrascado en su labor y Vicky tuvo que apoyarse sobre una mesa contigua para evitar desplomarse. Era increíble ver que un chico tan joven estuviera haciendo temblar a una autentica zorra como mi amiga, con sus años de experiencia en el sexo.

Vi como mi amiga se convulsionaba y estaba segura que había tenido un orgasmo gracias a la hábil lengua del chico. Este se levantó y sin previo aviso hundió su polla dentro de su chorreante coño.

La verga del joven desapareció de una estocada dentro de aquel coño maduro y Vicky soltó un gemido de placer.

-Oui, señog, métamela toda, ahhh, siiii. Que rico.- gemía Vicky abrazada a la mesa que se tambaleaba con la fuerza de las embestidas.

Aquello debía ser increíble, sentir esa polla joven penetrándote, con aquel brío y poder de la juventud. Mi polla de plástico entraba y salía con fuerza de mi coño, tratando de igualar lo que veía en la pantalla. La metía con toda la fuerza que podía, tratando de introducirla toda en mi interior, gimiendo y resoplando al hacerlo. No tarde mucho en correrme otra vez mientras los amantes del video seguían en su faena.

Pensé que esta vez le llenaría el coño de leche pero mi amiga hizo detenerse al joven y que le sacara la polla del coño.

-Espera corazón, aún falta un atuendo más. Tengo que complacer a mi público y te prometo que te gustara.- dijo Vicky haciendo que el chico se sentará en la cama y le coloco una toalla sobre su duro pene y se metió de nuevo al armario para cambiarse.

No podía creer que aun tuviera ganas de más y aún más sorprendente que el joven pudiera darle más caña todavía. Recordé al vago de mi ex marido, quien luego de follar por unos minutos y correrse se volteaba a dormir dejándome insatisfecha. Era evidente que el marido de Victoria era igual y ella había tenido que recurrir a los jóvenes para saciar su calentura.

Mientras esperaba el joven se pajeaba con la toalla lentamente, supuse que para no perder la excitación. Yo me encontraba en las mismas pues aún tenía el consolador enterrado en mi coño y moviéndolo lentamente.

Ciertamente era algo que daba mucho morbo, el saber que había cientos de personas observándote mientras follabas quienes se encontraban pajeandose contigo, gimiendo junto a ti y seguramente fantaseando con ser partícipes del encuentro.

Vicky regreso con otro disfraz pero rápidamente me di cuenta que se trataba del uniforme de enfermería que usábamos en el trabajo. La muy guarra iba a follar con su ropa de trabajo.

-¿Pero que tenemos aquí? Un joven paciente, ¿dime muchacho que problema tienes?- dijo Vicky nuevamente metida en su papel.

-Pues vera doctora, tengo una hinchazón en la zona genital que no se baja. Creo que necesito ayuda.- dijo el joven señalando su entrepierna.

-Creo que tendré que echar un vistazo.- y diciendo esto la vi ponerse de rodillas frente al chico y retirar la toalla que cubría su hermoso y erecto pene.- Vaya que es todo un problema. Será mejor que pongamos manos a la obra.

Vicky se llevó aquel pene nuevamente a la boca y le propino otra espectacular mamada al chico.

Saque mi juguete empapado de mi coño y tratando de imitar lo que hacía Vicky lo lleve mi boca, copiando lo que ella realizaba. Sentí el familiar sabor de mis propios jugos y cerré los ojos e imagine que era la polla del joven la que yo estaba chupando.

Intente metérmela toda a la boca pero apenas y llegue a la mitad, la saque y la lamí mientras podía escuchar los gemidos del joven en la pantalla fantaseando que era yo quien le provocaba ese placer.

Termine por limpiar todos mis jugos de aquel consolador y lo llene por completo de saliva.

Abrí los ojos y descubrí que los muy guarros ya estaban follando nuevamente. Esta vez el chico estaba acostado en la cama mientras Vicky montaba su erecto miembro.

Las enormes tetas de mi amiga rebotaban descontroladas mientras cabalgaba a su amante. El chico llevo sus manos hasta aquellos globos de carne y los atrapo, amasándolos juntos y haciéndola gemir.

Acompañándolos en su placer lleve el juguete hasta mi coño donde lo introduje hasta el fondo y pronto ya estaba gimiendo junto a ellos.

Perdí la cuenta de cuantas veces ya me había corrido observándolos, solo me concentraba en disfrutar y alcanzar un nuevo orgasmo.

En la pantalla vi que Vicky se retiraba de la polla del joven y haciéndolo sentarse en el borde de la cama se agachaba otra vez para darle otra mamada. Pero esta vez fue algo diferente pues tomando sus grandes pechos los coloco sobre la polla del chico y la hizo desaparecer entre ellos.

Comenzó a pajear al joven usando sus enormes pecho y la punta del pene podía verse salir de entre ellos por ratos donde ella extendía su lengua para lamer su morada cabeza hasta que de improviso el chico lanzo un gemido y chorros de leche salieron disparados de su verga, bañando las tetas y rostro de mi amiga quien como toda una guarra lo recibió con deleite.

Al ver como esparcía su semilla aquel erecto miembro me hizo tener un orgasmo final, deseando ser yo quien recibiera esa increíble corrida.

Cubierta de semen, Vicky se dirigió a la cámara con una enorme sonrisa en el rostro.

-Espero que les haya gustado, mis amores, yo lo disfruté muchísimo. Hasta la próxima y háganse una paja pensando en mi.- dijo despidiéndose con un beso a la cámara.

La transmisión término, la pantalla se quedó en negro y volví a la realidad. Aún tenía el consolador metido en mi coño y el piso estaba hecho un asco con todos los jugos que habían chorreado de mi acalorada sesión.

Recordé que mi hijo podría llegar en cualquier momento y rápidamente me puse de pie, lave el consolador y lo regrese a su lugar secreto. Me puse una bata y empecé a limpiar todo el desorden que había causado.

Logre terminar al mismo tiempo que mi hijo entraba por la puerta pero aún quedaba un poco de olor a sexo por el lugar, esperaba que él no lo notara. Me saludo un tanto nervioso y se dirigió con rapidez a su habitación.

Su comportamiento se me hizo extraño hasta que vi el motivo de su incomodidad; con toda la faena mi bata se había abierto dejando mis senos y coño al aire. Totalmente apenada la cerré rápidamente.

Nuevamente me fue difícil conciliar el sueño esa noche. No podía negar que todo lo que había visto había sido muy excitante, recordé la polla de aquel joven, la energía con la que follaba a mi amiga, su resistencia para aguantar varios encuentros, su compromiso a seguir con el juego y esos chorros de leche que salían disparados de esa magnífica verga. Recordé también la cara de placer y satisfacción de Victoria al experimentar orgasmo tras orgasmo cortesía de su joven amante. Esa podría ser yo, yo podría experimentar todo eso, solo tenía que aceptar ser una Madura Anónima y tendría una joven polla a mi disposición.

Una parte de mi aún se debatía en aceptar, aquella parte que me decía que estaba mal, que no era correcto hacerlo, que debía pensar en mi hijo, en la sociedad, en la decencia. Suspire en la oscuridad y me resigne a seguir conformándome con mi juguete.

Aquella noche la parte racional gano la pelea contra el instinto. ¿Pero por cuánto tiempo más?

(9,80)