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Puta por amor al arte

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Cuando era chica, mi mayor sueño o aspiración en la vida era ser prostituta, vivía caliente a mi corta edad, y aunque no sabía lo que era el sexo, ya conocía lo que era un orgasmo, mis escuálidas piernas tiritaban cuando me sentía ardiendo, mis calzoncitos se mojaban, no sabía controlar la situación, varias veces fui sorprendida por mi profesora mientras me balanceaba enrojecida en la silla de clases.

Es por eso que, para mí, ser prostituta era un anhelo, la forma de liberar mi incontrolable calentura, y ganar dinero, no había mejor trabajo en el mundo más que ese.

Creciendo, adquirí pudor y moral, desde la sociedad y la familia, pero no se apagaba mi sed de culear, de exhibir mi cuerpo y mostrarme a otro u otros como la zorra que soy, buscaba hombres por chats y me masturbaba en la cámara, adoraba verlos babear, y verlos eyacular lo más rápido posible, era mi pago. Mandaba fotos mostrándoles mi trasero que es mi mayor orgullo, mis pezones duros y desesperados, mi vagina jugosa, babosita, mi clítoris hinchado y mis dedos arrugados.

Mientras buscaba al hombre que se ganaría el espectáculo por cam, apareció él, Daniel un hombre maduro de 43 años, yo apenas tenía 19, en su foto se veía serio, con esa barba nevada, cabello ligeramente canoso, muy varonil. Me ofrecí a él como una zorra, el acepto verme, di mi mejor performance, me desnude lentamente bajando mis calzones lentamente, moviendo mis caderas de un lado a otro, le di un primer plano de mi culo, asomando mi vulva y todo mi ano, me quite el sostén, y frotaba con energía mis tetas, pellizcaba mis pezones, lleve uno de mis pechos hacia mi boca, mi lengua mojo mi pezón, duro, erecto, sensible, el roce con mi lengua me excitaba tanto. Deslizaba lentamente mis manos por todo mi cuerpo, comencé a frotar mi clítoris, se ponía cada vez más duro, mi vagina comenzaba a lubricar, le gemía a Daniel dulcemente a través de la cámara, podía ver a pantalla completa mi vulva completamente mojada, mis piernas se estremecían, un último gemido salió de lo más profundo de mí, acabe para Daniel, lo miro directamente a la cámara y chupe mis dedos estilantes.

Daniel, nunca se masturbo, no dijo una palabra, no se movió ni un centímetro, observo desde una silla con una mano en apoyada en el brazo de la silla, y la otra sostenía un vaso de lo que parecía ser wiski, nunca hubo un gesto, un sonido, una mueca, nada...

Me sentí avergonzada, torpe, decepcionada, de todas formas, me arme de valentía y le pregunte... "te gusto" mordiendo una parte de mi labio inferior, como lo había visto en las películas... de pronto Daniel comenzó a acercarse, mi corazón se puso a mil, estaba nerviosa, necesitaba su aprobación, llego hasta la cámara y se desconectó...

Toda la semana me sentí ridícula, arrepentida, durante esa semana no volví a hacer mi show, no me sentía caliente, mi cabeza solo pensaba, en que había hecho mal, eso siempre me resultaba, y nunca necesité llegar hasta el final, siempre todos acababan antes que yo. ¿Tal vez no le guste? Mi cuerpo no era el de una modelo y tengo mis imperfecciones, pero nadie se regodeaba, ¿será gay? Entonces porque se quedó hasta el final. Me deprimí...

La semana siguiente despierto y vi un mensaje de la aplicación. Era el... era un largo texto, muy formal, donde a grandes rasgos me ofrecía trabajar para él, me estremecí, me llené de emoción y fantasías.

El día siguiente era mi entrevista, me duche, perfume y me puse la ropa interior más sexy que tenía, el vestido más ajustado y los tacos más finos, mis uñas y labios rojos, quería verme como la puta más elegante, caliente pero nunca ordinaria, tome el uber que no dudo en mirarme todo el camino, sudaba de vez en cuando, y no hablo en todo el camino, llegue a un edificio un tanto antiguo, misterioso, tenía miedo, pero lo vi a él, Daniel estaba esperándome en la puerta, me saludo de beso en la mano, me moje de solo sentir la caricia de su labio robusto y el cosquilleo de su barba.

Pasamos juntos a una oficina, retiro la silla para que me sentara, lo hice, el dio la vuelta al escritorio y comenzó a hablar, yo no preste atención a lo que decía solo podía imaginar cómo se sentirían esos mismos labios y esa misma barba en mi vagina, su voz era profunda, me calentaba mucho, no podía esperar a que soltara su verga dura contra mi pecho y poder lamerla, pero él seguía hablando, hasta que escuche la palabra scort. Se me subieron los colores al rostro, él quería que fuera parte de su staff de putas, no sabía que responder, siempre quise esto, pero ahora no sabía qué hacer, yo solo fui esperando follármelo hasta que doliera, pero no eran sus intenciones, pensé rápidamente, necesito quitarme este gusto, abrí mis piernas para que viera mi tanga húmeda, no me prestó atención, y termino la conversación.

Llegue a casa pensando que hacer, mil preguntas pasaban por mi cabeza, mi moral, mi familia, los vecinos, que digo cuando me vean con tanto dinero, si solo soy diseñadora, no podía responderme nada. Imaginaba solo el pene de Daniel, lo imaginaba grande, ancho, venoso como me encantan, tan duro que no podía moverse.

Desperté, la curiosidad me mataba, decidí aceptar, fui nuevamente a su oficina, se alegró al verme, pensé que debía pasar por una prueba sexual con él para aprobar, pero no sucedió, solo me rodeo mirándome de pie a cabeza, llama a su secretaria, una mina despampanante, imagine un trio de inmediato, o una función lésbica, "Paula, ella es Bianca, explícale todo y prepárala" "principiante" pregunta Paula, "si , ella va a vip" ahí entendí que ya era una puta, que por lo menos sería una puta con pago, no por deporte como lo venía haciendo, y que era vip, entendí también que no follaría con Daniel, pero siempre tuve ilusión de que él me graduara.

Por favor dejen sus comentarios, me fascinan...

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