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(4) Club Venus

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-¿Se puede saber dónde estabas? –entró Cholo en el despacho de Martin, hecho una furia.

-Sshhh –pidió Martin silencio-. Sin gritos. Somos personas civilizadas.

-Vale, pues te lo digo susurrando… ¿se puede saber dónde coño estabas?

-Ocupado.

-Ahora llamas así a follar.

-¿Quién te lo ha dicho?

-Nadie. Todo el departamento conoce tus andanzas sexuales. No te cortas ni un pelo, tío. ¿Quién ha sido esta vez?

-María Teresa.

-¿Cómo? Joder… ¿María Teresa Cuevas?

­-No hay otra concejala con ese nombre en el ayuntamiento.

-Pero, ¿dónde…?

-Nos fuimos al cuarto baño. Yo me senté en el váter y ella lo hizo todo.

-Tío, estás pirado. ¿Y si os pillan?

-Tere grita poco y folla mucho, eso es lo bueno. Te la puedes follar en una reunión empresarial que no se entera nadie.

-Joder, ¿y para qué te la tiras?

-Ella me provocó. Me deletreó SEXO y me señaló el baño. Blanco y en botella, pues leche. Ella estaba tan aburrida como yo. Ese fiscal soltó una homilía de misa. Creo que él mismo se dormía hablando.

-Eres un inconsciente. Podrías perder la placa.

-No creo que ella me denuncie. Le pegué dos orgasmos y se fue la mar de contenta. Parecía Heidi con las mejillas sonrojadas.

-Eres de lo que no hay. Es decir, que no te enteraste nada de lo que dijo el fiscal.

-Por fin lo captas.

-Dio unas órdenes específicas y hay que acatarlas.

-Yo tengo mis propias órdenes.

-¿Como cuál?

-Meo y nos vamos al campus.

-¿Al campus a qué?

-A investigar. ¿A qué viene esa pregunta?

-Claro, a investigar las minifaldas de las universitarias, a ver si se marcan o no las bragas, ¿es eso?

-Eso también. Añoro mi época universitaria y sería como recordar mis mejores momentos.

-Vamos a trabajar, Martin, no a follar estudiantes.

-Eso lo decide mi polla, no yo.

-Yo no pienso ir contigo.

-¿Me dejas colgado?

-Cuando te hundas con tu barco, no quiero estar contigo dentro. Es más, voy a pedir cambio de compañero. No te aguanto más.

-¿Tienes envidia o qué?

-¿Envidia de qué?

-Desde que te dejó Lucía hace seis meses no la metes en caliente ni a tiro y te jode que yo sea un polladura.

-Hijo de… de… -Y Cholo se marchó rabioso.

Martin sonrió justo en el momento que sonaba su whatsapp. Era un número desconocido con un video porno casero donde Ana Etxeberría lo hacía con un nigeriano en la hamaca de una piscina. Martin no daba crédito. Doce minutos de sexo salvaje donde Ana demostraba su valía y su profesionalidad en el sexo. Berrido. Corrida. Dos orgasmos. Varios bofetones. Y el vídeo acabó.

-Joder…

Martin se puso duro como nunca.

Ana andaba en línea y siguió con un mensaje.

Ola, poliduro soy Ana Etxeberria y estudio en la facultad de medicina… te gusta mi video???

-Bufff…

Martin respondió.

Ya lo creo

Ponle nota, poliduro

Del uno al diez un doce

Hahahahaha

Martin rió a la par.

Hacemos un video juntos??? Búscame en el campus. Residencia Plutarco. Habitación 17B. Te espero desnuda y muy guarra. Te animas???

Por qué me llamas “poliduro”???

Porque eres policía y siempre la tienes dura

Como sabes eso??

He visto tus videos cagando y me enamoraste porque yo hago lo mismo. Suelo freír la mierda de mis amigas y me la como con un poco de orégano.

Te gustaría comer mi mierda??

Me corro solo de pensarlo. Seguro que tiene una textura deliciosa. Cómete una hamburguesa Big Mac completa y te vienes para acá para soltar el estómago.

-Qué pedazo de guarra… -Martin alucinaba.

No hace falta. Yo suelto zurullos las 24 horas del dia

No te creo Vente y lo compruebo.

Como has conseguido este número??? Es privado

Tengo recursos

Como cuales???

Como follarme a tu hija

Mientes como una perra

Pregúntale donde estaba anoche a las diez. Te lo digo yo??? Clavada en mi lengua. Por cierto, se quedo con más ganas mmmmmm

Quién coño eres???

Ven y descúbrelo O es que se te aflojó la polla???

Ya salgo para allá

Asi me gusta, poliduro me encantan los hombres como tu. Machos. Chulos. Machistas. Folladores. Y que sepan usar los puños y la polla Vente ya. Mantendré mi coño caliente

-Bufff… qué hija de puta… -tenía Martin incluso sofoco. Eso sí era una hembra de casta y lo demás tontería. Y se lanzó a la carrera al parking buscando su coche.

11

A estas horas de la noche, el campus descansaba en silencio y penumbra; por eso Kevin García recorría los pasillos en total soledad. No dejaba de mirar a su espalda, como temeroso o desconfiado. Y en sus manos un pendrive con nombres, cuentas corrientes, datos, fechas y material sensible sobre el Club Venus y sus actividades criminales, sexuales y mafiosas. No se fiaba ni de la sombra que proyectaba en el suelo.

En ese momento sonó su móvil.

Un mensaje de whatsapp.

Ya estoy aquí. Por donde andas???

Kevin escribió rápido.

Estoy llegando.

En ese momento escuchó algo al fondo del pasillo.

-Joder…

A Kevin se le encogió el corazón en el pecho. Y más al ver a una persona enjutada en una chamarreta con el logo del Club Venus en la espalda y una capucha que solo dejaba ver una cara oscura. Por sus caderas y su complexión estaba claro que era una chica. Se quedó quieta y mirándole a través de la capucha ajustada en la cabeza.

-Mierda…

La chica empezó a aproximarse a Kevin, que no lo dudó y se lanzó a la carrera. Enseguida la chica y dos más con la misma chamarreta y la misma capucha se lanzaron en su persecución.

-¡Joder!

Kevin huía a toda carrera. Una cuarta chica apareció por un extremo y casi lo placa, pero Kevin pudo escurrirse y seguir la huida. Ahora bajaba unas escaleras a base de saltos. Eligió el pasillo de la derecha sin saber que solo conducía al comedor, pero pateó las puertas y entró. Las luces estaban apagadas y eso le daría tiempo para esconderse en uno de siete frigoríficos de carne. Pero antes se acercó a una maceta y hurgó en la tierra de una enredadera: dentro enterró el pendrive.

Las chicas entraron y fueron encendiendo luces y buscando por cada rincón.

Kevin se escondió al fondo de la cámara frigorífica, tras unas patas colgando de carne vacuna. Casi le da un infarto cuando alguien abrió la puerta y encendió la luz. Kevin se quedó inmóvil y acurrucado para no ser visto. Hubo un momento tenso de silencio. La puerta volvió a cerrarse de un portazo con los tres pestillos de acero.

Las chicas modularon el frío hasta el máximo bajo cero.

Kevin notó la heladez con más intensidad. Intentó abrir la puerta, pero la cerraron por fuera. Podía escuchar sus risitas burlonas y sus cuchicheos al otro lado.

-Hijas de puta…

Y encima Kevin con mangas cortas y el móvil sin cobertura. Sabía que aquél frigorífico sería su tumba gélida en menos de cinco minutos. Por eso destrozó su móvil para no dejar pistas de su confidente y de su contacto en el campus.

Luego se sentó en el suelo tiritando de frío y abrazado a sí mismo. La sangre empezó a congelarse hasta que el corazón dejó de bombear y llegó el paro cardíaco.

Tiempo después la puerta volvió a abrirse y ocho miembros del Club Venus le registraron en busca del pendrive sin éxito. Enfadada, una de ellas agarró del pelo a Kevin y lo sacó a rastras de la cámara frigorífica. ¿Próximo destino? El bosque y una pala para enterrar el cadáver y no dejar rastro del crimen.

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