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Las fantasías de Adela y Jacinto

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Jacinto, 20 años, moreno, de ojos negros, 1.88 de estatura y atlético, llegó a casa de jugar al fútbol. Fue a su habitación y se encontró a su hermana oliendo su calzoncillo, al que había limpiado su semen la noche anterior después de haberse masturbado, y que se le había olvidado echar en la cesta de la colada. Se dio la vuelta y se metió en la ducha.

Jacinto no podía quitar de la cabeza la imagen de su hermana Adela. (1.86 de estatura, morena, ojos azules. tetas y culo grandes y moldeadas caderas) con el calzoncillo en su nariz. Abrió el agua de la ducha. Con el champú que iba a echar en la cabeza se untó el amorcillado cipote. Con el bombeó de la mano lo puso tieso. Su imaginación empezó a volar... El champú era el flujo de su hermana, su mano la vagina. Bombeó más, y más, y más aprisa y explotó. Su leche, mezclándose con el agua, que era la corrida de su hermana, se fue perdiendo por el desagüe.

Volvió a su habitación vestido con una toalla. Su hermana ya no estaba. Se vistió, fue a la sala, y al rato llegó Adela. Vestía la misma falda de tablas marrón, la misma camiseta blanca, apretada y las mismas zapatillas que llevaba en la habitación.

-¿Ganaste?

-Ganamos, 3 - 1. ¿Vas mejor?

-No, la psiquiatra no me sirve de nada.

-Nunca hablamos de tu problema.

-Es de índole sexual, y eso no se habla con un hermano.

-Yo, sí lo tuviera, lo consultaría contigo antes de consultarlo con una extraña.

-No creo que me puedas ayudar.

-Prueba.

-¿Que dirías de alguien a quien le gusta la lluvia dorada?

-Que hay millones de personas a las que les gusta.

-¿Y de la que le gusta que la azoten?

-El dolor forma parte del juego sexual.

-¡Soy una perversa, Jacinto! Hace un rato olí tus calzoncillos y tuve que ir a mi habitación a masturbarme

-Hay hombres a los que les gusta oler bragas usadas, y no creo que sean perversos.

-Te acabo de decir que me masturbé pensando en ti.

-La fantasía nos hace libres.

-¿Tú serías capaz de oler mis bragas?

-Quítalas.

-No llevo. Las tenía mojadas.

-Vete a buscarlas.

Adela, ni corta ni perezosa, fue a buscar las bragas, regresó, se las dió, y Jacinto, las olió.

-Huelen a chumino. Me gusta su olor.

-¿Te excita?

-Sí, me estoy empezando a empalmar.

-Si no fueras mi hermano...

-¿No decías que eres una perversa?

-Y lo soy.

-No se nota.

-¡¿Quieres hacer realidad mis fantasías?!

-¿Qué quieres que te haga?

-Quiero hacer yo.

-¿Qué me quieres hacer?

-Para empezar, atarte, vendarte los ojos y hacerte un footjob.

-Eso no es una perversión.

-Lo será, puedes apostar a que lo será.

Al rato, Jacinto, desnudo, estaba con las manos atadas a la espalda, con los pies atados por los tobillos y sentado en el sillón de tres plazas. Adela, le cogió el cipote, (20 centímetros) empalmado. Lo metió en la boca y le mordió el tronco.

-¡Ay! Me la vas a arrancar.

-¡Te la voy a comer! -la lamió de abajo arriba- Te vas a quedar sin polla, chulo putas.

Jacinto estaba indefenso, indefenso y acojonado, pero su cipote con el miedo aún se puso más duro. Adela, se lo volvió a morder, Jacinto, le dijo:

-Me estás asustando, hermana.

Se la volvió a lamer le mamó el cipote, y babeando, le dijo:

-Motivos tienes, cerdo.

Se la volvió a morder de nuevo y después la masajeó. Acercó un sillón hasta que sus pies estaban a tiro del cipote, lo metió entre las plantas y comenzó a hacerle el foootjob, o lo que es lo mismo, le masturbó el cipote con las plantas de los pies

-¿Te gusta, mariconazo?

-Me encanta.

El cipote se deslizaba entre las plantas de los pies dejando su rastro de flujo pre seminal. Jacobo movía la pelvis para follar las suaves planras que, de vez en cuando, apretaban el capullo, lo que hacía que soltase más flujo... Unos minutos más tarde, Jacinto se iba a correr.

-Me voy a ir, hermana.

-¡Ni se te ocurra, cabrón!

Adela se desnudó, se subió al sillón y le puso el culo en la boca.

-Lame, hijo puta.

Adela, después de que Jacinto le lamiera el ojete y de que se lo follara con la lengua, le dio el coño empapado a comer.

-¿Te gusta mi jugo, desgracia humana?

Jacobo ya estaba como una moto, Le gustaba el juego de su hermana, y le respondió:

-¡Sí, puta de los cojones!!

Adela, al oír las palabras de su hermano se encendió más.

-¡¿Puta de los cojones?! Ahora vas a ver lo que es una puta.

Adela, bajó del sillón, Le metió un mordisco en la verga, la mamó. Se dio la vuelta, puso el cipote en la entrada del ojete, y empujando con su culo la fue metiendo despacito.

-¡Cómo duele, hostias, cómo duele! ¡¡Aaaay, aaaay, aaaay!! ¡Puuuuuf!

Adela, al tenerla toda dentro, besó a su hermano. Jacinto le metió la lengua en la boca. Adela, se la mordió, y al sentir el dolor del mordisco, se corrió dentro de su culo. Adela, con el conducto anal engrasado, folló a su hermano, que aún con el cipote flácido no paraba de darle placer. Al final, Adela, sacudiéndose, se corrió con una fuerza brutal. De su coño salía un pequeño riachuelo de flujo. Adela buscó la boca de su hermano, pero no la encontró, Jacinto sabía que esta vez si pillaba su lengua se la destrozaba.

Continuará.

Se agradecen los comentarios buenos y malos.

(8,88)