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En manos de tía Julia (5)

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Me puse colorado y me atreví a preguntarle:

-¿Tiene tiempo, señor Aldo?...

-Ahora no, putito, pero esta noche te reviento a pijazos…

Semejante promesa me puso a mil y entonces intervino tía Julia…

-Vas a ir al supermercado, Jorgito, ésta es la lista de compras y acá tenés el dinero…

-¿Tengo que… que ir vestido así, tìa?...

-¿Acaso tenés otra ropa?...

-N… no, es que… me da vergüenza ir por la calle así…

-¿Te estás retobando, nene?...

-N… no, tía, es qué…

-¡Basta!..¡Una sola palabra más y voy a buscar un cinto para dejarte el culo rojo y ardiendo!

-Ay, no, tía, por favor…

-¡Basta, dije!

-Sí, tía Julia… -acepté estremecido de temor y calentura al mismo tiempo… ¡Ay, cuánto me excita que me dominen!...

Bueno, fui al supermercado y durante esas tres cuadras que caminé lo hice entre miradas de hombres y mujeres; algunas intrigadas (las señoras) y otras calientes, los señores… Incluso hubo quienes me dijeron cosas al cruzarse conmigo, como: “Adiós, linda” confundiéndome con una nena y “te como crudo”, uno que se dio cuenta de que soy un varoncito, aunque algo especial…

A la vuelta me ocupé de tareas domésticas, como me está ordenado, almorcé y dormí una larga siesta para estar en forma a la noche, a disposición del señor Aldo, que me tendría reservada una sorpresa…

Tía Julia y su pareja volvieron a eso de las ocho de la noche… Yo los esperaba en el living con mi ropita, que cada vez me gusta más…

-¿Fuiste al supermercado, Jorgito?... quiso saber tía Julia…

-Sí, tía…

-Bueno. Yo ahora voy a preparar la cena y vos andá sabiendo que esta noche tendremos visitas…

-¿Vi… visitas, tía?...

-Sí, Jorgito, un amigo de Aldo que está ansioso por conocerte…

-Ay, tía…

Cenamos y yo deseando conocer a esa visita, que llegó cuando estábamos de sobremesa…

Es un señor llamado Gerardo, calculo que de unos sesenta años, calvo, alto y algo panzón… Me calentó en cuanto lo vi y además, no sé por qué, lo imaginé pijudo, bien dotado…

-¿Qué te parece el nene?... –le preguntó el señor Aldo mientras yo servía el café en el living…

-Increíble, che… Mirá que me he comido a varios cachorros, pero ninguno como éste… Es… es casi una nena de tan lindo, pero su encanto radica en que parece una nena pero no lo es, ¿me explico?

-Clarísimo y coincido con vos… Además, ¡no sabés cómo la chupa!

-¿Es buen mamón?...

-¡Uuuffffff!...

-¿Y traga la lechita?

-¡Toda! ¡hasta la última gota!...

Mientras escuchaba semejante diálogo yo tenía que hacer un esfuerzo para controlar el temblor de mis manos cuando servía el café y tía Julia seguía la conversación con una sonrisa morbosa…

-Che, qué bien vestidito lo tienen…

-Ropita sexy, ¿cierto?... –dijo Tía Julia… -Muy apropiada para el nene…

-¿Y es muy putito?... –quiso saber el señor Gerardo…

-¡Muuuuuuyyyyy! –contestó tía Julia. -¡Le encanta la pija! Si le entrara en las orejas también la querría por ahí… -y los tres rieron ante la ocurrencia…

Cuando terminaron el café el señor Gerardo propuso que pasáramos a la acción y entonces tía Julia me ordenó que me desnudara, cosa que hice, claro, y rápidamente…

Cuando estuve sin nada el señor Gerardo me llenó de elogios obscenos y entre los tres me arrastraron al dormitorio y ahí el señor Aldo dijo:

-Bueno, Gerardo, te doy la prioridad por ser visita… ¿Qué querés hacer de entrada?...

-De entrada le entro en la boca, jejeje… -bromeó el señor Gerardo con el juego de palabras… -que me la chupe hasta hacerme acabar y trague toda mi leche… Descanso un rato y después le doy por ese culito de nena que tiene…

-Perfecto, y mientras vos descansás yo me lo culeo…

Al oírlos yo ardía de ganas y para colmo, cuando el señor Gerardo se desnudó, vi que es muy velludo… Pelos grises por todos lados tiene, en el pecho, en las piernas, en los brazos… ¡Ay, cómo me calienta!... Y digo me calienta porque después de aquella noche viene dos o tres veces a la semana y trago verga a más no poder… Verga y… ¡los dedos mágicos de tía Julia!…

¡Ay, soy cada vez más putito!... Me encanta decir putito y no gay, porque putito es mucho más sugerente y erótico… Bueno, como les decía, estoy cada vez más putito y desenfadado, porque ya no me da vergüenza salir a la calle con mi ropita… Y es más, hago travesuras, porque aunque tía Julia no me mande a ningún lado, salgo por mi cuenta y me caliento con las cosas que suelen decirme…

Bueno, pero sigo contándoles sobre aquella primera noche con el señor Aldo y el señor Gerardo… ¡Qué noche!...

(continuará)

(8,13)