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Mi nueva vecina Milf (Parte 3)

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Una vez que estuvimos acostados en la cama, encendimos la T.V, en unos instantes Ana se había quedado dormida. Todo el trajín de la semana no había calmado para ninguno de los dos, y menos para ella con todo el tema de su mudanza. Lentamente y sin despertarla me salí de la cama, apagué la televisión y las luces, la tape un poco de manera que no pasara frio, si no despertaba en toda la noche. Me vestí y bajé las escaleras.

Una vez en la planta baja, llaveé la puerta que da al patio de atrás, para luego hacer lo mismo con la de adelante, haciendo pasar la llave por debajo de la puerta. Lo único que me lleve conmigo fue la llave del candado del portón, el cual una vez en mi casa, se lo arrojé por el patio de atrás, el cual linda con el patio de mi casa. Antes de dormir le envié un whatsapp, para avisarle todo lo que había hecho, y así caí rendido en un sueño profundo.

Al otro día desperté pasado el mediodía, con un ojo cerrado aún, mire mi teléfono, eran las 3 de la tarde. Tenía un montón de mensajes en el whatsapp, de mi novia, de la familia, y de Ana, contestándome lo que le había escrito antes de dormirme, diciéndome que había sido una hermosa noche, pidiéndome disculpas por haberse dormido, me agradeció haber cerrado todo para dejarla dormir.

A lo último del chat, una selfie de ella, recién despierta, con sus hermosos senos en primer plano. En ese momento, me vinieron las imágenes de la noche anterior, recién empezaba a caer en todo lo que había sucedido, por lo que la sangre me empezó a hervir nuevamente, pero debía estar tranquilo, no perder el control para no arruinarlo todo. Ya tenía la experiencia de lo sucedido con mi profesora el colegio, y me había funcionado muy bien hasta el momento.

Chateamos un rato muy tranquilos, comentando nada más que un poco de lo bueno que había estado, y quedando en acuerdo de ser lo más discretos posible. Yo le conté que tenía novia, no iba a ocultárselo, puesto que era inevitable que alguna vez la viera en mi casa. Ella no tenía problema en ello, sabía de todas maneras que no lo tendría, pero no quería perder la oportunidad de tener sexo con ella por mucho tiempo. Más allá de con quién podíamos estar.

Por la noche, ese domingo, eran como las 8, estaba con mi madre en el living, estaba por ir a verle a mi novia, cuando tocan el timbre. Mi madre mira por la ventana y me dice que era Ana. Salió a ver que necesitaba, haciéndola pasar a casa, estaba vestida con un enterizo largo, color bordo, ajustadísimo que marcaba todas sus curvas, con unos tacos altos color negro. ¡Estaba increíblemente sexy! Quedé estúpido mirándola. Mientras mi madre se dirigió a la planta alta de casa.

-¡Hola precioso!- Me dijo sonriendo. Susurrando para que no escuchara mi madre.

-¡Hola!- Le dije. Devolviendo el saludo.

-¿A quién vas a matar así vestida?- Agregué. A modo de chiste.

-A nadie-.- Voy a cenar con unas amigas afuera-. ¿Te gusta?-. Me dijo Ana. Posando para mí.

-¡Estas increíble!-. Le contesté.

No alcanzó a decirme más nada pues mi madre ya estaba bajando las escaleras. Trajo en sus manos un saco que le prestaría a Ana para su trabajo, puesto que estaba bajando la temperatura y estaba anunciado lluvias, con mayor descenso. Que si bien no volvería tarde de la cena, ya no quería molestarle más a mi madre. Se despidió de nosotros y se fue. Yo quedé perplejo. La calentura me había subido hasta las nubes. Esperaba con ansias que ocurriera un milagro y me dijera para vernos esa misma noche.

La traje a mi novia a casa y tuvimos sexo 3 veces en cuestión de algunas horas, de lo loco que estaba, pero no podía dejar de pensar en mi vecina. Una vez que la lleve nuevamente a su casa a mi novia me quedé esperando. Mirando mi teléfono a cada momento. Así se hicieron las 12 de la noche. Al otro día debía trabajar temprano. 6:30 de la mañana. Perdí las esperanzas de poder estar con Ana, así vestida tan sexy.

Cuando ya me disponía a prepararme para dormir, sonó mi teléfono, rápidamente miré, y sí, el milagro había sucedido, era Ana. Me preguntó si ya estaba durmiendo. A lo cual respondí que no. En ese momento recibí una foto. Se había sacado de cuerpo entero. Aún vestida como salió. Preguntándome debajo, si quería cruzarme un rato. Ni una vez lo dudé. Le dije que sí.

Mientras me vestía, Ana me dijo que me cruzara por la muralla del patio trasero, cerré la puerta de mi habitación y me crucé. La muralla no es muy alta, por lo que nada me costó hacerlo. Ella me estaba esperando del otro lado fumando un cigarrillo. Le pedí uno mientras nos besábamos. Fumamos mientras charlábamos y reíamos de esta locura. Hasta que entramos a la casa.

La tomé de la cintura y la apoye contra la mesa. La bese con intensidad mientras mis manos ya recorrían sus nalgas forradas en la lycra de su enterizo. Ella solo se apoyaba con sus brazos hacia atrás en la mesa. Mi pene comenzó a ponerse tieso. Ana me separó con sus manos hacía atrás. Me quitó para luego recorrer con besos mis pectorales, el abdomen, para luego arrodillarse, colocándose frente a mi bulto que estaba por explotar dentro de mis prendas.

Desprendió el botón de mi jean, bajándome la bragueta, para hacer lo mismo con mi bóxer. Mi pene quedó liberado al fin, sus ojos se posaron en los míos, mientras me besaba el glande lentamente. Era una tortura para mí, quería que se lo metiera entero en la boca. La tomé de la colita que se había hecho en el cabello. Ana abrió la boca para que pueda al fin meter mi pene completo. Sin dejar de mirarme como viciosa me chupaba una y otra vez.

Tomé un preservativo que había metido en mi bolsillo, y se lo pase. Ana lo abrió y con delicadeza me lo colocó de manera perfecta. Mi pene estaba durísimo. Como una roca. Ella se paró, dándome la espalda se apoyó sobre la mesa, arqueando su espalda para sacarme lo más que pudo su cola. Le baje el cierre que el enterizo tenía atrás, el cual llegaba hasta la base de la cintura. No quería quitárselo pero no había otra manera de penetrarla.

Ella se quitó la parte de los hombros, cayendo todo hasta sus caderas, quedando sus senos al descubierto. Baje un poco más su ropa, dejando sus nalgas afuera, con una diminuta tanga del mismo color. Se la corrí a un lado, coloque mi pene en posición y la penetré. Estaba todo tan caliente. Lo podía sentir a través del látex del preservativo. Mis movimientos la castigaban cada vez más fuertes y urgentes. Ana mordiéndose los labios se contenía los gemidos.

-¡Dejáme venirme hermoso!- Me suplicó entre gemidos y jadeos.

Quité mi pene de su vagina. La tomé fuerte del cabello y la traje contra mí. Con un brazo la apretaba y con la mano que me quedó libre tome su mano y la puse en su vagina. Ana se acariciaba con movimientos frenéticos al tiempo que sus gemidos aumentaban. Su cuerpo comenzó a temblar, la solté y cayó rendida sobre la mesa. Me arrodille y besé su vagina, mojada al extremo. Me paré y la volví a penetrar.

Ella no me ofrecía resistencia, sus brazos estaban extendidos sobre la mesa, su cara hacía un lado me dejaban ver sus expresiones de placer, con los ojos cerrados y mordiéndose los labios. Lentamente empecé a aumentar la velocidad y profundidad de mis movimientos. No aguantaría mucho más, las ganas de eyacular se me estaban haciendo insoportables. Quité mi pene y con movimientos frenéticos acaricie su clítoris.

Ana apretaba cada vez más su cara. Mis dedos ardían por encima de su clítoris. Hasta que logré que se venga de nuevo no deje de torturarla. Cuando lo conseguí un gran flujo termino de mojar aún más su vagina. Ella reía mientras yo me dispuse a morder sus nalgas. Las bese completamente. Ana no se movió hasta que yo dejé de hacerlo.

Me aparte de ella. Me quité el preservativo. Ella inmediatamente se arrodillo frente a mi verga. Con movimientos suaves comenzó a masturbarme. Acariciando el glande de mí pene con sus labios. Rogándome que le diera mi semen, metía solo la cabeza de mi verga en su boca. No aguante más, sacando mi pene de su boca, largué chorros de semen en su cara. La cantidad era impresionante, aun después de haber estado 3 veces con mi novia antes.

Cuando dejé de eyacular, Ana apretó un par de veces todo el tronco de mi pene, asegurándose que hasta la última gota saliera. Se paró y se miro en un espejo chico que hay allí en el comedor. Nos miramos y nos reímos de su cara pintada con mi semen. Tomó una toalla pequeña que estaba de casualidad a mano y me la pasó. Con ella limpié un poco mi pene mientras ella subía al baño en la planta alta.

Desde abajo le dije que iba a tomar un cigarrillo. Me dijo que no había problema. Salí al patio de atrás ya bien vestido y lo encendí. Ella se acercó y también encendió uno. Me mostró su teléfono, se había tomado unas selfies con mi semen en la cara. Las cuales me pasó todas a mi whatsapp. Todo fue demasiado caliente. Charlamos un rato más y nos despedimos. Ambos debíamos trabajar en un par de horas.

Salté la muralla cuidadosamente, sin hacer ruido me metí a mi casa. Ana me escribió para preguntarme si todo estaba bien y si nadie se había dado cuenta. Le dije que no. Que todos dormían en casa. Mientras miraba las fotos que me había mandado. Nos despedimos y me dormí. A la mañana el sueño en el trabajo era increíble, pero había valido la pena sin dudas. Mi nueva vecina estaba enloqueciéndome.

Continúa...

-Alexander0022-

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