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Encuentro casual en un bar

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Después de un día ajetreado, nada como una buena copa de whisky así que me dirigí a un pequeño bar que, a pesar de estar en una zona concurrida, muy pocos parroquianos acudimos. Un lugar bastante acogedor con acabados de madera, luz tenue, la música con el sonido suficiente para entablar una plática amena. Obviamente su fuerte es la cerveza, sobre todo la artesanal, sin embargo hay de todo, bueno casi todo, le falta el pulque.

Me fui hasta el otro lado de la barra, de tal manera que quedé viendo hacia la entrada. Ordené un whisky con agua mineral mientras intentaba borrar de mi mente las juntas y pendientes.

Al tercer trago de mi copa veo una dama sentada en una pequeña mesa muy cerca de la entrada con una copa de tinto y su mirada clavada en el celular (nada extraño en estos días).

Ordené otra copa y decidí acercarme.

-Buenas noches

-¿Esperas a alguien? -dije

Si en ese momento sus ojos fueran una pistola 9mm hubiese caído fulminado al instante.

-Ya no – Acotó ella

-¿Te molesta? – Le dije señalando una silla para tomarla

Nuevamente su mirada… y me senté.

Ella: Mire, no estoy de humor, he tenido un mal día, esperaba una amiga

Yo: Y en su lugar llega un tipo que no sabe de dónde salió, obstinado

Ella: Me termino mi copa y me voy – dijo ella

Yo: De acuerdo

E inmediatamente tremendo trago le dio, afortunadamente no se la acabó.

Antes de que se terminará su copa esbozó una ligera sonrisa, suficiente para que pidiese otra copa.

Resultó ser una mujer inteligente, interesante, ejecutiva, extranjera. La plática se extendió un par de horas con algunas risas desinhibidas.

Antes de despedirnos le invité un trago en mi casa, aceptó sin embargo puso una condición: iría en su carro, así que me siguió hasta casa.

Al llegar a casa le ofrecí una copa de tinto y yo me serví un whisky en las rocas.

Pasamos a la sala, puse un poco de Bossa Nova y platicamos de trivialidades en un momento el silencio se apoderó de la habitación. Me acerqué a ella, tomé su rostro con mis manos y la besé. Me alejé y me senté frente a ella, su mirada fulminante de unas horas atrás se transformó en una mirada llena de lascivia, no necesité más.

Vestía blusa y falda con tacones.

Le ordené que se quitará la blusa y falda.

Sus ojos se abrieron llenos de sorpresa, dejó la copa en la mesa de centro y empezó a desabrochar con toda calma su blusa, liberados los botones procedió a bajar su falda, dejando abierto su blusa, con una pícara sonrisa poco a poco se la fue quitando.

Le ordené se quitara el brassier – Si Señor – respondió

- Toma un hielo, dibuja el contorno de tus pechos con él. Acércate a tus pezones y NO los toques.

- Si señor – fue su respuesta nuevamente

Tomó un hielo con su mano derecha y lo deslizó sobre su piel siguiendo la orden que le fue indicada. Se deshizo, tomó otro, levantó su mirada pidiendo permiso para tocar sus pezones, lo necesitaba. Asentí. Un ligero suspiro se mezcló con la música del ambiente.

- Tócate por encima de la única prenda que te queda

- Si señor

- Despacio, recorre tu piel lentamente

Cerró los ojos y bajó su mano hasta posarla sobre esa tela, otro suspiró invadió la habitación.

Abandoné por un instante la habitación, mientras tanto le ordené continuara tocándose por encima de la ropa, cuando regrese en mi mano traía un par de bufandas. Me acerqué a ella quien con los ojos cerrados parecía estar en trance. Aproveché el momento y le vendé los ojos -¡Dios!- atinó a decir.

Deshazte de la última prenda – Ordené

-Si señor – respondió

Se deshizo de ella inmediatamente.

Le acerqué una silla

-Siéntate y abre las piernas para tu Señor. – Nuevamente ordené

-Si señor - respondió

Desliza tan solo las yemas de tus dedos por encima de tus labios vaginales, apenas rozando tu piel

Un par de dedos mételos entre tus labios.

-Pruébalo.

-¿A qué sabe?

-A hembra en celo, señor – respondió ella.

Su respiración se había acelerado, se tocaba sus labios vaginales con furia… - No metas los dedos – indiqué.

- Mi Señor, deme permiso de meter un par de dedos

- ¿Estás excitada?

- Muy, Señor

- Pellizca un pezón

- Ufff, ¡Señor!

A estas alturas sus jadeos llenaban la habitación.

- Mi Señor, deme permiso, mi vagina arde

- Abre las piernas

Inmediatamente me incliné frente a ella, mordisqueé sus pezones, sus uñas se clavaron en mis brazos, jadeaba intensamente

- No quiero te corras, todavía no.

- … no mi Señor

Bajé más hasta llegar a su vagina, su olor a hembra mojada era embriagante. Primero acerqué mis labios a sus labios vaginales, quería sentir su piel, su humedad, su calor.

- Uffffff Señ… ufffff

- No te corras putita, todavía no

- Aaaaagghhh noooo Señor

- Es mi orgasmo, está claro

- Si mi Señor

Metí la lengua para deleitarme con el exquisito sabor de su humedad, la recorrí desde su ano hasta su clítoris, muy lentamente. Al llegar a su clítoris, no lo toqué hice círculos alrededor de él con la lengua, sus jadeos aumentaron, sus piernas se tensaban hasta que decidí acariciar su clítoris con mi lengua

- Aaaggghhh Dioooossss!!!

Metí un par de dedos, se sentía completamente húmeda, su calor abrazó mis falanges, los metía y sacaba lentamente, su respiración era más rápida, ardía.

Embestía con mis dedos, los saqué y se los dí a probar. Los lamió como si fuera el falo de su Señor.

Los volví a meter, ahora más rápido, sin dar tregua

- Aagghhh Señ... permiAhg correUfff

- Dame un poco más puta

- Aaaggghhh mi Señ neces ¡¡Dioooss!!

- Hazlo puta

Un grito de placer y mis falanges completamente húmedas, así como contracciones en su vagina fue nuestro mundo por un instante.

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