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Mi primer brasilero

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El departamento era muy lindo, grande con un cuarto espacioso y una sala acogedora, la terraza tenía una vista preciosa y estaba justo enfrente de una plaza y en el medio de la ciudad, tenía todo cerca. Era perfecto para una joven nueva en la ciudad sin nadie cerca y el precio era accesible. En el anuncio de

Internet decía que había que pagarlo por cuotas pero que había que dar una cantidad adelantada para asegurarse, me parecía bien.

—¿Y bueno, qué le pareció? —un negro alto y de cuerpo grande me sorprendió por atrás, era lindo en cierto punto.

—¿Usted es el dueño? —Él asintió con la cabeza y me miró las tetas que estaban cubiertas por una camisa transparente rosa— Me parece perfecto, es muy lindo.

—Igual que usted —me guiñó el ojo y me sonrojé, el tipo estaba buenísimo para sexo salvaje—. Bueno, sólo tiene que darme los treinta y hacemos trato, tengo los papeles ahí y las llaves también.

—¿Treinta?

—Sí, treinta mil —mis ojos se abrieron a más no poder y fruncí el ceño, él notó mi desacuerdo porque en vez de irse a la mesa dónde estaba todo se acercó un poco a mí.

—Ese no era el acuerdo, usted dijo quince mil y hacíamos trato —le reproché enojada y el tipo sonrió mientras se acercaba un poco más, pero yo no me alejaba, primero porque eso iba a demostrar que tenía miedo o algo así y segundo porque ese tipo estaba buenísimo y tenía un imán de calentura con él.

—Le mandé un correo hace días en donde le anunciaba del aumento, alguien me pagaba todo junto y no quería que usted se quede en la calle —el negro me acarició una mejilla y se mordió sus grandes labios.

—No tengo esa cantidad, señor —dije lamentada y me acomodé el pelo hacia atrás, me giré a mirar por la ventana buscando una solución.

—Podemos hacer un nuevo trato —sentí cómo me agarraba la cintura por atrás con sus grandes manos, su aliento a menta me chocaba el costado de la cara—. Usted se queda con el apartamento sin pagar nada —me giró sin esforzarse demasiado y me mordió los labios haciéndome chillar— Pero me paga con sexo.

Mi zorra interior empezó a saltar de alegría y yo le sonreí con ganas, mi mano empezó a acariciarle su cabeza rapada y me puse de puntitas para dejar un besito en su mandíbula grande. Todo su cuerpo era gigante, se me hacía agua a la boca de sólo pensar en su verga.

—Con una condición —el negro me apretó contra él y se agachó para mirarme mejor —, firmemos ahora todo y hace conmigo lo que quiera.

—Vení —me empujó a la mesa y me hizo firmar todos los papeles mientras me acariciaba el culo sobre el short gastado que tenía, estaba atrás mío y me pasaba las manos por todos lados— Firmá ahí y aclará acá —dijo, pero alejó un poco el papel para hacer que me estire sobre la mesa, y lo hice, y él aprovechó para empezar a moverse contra mi culito y ufff que la tenía gigante, mis ojos estaban muy abiertos al sentir su verga en mi culito pequeño— Acá, poné un número de teléfono y un correo —estiró más lejos la hoja y ya estaba acostada en la mesa, apenas terminé el negro me bajó de golpe el short y me lo sacó sin esperar nada— Vení, pendeja —me estampó contra la mesa haciéndome gemir de dolor y me arrancó la camisa, se subió encima mío y me mordió bien fuerte el hombro, y grité.

—Más despacio, señor —gemí mientras el negro me babeaba literalmente las tetas y el vientre, parecía estar bañándome.

—Callate, dijiste que podía hacer lo que quiera —con su mano me jaló el pelo para atrás con fuerza y estampó su bocota en la mía, su lengua me babeaba todos los labios y exploraba con velocidad mi cavidad bucal, una de sus manos estaba sobándome las tetas bien fuerte mientras me mataba la boca, me mordió bien fuerte con agresividad y me hacía gemir mucho, me gustaba demasiado que sea así de agresivo, estaba empapada. Se alejó de mi boca y me arrancó el sostén, sus dientes se clavaron en mis tetas y grité un quejido de dolor, cuando sacó la boca había algo como un moretón feo en mi piel— Sos una putita hermosa, pendeja —gemí ante su comentario y me bajó de una de la mesa— ¿Sabes chupar pija?

—Sí, señor —le dije embobada, se empezó a desnudar y cuando se bajó el bóxer casi me desmayo. Su verga era negra y venosa con una puntita roja viva, era muy gruesa y larga, era la pija de un dios, me mordí el labio cuando el tipo empezó a masturbarse.

—Que putita sos, ¿te gusta esta vergota? —me tendió una mano y se la agarré, me hizo acercar a la puerta de la terraza sin dejar de masturbarse, una de sus manos me arrancó la tanguita y empezó a jugar con mi clítoris, estaba embobada con su verga, no paraba de mirarla.

—Me encanta, señor —tragué saliva y él sonrió, me alzó como si fuese una pluma y empezó a moverme contra su verga venosa.

—Esa boquita linda que tenés —me mordió los labios bien fuerte y grité cuando empezaron a sangrar, dios como me gustaba—, mi verga te va a penetrar la boquita, ¿escuchaste?

—Pero señor no va a entrar... —me asusté al ver la vergota que tenía, eso no entraba en mi boca.

—Yo voy a hacer que entre, quedate tranquila —me tiró al piso y me hizo acostar, me lamió la cara y me chupó el cuello, haciendo un chupón bien gigante, mientras yo gemía y me retorcía en el piso, toda su violencia me encantaba— Abrí la boca, puta —hice lo que me dijo y él se sentó sobre mí pero sin dejar que su peso me mate el cuerpo, puso la punta de su verga en mis labios y saqué la lengua para chuparla— Mojala bien, pendeja, dale —saqué mi lengua y el negro empezó a menearse encima mío, ayudándome a mojar su verga, le chupaba como podía los costados y pasaba mi lengua por todos lados, la rozaba con los dientes y la escupía a cada rato. Se apartó y me pegó un manotazo en las tetas, haciéndome gritar— Vas a gritar mucho, putita —me sentó con violencia mientras me tiraba del pelo y sin dejarme reaccionar me metió la verga en la boca, y si, tenía razón, iba a entrar, pero me dolía como la mierda— Pendeja esa boquita tuya puede con todo eh —se rio y empezó a penetrar con fuerza mi boca, es escuchaban mis gritos ahogados por su verga venosa, mis manos trataban de sacarlo pero no podía, su punta me hacía ahogar y cada vez movía más rápido sus caderas, empecé a llorar porque me dolía la boca pero me encantaba— ¿Querés el departamento? —asentí como pude con la cabeza y una embestida fuerte chocó mi boca, el negro gimió bien fuerte y me apretó más el pelo— Bueno, aguantatela —estuvo cinco minutos así y me sacó toda la verga de golpe, me golpeó la cara con ella y empezó a jalársela bien rápido adelante mío, mientras yo me recuperaba— Abrí, pendeja, dale —abrí la boca y saqué la lengua y su leche me estampó la cara, los ojos, las tetas y hasta las piernas, era un montón de leche.

Cuando terminó me limpió con mi camisa rota y me metió la lengua en la boca, me besó bien rico mientras me alzaba y me dejaba parada, empezó a pegarme en el culo y a chuponearme los labios. Cuando terminó me sonrió y me acarició el pelo, me dio un beso corto y me dio las llaves.

—Todo tuyo y gratis, hermosa —me lamió el cuello y me lo mordió fuerte haciéndome gritar y gemir, lo envolví con mis brazos para no caerme y él volvió a alzarme— Voy a llamarte para darte por tu culito, ¿sí? —Me metió un dedo de una en el ano y gemí bien fuerte tirando la cabeza para atrás— Pero primero descansá la boca, puta.

—¿Cuándo vuelve, señor? —él gimió y me mordió un pezón.

—Pendeja que rico cómo decís señor —me dejó en el piso con calma y me besó una última vez— Yo te caigo, no te preocupes, pero prepará el ano —me guiñó un ojo y se fue.

(Si les gustó háganmelo saber y si quieren otro relato denme ideas, soy toda oídos).

(9,50)