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Dulce y amarga amistad (13 y último)

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Historia de dos amigos: Jesús Alejando y Álvaro

Me levanté muy tarde y porque mamá vino a despertarme, había dormido poco, no me sentía con ganas de ver a nadie, solo deseaba cerrar los ojos y olvidarme del mundo y lo que pasaba fuera de mi habitación.

-Prepárate, recuerda que hoy comemos con los tíos y no quiero llegar tarde. -Se sentó en el borde de la cama y me revolvió el cabello, la miraba sin responderla, y por una vez, se preocupó por mi al ver mi estado de depresión extrema.

-¿Estas mal cariño? Si quieres llamo a los tíos para disculparnos y nos quedamos en casa. -Era muy extraño que renunciara a la comida por mi, habría más gente y a ella esas comidas y cenas con mi tía y sus amigas le encantaban para relacionarse. Claro que ella realmente no era mala, solo egoísta.

-No es nada mamá, he dormido poco pensando en mañana, será mi primer día y estoy nervioso, prefiero quedarme en la cama, vosotros podéis ir sin mi.

-¡Ay! hijito, ya no me acordaba de que mañana comienzas tus clases, ya eres un hombrecito y no me doy cuenta, pero fuérzate a levantarte, no estés todo el día en la cama.

Sentí arrancar su coche y seguí postrado en la cama, ¿levantarme para qué? Quise desviar mis pensamientos y pensar en el día que me esperaba mañana, me había quedado adormilado y el móvil comenzó a sonar, lo quise coger, con tan mala fortuna que se me escapó de la mano.

-¡Mierda! ¡mierda! ¿Dónde te has metido máquina infernal? -Revolví entre las sábanas, había ido a parar debajo de la cama, lo más lejos y de difícil acceso donde que podía llegar, justamente al centro, me escurrí reptando en el piso para alcanzarlo y dejó de sonar.

-¡Maldito trasto, ya te voy a dar yo a ti! -Me estaba volviendo loco hablando con el puñetero teléfono, la pantalla se había apagado y recuperé la entrada. Lo suponía y al brillar me lo confirmo, Álvaro. ¡Al fin me llamaba! Volvió a sonar y deslicé el dedo por la pantalla para escuchar su voz.

-¡Jesús! Buenos días.

-¿Álvaro?

-No, tu hada madrina, ¿no lo lees en la pantalla?

-Es que no te esperaba, bueno sí. Estoy un poco dormido y en la cama todavía.

-Son las once, debemos hablar, tengo que conversar contigo. -Su voz no sonaba amistosa, ¿pero qué esperaba? -Un ¡hola cariñito! ya he llegado y lo primero que hago es preocuparme por ti mi príncipe azul.-

-Puedes venir a mi casa, ¿o voy yo a la tuya? -No quería que viniera y me encontrara como estaba, era capaz de llegar en un minuto.

-Mis padres no están y necesito ducharme, o lavarme los dientes, o vestirme, no se, algo. Me preparo y voy lo más rápido que pueda. -Ahora que nos íbamos a encontrar lo que necesitaba era tiempo para tranquilizarme.

-Estas nervioso, no vayas a romperte la cabeza al bajar las escaleras. Entonces te espero, aunque sería mejor que yo fuera a tu casa, tardaríamos menos.

-No, no lo hagas, enseguida estoy ahí. -Y corté la comunicación para correr aturdido de un lado a otro, me cepillé los dientes y seguido me metí en la ducha, el sol entraba por la ventana y tenía que hacer buen día, estábamos a primeros de Septiembre y los días seguían con temperaturas fuera de lo normal y con mucho calor. Un polo blanco, un pantalón corto, unos tenis y el slip, era más que suficiente ropa.

Bajé atropellado y pasé por la cocina, Joaquina limpiaba los cristales y se volvió al escucharme entrar.

-Lo siento, no he podido recoger la habitación, tengo mucha prisa.

-Ya lo veo, llevas los cordones de las zapatillas sin atar y te vas a tropezar si los pisas. ¿No vas a desayunar?

-No tengo tiempo, no tengo tiempo. -Repetía constantemente a la vez que me ataba los cordones.

Cogí el coche para tardar menos, si tenía prisa para darme las malas noticias que fuera cuanto antes. Traspasé la puerta del jardín y vi a Draco que caminaba hacía mi, el no tenía prisa como su dueño, él ya era viejo, y sabio, y no necesitaba correr, sabía que llegaría con tiempo para que le rascara tras las orejas e intentar ponerme las patas delanteras en el pecho.

-¡Jesús! Si que te has dado prisa por una vez. Sígueme, y tu no metas, ruido no quiero que Natalia se entere de que Jesús ha venido. -Le hablaba al perro como si le entendiera y posiblemente lo hiciera porque nos seguía sin ladrar ni meter ruido, lento y con su paso cansino por el calor.

Solamente me había dirigido una mirada superficial, tampoco estaba reguapo, ni tenía antenas en la cabeza para que se asombrara ante mi, yo si que le miraba andar delante de mis ojos precediéndome, con sus hombros anchos cubiertos por una camisa azul de mangas subidas hasta el codo y suelta por encima del pantalón, también podía admirar ese culo respingón, grande y soberbio que se movía ante mis ojos, metido en el apretado pantalón de tela vaquera, verde pálido, que a duras penas lo podía contener, parece que continuaba creciendo y la ropa se le quedaba pequeña.

La ventana de la sala de música estaba abierta, volaban las notas que salían del piano, huyendo para perderse en las coloridas flores del jardín. “Thaïs” de Massenet se escuchaba nítidamente para ayudar al sol a hacer más “alegre” la mañana. Sin darme cuenta dejé que saliera un suspiro de mi pecho y Álvaro se volvió colocando un dedo en sus labios para que no metiera ruido.

Nos alejábamos hacia el rincón del, casi seguro, centenario tejo, caminaba con rapidez ahora y no podía apartar la mirada de su andar casi felino no obstante su gran figura. Nos detuvimos ante los columpios y me senté en uno de ellos, él se situó a mis espaldas y comenzó a impulsarme, primero suave y luego con fuerza haciendo que volara hacia las ramas más bajas, podía ver las ventanas de la primera planta de la casa, lentamente fue dejando de impulsarme hasta que detuvo el columpio y colocó las manos sobre mis hombros, me estaba haciendo sufrir con su tardanza en hablar y llevó la mano derecha a mi boca, me abrió los labios y metió los dedos, los sacó cuando estaban húmedos e introdujo la mano por el cuello del polo hasta rozar mi tetilla y acariciarla.

-Por Dios Álvaro, párate ya, dime lo que sea y no juegues conmigo. -Dio la vuelta al columpio y se arrodilló sobre el verde césped, entre mis piernas abiertas.

-¿De verdad, pero de verdad, no imaginas lo que quiero decirte, lo que ya te estoy gritando arrodillado? -Gemí y cerré los ojos.

-No se nada Álvaro, me confundes y temo engañarme. -Bajó la cabeza y depositó los labios en mi pierna desnuda haciéndome temblar, despacito tiraba de mis piernas deslizándome de la tabla hasta que caí encima de él.

-Te quiero Jesús, te quiero, tan difícil es de que lo veas. -No sabía si llorar o reír, iba a hablar y colocó los dedos en mis labios.

-Desde siempre te he querido y no lo notabas porque tenías un mundo diferente, un mundo mágico a tu alededor. Quería decírtelo, sí, pero eras el niño mimado por todos y Alfonso se me adelantó. Luego, igual puedes recordarlo, cuando le visitamos en el hospital con Demian, tenía una esperanza al marchar Alfonso lejos, y desapareció aquella misma tarde, se fue como había llegado, tu primo supo aprovechar el momento, fue más listo, yo me quedé cuidando al enfermo y se te me llevó.

Veía en sus ojos la sinceridad absoluta y no podía creerlo. -Le acaricié la cara con miedo.

-¡Cuánto daño te tuve que hacer!

-Bueno, tu eras feliz y eso para mi era lo primordial, lo más importante después de todo.

-Yo también te quiero Álvaro, he estado dormido hasta hace muy poco tiempo, te dejé pasar, lo siento, lamento tanto no haberme dado cuenta de que estaba siempre ahí, junto a mi en los peores momentos para que no estuviera solo. y en los mejores para acompañarme.

-No llores, no sabes como me rompes, ninguno hemos tenido culpa y ahora, ahora es el presente, lo demás pasado, dime otra vez que me quieres Jesús, mil veces, dímelo siempre mi vida. -Me dio la vuelta y quedó sobre mi, bebiendo las lágrimas que yo vertía.

-Te quiero Álvaro, te quiero, te amo. -Evitó que siguiera diciendo te amo con sus besos, estaba dispuesto a repetirlo hasta el infinito.

-Jesús, mi vida no vuelvas a escaparte, ya han sido dos veces y no soportaré una tercera.

Nos besamos hasta que nuestros labios estuvieron a punto de sangre, su amado cuerpo sobre mi, encerrado, aprisionado, encadenado entre mis piernas para evitar que se fuera, teniendo de testigos a Draco que sin entender movía a veces la cola, a las pequeñas, algodonosas y blancas nubes, al radiante sol que ya quemaba, a las ramas del viejo tejo, que cómplices de nuestras expresiones de amor nos cobijaban.

La felicidad me transportaba a mundos maravillosos, donde solo sentía sus labios calientes besando toda mi cara, mi cuello; sus ardorosas y ávidas manos recorriéndome el pecho por debajo del polo y mis piernas desnudas enredadas en su cintura; el peso de su amado cuerpo sobre el mío evitando que me moviera.

-Álvaro amor, tenemos que movernos, se me queda todo dormido.

-Mi vida te estoy aplastando sin darme cuenta. -Me ayudó a levantarme y tuvo que sostenerme para que no cayera.

-Mi amor perdona que no me de cuenta. -Sus brazos me rodeaban y ahora era de pie, pero no dejaba de besarme, menos de lo que quisiéramos y necesitábamos.

-Vamos a casa, hace mucho calor y tomaremos un refresco.

-Para mi un vaso de leche, aún no he desayunado. -Entramos por la puerta de la cocina agarrados de la mano, me sirvió un vaso de leche gigante y para él agua del grifo, ya no hablábamos solo nos mirábamos mientras bebíamos lentamente, y nuestras miradas lo decían todo.

-Ven, vamos. -Cuando los vasos estuvieron vacíos volvió a cogerme la mano y me arrastró por la casa tirando de ella, su mamá estaba recogiendo unas partituras de música y metiéndolas en una carpeta.

-¡Jesús, cariño! No te había sentido llegar. -Venía hacía nosotros y quise desasirme de la mano de Álvaro pero me sujetó más fuerte, su mamá me abrazó y seguro que se fijó como nos agarrábamos las manos.

-Los padres de Jesús no están, ¿puede quedarse a comer con nosotros?

-Iba a ocuparme de eso ahora, ordenaré que pongan otro plato.

-No quiero molestar. -Su madre se había encaminado hacía la puerta y se volvió.

-Tú nunca molestas. -Otra vez reanudaba su camino y Álvaro no la dejó.

-No he terminado de hablar mamá. -Nos miraba y creo que con picardía y mucho amor.

-Nos queremos, Jesús y yo quiero decir. -Mi amor se había puesto rojo, su mamá sonrió como si fuera una evidencia, y en realidad si lo era aunque nosotros no nos diéramos cuenta.

-Se os nota cariño. -Bajo las vista hacia nuestra manos enlazadas y luego abrió los brazos. Álvaro me llevó para quedar abrazados a ella.

-Me alegro mucho mis niños, por los dos, y ya era hora.

-Pero mamá tu sabias que yo… -Dejó que su risa le saliera.

-Soy tu mamá, ¿recuerdas? -Y entonces apareció Natalia y su padre. Deshicimos el abrazo pero su madre nos seguía cogiendo por la cintura en medio de los dos.

-¿Qué sucede, por qué estáis así?

-A ti no te importa Natalia, nos habéis interrumpido. -Álvaro parecía seriamente molesto con su hermanita.

-No importa Álvaro, ya hemos hablado lo suficiente por ahora, creo que es mejor que salgáis a dar un paseo hasta la hora de la comida, os sentará bien.

-Yo también voy con ellos. -Natalia me cogió la mano esperando mi decisión y que la apoyará.

-Natalia, deja a los chicos, además tu y yo tenemos que hablar, ahora marcharos de una vez. -Su mamá nos espantaba y el padre callado esperaría a lo que su esposa le contara lo que sucedía cuando traspasaramos la puerta.

Paseamos a pie hasta llegar a la playa aún con bañistas que aprovechaban el buen día y las altas temperaturas, cogidos de la mano, sintiendo como ahora me la apretaba para llamarme la atención hacia algún punto o lo que quisieras señalarme.

Me sentía en el cielo estando a su lado, pudiéndole abrazar la cintura sin miedos ni complejos, sin que algo o alguien lo impidiera, pudiendo anunciar al mundo que nos queríamos, sin esconderlo de las miradas ajenas.

Él se compró un helado en un puesto de la playa, y sentados en el pretil del muelle, entre sus piernas, me sujetaba la cintura con mi espalda apoyada en su pecho para evitar que cayera.

Volvimos a la hora de la comida, puntuales como se nos había pedido, su padre nos miraba disimuladamente y se comportaba como si nada sucediera, Natalia en cambio quería estar a mi lado en todo momento, sentía celos de su hermano.

Resulto el día más hermoso de aquel verano a punto de terminar, tanto que mama a su vuelta lo notó.

-Parece que se te han pasado los males.

-Todos mamá, todos.

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Comenzaron las clases con mucho trabajo para ser el comienzo, estábamos en diferentes facultades, yo en la de medicina y el en la de derecho, siempre había creído que le interesaba más la aeronáutica. Las clases no eran coincidentes, diferían los horarios y como consecuencia los descansos, buscábamos pequeños tiempos para estar juntos y vernos, en la cafetería o en sentados en el verde del los jardines, aún podíamos hacerlo.

Solo nos besábamos, mucho pero solo eso, nos conformábamos, no había prisas. Su mamá quería que pasáramos una revisión médica, no lo veía necesario pero tendríamos que hacerlo, y un día de esa semana, a la salida de clases, hacía tanto calor que muchos estudiantes se quedaron esparcidos en grupos por el verde del campus, para hablar algunos y Álvaro no quería precisamente hablar.

Nos alejamos un poco de los demás y empezamos con nuestras sesiones de besos, sus dulces y calientes besos, y también a acariciarme metiendo la mano debajo de la ropa, yo también lo hacía, no era manco, me encantaba pasarle la mano por el penachito de vello que ya se le veía crecido en el centro del pecho y alrededor de las tetillas. Me tenía tan, tan perdidamente enamorado que haría locuras si él me las pedía. Estábamos en un beso prolongado jugando con nuestras lenguas, disfrutando de nuestro aliento, diputándonos las salivas.

-¡Ayy, Álvaro, tu verga! -Se le había puesto dura contra mi pierna, dura y más que dura.

-Se siente inquieta, perdona. -Intentó apartarse y me empujé contra él.

-No importa, me gusta sentirla así junto a mi, pero luego te va a doler.

-¿Te gusta mi verga?

-No me preguntes, sabes que me encanta, ¡Ayy, tu verga tan rica.

-Tócala un poco por encima de la tela. -Coloqué la mano sobre ella y me estremecí, la sentía muy caliente, gorda y dura.

-Será peor Álvaro, nos calentaremos y no podemos hacer nada aquí en la calle.

-Si podemos, mete la mano por la bragueta y cógemela. -Era muy excitante, no la podía mover de donde estaba ubicada, ocupaba todo el espacio y solo podía pasar la mano a lo largo de su tallo.

-¡Ahh! qué rico Jesús, que rico. -movía ligeramente el cuerpo ayudando al frotamiento de mi mano sobre su polla.

-¡Qué rico mi vida, tenía muchas ganas. -La mía a su vez reaccionaba endureciéndose y Álvaro me la cogió haciendo lo mismo que yo le hacía pero sin meterme la mano.

-Vamos a hacer una cosa, verás. -Se quitó la sudadera y la puso sobre la cintura tapando la parte media del cuerpo.

-Mete la cabeza debajo, nadie te verá, podrás chuparla, ¿quieres?. -Que niño era a veces y no podía decir que no a una voz tan dulce suplicando, y claro que yo lo estaba deseando, me moría por chupársela aunque me daba algo de miedo que nos sorprendieran, y me tenía encendido pasando la mano por mi polla. Y además Álvaro era mi novio, no hacíamos mal a nadie, bueno, salvo chuparle la verga en la calle, pero pensar que era a mi novio me dio mas confianza.

-Vale, tu vigilas si se acerca alguien para darme tiempo a salir. -Metí la cabeza bajo la sudadera, no me cubría del todo, le bajé la bragueta y el botón de la cintura.

-Sube un poco el culo. -Necesitaba bajarle el slip para poder sacarle la verga y los huevos. Me mareo el perfume varonil que desprendía y la boca se me hizo agua, la acaricié y la retuve apoyada contra mi cara, qué suave era su piel, que caliente estaba, viva y palpitando contra mi mejilla, con el agujero de la uretra en mi nariz para empaparme de su olor, así quería permanecer y dormirme sobre esa almohada de carne viva. Le pasaba la mano por los testículos mientras la besaba una y otra vez sin cansarme.

-La tienes muy grande Álvaro, está tremenda.

-Chúpala porfa, porfa, me va a dar algo si no me corro. -No quería que aquello terminara pero tenía razón, comencé a comérmela despacio, tragándola poco a poco, haciendo lo imposible para contenerla toda, no había olvidado mis practicas y pronto tuve los labios besando su pubis, aguantando toda aquella carne en la boca y la garganta, cuando sintió que la tenía entera dentro de mi, me follaba con pequeños movimientos de cadera, luego yo la sacaba para respirar y nuevamente a meterla entera y repetir, fueron tres veces las metidas profundas y comenzó a gemir, a apretar y poner tenso el abdomen y las piernas, la eyaculación era inminente, le dejé disfrutar hasta el último instante el calor de mi garganta, y en el momento de vaciarse la saqué dejando el glande en la boca, se la masturbé con fuerza y el volcán que tenía dentro le desbordó.

No sabía que un hombre pudiera echar tanta leche, tragaba sin cesar para que no se ensuciara, pero el semen que se me escapaba escurría hasta los pelos del pubis y los huevos. Seguía con ella en la boca para que se vaciara del todo y se quedara floja, lamí todo lo que había tirado, los pelos y los testículos y volví a dejar mi cara sobre la verga, como me gustaba sentirla y saber que ya era mía.

Me destapó la cabeza y se arreglo la ropa.

-Te vas a quedar dormido abrazado a ella, gracias mi amor, lo necesitaba tanto. Te amo Jesús mío, eres un cielo, mi cielo.

-Me ha gustado y lo he pasado bien, no me des las gracias.

-Ahora te toca a ti gozarla. -A mi ya se me había bajado y no lo necesitaba como él.

-Es igual, déjalo ya estar.

-Ni hablar, no. Sácate la polla. -Su sudadera valía para uno y para el otro, la colocó tapándome como hizo con él, y me guiño con picardía un ojo.

-Ahora es tu turno de vigilar, espero que te guste. -Se metió de golpe toda la polla a la boca, y a su calor crecía a velocidad de Formula Uno, no era aún un maestro mamador, pero le ponía un entusiasmo tremendo, además, se chupó un dedo y llegó hasta mi ano, elevé el culo para facilitarle el acceso.

Y cerré los ojos, y olvide mi misión de vigilante, y soñé que ese dedo se engordaba, y que crecía hasta convertirse en su verga perforando mi culito, deseaba que eso sucediera, tener la oportunidad de que me cogiera hasta matarme de placer. Sujeté su cabeza para que mi polla no se saliera de su boca, y el liquido precioso de mis testículos le llenó.

-No ha estado mal ¿verdad?

-Ha estado divino, eres un prodigio de ocurrencias. Te amo hombretón.

-Yo también pequeño.

Estábamos delante de la puerta de su casa y ya se disponía a salir del coche.

-Estaba pensando, y me gustaría que así fuera, en invitarte a comer el domingo, en casa de mis tíos, una comida restringida a la familia, formalizarán el compromiso de Demian y Mara. Nuestra familia y la suya solamente.

-¿Crees que yo deba estar? No se Jesús, igual… No se, en su casa…

-Eres mi novio y quieres que sigamos ¿no?, ya eres de mi familia como yo de la tuya.

-De acuerdo, y como tengo que ir vestido. Solté una carcajada que creo lo ensordeció.

-Un traje de baño si hace buen tiempo, y tu sudadera por si la necesitamos como hoy, el jardín de mis tíos es muy amplio y podemos perdernos en él. -Vi que se quedaba desconcertado.

-Lo que quieras, no es una comida de gala, no tienen que impresionarse unos a otros, todos son importantes, van a pasarlo bien y un día de relax, quizás las damas quieran lucir modelos, tu ya luces lo suficiente. Arranqué el vehículo y partí, aun le veía por el espejo retrovisor en la puerta del jardín, aturdido y sin entrar.

Al momento de llegar a mi habitación le llamé por el móvil.

-Creo que me he marchado sin despedirme. Muuaaa, muaaa, Mil Muuuass, perdóname. -Y no esperé su respuesta que me llego un minuto después en forma de mensaje.

———————————————

Tenía que llamar a mi tía para que fuera la primera en saber que estaba con un chico, Álvaro, ella le conocía desde pequeño, de verle en mi casa jugando en mi grupo de amigos, junto con Demian y seguro que se acordaba, necesitaba su ayuda para que me facilitara la labor de presentar a mi novio en la familia de forma natural, sin hacer una fiesta que no era necesaria, y en parte también para que lo aprobara aunque no era lo importante.

Le dolió lo que paso con Demian, fui yo en última instancia el que dije ya basta, ella le quiere como si fuera un hijo suyo, pero me constaba que yo era su preferido.

Como siempre los servicios de Paula no eran remunerables, en seguida consiguió que, dentro de sus muchas ocupaciones, hallara un hueco para atender mi llamada.

-Dime querido, ¿qué es tan urgente que no puede esperar unos días?

-Besos Marta, a veces la llamaba por su nombre y eso la gustaba, tienes que dedicarme unos minutos, poquitos, para presentarte a alguien muy importante para mi. -No me dejó continuar.

-Si es así invítalo a comer el domingo y allí me lo presentas.

-Ya lo he hecho pero necesito que lo veas antes, de verdad será poco tiempo, cuando tengas un ratito, faltamos a clase si es necesario, porfa Marta.

-¿El sábado a la mañana te parece bien? Tengo que ocuparme de los detalles del domingo.

-Hecho tita. Eres la mejor, te quiero. Oye, ¿y donde nos vemos?

Tengo que salir a ver unos vestidos y regalos con una amiga, tu madre no puede o no quiere acompañarme, la dirección la conoce Paula. Me ha dicho Demian que estuvo contigo en la notaría, le vi enfadado, molesto por algo, volvisteis a tener otra pelea.

-No Marta, estuvo muy amigable y encantador, será por algún motivo de trabajo, lo nuestro quedó en el olvido y ahora somos los mejores amigos y primos. -Seguramente no tomaría mis palabras como ex cádrera pero era suficiente.

-Tía, una pregunta más, ¿estará Paula en la comida del domingo?

-Por supuesto que si, ella se está encargando de todo, para luego hacer ver que soy yo.

Nos despedimos y Paula me llamó para darme la dirección de la tienda donde encontraría a la tía el sábado, se trataba de Loewe en la plaza principal, sin posibilidad de perderse, me explicó inclusive, el motivo exacto, los regalos que iba a hacer el domingo a las mujeres que estuvieran en la comida, de eso era de lo que ella tenía que ocuparse.

La encontramos con las compras finalizadas y su chofer llevándolas hacia el coche, la saludamos y encargó a su chofer que llevara a su amiga de vuelta a su casa y que le llamaría para que la recogiera más tarde.

-Ahora muchachos, una vieja va a presumir del brazo de dos jóvenes hermosos paseando por la Gran Vía.

-Tía tu nunca serás vieja, eres mayor que mamá y aparentas menos años.

-Si señora, Jesús tiene razón.

-Aduladores preciosos, o sea que Álvaro es tu pareja.

-Pareces bruja tía, pero de las buenas. -Los tres reíamos alegres llevando del brazo a una bellísima dama.

-Ya habéis crecido pequeños, y veréis, me alegro, Álvaro siempre me ha parecido un buen muchacho, e inteligente, ahora un joven camino de ser?…

-Abogado señora.

-A partir de ahora mejor que me llames Marta, me gusta más y me rejuvenece, Jesús te ha invitado a la comida de mañana, no se te ocurra faltar, sería una ofensa grave.

-No Marta, seguro que estaré allí, también yo me alegro por Demian.

-Así está mejor, no es tan difícil contentar a una señora haciendo lo que esta desea, y pensaréis invitarme a algo, un café por ejemplo. -Entramos en una cafetería y nos sirvieron las bebidas, aproveché para hablarle cuando Álvaro se ausentó para ir al aseo.

-¿Qué opinas tía?

-Increíble, se ha puesto guapísimo y muy apuesto, parece un castillo que tendrá a su príncipe, a mi pequeño.

-No me refería a eso. -Me miro sonriéndome maliciosa.

-Sabes, quiero muchísimo a Demian y tiene sus virtudes, tu eres diferente, él no te convenía, para ti prefiero a este chico que no deja de mirarte, al final has tenido suerte mi amor.

-Gracias tía. -Terminamos y llamó a su chofer, ahora todo estaba bien y creo que ha estado en lo cierto. Álvaro es muy distinto a Demian, más humano y cariñoso, un compañero perfecto.

——————————-

Conocimos a Mara la novia de Demian, a sus padres y sus dos hermanas menores que ella, una de nuestra edad y también estaba en la misma universidad que nosotros, enseguida nos hicimos amigos, de ella en especial.

Pudimos estar en bañador y utilizar la piscina, no era broma cuando se lo decía a Álvaro, llevó un bañador ajustado y creo que las chicas se morían al mirarle, igual que yo que no podía apartar la mirada de su cuerpo, estaba jugando en el agua con Mara y mi tío se colocó en una tumbona a mi lado.

-¿Me has sustituido por ese chico?, si es un niño.

-No empieces tío, no quiero hablar de eso, él tiene mi edad y es tan crío como yo.

-No lo digo para que te molestes, es que para su edad se le ve un buen semental y que mi sobrinito sabe elegir. -Como siempre que se cree gracioso dejo escapar una risa que nos puso en el foco de la atención. Por primera vez vi una mirada de pena en Demian.

-Creo que Mara tiene una empresa de decoración o trabaja en ella, pienso encargarla el proyecto para cambiar tu apartamento, desde hace unos días de mi propiedad, por cierto vuelvo a darte las gracias. -Me miró pensando que me burlaba de él pero reaccionó bien.

-Acertarás, es una buena proyectista y tiene buen gusto, para el publico joven y moderno como tu. -No me perdí su ironía.

Al final de la comida Íñigo hizo un brindis por Demian y Mara, después lo hizo la tía.

Aprovechemos la ocasión para desear lo mejor a otra pareja, mi sobrino único y preferido y Álvaro su novio. Solo vi reflejado el asombro en las caras de mis padres, no se enteraban de nada.

Así pasamos el día, a media tarde, cuando Álvaro salió del agua, se había vuelto a bañar después de la comida, le ayudé a pasar la toalla por su pelo.

-¿Por qué no nos vamos ya? Mi casa esta libre unas horas. -Fue como nombrar la palabra ¡fuego! y se hubiera desencadenado un gran incendio, se vistió rápidamente y nos fuimos despidiendo.

Era domingo, tampoco estaba Joaquina, la casa estaba en silencio, subimos saltando las escaleras hasta mi habitación, cerré la puerta.

-¡Al fin solos! Después del grito de alegría me abalancé sobre él, abrazándole con piernas y brazos. Unimos los labios hasta que me dejó en el suelo sin aliento.

-Has hecho un papel estupendo, todos te quieren y esas niñas no dejaban de mirarte. -Nos abrazábamos y no quería separarnos, su piel olía levemente a cloro, había quedado desinfectado, la ducha no había sido capaz de quitárselo.

-¿Me la vas a dar? Hoy no te salvarás. -Le sujeté la verga, resultaba un buen trozo aun sin engordar.

-Te la daré donde quieras muñequito, ahora soy tuyo y tu mío, podemos coger de nosotros lo que queramos.

-¡Ayyy! Álvaro, tu verguita rica, la deseo puesta donde tu sabes. -Nos íbamos quitando la ropa con mucha prisa una vez que le dejé de abrazar, y sin quitarse el bóxer me sujetó para llevarme a la cama, yo totalmente desnudo.

-Así no, los dos igual, se los baje y salió su verga aún blanda, una manguerita de piel oscura, con el glande cubierto por el prepucio, saliendo de la pelambrera oscura, y detrás de ella, esos huevazos tan duros y llenos también peludos, me quedé unos segundos observándola, no me cansaba de verla, solamente con tocarla comenzó a crecer y desarrollarse y la olí, otra vez el cloro.

-Vamos a darnos una ducha, quiero estar limpito para ti y tu te quitas el olor a cloro, ahora te llamo, voy a lavarme por dentro y eso no quiero de lo veas de momento. Enseguida pegue un grito y debía estar en la puerta esperando y espiándome. Entramos debajo del agua y empezó a darse el gel.

-Yo te lavo a ti y tu a mi, quiero conocer tu cuerpo y que tu sepas del mío.

Era una maravilla pasar mis manos por aquella carne dura, tallarle la cara que ya conocía sin verla, el fuerte y largo cuello, la nuez que tenía pensado morderla, los pectorales cuadrados, sin mucha carne, las tetitas rodeadas de pelitos suaves y el más abundante en el centro del pecho, las axilas negras en el centro por el abundante vello, la ancha espalda menguante hasta llegar a sus redondos y perfectos culos, también encima de sus meloncitos tenía algo de vello, esa raja, valle de misterios guardados en secreto, la sensación de peligro al meter los dedos ente los montes de carne delicada y dura, el anito contrayéndose al contacto de mis dedos, los muslos como columnas y las torneadas piernas, por aquí también había pelos, los pies preciosos, jugosos para comerlos, y más arriba, en la parte delantera, la verga ya dura apunando al frente y pidiendo guerra.

Moldeé su cuerpo durante media hora, pasando las manos una y otra vez para que mi obra cogiera forma, gozando de tanta y perfecta hermosura, y otra media hora empleo él para hacerme lo mismo, él un poco menos porque sus manos son más grandes.

Nos abrazamos cuando nos limpiamos, como último, el pelo.

-Eres…, eres…, perfecto Álvaro, me gusta todo lo que he tocado, todo esta a mi gusto y en la medida exacta.

-Calla, me pones rojo… -Agarré su verga y se la di unos meneos.

-Bueno, todo no está perfecto, esta resulta una poco exagerada. -Se echó a reír y me abrazaba fuerte, fuerte como me gusta que lo haga, dejándome los pulmones sin aire.

-Eres genial muñequito, yo no se decir esas cosas.

-Tu quiéreme, ese es tu trabajo. Nos secamos y volvimos a la cama, antes cogí un gel lubricante, para ayudarme a meter en mi lo que vendría.

-Hagamos un sesenta y nueve, ¿quieres hacerlo? Necesito comerme tu polla, ponértela en forma para que me penetres y gozarla en mi vientre.

-Me excitas cuando hablas Jesús, quiero todo lo que se te ocurra.

-Su polla ahora estaba a mi gusto, para lamerla de arriba abajo, de abajo arriba, rodearla con la lengua, y sus testículos estaban deliciosos, no me importaba llevarme los pelos al lamerlos, al chuparlos tirando de ellos y hacerles explotar como simientes maduras al expulsarles de la boca.

Fue un buen rato lamiendo, chupando, saboreando el manjar maravilloso, le pasé los dedos por el ano, no se quejó, solo lo contrajo cerrándolo a la curiosidad de mis dedos investigadores. Ya habría oportunidad.

A la vez sentía el placer del calor de su boca chupando ansioso mi pene, llegar a mi ano para pasarle la lengua, los dedos, exploradores avanzados para hacerle camino a la verga, y así hasta que pedí una tregua. No podíamos seguir así, en esa tensión de la espera y los descansos para no explotar.

-Ya Alvaro mi amor, ya la quiero. -Deshicimos el abrazo y me situé de espaldas mirando al techo, recogí las piernas, me ofrecí al macho en silencio. Se situó sobre mi, sin tocarme apenas, sostenido en sus robustos brazos y mirándome a los ojos, con ternura, con amor ciego.

-No quiero hacerte daño.

-No me lo vas a hacer, ya la he tenido dentro. -Cogí el tubo de gel lubricante, me lo apliqué en el ano, metí los dedos y entonces se lo ofrecí. Se arrodilló y se sobo la verga con la mano llena de gel, verle manejarla de ese modo inspiraba miedo.

-Bésame mientras la metes, así será más leve. -Cogí la verga y la enchufé a la puerta del ano, el hoyito no era suficiente para contener el glande, sus labios no se separaban de los míos y la verga, no podía ser de otro modo, emprendió el camino.

-¿Te duele, te hago daño?

-No, empuja.

-Sigue, sigue Álvaro. -Se detenía para coger aire, llenarse los pulmones para luego, al empujar para meterse, dejármelo en mi boca junto con la saliva.

-Mi vida, sudas.

-Ya la tienes toda dentro Jesús.

-La siento, si, tu verga Álvaro buff, es increíble lo lleno que me tienes y tus testículos en la entrada, se mueven, tu verga engorda y se afloja.

-Te quiero Jesús, te amo.

-¡Ayy! tu verga Álvaro, que feliz me hace, se mueve un poco, me araña las tripas, ¿qué haces?

-Solo me muevo un poco.

-¡Qué rico, bésame otra vez, no, no te muevas, la siento crecer, no es posible.

-Me la aprietas mucho con el culo, me las vas a romper.

-Exagerado,¡ummmm! que gusto mi vida. Te voy a abrazar la cintura con las piernas, deja que yo me mueva.

-Sabes riquísimo, me muero de gusto, la verga se sale, vuelve a meterse, voy a morir, ¡Dios, qué placer! Dame, dame rico mi amor, sí más, más fuerte. -Cerraba los ojos, el sudor que le escurría de la cara me caía en ellos y me picaba.

-¡Ummm! ¡Ah! ¡Ah!, me viene mi amor, me voy a correr.

-Yo también, me estrangulas la verga, aprietas mucho.

Dos gritos al unísono, los estertores compartidos, los músculos tensos, el abdomen que duele, el aire que no llega, las nubes nadando en el azul, el cielo límpido, el fogonazo del sol al estallar, el universo que explota y libera la energía, que se expande y no termina.

-¿Qué ha sido esto Jesús?

-No lo se, has sido tu, ¡Ayy Álvaro! Tu verga, la adoro.

Volvimos a bañarnos, habían pasado tres horas desde que llegamos, ¿tres horas? Un segundo. Un sueño hecho realidad en un segundo de vida. Esperamos en el salón a mis padres, por si tenían algo que decir, por si se habían sorprendido y se les ocurría preguntar por algo que se refiriera a mi, o a mi novio, ¿O todo era normal para ellos?

-Antes de que volvieras me encontré con Mónica, decía que te veía muy amigo de Alberto, que no os separabais, que ibais juntos siempre que os encontraba.

-¿Sientes celos?

-Los sentía, porque no me llamabas, porque imaginaba cosas malas.

-No hubo más cama.

-¿No?

-No, Mónica se burlaba de ti.

-Realmente yo no le interesaba, eras tu.

-Le gustaba tu verga.

-Y le gustabas tu, más que mi verga, me contó vuestra charla.

-Mírale que discreto.

-Empezó a salir con un chico, Es majo, se parece a ti en el físico, Unax.

-Unax ¿qué?

-Su nombre es Unax, quedaremos un día para tomar unas cervezas, te va a gustar.

-¿No será peligroso?

-¿Por qué peligroso?

-Dices que se parece a mi.

-Pero diferente.

Llegaron mis padres.

-Jesús querido, mira que gafas tan bonitas nos ha regalado la tía, son de Loewe, para todas las damas el mismo regalo, no me pidió que la acompañara y así le ha salido. -Encogí los hombros mirando como Álvaro intentaba ahogar su risa.

-¿Te quedas a cenar Álvaro? Algo habrá quedado en la cocina, lo buscaré cuando me cambie.

-No te preocupes mama, nosotros nos encargamos. -Álvaro me paso el brazo por la cintura y nos fuimos a la cocina, papá no había hablado, leía las noticias, mañana no serían actualidad.

Fin

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