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Oficina de atención a la mujer necesitada

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Llegué temprano a la casa, la saludé como de costumbre pero era notable que su ánimo no era el mismo. Por mucho que insistí no me reveló que pasaba. Así transcurrieron los siguientes días hasta que esa mañana nos encontrábamos solos la escuche sollozar en el baño toque la puerta y acto seguido pregunte qué ocurría la respuesta fue la misma pero esta vez no lo deje pasar por alto esperé sentado se sentó junto a mi sillón con el rostro húmedo por las lágrimas, cuando intenté preguntarle me interrumpió. “Esto se acaba hoy” me dijo mientras secaba una lagrima que escurría por su mejilla con voz temblorosa típica de quien llora mucho “esto se acaba hoy”, no comprendía a que se refería pero antes que pudiera preguntar continuó “esto se acaba hoy y no hay vuelta atrás, sé que está con esa perra”. Ya entendía se refería a mi padre y la perra era seguramente su hija, aunque no estaba muy seguro, “por qué dices eso?”, le pregunté “si es obvio que ustedes se quieren mucho”. “Eso es solo apariencias”, me dijo, “ellos creen que no me doy cuenta de sus miradas y de toda la tensión cuando están cerca si ya lo único que les falta es follarse delante de mí”. Aquella expresión me hizo percatar que de la magnitud de la situación y que todo lo que conocía podría desaparecer.

Aunque nuestra relación era muy buena nuestros temas de conversación nunca trascendían los límites de la vida cotidiana y menos llegaban al ámbito sexual pero en aquella situación fue diferente. Comenzó a confesar cosas sin que yo preguntara nada, solo asentía con la cabeza y hacía gestos con mi rostro. Me contó cómo se habían conocido y que al principio todo era maravillas que aunque era una mujer mayor tenía un apetito sexual voraz y que él la complacía como ya ella no esperaba que alguien más lo hiciera, pero que desde hacía cuatro meses sentía que no despertaba ninguna pasión en él y que prácticamente debía suplicar que la follara y que cuando lo hacía solo duraba unos segundos y luego dormía, no daba crédito a lo que ocurría era obvio que necesitaba desahogarse y yo estaba en el lugar y momento preciso. Comenzaba extrañamente a calentarme y decidí darle una vuelta de rosca más al asunto aprovechando la situación y le dije que seguramente habría algo que le faltaba por hacer algún truco de mujer, el resultado fue increíble, comenzó a detallarme con pelos y señales todo lo que había intentado.

“Primero comencé a vestirme provocativa deje de usar ropa interior en todo momento para darle una sensación de disponibilidad tanto cuando andábamos por la casa como cuando salíamos, pero nada, por más que me ponía minifaldas y empinaba el culo mientras sacudía el polvo o me agachaba sin flexionar las piernas por cualquier pretexto no recibí nada. Luego, prosiguió ella, aproveche la llegada del verano para pasearme desnuda por la casa mientras hacia las tareas y estábamos solo pero el resultado fue el mismo, incluso llegué a plantarme frente a la entrada en una butaca con las piernas abiertas y el coño al aire para que fuese evidente pero ese día solo logre un polvo de menos de cinco minutos y un “estoy muy cansado “ahí fue que comencé a pensar que algo estaba mal”.

Ella pensó que algo estaba mal, pues yo estaba convencido solo con escuchar la historia estaba a mil y sentía que el líquido pre seminal empapaba mi bóxer pero aún la plática estaba lejos de acabar.

“El punto que colmó la copa, continuó, fue el día de su cumpleaños me vestí lo más provocativa que pude, recuerdo que fuimos a cenar fuera y en el restaurante me dirigí al baño y tomé fotos de mi trasero en el que tenía insertado una joya anal con su nombre tallado sobre la piedra roja que la coronaba al regresar a la mesa deslicé el teléfono hacia el que lo observó como si de cualquier cosa se tratara y no mencionó ni media palabra solo al llegar al estacionamiento me empujó contra el capó del auto y me la metió salvajemente, cuando le reclamé por aquello que me dolía, que porque tanta rudeza, que en casa lo haríamos mejor, el muy capullo se hizo el molesto se guardó la polla y ni una palabra más en toda la noche. Es increíble, me decía, cuántos hombres buscan putas para follar por el culo porque sus mujeres no quieren hacerlo por ahí y este simplemente decide no hacerlo; a que hombre no le gusta follarse un buen culo, se preguntó con indignación”. Ni que lo digas yo tenía una erección descomunal que de no ser por tener las piernas cruzadas se habría visto desde un avión. De no conocer bien a mi padre hubiera jurado que era gay pero algo me decía que se estaba follando a alguna zorra que lo dejaba exhausto y ya tenía idea de quien podría ser.

Aún con los ojos llenos de lágrimas se abalanzó sobre mi hombro a llorar, intentando consolarla le di un fuerte abrazo para que se sintiera arropada pero más que eso le apoyé por completo mi verga dura sobre su vientre, algo que debió haber sentido aunque no dio nada, mientras le pasaba la mano por la espalda casi hasta llegar a su culo y le susurre al oído, “no te preocupes esto pasará y yo te ayudare a buscar una solución”. Ella al escuchar esto me apretó con más fuerza aun y deslicé mi mano hasta donde comienzan las nalgas y descubrí que aun vestía sin ropa interior.

Al llegar a mi cuarto aún estaba anonadado por lo ocurrido calme mi calentura con una paja monumental. Es curioso nunca antes había prestado atención a la sexualidad de Luisa, siempre me pareció muy recatada y un tanto mayor para mi papa pero vaya que era guarra aquella cincuentona. Seguí reflexionando sobre el tema pero aparecían imágenes en mi mente que daban vida a aquella historia. Al principio sentí un poco de lastima por ella por lo que investigue un poco y fue fácil comprobar el problema, el pillo de mi padre se estaba follando a Maira la hija de Luisa, esa perra, ahí entendí porque dejo de escabullirse por las noches a mamarme la verga que siempre me dejaba con ganas de más. Aquello me indignó no podía concebir que se la estuviera follando antes que yo, seguro que hasta le partió el culo, pensaba y la cólera iba aumentando en mí. Aunque estaba molesto la verdad es que era mi padre y aunque estaba convencido que fue ella quien se le regaló, Luisa en su despecho era capaz de hacer cualquier cosa.

El asunto seguía recorriendo mi mente de un lado para otro hasta que se me ocurrió algo hablaría con mi padre para que acabara con esta locura y le diera lo que le tocaba a Luisa que al final no estaba tan mal, aún conservaba unos pechos increíbles bien redondos que sobresalían de su escote y unas caderas anchas con un trasero de actriz porno duro por el ejercicio y un par de piernas increíbles. Convencido marche esa tarde a la casa de mi padre.

Al llegar comprobé que no estaba su auto en el garaje así que debería esperarlo. Luisa estaba en la cocina preparando la cena al saludarla su rostro giro y nuestros labios rozaron fortuitamente. Una risita tonta se apoderó de los dos y mientras lo hacía le dije “pero vamos tía que me parezco a papi pero tampoco es para tanto”. Continuamos riendo y comentó, “si tu padre fuera la mitad de atento que tú, fuera una bella persona, cualquiera me hubiera juzgado de zorra guarra después de lo de ayer pero tú solo me apoyaste, eso dice mucho del tipo de hombre que eres”. Por un momento enmudecí y luego tire a juego su comentario diciendo “pues que te digo soy la versión 3.5 que más puedes pedir”, ambos reímos y ella siguió con sus deberes.

Yo me encontraba detrás de ella tomando agua cuando algo asalto mi mente estaría desnuda bajo aquella minifalda, quien cocina en minifalda, y la mejor de todas las dudas acaso tendría metida en el culo en ese momento la joya. Mi mente estaba a mil y mi polla a reventar, pero como siempre he sido avispado se me ocurrió derramar un poco de agua y después de pedir disculpas me coloque detrás y lo que siguió me hizo explotar en mi pantalón. La muy zorra se dobló exactamente como me había descrito el día anterior sin flexionar las rodillas, su trozo de tela porque no era otra cosa se levantó dejando su espectacular culazo al aire y no traía bragas se le veía perfectamente su coño y encima como el punto culminante la joya roja en su ojete. Sentía mi corazón a punto del infarto mi primer impulso fu cogérmela allí mismo pero mi lado racional me devolvió a la tierra y me dije seguro es la costumbre y como esperaba a mi padre seguro se preparó para él. El móvil vibro en mi bolsillo y al comprobarlo era mi padre que me enviaba un mensaje “hijo mañana hablamos, si es tan urgente lo que tienes que decirme quédate en casa y lo debatimos en la mañana”. Ella se viró y me dijo “pero que haces me sacas fotos”, no supe que responder balbuce algo y entonces comenzó a reír. “Espérame que voy a bañarme” me dijo, trague en seco. Algo era cierto había cambio de planes yo haría lo que mi padre no hizo, él no se follaba a su hija qué más da que ella se folle a su hijo y todos seriamos felices, solo necesitaba una señal, “Alex me traes unas braga por favor, las rojas”, más claro ni el agua.

Continuará…

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